Historia de una milhojas.Parte I: la crema pastelera
Semana dura, y van… a tope. No hago más que corregir líneas de código y evaluar. Lo peor es evaluar, nunca se es justo. La sensación de culpabilidad es grande, aunque en el fondo, muy en el fondo, eres consciente de que no eres el culpable (del todo).
Eso es la punta del iceberg, en realidad lo peor está por venir, ni siquiera he quiero pensar en ello.
Ayer, por primera vez en mucho tiempo, no había ningún postre casero, del tipo que sea. El tiempo. Esta tarde, después de correr me he propuesto solventar este inconveniente, pues el trabajo de estos días me ha permitido tener hoy unos minutos de margen. Otras veces los dedicaba a ir al cine, hoy no, me da miedo tener que escapar de la sala pasados 10 minutos. Es esa sensación insoportable de “tengo que aprovechar cada segundo”.