Los biscochos
Los Cantucci o Cantuccini son unos bizcochos típicos de la ciudad de Prato, muy cerca de Florencia, pero pueden encontrarse en toda la Toscana. Aunque éstos no son los tradicionales, que se suelen hacer con almendra, me han parecido impresionantes. Así lo han sido.
Los más conocidos son los de almendra, pero pueden hacerse con otro tipo de frutos secos, piñones o avellanas, por ejemplo. Hay recetas que combinan almendras con piñones. Los piñones son uno de los ingredientes estrella de todo el mediterráneo y, por ello, de la cocina italiana (Cfr. un buen pesto).
Tienen la apariencia de un pan, pero no tienen nada que ver, en realidad son unos bizcochos (biscotti) con un fuerte aroma a limón y, os aseguro, que están estupendos.
Son muy buenos para tomar solos o con un buen café, té, desayuno,…
Te querré siempre
Viaggio in Italia, así era su título original. De eso quería hablar, de mi primer viaje a Italia, a la que querré siempre.
Fue hace…, estoy haciendo cálculos, probablemente unos 9 años. Mi vida empezaba a cambiar, dejaba de ser estudiante para hacer lo que todos (quieren) hacen: trabajar. Quería ser diferente pero no lo había conseguido, ya estaba dentro del círculo. Ya no podría salir.
Ese julio opté, y optamos, por irme con Lucía y M a la Toscana, a la casa de estudiantes en la que vivía Tiziana, una joven (muy buena) que había estado estudiando durante un año en la USC. La casa, una de esas pequeñas pero hermosas, estaba en Pisa. Tiziana compartía residencia con dos compañeras más, recuerdo una Siliciana a la que todos, por su carácter y expresión vehemente, tenían un cariño especial. Ese sería nuestro punto de partida, a partir de ahí la Toscaza y nuestras fuerzas pondrían los límites.
Si la Toscana es hermosa, más lo es cuando los campos interminables están secos y desprenden una fragancia única. Llena de pequeños pueblos, probablemente no tan conocidos como Florencia o Siena, pero tanto o más hermosos: Volterra, San Gimignano, Lucca (pueblo de Puccini) o, por supuesto, Siena… Inolvidable, el señor Stendhal tenía razón.
Sólo recuerdo una pasión, emoción y palpitar similar al ver la Mona Lisa. Al instante M se dio cuenta de que se me caían unas lágrimas, como ahora, con sólo pensarlo:
[La foto es muy mala, la ausencia de flash y el momento me impidieron hacer algo más recogido. Para buenas fotos de La Gioconda, debe verse la enciclopedia británica ;-)]
De ahí a Bolognia, en dónde vivía Patricia, en otra hermosa casa, haciendo parte del trabajo de doctorado (creo recordar) y de ahí a Venecia. No os creáis a aquellos que dicen que Venecia no vale la pena. Venecia en un sueño hecho realidad, una ciudad única llena de palacios, canales pero, a la vez, más irreal que cualquier sueño.
Italia, te querré siempre.
Ella
Sobre todas las cosas, me gustaba su dulzura, la suavidad de su voz. Se giraba y me miraba, me retorcía, sudores, rubor. No conocía el sexo, en ninguna de sus expresiones. Había algo, un placer inimaginable, un dolor, un sufrimiento del que no me podía despegar. La adolescencia no da para mucho más.
¿Cómo se le ocurre sentarse delante? Se giraba y la escuchaba.
Pasados esos años no he vuelto a saber más de ella. Un día, por casualidad, la volví a ver pero no supe que decirle, alguna trivialidad del tipo: ¿qué tal? o ¿a qué te dedicas? Es mejor así. No lo dudéis, los recuerdos son mentirosos, nos engañan y nos hacen creer que “cualquier tiempo pasado fue mejor”. No os dejéis engañar. No permanentemente, sólo cuando la moral afloje y penséis: mi vida podría haber sido de otra manera.
“Aunque mis ojos ya no puedan ver ese puro destello, que en mi juventud me deslumbraba. Aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor en la hierba de la gloria en las flores, no hay que afligirse. Porque la belleza siempre subsiste en el recuerdo. “
La receta
(1) Precalentamos el horno a 170º (ó 175). Tostamos los piñones en la bandeja del horno durante unos 6 minutos o hasta que estén ligeramente dorados. Reservamos y dejamos enfriar.
(2) En un bol o tartera batimos la mantequilla pomada con el azúcar hasta que esté ligero y cremoso. Añadimos los huevos, la ralladura de limón y el zumo. Mezclamos bien. No os preocupéis si se corta, la harina hará su cometido.
(3) En otro bol tamizamos la harina y la mezclamos con la sal y la levadura química. Vertemos sobre la mezcla de huevos y mezclamos bien. Echamos los piñones. Ésta es una masa pastosa que debemos trabajar poco. No es un pan.
(4) Echamos sobre una superficie enharinada, separamos la masa en dos partes iguales, formamos barras delgadas y anchas. Ponemos sobre papel de hornear. Si vemos que es una pasta demasiado pegajosa le podemos echar un poco de harina para que no se pegue a las manos, no más. Deben quedar lo suficientemente separadas unas de otras.
(5) Introducimos en el horno precalentado durante unos 20 minutos o más, hasta que quede ligeramente dorado. Retiramos del horno y transferimos a una rejilla. Dejamos enfriar unos pocos minutos.
(6) Sobre una mesa o tabla, cortamos en piezas de unos 2 centímetros y volvemos a poner la bandeja de horno durante otros 20-25 minutos a la misma temperatura, girándolos pasados 10 minutos. Yo los he dejado algo más y he subido unos grados durante unos minutos la temperatura, para que se tostasen un poco.
Si gustan poco hechos pueden ponerse la mitad de tiempo.
Retiramos y dejamos enfriar sobre una rejilla. Guardamos a temperatura ambiente en un recipiente hermético.
Probadlos y no os arrepentiréis.
Los Cantucci o Cantuccini son unos bizcochos típicos de la ciudad de Prato, muy cerca de Florencia, pero pueden encontrarse en toda la Toscana. Aunque éstos no son los tradicionales, que se suelen hacer con almendra, me han parecido impresionantes. Así lo han sido.
Los más conocidos son los de almendra, pero pueden hacerse con otro tipo de frutos secos, piñones o avellanas, por ejemplo. Hay recetas que combinan almendras con piñones. Los piñones son uno de los ingredientes estrella de todo el mediterráneo y, por ello, de la cocina italiana (Cfr. un buen pesto).
Tienen la apariencia de un pan, pero no tienen nada que ver, en realidad son unos bizcochos (biscotti) con un fuerte aroma a limón y, os aseguro, que están estupendos.
Son muy buenos para tomar solos o con un buen café, té, desayuno,…
Te querré siempre
Viaggio in Italia, así era su título original. De eso quería hablar, de mi primer viaje a Italia, a la que querré siempre.
Fue hace…, estoy haciendo cálculos, probablemente unos 9 años. Mi vida empezaba a cambiar, dejaba de ser estudiante para hacer lo que todos (quieren) hacen: trabajar. Quería ser diferente pero no lo había conseguido, ya estaba dentro del círculo. Ya no podría salir.
Ese julio opté, y optamos, por irme con Lucía y M a la Toscana, a la casa de estudiantes en la que vivía Tiziana, una joven (muy buena) que había estado estudiando durante un año en la USC. La casa, una de esas pequeñas pero hermosas, estaba en Pisa. Tiziana compartía residencia con dos compañeras más, recuerdo una Siliciana a la que todos, por su carácter y expresión vehemente, tenían un cariño especial. Ese sería nuestro punto de partida, a partir de ahí la Toscaza y nuestras fuerzas pondrían los límites.
Si la Toscana es hermosa, más lo es cuando los campos interminables están secos y desprenden una fragancia única. Llena de pequeños pueblos, probablemente no tan conocidos como Florencia o Siena, pero tanto o más hermosos: Volterra, San Gimignano, Lucca (pueblo de Puccini) o, por supuesto, Siena… Inolvidable, el señor Stendhal tenía razón.
Sólo recuerdo una pasión, emoción y palpitar similar al ver la Mona Lisa. Al instante M se dio cuenta de que se me caían unas lágrimas, como ahora, con sólo pensarlo:
[La foto es muy mala, la ausencia de flash y el momento me impidieron hacer algo más recogido. Para buenas fotos de La Gioconda, debe verse la enciclopedia británica ;-)]
De ahí a Bolognia, en dónde vivía Patricia, en otra hermosa casa, haciendo parte del trabajo de doctorado (creo recordar) y de ahí a Venecia. No os creáis a aquellos que dicen que Venecia no vale la pena. Venecia en un sueño hecho realidad, una ciudad única llena de palacios, canales pero, a la vez, más irreal que cualquier sueño.
Italia, te querré siempre.
Ella
Sobre todas las cosas, me gustaba su dulzura, la suavidad de su voz. Se giraba y me miraba, me retorcía, sudores, rubor. No conocía el sexo, en ninguna de sus expresiones. Había algo, un placer inimaginable, un dolor, un sufrimiento del que no me podía despegar. La adolescencia no da para mucho más.
¿Cómo se le ocurre sentarse delante? Se giraba y la escuchaba.
Pasados esos años no he vuelto a saber más de ella. Un día, por casualidad, la volví a ver pero no supe que decirle, alguna trivialidad del tipo: ¿qué tal? o ¿a qué te dedicas? Es mejor así. No lo dudéis, los recuerdos son mentirosos, nos engañan y nos hacen creer que “cualquier tiempo pasado fue mejor”. No os dejéis engañar. No permanentemente, sólo cuando la moral afloje y penséis: mi vida podría haber sido de otra manera.
“Aunque mis ojos ya no puedan ver ese puro destello, que en mi juventud me deslumbraba. Aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor en la hierba de la gloria en las flores, no hay que afligirse. Porque la belleza siempre subsiste en el recuerdo. “
William Wordsworth
La receta
- 90 gr. de piñones [45 gr.]
- 100 gr. de mantequilla [50 gr.]
- 140 gr. de azúcar [70 gr.]
- 10 gr. de azúcar vainillado [5 gr.] (Opcional, puede sustituirse por azúcar normal).
- 2 huevos [1 huevo]
- 2 cucharadas de zumo de limón [1 cucharada]
- Ralladura de 1 limón grande [ralladura ½ limón], o más, al gusto.
- 300 gr. de harina [150 gr.]
- 1 ½ cucharilla de levadura química (Royal) [0,75 cucharilla]
- Sal, algo así como media cucharilla.
- También puede echar un chorrito de Amareto, sobre todo si son de almendra.
(1) Precalentamos el horno a 170º (ó 175). Tostamos los piñones en la bandeja del horno durante unos 6 minutos o hasta que estén ligeramente dorados. Reservamos y dejamos enfriar.
(2) En un bol o tartera batimos la mantequilla pomada con el azúcar hasta que esté ligero y cremoso. Añadimos los huevos, la ralladura de limón y el zumo. Mezclamos bien. No os preocupéis si se corta, la harina hará su cometido.
(3) En otro bol tamizamos la harina y la mezclamos con la sal y la levadura química. Vertemos sobre la mezcla de huevos y mezclamos bien. Echamos los piñones. Ésta es una masa pastosa que debemos trabajar poco. No es un pan.
(4) Echamos sobre una superficie enharinada, separamos la masa en dos partes iguales, formamos barras delgadas y anchas. Ponemos sobre papel de hornear. Si vemos que es una pasta demasiado pegajosa le podemos echar un poco de harina para que no se pegue a las manos, no más. Deben quedar lo suficientemente separadas unas de otras.
(5) Introducimos en el horno precalentado durante unos 20 minutos o más, hasta que quede ligeramente dorado. Retiramos del horno y transferimos a una rejilla. Dejamos enfriar unos pocos minutos.
(6) Sobre una mesa o tabla, cortamos en piezas de unos 2 centímetros y volvemos a poner la bandeja de horno durante otros 20-25 minutos a la misma temperatura, girándolos pasados 10 minutos. Yo los he dejado algo más y he subido unos grados durante unos minutos la temperatura, para que se tostasen un poco.
Si gustan poco hechos pueden ponerse la mitad de tiempo.
Retiramos y dejamos enfriar sobre una rejilla. Guardamos a temperatura ambiente en un recipiente hermético.
Probadlos y no os arrepentiréis.
Me han gustado estos Cantucci, los he hecho con piñones y han quedado crujientitos.
ResponderEliminarEste año he escojido tus galletas para tenerlas preparadas para las fiestas y están teniendo mucho éxito.
Feliz Navidad !!! y muchas gracias.
Te deseo lo mejor para ti.
Gracias a ti.
ResponderEliminarSólo me falta saber qué galletas... hay muchas ;-)
Feliz Navidad!
Pepicho, he vuelto a ésta entrada y me encuentro que me contestaste al mensaje, lo siento no haberte respondido entonces, pero bueno... como más vale tarde que nunca, aqui te dejo el enlace de las galletas que preparé http://bonprofitbcn.blogspot.com.es/2007/12/galletas-de-jengibre.html .
ResponderEliminarTe vuelvo a repetir que tus Cantuccini son un éxito, sobre todo le encantan a mi madre porque son crujientes pero nada duros y en Navidad se las regalo.
Pepicho, he vuelto a ésta entrada y me encuentro que me contestaste al mensaje, lo siento no haberte respondido entonces, pero bueno... como más vale tarde que nunca, aqui te dejo el enlace de las galletas que preparé http://bonprofitbcn.blogspot.com.es/2007/12/galletas-de-jengibre.html .
ResponderEliminarTe vuelvo a repetir que tus Cantuccini son un éxito, sobre todo le encantan a mi madre porque son crujientes pero nada duros y en Navidad se las regalo.
Pepicho, he vuelto a ésta entrada y me encuentro que me contestaste al mensaje, lo siento no haberte respondido entonces, pero bueno... como más vale tarde que nunca, aqui te dejo el enlace de las galletas que preparé http://bonprofitbcn.blogspot.com.es/2007/12/galletas-de-jengibre.html .
ResponderEliminarTe vuelvo a repetir que tus Cantuccini son un éxito, sobre todo le encantan a mi madre porque son crujientes pero nada duros y en Navidad se las regalo.