Secretos de familia
Somos humanos. Cuando nos dicen aquello de “…pero no se lo digas a nadie”, nos desesperamos por encontrar a una persona a la que decírselo. No pienso que sea maldad, es condición “humana” el quitarnos todo aquello que llevamos encima y, por muy pequeña que sea esa responsabilidad, tenemos esa necesidad de contarlo.
“Circulen, no miren”, ¡han dado en el clavo!… “no miren”. En ese mismo instante giramos la cabeza y miramos por el rabillo del ojo. ¿Curiosidad?
150!
Quería celebrar la entrada de recetas número ciento cincuenta con una receta a la que le tuviese cariño. En realidad llevo más de 150 recetas escritas, puesto que algunas entradas tienen más de una pero, sí, es la entrada número 150 desde el principio del fin.
En estos próximos quince días, si quiero hacer lo que tengo que hacer, o hago lo que debería, o hago lo que no tengo en realidad que hacer, pues no tengo por qué hacerlo, en ese caso, creo que no tocará a entrada por día. Estaré muuuy ocupado. A ver si una receta cada dos días, por lo menos.
El origen
Ésta es una receta que, aunque no lo parezca, tiene su historia y es una de mis preferidas. Esperaba el momento oportuno, tal vez no lo sea, pero tenía unas ganas….
La receta es una de esas recetas “secreto” de un restaurante de “Pobra do Caramiñal”. La persona que se la “pasó” a mi familia “no se lo debía contar a nadie”, pero lo hizo, igual que estoy haciendo en estos momentos.
Pensaréis, ¿tanto por unos simples mejillones con salsa de tomate? Ese es el truco, ¡no son unos simples mejillones en salsa! Resulta muy difícil, por no decir imposible, expresar el aroma que le da a este plato dos ingredientes, principalmente: el laurel sofrito con la cebolla y el orégano. El vino debe ser de buena calidad, un Albariño es estupendo.
A lo mejor, la probáis y no os dice nada, pero por aquí, los que la han probado lo primero que han hecho es pedirme la receta. Lo admito, me la pidió la S, con mayúsculas, y le di evasivas. Sí, he sido un chico malo, pero no se tiene el mismo feeling con todo el mundo y menos con alguien a quién no les gusta (o “quiere”) tanto la cocina como a mí (hasta creo que la odia). Supongo que hay que hacerse merecedor, yo no lo soy, pero entre los que leen seguro que son mayoría.
Es tan sencilla que creo que la riqueza está en la sencillez y, sobre todo, en unos buenos ingredientes: orégano de casa, mejillones de la ría o un buen vino blanco.
Que os guste. Si no os gusta… otra vez será.
Ingredientes
(1) Si vamos a emplear las conchas se limpian los mejillones por fuera, se echan en una tartera con un chorrito de vino blanco (sólo el necesario para que no se peque) y unas cuantas hojas de laurel. Ponemos a fuego fuerte y tapamos hasta que empiecen a abrirse. Cuando estén abiertos los retiramos del fuego inmediatamente y escurrimos para evitar que se sigan cocinando.
Si los hacemos de más el mejillón acaba por cocerse y reduce considerablemente su tamaño. Deben hacerse el tiempo justo, sólo abrirse.
(2) Retiramos las “barbas” de los mejillones sin separarlos de las conchas. Para ello juntamos las conchas y tiramos de las “barbas” hasta que se separen del cuerpo. Conseguiremos que el mejillón permanezca entero y sin despegarse de la concha.
(3) En una cazuela de barro o en una tartera ancha se calienta un poco de aceite de oliva virgen. Se echa la cebolla y la doramos con la(s) hoja(s) de laurel bien picada(s). Al principio a fuego fuerte, después lo bajamos y dejamos que se haga hasta que quede casi transparente. No debe quemarse.
(4) Cuando la cebolla esté bien doradita, se añade la cucharada de harina, dependiendo de la cantidad, más o menos llena. Se le da unas vueltas para cocinarla un poco, se añade el vino, que hará que espese el sofrito, y el orégano. Reducimos un poquito, unos segundos evitando que se pegue la harina. La cantidad de orégano, como todo, es a gusto del comensal, pero debe echarse una buena cantidad para que le dé sabor.
(5) Cuando se haya consumido un poco el vino, muy rápidamente, se añade la salsa de tomate. Así evitamos que se peque la harina. De inmediato echamos los mejillones cocidos al vapor y dejamos a fuego muy bajo un poco. Retiramos, dejamos unos minutos para coja sabor y los servimos como más nos guste: con las conchas, sin ellas, como pincho. Lo más fácil y gustoso: con las conchas, ya que, aunque no esté muy bien visto, está para chuparse los dedos. Podemos, y debemos, usar las manos.
Como los mejillones y la salsa de tomate son salados, no es necesario echar ni una pizca de sal. Por aquí, a veces, se les echa a los mejillones en invierno, cuando hay muchas lluvias y el agua marina (superficial) tiene muy baja proporción de sal. Es raro, pero se podría echar al cocer los mejillones al vapor.
No se lo digáis a nadie (que no se lo merezca).
Somos humanos. Cuando nos dicen aquello de “…pero no se lo digas a nadie”, nos desesperamos por encontrar a una persona a la que decírselo. No pienso que sea maldad, es condición “humana” el quitarnos todo aquello que llevamos encima y, por muy pequeña que sea esa responsabilidad, tenemos esa necesidad de contarlo.
“Circulen, no miren”, ¡han dado en el clavo!… “no miren”. En ese mismo instante giramos la cabeza y miramos por el rabillo del ojo. ¿Curiosidad?
150!
Quería celebrar la entrada de recetas número ciento cincuenta con una receta a la que le tuviese cariño. En realidad llevo más de 150 recetas escritas, puesto que algunas entradas tienen más de una pero, sí, es la entrada número 150 desde el principio del fin.
En estos próximos quince días, si quiero hacer lo que tengo que hacer, o hago lo que debería, o hago lo que no tengo en realidad que hacer, pues no tengo por qué hacerlo, en ese caso, creo que no tocará a entrada por día. Estaré muuuy ocupado. A ver si una receta cada dos días, por lo menos.
El origen
Ésta es una receta que, aunque no lo parezca, tiene su historia y es una de mis preferidas. Esperaba el momento oportuno, tal vez no lo sea, pero tenía unas ganas….
La receta es una de esas recetas “secreto” de un restaurante de “Pobra do Caramiñal”. La persona que se la “pasó” a mi familia “no se lo debía contar a nadie”, pero lo hizo, igual que estoy haciendo en estos momentos.
Pensaréis, ¿tanto por unos simples mejillones con salsa de tomate? Ese es el truco, ¡no son unos simples mejillones en salsa! Resulta muy difícil, por no decir imposible, expresar el aroma que le da a este plato dos ingredientes, principalmente: el laurel sofrito con la cebolla y el orégano. El vino debe ser de buena calidad, un Albariño es estupendo.
A lo mejor, la probáis y no os dice nada, pero por aquí, los que la han probado lo primero que han hecho es pedirme la receta. Lo admito, me la pidió la S, con mayúsculas, y le di evasivas. Sí, he sido un chico malo, pero no se tiene el mismo feeling con todo el mundo y menos con alguien a quién no les gusta (o “quiere”) tanto la cocina como a mí (hasta creo que la odia). Supongo que hay que hacerse merecedor, yo no lo soy, pero entre los que leen seguro que son mayoría.
Es tan sencilla que creo que la riqueza está en la sencillez y, sobre todo, en unos buenos ingredientes: orégano de casa, mejillones de la ría o un buen vino blanco.
Que os guste. Si no os gusta… otra vez será.
Ingredientes
- 1 cebolla cortada muy fina
- 1 ó 2 hojas de laurel
- 1 cucharada de harina
- Un poco de vino blanco, ½ vaso
- Orégano seco de huerta, bastante. A gusto.
- Salsa de tomate, 1 vaso, aprox.
- Mejillones, cocidos al vapor
(1) Si vamos a emplear las conchas se limpian los mejillones por fuera, se echan en una tartera con un chorrito de vino blanco (sólo el necesario para que no se peque) y unas cuantas hojas de laurel. Ponemos a fuego fuerte y tapamos hasta que empiecen a abrirse. Cuando estén abiertos los retiramos del fuego inmediatamente y escurrimos para evitar que se sigan cocinando.
Si los hacemos de más el mejillón acaba por cocerse y reduce considerablemente su tamaño. Deben hacerse el tiempo justo, sólo abrirse.
(2) Retiramos las “barbas” de los mejillones sin separarlos de las conchas. Para ello juntamos las conchas y tiramos de las “barbas” hasta que se separen del cuerpo. Conseguiremos que el mejillón permanezca entero y sin despegarse de la concha.
(3) En una cazuela de barro o en una tartera ancha se calienta un poco de aceite de oliva virgen. Se echa la cebolla y la doramos con la(s) hoja(s) de laurel bien picada(s). Al principio a fuego fuerte, después lo bajamos y dejamos que se haga hasta que quede casi transparente. No debe quemarse.
(4) Cuando la cebolla esté bien doradita, se añade la cucharada de harina, dependiendo de la cantidad, más o menos llena. Se le da unas vueltas para cocinarla un poco, se añade el vino, que hará que espese el sofrito, y el orégano. Reducimos un poquito, unos segundos evitando que se pegue la harina. La cantidad de orégano, como todo, es a gusto del comensal, pero debe echarse una buena cantidad para que le dé sabor.
(5) Cuando se haya consumido un poco el vino, muy rápidamente, se añade la salsa de tomate. Así evitamos que se peque la harina. De inmediato echamos los mejillones cocidos al vapor y dejamos a fuego muy bajo un poco. Retiramos, dejamos unos minutos para coja sabor y los servimos como más nos guste: con las conchas, sin ellas, como pincho. Lo más fácil y gustoso: con las conchas, ya que, aunque no esté muy bien visto, está para chuparse los dedos. Podemos, y debemos, usar las manos.
Como los mejillones y la salsa de tomate son salados, no es necesario echar ni una pizca de sal. Por aquí, a veces, se les echa a los mejillones en invierno, cuando hay muchas lluvias y el agua marina (superficial) tiene muy baja proporción de sal. Es raro, pero se podría echar al cocer los mejillones al vapor.
No se lo digáis a nadie (que no se lo merezca).
¡Que maravilla!, no te preocupes no se lo diré a nadie, tu secreto está a salvo, jejejeje, DELICIOSOS, voy a comprar los mejillones y rapidito a la cocina
ResponderEliminarHola Harry,he estado unos días sin mirarte porque con tanto postre me es difícil resistir, veo una cosa y quiero probarla y como ya sabes estoy a dieta y viendo todo lo que haces era complicado hacerlo bien, así que castigada.Estoy contenta porque he bajado 5 kilos pero aun me quedan algunos más.
ResponderEliminarEstos mejillones me encantan, este fin de semana voy a probarlos porque esto si puedo comerlo.Yo por costumbre a las personas que no se lo merecen no les doy las recetas
Tienes que poner más recetas saladas
Una pregunta ¿la foto del chico del inicio eres tú?
Hola,
ResponderEliminarChelo, no es la mejor época para los mejillones pero ya empiezan a ser bastante buenos. Suelen estar más gorditos en verano.
Mariana, me alegro de volver a leerte ;-)!! y por más cosas, que te sientas mejor contigo misma. Tienes razón, tendré que poner alguna receta salada más, no es la primera persona que me lo dice. Pero es que, como me gustan más los dulces, siempre tiendo a poner muchos más. A los platos “salados”, aunque puedan estar buenos, no les suelo dar tanta importancia.
En cuanto a la foto, si te refieres “Pepinho al otro lado del espejo sólo ve un mar de sombras”, sí, soy yo. También soy “ese” de las escaleras o ante el puente de queensborough . No es que me guste la foto, me la dice hace unas semanas ante un espejo, pero como me quedó un poco oscura opté por ponerla. Casi todo el mundo lo hace, y he preferido poner una tal cual (de tapadillo). Ese día me dije: “voy a poner una foto”, me quité una recién llegado de correr (más auténtica) pero pensé que el “sudor” no encajaba demasiado con la cocina… ;-)
Todas las fotos han salido hasta ahora, las he realizado yo, incluso las que no son de postres (1, 2, 3, 4, 5, ….). En algunas aparece M en otras, simplemente, una flor aunque sea dibujada.
Me gusta la fotografía, aunque no tenga demasiado tiempo para practicarla. Hace mucho tiempo que no cojo la Reflex...
Saludos.
hola es laprimera vez que escribo en tu blog..y bueno..quepuedo decirte..buenisimas recetas,fijatae que yo de las que no le gustan los mejillones..y viendoestos..y lashoras que son..y me hiciste pensar en tomarlos en una tapa..
ResponderEliminaryluego aparte unas introducciones..compartiendo tus vivenvicias..y ..si se nota que te gusta el lobo espartario..
un saludo desde tierras alicantinas..
felicidads por tu blog!!
Hola chocolat,
ResponderEliminarDebe de haber algo así como un millón, sin exagerar ;-), de libros, películas u otras actividades que me gusta realizar. Pero, sí, el “Lobo estepario” es uno de mis libros preferidos.
Lo tengo aquí al lado y podría leerte, a modo de resumen, unas palabras que hay escritas en contraportada: “Harry Haller, protagonista de ésta emblemática novela, ha acabado convirtiéndose en un arquetipo literario en el que se reconocen quienes padecen los devastadores efectos deshumanizadores de una sociedad insolidaria y atomizada”. No comment.
Es un libro “difícil”, sobre todo a mitad de la obra, en la que hay un giro narrativo brutal, pero resume de una manera clara todas aquellas inquietudes y reflexiones que Hermann Hesse ha reflejado en su obra. De pequeño, me había impactado “Bajo las ruedas”, de un modo u otro me sentía reflejado en ese personaje, era una especie de “alter ego”.
Detrás de Harry Haller está Hermann Hesse, supongo que te has fijado en que coinciden sus iniciales. Buscaré algunas pequeñas frases subrayada del libro:
“…que estaba solo, que el mundo lo abandonaba”
“El hombre (…) mira la mundo a través del lente de fórmulas muy ingenuas, simplificadas y engañosas -especialmente a sí propio!-.”
Una que conoce bien gente con G. W. Bush: “el principio de los poderosos: Quien no está contra mí, está conmigo”. Decía bien, el principio de los poderosos, los débiles no podemos (ni nunca lo haríamos) decir eso, ellos tienen la ¿victoria? asegurada.
Saludos,
“Era terrible la idea de que yo, (...), tendría que mostrarme allí entre extraños”. “Ha de acostumbrarse a la vida y aprender a reír”.
Hice los mejillones según tu receta y fue el plato mejor considerado de la cena (tambien habia arroz con bogavante!!!!), me preguntaron la receta y dije que era secreta, de la familia de una amiga. Gracias
ResponderEliminarHice los mejillones según tu receta y fue el plato mejor considerado de la cena (tambien habia arroz con bogavante!!!!), me preguntaron la receta y dije que era secreta, de la familia de una amiga. Gracias
ResponderEliminarHola. gracias por tus recetaa.hice los mejillones y se chuparon los dedos y porque no tenian mas y el plato como si hubiese salido del lavavajillas. exquisitos
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