El plátano es sensacional (segunda parte)
Si como yo, te compras unos cuantos plátanos, ésta es otra elección muy rápida, sencilla y apetitosa de tomarse fruta. Además, por el uso de margarina, que puede ser vegetal, no lleva colesterol. Recuerdo que el colesterol, aunque lo puede sintetizar el organismo por otros medios (y así lo hace), es exclusivamente una grasa de origen animal. Más sano. Allá vamos.
¿Segundas partes nunca fueron buenas?
Como todos los dichos, existen refranes que podrían interpretarse de modo opuesto: “dos mejor que una” o “no hay dos sin tres”. Y habrá tres, mañana mismo. ¿Mañana?, mañana está demasiado lejos. Son demasiados factores, diré: “tal vez mañana”.
También soy de postre, las brochetas estaban muy buenas (M las ha preferido) pero yo me quedo, por el momento, con estas magdalenas que, por su forma y para distinguirlas de las “madelaines”, he querido llamar por su nombre inglés: muffins.
Para mí, muchas segundas partes son mejores, y no entraré en el tópico cinematográfico de “El padrino II” o “Alien”, cuyas primeras partes están a la altura de las segundas.
¿Demasiado sencillo?
Más de una vez caemos en el error, y yo el primero, de pensar que las recetas más elaboradas, con infinidad de ingredientes y especias, están más ricas y sabrosas. Muchas de esas veces no es cierto, suele ser más importante una buena materia prima, en este caso: margarina, huevos o plátanos, que llenar la receta de aromas. Demasiados aromas, a veces, pueden confundir al paladar. Unos cubren a otros. Una hoja perdida en otoño tiene más vida que todos los rastrojos de un robledal.
Por ejemplo, un cordero al horno con sal y un poquito de romero y/o tomillo, puede resultar un plato mucho más exquisito que una (regular) carne con un gran adobo basado en infinidad de especias y aromas.
La belleza de lo sencillo
La belleza es un concepto, como muchas otras cosas, (para mí) muy relativo y subjetivo. Pero, pienso, no hay nada más bello que lo sencillo y, muchas veces, intangible: una puesta de sol, una brisa, una sonrisa, una palabra, un gesto, un libro, un poema, una mirada, un recuerdo,…
Si digo “sentimiento”, lo digo todo. Una palabra, muchas sensaciones. En cuando me abstraigo puedo pensar en ella y me vienen a la cabeza sentimientos de todo tipo. Buenos y malos, cada cual según su estado de ánimo o vivencias. (No, éste no es el camino. Hoy no quiero entrar, la puerta permanecerá cerrada. Mejor quedarme en la superficie… Podría salir lo bueno o lo malo, mejor estar en estado de “hibernación sensorial”, llamaría yo).
Últimamente los recuerdos me obsesionan. Todo es recordar, la infancia y la adolescencia. Los amigos, mis mejores amigos. Ayer recordé y escribí el nombre de dos de ellos.
Es curioso como los caminos se separan. Durante un tiempo sois inseparables, uña y carne, fieles hasta el final; un pequeño hecho o detalle te distancia para siempre. No hay saludo, como si no quisieran/quisiéramos acordarse/acordarnos de que una vez éramos inseparables, como en las novelas de Enid (que yo llamaba Eric) Blyton: los tres investigadores. Pasa el tiempo, alguna que otra vez el azar te cruza con ellos, pero no los saludas, casi está todo olvidado. Un día los recuerdos afloran en ti y en ellos, probablemente, y, por arte de magia, vuelves a verlos y los saludas. No hablas, pero el saludo incluye tu nombre, como para hacerte recordar que todavía se acuerdan de aquellas “cabañas” en el monte, aquel perro abandonado o las esperas a la puerta de su casa. El tono de la voz también nos delata.
Ese saludo es fruto de los recuerdos. Afloran cuando menos te lo esperas pero, a cierta edad, son como un reloj programado. Durante la adolescencia estaban dormidos, ahora ya forman parte de tu vida para siempre. Quieres pensar, y probablemente así sea, que ellos todavía se acuerdan y, durante unos minutos, desearían rememorar aquellas correrías. Pero, como yo, tienen miedo de que todo haya cambiado, que nada vuelva ser como antes. Porque no lo sería, pero el recuerdo permanecerá despierto desde ese día en el que “algo” lo despertó y, sin saber el motivo, no volverá a dormirse nunca más…
Post Data
Si queréis hacer otras magdalenas sencillas, simplemente poned a partes iguales (en peso): margarina, azúcar, harina y huevo, con un poco de levadura química y aromatizado con la esencia que más os guste: ralladura de limón (1/2 limón por cada 250 gr. de un componente), naranja, vainilla, canela, pimienta de jamaica… También se podría sustituir la margarina por aceite de oliva u otra materia grasa.
Podemos espolvorearlos antes de hornear con un poco de azúcar moreno mezclado con algo de harina, mantequilla y canela. También, simplemente, serviría un poco de azúcar.
Ingredientes
(1) Preparamos los moldes para magdalenas y precalentamos el horno a 200º C. Acostumbro a introducir los moldes de papel dentro de uno de metal, se obtienen mejores resultados.
(2) En un bol grande tamizamos la harina con la levadura y la sal. Removemos un poco. Echamos el azúcar sobre la mezcla anterior.
(3) Aparte, batimos los huevos con la margarina derretida. Mezclamos poco a poco con la mezcla de harina, removiendo con cuidado con una espátula.
(4) Trituramos los plátanos hasta hacerlos puré. Este proceso debe realizarse con rapidez, para que no se oxide y oscurezca la masa. Los plátanos deben estar, mejor, muy maduros y blandos. Echamos sobre la mezcla anterior y removemos hasta que quede una masa homogénea.
(5) Con ayuda de una cuchara, rellenamos los moldes algo menos que el borde, para que no rebasen demasiado. Introducimos en el horno precalentado a 200º C de unos 15 a 20 min., hasta que tengan un tono dorado y empiecen a tostarse un poco.
El plátano, al igual que la manzana, es una fruta que se oxida con mucha facilidad, por ello, si dejamos reposar la masa en la nevera unas horas antes de cocinarla adquirirá un tono oscuro pero subirá con más facilidad. A elegir.
Dejamos enfriar en una rejilla. Mejor es dejarlos enfriar para que se afiance el aroma a plátano, no los tomemos calientes, por lo menos la primera vez. Si nos gustan calientes podemos calentarlas unos 20 seg. en el microondas, yo los prefiero a temperatura ambiente. Son unas magdalenas muy esponjosas.
El valor de lo sencillo.
Si como yo, te compras unos cuantos plátanos, ésta es otra elección muy rápida, sencilla y apetitosa de tomarse fruta. Además, por el uso de margarina, que puede ser vegetal, no lleva colesterol. Recuerdo que el colesterol, aunque lo puede sintetizar el organismo por otros medios (y así lo hace), es exclusivamente una grasa de origen animal. Más sano. Allá vamos.
¿Segundas partes nunca fueron buenas?
Como todos los dichos, existen refranes que podrían interpretarse de modo opuesto: “dos mejor que una” o “no hay dos sin tres”. Y habrá tres, mañana mismo. ¿Mañana?, mañana está demasiado lejos. Son demasiados factores, diré: “tal vez mañana”.
También soy de postre, las brochetas estaban muy buenas (M las ha preferido) pero yo me quedo, por el momento, con estas magdalenas que, por su forma y para distinguirlas de las “madelaines”, he querido llamar por su nombre inglés: muffins.
Para mí, muchas segundas partes son mejores, y no entraré en el tópico cinematográfico de “El padrino II” o “Alien”, cuyas primeras partes están a la altura de las segundas.
¿Demasiado sencillo?
Más de una vez caemos en el error, y yo el primero, de pensar que las recetas más elaboradas, con infinidad de ingredientes y especias, están más ricas y sabrosas. Muchas de esas veces no es cierto, suele ser más importante una buena materia prima, en este caso: margarina, huevos o plátanos, que llenar la receta de aromas. Demasiados aromas, a veces, pueden confundir al paladar. Unos cubren a otros. Una hoja perdida en otoño tiene más vida que todos los rastrojos de un robledal.
Por ejemplo, un cordero al horno con sal y un poquito de romero y/o tomillo, puede resultar un plato mucho más exquisito que una (regular) carne con un gran adobo basado en infinidad de especias y aromas.
La belleza de lo sencillo
La belleza es un concepto, como muchas otras cosas, (para mí) muy relativo y subjetivo. Pero, pienso, no hay nada más bello que lo sencillo y, muchas veces, intangible: una puesta de sol, una brisa, una sonrisa, una palabra, un gesto, un libro, un poema, una mirada, un recuerdo,…
Si digo “sentimiento”, lo digo todo. Una palabra, muchas sensaciones. En cuando me abstraigo puedo pensar en ella y me vienen a la cabeza sentimientos de todo tipo. Buenos y malos, cada cual según su estado de ánimo o vivencias. (No, éste no es el camino. Hoy no quiero entrar, la puerta permanecerá cerrada. Mejor quedarme en la superficie… Podría salir lo bueno o lo malo, mejor estar en estado de “hibernación sensorial”, llamaría yo).
Últimamente los recuerdos me obsesionan. Todo es recordar, la infancia y la adolescencia. Los amigos, mis mejores amigos. Ayer recordé y escribí el nombre de dos de ellos.
Es curioso como los caminos se separan. Durante un tiempo sois inseparables, uña y carne, fieles hasta el final; un pequeño hecho o detalle te distancia para siempre. No hay saludo, como si no quisieran/quisiéramos acordarse/acordarnos de que una vez éramos inseparables, como en las novelas de Enid (que yo llamaba Eric) Blyton: los tres investigadores. Pasa el tiempo, alguna que otra vez el azar te cruza con ellos, pero no los saludas, casi está todo olvidado. Un día los recuerdos afloran en ti y en ellos, probablemente, y, por arte de magia, vuelves a verlos y los saludas. No hablas, pero el saludo incluye tu nombre, como para hacerte recordar que todavía se acuerdan de aquellas “cabañas” en el monte, aquel perro abandonado o las esperas a la puerta de su casa. El tono de la voz también nos delata.
Ese saludo es fruto de los recuerdos. Afloran cuando menos te lo esperas pero, a cierta edad, son como un reloj programado. Durante la adolescencia estaban dormidos, ahora ya forman parte de tu vida para siempre. Quieres pensar, y probablemente así sea, que ellos todavía se acuerdan y, durante unos minutos, desearían rememorar aquellas correrías. Pero, como yo, tienen miedo de que todo haya cambiado, que nada vuelva ser como antes. Porque no lo sería, pero el recuerdo permanecerá despierto desde ese día en el que “algo” lo despertó y, sin saber el motivo, no volverá a dormirse nunca más…
Post Data
Si queréis hacer otras magdalenas sencillas, simplemente poned a partes iguales (en peso): margarina, azúcar, harina y huevo, con un poco de levadura química y aromatizado con la esencia que más os guste: ralladura de limón (1/2 limón por cada 250 gr. de un componente), naranja, vainilla, canela, pimienta de jamaica… También se podría sustituir la margarina por aceite de oliva u otra materia grasa.
Podemos espolvorearlos antes de hornear con un poco de azúcar moreno mezclado con algo de harina, mantequilla y canela. También, simplemente, serviría un poco de azúcar.
Ingredientes
- 150 gr. de margarina derretida y fría
- 150 gr. de azúcar en polvo
- 150 gr. de harina normal
- 2 huevos grandes
- 1 ó 2 cucharillas de levadura química (Royal)
- ½ cucharilla de sal
- 2 plátanos de Canarias, grandes y bien maduros (+ de 100 gr. cada uno)
- Opcional: ralladura de limón/extracto vainilla. Si los plátanos son de buena calidad y sabor no es necesario.
(1) Preparamos los moldes para magdalenas y precalentamos el horno a 200º C. Acostumbro a introducir los moldes de papel dentro de uno de metal, se obtienen mejores resultados.
(2) En un bol grande tamizamos la harina con la levadura y la sal. Removemos un poco. Echamos el azúcar sobre la mezcla anterior.
(3) Aparte, batimos los huevos con la margarina derretida. Mezclamos poco a poco con la mezcla de harina, removiendo con cuidado con una espátula.
(4) Trituramos los plátanos hasta hacerlos puré. Este proceso debe realizarse con rapidez, para que no se oxide y oscurezca la masa. Los plátanos deben estar, mejor, muy maduros y blandos. Echamos sobre la mezcla anterior y removemos hasta que quede una masa homogénea.
(5) Con ayuda de una cuchara, rellenamos los moldes algo menos que el borde, para que no rebasen demasiado. Introducimos en el horno precalentado a 200º C de unos 15 a 20 min., hasta que tengan un tono dorado y empiecen a tostarse un poco.
El plátano, al igual que la manzana, es una fruta que se oxida con mucha facilidad, por ello, si dejamos reposar la masa en la nevera unas horas antes de cocinarla adquirirá un tono oscuro pero subirá con más facilidad. A elegir.
Dejamos enfriar en una rejilla. Mejor es dejarlos enfriar para que se afiance el aroma a plátano, no los tomemos calientes, por lo menos la primera vez. Si nos gustan calientes podemos calentarlas unos 20 seg. en el microondas, yo los prefiero a temperatura ambiente. Son unas magdalenas muy esponjosas.
El valor de lo sencillo.
Umm tienen muy buena pinta!
ResponderEliminarA ver si las pruebo este fin de semana.
Por cierto, preparé el pastel de galleta, vainilla y chocolate, el último que pusiste.
Quedó delicioso aunque el molde que utlicé era demasiado grande y no me quedó tan alto y bonito como a tí, pero arrasó, duró solo una tarde!
"Es sensacional tara-ta-ra-taratará..." con cierta frecuencia canto esta canción ya que a mi monstruito de 16 meses le encanta el plátano.
ResponderEliminarQuedan apuntados estos muffins, los haré en breve. Sencillos y sabrosos(al menos lo parecen).
Ayer hice macarons de chocolate para regalar. Había leído muchas recetas, pero como quería asegurar hice la que aparece en tu blog. Con tus comentarios y consejos (sin ases guardados bajo la manga ;-))
Muchas gracias, han quedado fantásticos. Son una auténtica delicia.
Graciñas, como dice cariñosamente gente por aquí.
ResponderEliminarEl pastel de vainilla y chocolate lo realicé en un molde de 20 cm. con los ingredientes entre corchetes... (aproximadamente)
Los macarons, para que salgan casi perfectos, son un verdadero arte (de dificultad). De sabor nunca fallan.
Besos
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarBuenas, he de decirte que los muffins tienen una pinta excepcional...
ResponderEliminarHe intentado hacer una pequeña adaptación cambiando el plátano por manzana y canela pero la verdad es que no ha salido demasiado bien.. qué lástima!
Lo peor no es que salgan mal, pues a mi me gusta experimentar en la cocina, sino el hecho de que cada vez que algo sale mal mi madre se enfada conmigo porque dice que es un gasto innecesario:(
Quiero probar a hacer la tarta mousse de chocolate blanco y negro... a ver que tal!!
Decirte que me encanta tu blog y todas las recetas que pones :)
Un saludo!!
Si no quieres fallar nunca unas magdalenas, simplemente pon a partes iguales (en peso): huevos, margarina ó mantequilla, azúcar polvo y harina. Después, un poco de levadura Royal y el aroma que más te guste: ralladura de naranja, limón, miel, chocolate...
ResponderEliminarSaludos.
pepinho.
Hola, aprovechandoq ue no esta el jefe, sigo paseandome en tu blog, hace tiempo proble unos muffins con bluberrys y platano, cuanta cantidad de bluberry le tendria que agregar a tu receta ??? espero puedas ayudarme, yo tambien extraño a mis amigos de antaño, pero por la universidad, los compromisos familiares el trabajo ya es dificil coincidir en tiempos, habra que hacer un espacio en la agenda ... salu2 Patty
ResponderEliminarQue tal!!
ResponderEliminarNo soy una persona muy de cocina, me refiero a que no se nada de eso, aunque me encanta cocinar.. :P y por lo mismo que se poco, pocas veces cocino. Esta vez me gusta la idea del muffin, parece sencillo y muy rico, me gustaria aprender para hacer algunos para el cumpleaños de mi bebe.. Aun ando buscando como adornarlos, al parecer el royal ice es la respuesta. Bueno como sea, solo tengo una duda, una de las dudas con las que siempre me topo al seguir recetas, dice "Azucar en Polvo" y sé que esa es la Azucar Glass, pero he visto que en Otras recetas dices "Azucar Glass" o sea que haces referencia a 2 tipos de azucar, o solo se te antojó anotarlas diferente.. Bueno, entonces espero me puedas decir por favor, que tipo de Azucar es para hacer los Muffins de Plátano. Azucar en polvo será la glass o alguna otra?? Muchas Gracias, tu blog esta genial.. Saludos!!
Bluefox_W
Considéralos sinónimos. En realidad existe una diferencia que muchos desconocen, incluso reposteros. El azúcar glasé incluye un pequeñísimo porcentaje de almidón (tipo maicena) que le da cierta consistencia para determinadas preparaciones.
ResponderEliminarEn el blog “azúcar polvo”, “glasé”, “molido”, “impalpable”, “lustre”, son sinónimos, aunque en realidad no lo sean del todo.
Gracias y perdona por la tardanza…
Que Tal!!
ResponderEliminarYa he hecho 3 veces esta receta y siempre me pasa lo mismo :S, no se esponjan.. en el horno estan esponjados(no mucho), pero al momento de sacarlos se desinflan..:S qué es lo que pasa? sigo la receta al pie de la letra, ya he dejado reposar la masa, los platanos estan super maduros, hasta un poco de mas de royal, etc.. y nada.. que podría ser?? Ayuda por favor :P
Gracias!!!!
los hice! aqui estan los resultados, harry haller tus recetas son lo máximo he hecho unas cuantas ya y hasta me he animado a empezar un blog
ResponderEliminarhttp://elaromadelavida.blogspot.com/
uuuuuuuuuuuuuuuuuuuuyyyyyyyyyyyyyyy esto tengo que hacerlo yo, no?????y se me ocurren varias ideitas buenas de como decorarlas!!!!!! tengo que hacerlo!!!! ;)
ResponderEliminarSólo decirte que soy nueva por aquí y que he llegado a tu blog buscando la receta de estas magdalenas. Las he hecho y me han encantado.
ResponderEliminarMuchas gracias.
Los hemos hecho muchíiiisimas veces y nos encantan! Ya los tengo en la lista de mis recetas favoritas. Muchas gracias por la receta! :)
ResponderEliminarhttp://glutoniana.wordpress.com/2011/11/04/muffins-de-platano-riquisimos/
Hola a todos. Ante todo, gracias por la receta de estos fáciles y exquisitos muffins. En media hora total, incluído el tiempo de horno, han salido unos muffins para chuparse los dedos. He introducido una novedad. Como quiera que los plátanos ya los había hecho con limón y azúcar moreno (poco), al fuego, eso es lo que he utilizado. Y resulta. Ya os digo, qué buenos!!! Gracias de nuevo.
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