Un poco de historia, con minúsculas
Versiones 2
Dada la infinidad de posibilidades que ofrece la receta básica del brownie, me he propuesto hacer uno por semana, modificando elementos y probando recetas diferentes e ingeniosas (o eso espero). Rellenos, chocolates, proporciones, horneados,… “para todos los gustos”.
Antes siempre me conformaba con la primera solución, si resultaba, ésa sería mi receta. No me planteaba que otras opciones pudiesen resultar igualmente apetecibles. Es curioso que en otras facetas de la vida hubiese pensado de modo totalmente diferente. Siempre he pensado que no existe lo bueno ni lo malo, o que el filo que lo separa es muy fino y relativo; un seguidor de Galileo convencido.
En cuanto a las recetas, ahora actúo de un modo diferente. Hay muchísimas recetas de brownie, dispares e incomparables, todas ellas ricas. “Incomparables” en sentido literal: no se pueden comparar, porque son diferentes, sabrosas y para gustos.
Recuerdo que existió (pasado) una etapa en la que hacía tablas con los ingredientes de las distintas opciones. Siempre escogía aquella que, en promedio, se desviaba menos de la media o incluía los ingredientes de un modo que consideraba más coherente. También hacía medias o promediaba ingredientes.