Versiones
Si hay una versión 2 debería haber una versión 1, y la hay, sólo que no ha sido publicada. La versión 1 es todavía más sencilla. No lo dudéis, también hay versión 3,… hasta una más trabajosa estilo hojaldre. Pongo ésta porque, aún siendo sencilla, da unos muy buenos resultados, sobre todo si las rellenamos en el último momento para evitar que se reblandezcan. Muy ricas.
La versión 1, cuyo origen es de mí tía Mercedes, es tan sencilla que cabría en un párrafo: dos partes de agua templada por una de aceite u otra materia grasa, sal y harina en la cantidad que admita. Se forma un volcán con harina y sal, se echa en el centro el agua templada y el aceite. Amasamos y echamos la harina necesaria para que la masa quede algo blanda pero no pegajosa. Seguimos amasando, sin hacerlo demasiado, hasta obtener una masa homogénea y dejamos reposar un mínimo de media hora. El resto es del proceso coincide con éste. Puede emplearse para unas empanadillas.
Ayer
Ya empiezo, o acabo, como siempre por estas fechas, no es que tenga problemas con el síntoma post-vacacional, más bien es al contrario. Las vacaciones me han destrozado. Muchas razones. En invierno hay excusa para poder dedicarse a uno mismo, el trabajo y los estudios permanentes son razones más que suficientes para poder decir “no”. Durante el verano alguien se ha hecho la idea de que tengo más tiempo, que el tiempo debe ser dedicado a otras actividades, a estar pendiente de los demás, a hacer lo que tú deseas.
La mañana se ocupa con las labores cotidianas: limpieza, cocina y algún recado. La tarde está a tu disposición. Dispones. Dirás que no tengo razón, que es falso, te lo he dicho más de una vez pero… ¿has pensado cuantas veces he ido al cine durante el verano?, ¿cuántas veces he dicho qué hacer durante la tarde?, ¿cuántas veces he visitado a mis padres?, ¿quién toma esas decisiones? Sé que a las cinco tienes reunión, no tendré tiempo para ir al cine pero intentaré salir y dar un paseo por Santiago o, si me apetece, iré hasta Bonaval (1, 2). Los nichos vacíos no molestan, más bien reconfortan. La vista es grandiosa.
Sabías que no quería viaje organizado, que prefería todas las visitas “por nuestra cuenta”, ésas en las que nosotros guiamos nuestro tiempo. Por eso prefiero las ciudades. Que no te digan a qué hora levantarnos. Esa es la premisa de unas vacaciones: tú eres dueño de tu tiempo. Lo sabías pero antepusiste tus intereses, cogiste “ese viaje”. No te lo echaré en cara, porque esto no lo leerás, sólo soltarlo al viento y recordarte lo que ya sabes.
Pensarás que soy injusto contigo; que sí te preocupas; que por comprarme (como a un niño) un paquete de gominotas has sido generosa; que la generosidad material es suficiente. Nada. También sabes que durante el viaje necesitaba ir a correr, para mí más importante que la luz del día, ese momento en el que mi cuerpo se mueve sin un fin claro ni determinado, sólo correr, desahogarme, estar solo frente a mis pensamientos. No podrías entenderlo, y pocos lo hacen. Ni ese tiempo me fue (casi) concedido.
¿Hipocondríaco?
Hacía tiempo que no me pasaba. El verano es, para mí, época de médicos. Siempre me pasa algo, percibo alguna enfermedad desconocida. Anteayer noche empezó a llorarme, sin motivo aparente, un ojo, y así toda la noche. A las cinco y media de la madrugada (hacía tiempo que no me pasaba) me levanté sofocado y asustado. Las lágrimas me habían turbado la vista, formando una masa que me impedía abrirlo. Sudores y nervios, dormir poco.
Por la noche todo se magnifica. A la luz del día (Pepe) te diste cuenta de que tal vez no era nada, quizás la tensión, quizás el cansancio. Tal vez la noche y el estrés te hayan jugado una mala pasada. A media mañana casi habías dejado de llorar (por fuera).
Deja de pensar. Descansa. No pidas demasiado de ti mismo. Sal a correr un rato. Hace sol, espera que caliente el ambiente y sé feliz, por lo menos durante un par de horas.
Ingredientes
Añadimos la harina necesaria para que la masa sea manejable, no pegajosa, pero blandita. Amasamos lo justo, hasta tener una pasta homogénea, así no cogerá correa que es lo que hace que se retraiga al estirarla.
También podríamos, directamente, amasarlo todo en un bol sin tener que hacer ningún volcán.
(2) Dejamos reposar durante unos 40 minutos o más. Con este proceso lo que conseguiremos es que la masa no se contraiga al ser extendida. Cuanto más reposo, mejor.
(3) Una vez la masa haya reposado la retiramos en pequeñas porciones. Echamos aceite de girasol sobre una superficie y sobre el rodillo y la extendemos hasta que quede bien fina, cuanto más mejor (importante). Cortamos y envolvemos el molde para cañitas. De uno a uno. Una vez envuelto debe ir directamente a la sartén.
De pequeño, o no tanto, los moldes lo hacíamos con cañas secas.
(4) Freímos en un aceite suave a alta temperatura, mejor de girasol y con un poco de manteca. A medida que se va haciendo vamos girando la masa para evitar que se queme. Dejamos escurrir en papel absorbente y retiramos el molde. Esta masa ya está deliciosa por sola, sin compañía.
Este punto es mejor hacerlo con ayuda de otra persona. Mientras uno estira la masa muy fina, otro fríe.
(5) Una vez templado, los rellenamos con crema y los espolvoreamos con azúcar polvo.
La masa aguanta en muy buen estado, tapada con un paño, varios días. Mejor rellenarlas en el momento. Pueden rellenarse de crema pastelera, chantilly, crema de chocolate, etc.
Si nos gustan crujientes lo mejor es rellenarlas unas horas antes como mucho, la crema podría reblandecer la masa. A mi cuñado le gustan blanditas, a mí crujientes.
Si hay una versión 2 debería haber una versión 1, y la hay, sólo que no ha sido publicada. La versión 1 es todavía más sencilla. No lo dudéis, también hay versión 3,… hasta una más trabajosa estilo hojaldre. Pongo ésta porque, aún siendo sencilla, da unos muy buenos resultados, sobre todo si las rellenamos en el último momento para evitar que se reblandezcan. Muy ricas.
La versión 1, cuyo origen es de mí tía Mercedes, es tan sencilla que cabría en un párrafo: dos partes de agua templada por una de aceite u otra materia grasa, sal y harina en la cantidad que admita. Se forma un volcán con harina y sal, se echa en el centro el agua templada y el aceite. Amasamos y echamos la harina necesaria para que la masa quede algo blanda pero no pegajosa. Seguimos amasando, sin hacerlo demasiado, hasta obtener una masa homogénea y dejamos reposar un mínimo de media hora. El resto es del proceso coincide con éste. Puede emplearse para unas empanadillas.
Ayer
Ya empiezo, o acabo, como siempre por estas fechas, no es que tenga problemas con el síntoma post-vacacional, más bien es al contrario. Las vacaciones me han destrozado. Muchas razones. En invierno hay excusa para poder dedicarse a uno mismo, el trabajo y los estudios permanentes son razones más que suficientes para poder decir “no”. Durante el verano alguien se ha hecho la idea de que tengo más tiempo, que el tiempo debe ser dedicado a otras actividades, a estar pendiente de los demás, a hacer lo que tú deseas.
La mañana se ocupa con las labores cotidianas: limpieza, cocina y algún recado. La tarde está a tu disposición. Dispones. Dirás que no tengo razón, que es falso, te lo he dicho más de una vez pero… ¿has pensado cuantas veces he ido al cine durante el verano?, ¿cuántas veces he dicho qué hacer durante la tarde?, ¿cuántas veces he visitado a mis padres?, ¿quién toma esas decisiones? Sé que a las cinco tienes reunión, no tendré tiempo para ir al cine pero intentaré salir y dar un paseo por Santiago o, si me apetece, iré hasta Bonaval (1, 2). Los nichos vacíos no molestan, más bien reconfortan. La vista es grandiosa.
Sabías que no quería viaje organizado, que prefería todas las visitas “por nuestra cuenta”, ésas en las que nosotros guiamos nuestro tiempo. Por eso prefiero las ciudades. Que no te digan a qué hora levantarnos. Esa es la premisa de unas vacaciones: tú eres dueño de tu tiempo. Lo sabías pero antepusiste tus intereses, cogiste “ese viaje”. No te lo echaré en cara, porque esto no lo leerás, sólo soltarlo al viento y recordarte lo que ya sabes.
Pensarás que soy injusto contigo; que sí te preocupas; que por comprarme (como a un niño) un paquete de gominotas has sido generosa; que la generosidad material es suficiente. Nada. También sabes que durante el viaje necesitaba ir a correr, para mí más importante que la luz del día, ese momento en el que mi cuerpo se mueve sin un fin claro ni determinado, sólo correr, desahogarme, estar solo frente a mis pensamientos. No podrías entenderlo, y pocos lo hacen. Ni ese tiempo me fue (casi) concedido.
¿Hipocondríaco?
Hacía tiempo que no me pasaba. El verano es, para mí, época de médicos. Siempre me pasa algo, percibo alguna enfermedad desconocida. Anteayer noche empezó a llorarme, sin motivo aparente, un ojo, y así toda la noche. A las cinco y media de la madrugada (hacía tiempo que no me pasaba) me levanté sofocado y asustado. Las lágrimas me habían turbado la vista, formando una masa que me impedía abrirlo. Sudores y nervios, dormir poco.
Por la noche todo se magnifica. A la luz del día (Pepe) te diste cuenta de que tal vez no era nada, quizás la tensión, quizás el cansancio. Tal vez la noche y el estrés te hayan jugado una mala pasada. A media mañana casi habías dejado de llorar (por fuera).
Deja de pensar. Descansa. No pidas demasiado de ti mismo. Sal a correr un rato. Hace sol, espera que caliente el ambiente y sé feliz, por lo menos durante un par de horas.
Ingredientes
- 175 gr. de harina + harina necesaria para obtener una masa manejable pero blanda.
- 1 huevo ligeramente batido
- 50 ml de leche templada
- 35 ml de mantequilla fundida, pero no caliente
- 8 ml. de anís
- 20 gr. de manteca de cerdo
- 1 cucharilla colmada de azúcar
- Sal, media cucharilla, aproximadamente
- Ralladura de limón
- Relleno: crema pastelera u otro al gusto.
Añadimos la harina necesaria para que la masa sea manejable, no pegajosa, pero blandita. Amasamos lo justo, hasta tener una pasta homogénea, así no cogerá correa que es lo que hace que se retraiga al estirarla.
También podríamos, directamente, amasarlo todo en un bol sin tener que hacer ningún volcán.
(2) Dejamos reposar durante unos 40 minutos o más. Con este proceso lo que conseguiremos es que la masa no se contraiga al ser extendida. Cuanto más reposo, mejor.
(3) Una vez la masa haya reposado la retiramos en pequeñas porciones. Echamos aceite de girasol sobre una superficie y sobre el rodillo y la extendemos hasta que quede bien fina, cuanto más mejor (importante). Cortamos y envolvemos el molde para cañitas. De uno a uno. Una vez envuelto debe ir directamente a la sartén.
De pequeño, o no tanto, los moldes lo hacíamos con cañas secas.
(4) Freímos en un aceite suave a alta temperatura, mejor de girasol y con un poco de manteca. A medida que se va haciendo vamos girando la masa para evitar que se queme. Dejamos escurrir en papel absorbente y retiramos el molde. Esta masa ya está deliciosa por sola, sin compañía.
Este punto es mejor hacerlo con ayuda de otra persona. Mientras uno estira la masa muy fina, otro fríe.
(5) Una vez templado, los rellenamos con crema y los espolvoreamos con azúcar polvo.
La masa aguanta en muy buen estado, tapada con un paño, varios días. Mejor rellenarlas en el momento. Pueden rellenarse de crema pastelera, chantilly, crema de chocolate, etc.
Si nos gustan crujientes lo mejor es rellenarlas unas horas antes como mucho, la crema podría reblandecer la masa. A mi cuñado le gustan blanditas, a mí crujientes.
La semana pasada me dieron dos ataques de ansiedad.
ResponderEliminarMe había pasado un par de días sin correr por miedo, así que al día siguiente fui, aunque en el gimnasio por miedo a que me pasara en la calle. Cada minuto corriendo me hacía sentirme mejor.
Es el único momento del día donde no pienso en nada que no sean las zancadas, la respiración, el ritmo, cuánto tiempo correré, cuánto me queda. Si me da por pensar en aquellas cosas que me estresan, entonces pierdo el ritmo, el corazón se me dispara y la carrera se va al garete. Reconduzco mi atención, respirar, mantener la respiración un par de segundos y soltar lentamente; ¿son mis zancadas regulares y estables?.....ya no pienso en nada más y mi cuerpo me lo agradece.
Qué pinta tienen las cañitas!. No he intentado nunca hacerlas. Creo que empezaré por la versión 1 (más sencilla) y después ya intentaré la segunda versión. No sé de dónde voy a sacar el tiempo!!
ResponderEliminarPermíteme un comentario:
La tristeza interior que reflejan hoy tus palabras me han estremecido. Te imagino con una banda ante la boca que no te permite hablar, pero que no lo hagas no significa que no exista conflicto. Te imagino con la mirada triste...
¿Tan difícil es quitarse la banda de delante de la boca?
Harry, ya respondo yo: en la mayoría de los casos, SI.
Hola Harry!
ResponderEliminarLas cañitas son un placer solo con mirarlas, tienes un blog muy profundo que me hace reflexionar y ademas trata de lo que mas me gusta: La cocina.
Aunque no te veo como una persona a la que le guste que le regalen los oidos, a nadie le amarga un dulce no?
Simlemente SOBERBIO
Se me olvidó decirte, que ya he hecho unas cuantas recetas.
ResponderEliminarEl risotto con setas increible...mi novio ya está implorando que lo repita.
Galletas Korova, galletas de chocolate y nueces, la delicia de chocolate y almendra con mermelada, en mi caso, de frambuesa (mí favorita) y ganache de café, que tuvo un éxito increible entre familiares y amigos; muffins de plátano con crujiente (tremendas!), marmitako con jurel (muy bueno pero el próximo mejor con bonito)y lo que me queda por hacer.
Mi novio, que igual que yo no es nada religioso, está pensando pedir que te canonicen porque desde que encontré tu blog he vuelto a merodear nuestros fogones más asiduamente.
Veo que entre tus vacaciones, M y la cocina un dia te nos vas a colapsar, pienso que es mejor que tomes unas vacaciones para reponerte de todas tus actividades, a ke hr te das tiempo de hacer tanta dulzura, dame etu receta para que a mi me rinda igual el tiempo jajajaja, tambien veo que te gustan las masas fritas ... lo que mas me encanta es que con estas no necesito prender el horno ... y te lo repito estoy haciendo algunas recetas de tu blog a pesar de que no son muy complicadas estas de lujo, deliciosas, salu2 y gracias por compartirno tu vida y tu cocina, salu2 mexicanos, patty
ResponderEliminarHasta hace poco tiempo, unos tres años, no sabía qué era un ataque de ansiedad. Pensaba que eso era cosa de “mayores”, de “esos” que se ahogan en un vaso de agua.
ResponderEliminarDespués descubrí que el vaso era muy grande y yo muy pequeño, demasiado. Cuanto más crezco más pequeño me veo.
He culpado el origen de la ansiedad a cierta época que tuve que tomarme la profilaxis contra la malaria, concretamente el Lariam, pero ¿por qué me afectó a mí y no a M?, ¿por qué siempre me afecta todo? Muy sencillo, simplemente despertó algo que estaba ahí, me capturó cuando estaba débil, sin fuerzas. Desde ese día ya no ha vuelto a ser igual…
Todo empezó con una sensación de ahogo, sobre todo por las noches, me despertaba y tenía que abrir las ventanas, me faltaba aire. Después era incapaz de comer, al hacerlo me faltaba ventilación, me ahogaba. Suspendí el Lariam, mejor morir de malaria que de ansiedad, y durante una buena época no pude separarme de un botellín de agua. Sobre todo si iba a estar en algún sitio cerrado: reuniones, cines,...
Desde ese día nada ha vuelto a ser igual, ya no llevo botellín de agua (aunque alguna vez lo haya necesitado), ni me ahogo al comer, pero más de una vez ciertas situaciones de estrés provocan en mí unos sudores, ahogos y necesidad de aire/agua que sólo los pensamientos positivos pueden apartar.
Ya nunca volverá a ser igual, porque en mí se despertó algo que estaba dormido, que desconocía y que, con bastante seguridad, no desaparecerá del todo hasta que cierto día (que espero llegue) vuelva a estar tranquilo, a pasear por la playa y esa sensación me deje de una vez para siempre. Las soluciones, a veces, son más dolorosas que los problemas.
Gracias a tod@s.
La cocina es otro modo de disfrutar y, por unos momentos, ser feliz. Sin pretensiones, si sale mal habrá que volver a intentarlo, si sale bien hay que disfrutar del momento y plantearse otro objetivo, el que sea.
Muchísimos besos.
ERES UN CIELO GRANDOTE.
ResponderEliminarGRACIAS A TI, A TUS VIVIENCIAS Y A TUS RECETAS.
UN ABRAZO APRETAICO
no se si la ansiedad..es sentir que te ahogas..que te falta el aire..que necesitas..abrir la ventana..y respirar..que deseas que un golpe de brisa te llene la cara..que lo unico que quieres es correr..salir de donde estes..sentir latir fuerte tu corazon..y sentir..que el mundo no es solo una habitacion..si eso es ansiedad..alguna que otra vez lo he sentido..
ResponderEliminarme encantan tus cañitas..y digo me encantan..porque ya las hice..golosa que es una..se quedaron muy crujientes para mi gusto..pero a los demas les gusto mucho..
besos!!
Es difícil imaginarse cómo me encuentro ahora... mucho.
ResponderEliminarEn cuanto a las cañitas, esta versión es relativamente crujiente, que es cómo me gustan. Si quisieras que quedasen blanditas, simplemente déjalas ya rellenas en la nevera...
Gracias.
This completely depends on the type of warts infection a person is suffering from.
ResponderEliminarFor whichever case, that skin tumor needs to be eliminated before there is emotional and physical scarring.
avoided if there are visible genital warts that are either internal.
My weblog :: officialwartrolreviews.com