Dónde está el agujero
Algunos han sido fritos durante la preparación de los roscos, así acababa con “la fiebre de matar al gusanillo”. Otros amasados nuevamente para formar las últimas unidades. Los agujeros, que no lo son tal, pues agujero es ausencia, resultan unos buñuelos excelentes espolvoreados con un poco de azúcar glasé.
Estos roscos los he realizado varias veces, una de ellas al mediodía y otra durante la noche. Pienso que lo mejor es hacerlos por la mañana o prepararlos para ser comidos al mediodía. De un día para otro, aunque ricos, no se conservan igual de frescos. Todas las fotos que presento han sido realizadas al día siguiente, aunque no se percibe del todo la textura, diría, sin dudarlo, que están mucho mejor recién hechos.
Le he puesto unas vainas de cardamomo, que ejercen un contraste muy interesante con la vainilla. Si lo deseáis, podéis prescindir de ello, incluso de la vainilla, y tendréis unos (también) deliciosos roscos de manteca.
Perdón, visita
Llevo un par de días sin tiempo (el eterno cantar). Ayer tarde tocó radiografía, recados (horror) y… visita (suena la alarma). Las visitas es algo que supera mis inquietudes, por decirlo de un modo suave.
No soy muy dado a las multitudes, a esas reuniones familiares (o no tanto), repletas de charlas banales en las que la coletilla “¿qué tal?” se repite hasta el agotamiento. Lo más difícil es aguantarse las ganas de responder con toda la sinceridad del mundo y no pronunciar esas respuestas que desearías pero que no harás: “Pues mal, desearía estar descansando”, “Tengo tantas cosas que hacer que no sé que hago aquí, sólo he venido por respeto a M”, “Mal, pues estoy rodeado de más de uno con el que sería incapaz de tener una conversación adulta”,…
Cuando somos muchos esas visitas pueden convertirse en algo más o menos soportable. Te escondes entre la multitud, picas un poco (nunca falta el jamón o el queso curado) o, por una vez, aprovechas para ver algo la tele y enterarte de las noticias mientras el resto del personal vaga por la casa hablando de “estores”, la nueva adquisición o lo “bonito” que es todo. Pura sinceridad.
Por lo menos no te llenan con la sempiterna pregunta: “¿para cuándo?”. ¡Qué manía!, a eso le llamo meterse hasta… en la vida de los demás. ¿Qué pensarían si, simplemente, les recomendase qué comprar o qué comer al día siguiente? Ayer he tenido que aguantar “esa pregunta” y me he tragado la respuesta, por enésima vez.
Después está el que quiere dar “La Noticia” con mayúsculas. Ése que tiene algo “importante” que decir. Perdón, quería decir “ése” que desea darse notoriedad, llenar su tórax durante unos segundos con la finalidad de sentirse un ombligo, el ombligo de la reunión. Las noticias pueden ser de lo más curiosas: “me han nombrado presidente… ¡de la comunidad de vecinos!”,-); “nos hemos comprado un coche muuy grande y muuy caro”, ya; “formo parte del equipo directivo”, ¿quieres decirme que tendrás menos tiempo y lo sacrificas sólo por dinero?, ya; “vamos a tener….”, ¡jarl!
La visita se puede complicar si alguien, como quién no quiere la cosa, suelta un comentario político, habla de fútbol o, como ayer, la gente se obsesiona con la notoriedad, el elitismo y la falta de respeto. Vivir.
Por lo menos, en este caso, no hemos tenido que pensar si llevar unos pastelitos, unas galletas o un vino. Menos mal.
Historia del “Chocolate”El libro de ayer fue una sorpresa. Nos acercamos al CI, M tenía algo que cambiar (un regalo de su madre) y algo que comprar (todavía no lo tengo claro). Para mí, entrar por la sección de libros es una tentación y M no puede aguantarlo. Podría estar horas sin que pase el tiempo, he dicho “podría”. M no lo iba a permitir.
Sé que quiere que la acompañe a dondequiera que vaya, pero como supuse que no querría comprarse nada, le pedí si me “dejaba” quedarme un rato viendo libros. No tardó demasiado, pero cuando volvió ya tenía un ejemplar nuevo debajo del brazo. Sólo un detalle, el único ejemplar que quedaba estaba (ligeramente) defectuoso y M no permitiría que me lo llevase así. Sólo tuve que encargarlo y esperar unos días a que me avisasen… ¡ ya lo tenemos aquí…”
Ingredientes
Cobertura 1
Cobertura 2
Cobertura 3
(1) Espolvoreamos la levadura en agua templada, la disolvemos y la dejamos reposar 5 minutos o hasta formar burbujas. Mientras tanto, pesamos y preparamos el resto de ingredientes.
(2) En un cuenco echamos la mezcla de levadura, la leche, la vainilla, el cardamomo (opcional), el azúcar, la sal, los huevos, la manteca y unos 125 gr. [63 gr.] de harina. Mezclar bien durante unos minutos a baja velocidad o removiendo con una cuchara de madera. Añadimos la harina restante poco a poco cada vez, hasta que la masa no se pega al cuenco.
(3) Amasamos durante 5 minutos, o hasta que quede suave o elástica. Si fuese necesario, y lo será, echamos más harina, un poco. La masa no debe quedar dura, tirando a pegajosa. A medida que se amasa veremos que se adhiere menos pegajosa.
(4) Ponemos sobre un cuenco engrasado y cubrimos. Dejamos reposar en lugar templado hasta que doble su volumen. La masa está preparada cuando al pulsar sobre ella se conserva y no vuelve a la posición original.
Este reposo puede ser más prolongado que el siguiente. El siguiente no debe subir en exceso, se deformaría y sería muy difícil llevarlos a la sartén sin que se dehagan.
(5) Echamos la masa sobre una superficie bien enharinada y la estiramos con cuidado, con un grosor de aproximadamente 1 cm de espesor. Con ayuda de dos vasos de diferente tamaño, un vaso y un dedal o similares, cortamos con forma de rosco. Los ponemos sobre una bandeja enharinada y dejamos crecer de nuevo hasta que doble su volumen, cubierta ligeramente con un paño.
(6) Cobertura 3. Derretimos la mantequilla en un cazo a temperatura media, añadimos el azúcar polvo y la vainilla hasta que quede suave. Retiramos del fuego y echamos una cucharada de agua caliente cada vez, hasta que pasta sea algo fina pero fluida. Reservamos.
(7) Calentamos el aceite en un cazo o sartén profunda a 175º C. Echamos los roscos en el aceite caliente con ayuda de una espumadera. Giramos los roscos tan pronto como vayan creciendo. Freímos por ambos lados hasta que tengan un todo dorado y ligeramente marrón.
Retiramos y dejamos escurrir en papel de cocina o en una rejilla. Hundimos los roscos en el glaseado mientras estén calientes y ponemos sobre la rejilla para escurrir el exceso, poniendo una bandeja debajo para que sea fácil eliminar los restos. Haremos lo mismo con el chocolate.
Buenísimos recién hechos, al día siguiente, como en las fotos, no se conservan demasiado frescos.
Algunos han sido fritos durante la preparación de los roscos, así acababa con “la fiebre de matar al gusanillo”. Otros amasados nuevamente para formar las últimas unidades. Los agujeros, que no lo son tal, pues agujero es ausencia, resultan unos buñuelos excelentes espolvoreados con un poco de azúcar glasé.
Estos roscos los he realizado varias veces, una de ellas al mediodía y otra durante la noche. Pienso que lo mejor es hacerlos por la mañana o prepararlos para ser comidos al mediodía. De un día para otro, aunque ricos, no se conservan igual de frescos. Todas las fotos que presento han sido realizadas al día siguiente, aunque no se percibe del todo la textura, diría, sin dudarlo, que están mucho mejor recién hechos.
Le he puesto unas vainas de cardamomo, que ejercen un contraste muy interesante con la vainilla. Si lo deseáis, podéis prescindir de ello, incluso de la vainilla, y tendréis unos (también) deliciosos roscos de manteca.
Perdón, visita
Llevo un par de días sin tiempo (el eterno cantar). Ayer tarde tocó radiografía, recados (horror) y… visita (suena la alarma). Las visitas es algo que supera mis inquietudes, por decirlo de un modo suave.
No soy muy dado a las multitudes, a esas reuniones familiares (o no tanto), repletas de charlas banales en las que la coletilla “¿qué tal?” se repite hasta el agotamiento. Lo más difícil es aguantarse las ganas de responder con toda la sinceridad del mundo y no pronunciar esas respuestas que desearías pero que no harás: “Pues mal, desearía estar descansando”, “Tengo tantas cosas que hacer que no sé que hago aquí, sólo he venido por respeto a M”, “Mal, pues estoy rodeado de más de uno con el que sería incapaz de tener una conversación adulta”,…
Cuando somos muchos esas visitas pueden convertirse en algo más o menos soportable. Te escondes entre la multitud, picas un poco (nunca falta el jamón o el queso curado) o, por una vez, aprovechas para ver algo la tele y enterarte de las noticias mientras el resto del personal vaga por la casa hablando de “estores”, la nueva adquisición o lo “bonito” que es todo. Pura sinceridad.
Por lo menos no te llenan con la sempiterna pregunta: “¿para cuándo?”. ¡Qué manía!, a eso le llamo meterse hasta… en la vida de los demás. ¿Qué pensarían si, simplemente, les recomendase qué comprar o qué comer al día siguiente? Ayer he tenido que aguantar “esa pregunta” y me he tragado la respuesta, por enésima vez.
Después está el que quiere dar “La Noticia” con mayúsculas. Ése que tiene algo “importante” que decir. Perdón, quería decir “ése” que desea darse notoriedad, llenar su tórax durante unos segundos con la finalidad de sentirse un ombligo, el ombligo de la reunión. Las noticias pueden ser de lo más curiosas: “me han nombrado presidente… ¡de la comunidad de vecinos!”,-); “nos hemos comprado un coche muuy grande y muuy caro”, ya; “formo parte del equipo directivo”, ¿quieres decirme que tendrás menos tiempo y lo sacrificas sólo por dinero?, ya; “vamos a tener….”, ¡jarl!
La visita se puede complicar si alguien, como quién no quiere la cosa, suelta un comentario político, habla de fútbol o, como ayer, la gente se obsesiona con la notoriedad, el elitismo y la falta de respeto. Vivir.
Por lo menos, en este caso, no hemos tenido que pensar si llevar unos pastelitos, unas galletas o un vino. Menos mal.
Historia del “Chocolate”El libro de ayer fue una sorpresa. Nos acercamos al CI, M tenía algo que cambiar (un regalo de su madre) y algo que comprar (todavía no lo tengo claro). Para mí, entrar por la sección de libros es una tentación y M no puede aguantarlo. Podría estar horas sin que pase el tiempo, he dicho “podría”. M no lo iba a permitir.
Sé que quiere que la acompañe a dondequiera que vaya, pero como supuse que no querría comprarse nada, le pedí si me “dejaba” quedarme un rato viendo libros. No tardó demasiado, pero cuando volvió ya tenía un ejemplar nuevo debajo del brazo. Sólo un detalle, el único ejemplar que quedaba estaba (ligeramente) defectuoso y M no permitiría que me lo llevase así. Sólo tuve que encargarlo y esperar unos días a que me avisasen… ¡ ya lo tenemos aquí…”
Ingredientes
- 7 gr. de levadura fresca [4 gr.]
- 30 ml de agua templada (40-45 ºC) [15 ml.]
- 165 ml de leche tibia [82 ml]
- 10 ml de esencia de vainilla [5 ml]
- 3 ó 4 vainas de cardamomo [2 vainas], las semillas negras machacadas (Opcional)
- 50 gr. de azúcar [25 gr.]
- ½ cucharilla de sal [¼ cucharilla]
- 1 huevo [25 gr.]
- 35 gr. de manteca de cerdo [18 gr.]
- 340gr. de harina normal, o mitad normal y mitad de harina de fuerza [170 gr.] + harina adicional para adquirir la textura adecuada.
- Aceite de girasol para freír
Cobertura 1
- Chocolate fundido en el microondas
Cobertura 2
- 2 cucharadas soperas de azúcar
- 2 cucharillas de canela molida
Cobertura 3
- 40 gr. de mantequilla
- 125 gr. de azúcar polvo
- 4 ml de esencia de vainilla
- 30 ml de agua caliente, aproximadamente.
(1) Espolvoreamos la levadura en agua templada, la disolvemos y la dejamos reposar 5 minutos o hasta formar burbujas. Mientras tanto, pesamos y preparamos el resto de ingredientes.
(2) En un cuenco echamos la mezcla de levadura, la leche, la vainilla, el cardamomo (opcional), el azúcar, la sal, los huevos, la manteca y unos 125 gr. [63 gr.] de harina. Mezclar bien durante unos minutos a baja velocidad o removiendo con una cuchara de madera. Añadimos la harina restante poco a poco cada vez, hasta que la masa no se pega al cuenco.
(3) Amasamos durante 5 minutos, o hasta que quede suave o elástica. Si fuese necesario, y lo será, echamos más harina, un poco. La masa no debe quedar dura, tirando a pegajosa. A medida que se amasa veremos que se adhiere menos pegajosa.
(4) Ponemos sobre un cuenco engrasado y cubrimos. Dejamos reposar en lugar templado hasta que doble su volumen. La masa está preparada cuando al pulsar sobre ella se conserva y no vuelve a la posición original.
Este reposo puede ser más prolongado que el siguiente. El siguiente no debe subir en exceso, se deformaría y sería muy difícil llevarlos a la sartén sin que se dehagan.
(5) Echamos la masa sobre una superficie bien enharinada y la estiramos con cuidado, con un grosor de aproximadamente 1 cm de espesor. Con ayuda de dos vasos de diferente tamaño, un vaso y un dedal o similares, cortamos con forma de rosco. Los ponemos sobre una bandeja enharinada y dejamos crecer de nuevo hasta que doble su volumen, cubierta ligeramente con un paño.
(6) Cobertura 3. Derretimos la mantequilla en un cazo a temperatura media, añadimos el azúcar polvo y la vainilla hasta que quede suave. Retiramos del fuego y echamos una cucharada de agua caliente cada vez, hasta que pasta sea algo fina pero fluida. Reservamos.
(7) Calentamos el aceite en un cazo o sartén profunda a 175º C. Echamos los roscos en el aceite caliente con ayuda de una espumadera. Giramos los roscos tan pronto como vayan creciendo. Freímos por ambos lados hasta que tengan un todo dorado y ligeramente marrón.
Retiramos y dejamos escurrir en papel de cocina o en una rejilla. Hundimos los roscos en el glaseado mientras estén calientes y ponemos sobre la rejilla para escurrir el exceso, poniendo una bandeja debajo para que sea fácil eliminar los restos. Haremos lo mismo con el chocolate.
Buenísimos recién hechos, al día siguiente, como en las fotos, no se conservan demasiado frescos.
8 comentarios:
Tienen una pinta estupenda pero, lamentándolo mucho, no creo que los haga. Los fritos son muy pesados para mi estómago.
El domingo hice una receta que venia en El País dominical "crumble de manzanas" y, aunque estaba rico, la presentación dejaba mucho que desear y eso que lo hice con todo el mimo del mundo.
¿que tal se te dan a ti este tipo de postre?.
Una pregunta personal que, como eres gallego .))), seguro que te vas por la tangente: ¿"M" sabe de tu blog y accede a él?.
Isabelsc
Fritos,fritos, fritos¡ me encantan los fritos, tengo que ponerlos en la lista, este domingo haré la tarta de almendras¡.
He visto en el mercadillo, en el puesto de las especies el Cardamomo, ultimamente lo veo en todas las recetas, el próximo viernes que pueda escaparme compraré un poquito para probarlo, estoy intrigadísima con su sabor. ¿a qué sabe?
Muchas gracias por estos roscos
Ejerceré de gallego ;-): Sí y no.
Bromas aparte, la respuesta podría ser tan larga que la publicaré mañana con la receta…
No soy amigo de los “crumbles”. Son postres ricos pero como si, de repente, la tarta de manzana se te hubiese caído al suelo y la hubieses puesto en un plato… Para eso me hago un “apple pie” ;-)
Pepinho
Chelo
El cardamomo me recuerda al aroma de limón, es una aroma ligero. Se usa también mucho en platos salados…, sobre todo en países árabes o Asia.
Te gustará.
Hola!
Encantada!
soy Mallorquina,Japonesa que vivo en Alicante de Espana.por casualidad he encontrado este blog!
su blg es muy muy bonitoy todas las recetas son buenas.ademas todad las fotos tambien son muy muy bonitas!
me encantan sus fotos,resetas!
Hay que ver, te vas de viaje, regresas el domingo por la noche y no puedes resistirte a estarte quieto???Ayer no toque el ordenador, hoy me encuentro con dos delicias nueva...Esto no puede ser, y dices que no tienes tiempo???Lo de el CI es cierto , a mi tambien me pasa, claro que no solo con los libros, tambien con la ropa y con los dulces del horno donde compro pan, es un lugar de los de toda la vida muy escondidito, pero si alguna vez visitas cordoba dejame recomendartelo!!!!El problema es que yo lo que tengo es un sindrome de compradora compulsiva que no me aguanta el dinero en las manos,mi madre dice: Parece que te quema, que estas deseando soltarlo!!!
Y es que me encapricho con cualquier cosa, imaginate cuando son cosas que me gustan, p.e. la seccion reposteria en los supermercados......
Una pregunta solo, los roscos al dia siguiente siguen estando tiernos??
Muy buena la cobertura, gran trabajo.
Un abrazo y besos.
Córdoba, como todos los dias.
He comprado el libro de Julie Andreus,me encantó.Menos mal que no saben el precio,guau!es carillo.Pero me pierden los libros.
Estuve a punto de coger el nuevo de Paco Torreblanca,"La cocina dulce"pero,joder,eran muchas pelas.
Ya no sé dónde ponerlos.Leo demasiado,de todo.
Las visitas,madre mía!nos pasa a todos.Sales con dolor de boca de tanto sonreir,no te digo nada de mover la cabeza,jaja.
Me imagino que irás mucho a tu isla.El tiempo es muy bueno,parece verano¿quién lo diría en nuestra tierra?
Es una delicia poder caminar en esta época,por donde te da la gana, con sol y sin masificación.
Hice la tarta de almendra,mmm!
Bueno,todas tus recetas salen bien y deliciosas.
Espero tengas días un pelín buenos.
Disfruta lo que puedas.
Besiños.
Gracias,
Se ve que no soy el único al que le gusta vivir entre libros…
Con otros elementos como ropa ya no soy nada aficionado, M sí.
Besos, abrazos…
Mañana será otro día y seguro que mejor (para todos)
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