La felicidad de Chelsea
La primera duda es ¿en qué se diferencian unos “bollos de Chelsea” de unas “caracolas de canela”? Aunque ésta es una receta diferente, en poco, salvo que en los bollos de Chelsea no deben faltar las uvas pasas (sultanas) y el azúcar moreno. Tortitas, pancakes, blinis, hotcakes, … filloas, crêpes,… “you say poteito I say potato...”
Los bollos dulces, junto con los postres que llevan chocolate, son (probablemente) mis dulces preferidos. “Probablemente”, porque siempre depende del momento. Cuando llega la primavera me gusta hacer este tipo de masas, el levado es mucho más rápido y la temperatura ambiental es la más adecuada para una fermentación rápida y homogénea. No tenía demasiado tiempo, así que mientras fermentaba la masa preparaba exámenes y mientras horneaba seguía con mi trabajo… Me despisté un poco con el horneado (un par de minutos, quizás) pero el resultado fue delicioso. Ya era tarde y había poca luz, pese a todo espero pueda percibirse su textura esponjosa e imaginar el aroma a canela, vainilla y chocolate.
Resulta sorprendente cuánto pueden variar las proporciones de las masas fermentadas en función de la temperatura ambiental, la humedad, la dureza del agua o (incluso) las marcas de harina (no sólo el tipo). Esta semana he hecho dos recetas cuya base de masa inicial era muy parecida, una en Santiago y otra en A illa, las cantidades de leche necesarias para amasar fueron diferentes (necesité menos cantidad en A illa), llegando a diferir en torno a un 15% de leche. Por eso, la cantidad de leche de ésta y otras recetas de bollería es más bien estimativa y recomendada en las condiciones en las que suelo elaborarlas. Para añadir harina siempre estaremos a tiempo, es preferible que queden algo pegajosas a que resulte una masa dura, al estirar la masa enharinaremos generosamente la superficie de trabajo.
Las distintas durezas del agua las noto muchísimo cuando salgo de la ducha (este año me toca). En Santiago el pelo sale muy húmedo, el agua moja y genera mucha espuma. En Ferrol, en cambio, al salir de la ducha tengo la impresión de salir con el pelo poco mojado. Lo mismo sucedió en Berlín.
He aquí, de modo definitivo (?), unas claves que tal vez nos ayuden a ver la vida de otra manera. Partiendo de que los promedios son eso, promedios, y por ello llevan inherente una mentira, sí permiten ver tendencias o estados de equilibrio. No hay recetas globales, ni en bollería ni en la vida.
La felicidad es una emoción y por lo tanto es un estado transitorio, por ello, no debemos obsesionarnos en la búsqueda de la felicidad y sí en intentar disfrutar y alargar esos momentos de felicidad (si existen). No se puede buscar permanentemente ese estado de felicidad, es precisamente el contraste lo que nos da la percepción de felicidad, el poner comparar los buenos momentos con los malos.
¿El dinero hace la felicidad? No (y sí), mencionaré el ejemplo que pone David Gilbert: “si te tomas un vaso de vino eres feliz, si te tomas dos eres más feliz, pero si te tomas 100 no serás más feliz”. Más allá de las necesidades básicas y una vez alcanzado el estatus que nos permite vivir, el efecto es contraproducente y lleva a muchos más estados de infelicidad y obsesión. ¿Es más feliz una familia de clase “media” (no me gusta nada esa expresión) o un alto magnate que vive para una única cosa y es incapaz de disfrutar de los pequeños momentos? Yo lo tengo claro, son las pequeñas cosas las que dan la felicidad y nunca el dinero.
Una vez tomada una decisión no debe darse vueltas a ella. “Quizá me equivoqué”, la duda provoca insatisfacción y malestar. Cuantas más opciones, más dudas y miedos. Una oferta amplia y excesiva da lugar a indecisión, obsesión (por la compra, por la elección,…) Hasta finales del siglo XX, la escasez provocaba infelicidad, pues la mayor parte de la gente no podía disponer de lo básico (los alimentos, la libertad, ropa,…). Ahora se ha invertido (en occidente), la consagración de la burguesía y clase media ha dado lugar a un nuevo tipo de infelicidad provocada por la infinidad de ofertas y opciones existentes. Un ejemplo es la obsesión por la posesión (privada) material. Eso da lugar a otro tipo de infelicidad. ¿Eres “satisfacedor” o “maximizador”?
En M ese hecho es palpable, cuando tiene que tomar una decisión, por pequeña que sea, se pone inquieta, enfadada, y muy irritable. Una vez la ha tomado se relaja. Ella dice que es “indecisa”, yo creo que en su vida ha podido tomar demasiadas alternativas. En mi caso sólo había una opción y ése era el camino. Ahora simplemente analizo e intento ver a dónde llevaría esa elección. Unas veces me equivoco y otras también.
España es la tercera “potencia” del mundo en “recetar psicofármacos a los jóvenes” para tratamientos de depresión. Algo pasa.
La tarde del viernes el egoísmo volvió a aflorar. Te olvidas de mí y sólo importas tú, “quería aprovechar la tarde”. ¿Qué es “aprovechar la tarde”? Ir de compras, llenar el coche de bolsas con todo tipo de productos necesarios y mayoritariamente innecesarios.
Y ahora, entras de un modo agresivo. “¿Has hecho esto?”, “Dónde…”. Yo también trabajo y raras veces me preguntas cómo me ha ido, en cambio, conozco toda tu vida laboral con pelos y señales.
Una tarde de sábado al sol en A illa. Quisiera que fuese más larga, con paseos interminables y sin mirar el reloj pero siempre hay algo que hacer y, lo peor, que comprar. Algo es algo, las luces, los colores y un poco de conversación. ¡Por fin!
Ingredientes
Para 4 bollos grandes u 8 pequeños.
(2) Amasamos un poco y añadimos la margarina. Seguimos amasando hasta que la masa no se pegue a las paredes del cuenco. Da igual que quede algo pegajosa (un poco), lo importante es amasar durante unos minutos y no añadir exceso de harina. Resulta más cómodo si se hace a máquina, a mí me divierte hacerlo a mano y/o con una cuchara de madera.
Cubrimos el cuenco con un paño y dejamos fermentado hasta que haya doblado su volumen o más. El tiempo de fermentación depende de la temperatura ambiental. Lo ideal es dejarlo reposar a unos 25-30 ºC en un lugar sin corrientes (para que crezca por igual y sin deformaciones).
(3) Una vez haya fermentado “rompemos”(*) la masa y estiramos con un rodillo formando un rectángulo de entre 0,5 y 1 cm de espesor. Derretimos la mantequilla y pintamos abundantemente la superficie. Mezclamos el azúcar con la canela y espolvoreamos la superficie generosamente. Esparcimos con las pasas y (opcionalmente) unas frutas confitadas. Por último rallamos el chocolate sobre la superficie. Las pasas podrían dejarse hidratando en ron o brandy, no lo he hecho esta vez.
(4) Cortamos en tiras del tamaño deseado, enrollamos y depositamos en un molde cuadrado/rectangular engrasado y enharinado. Yo he preparado un molde con cartulina forrada con papel de hornear. Dejamos fermentar hasta que haya doblado su volumen.
Precalentamos el horno a 190º C, pintamos (opcionalmente) con huevo batido y horneamos hasta que esté hecho, es decir, hasta que tenga un ligero tono dorado.
Nada más salir pintamos con un jarabe hecho con mitad de agua que de azúcar o con una miel ligerita y caliente.
(*) “Romper la masa” es el proceso consistente en introducir el puño sin amasar demasiado cortando la fermentación. Ése es el proceso que se hace cuando haremos dos levados, la masa quedará más esponjosa y subirá más fácilmente la segunda vez.
La primera duda es ¿en qué se diferencian unos “bollos de Chelsea” de unas “caracolas de canela”? Aunque ésta es una receta diferente, en poco, salvo que en los bollos de Chelsea no deben faltar las uvas pasas (sultanas) y el azúcar moreno. Tortitas, pancakes, blinis, hotcakes, … filloas, crêpes,… “you say poteito I say potato...”
Los bollos dulces, junto con los postres que llevan chocolate, son (probablemente) mis dulces preferidos. “Probablemente”, porque siempre depende del momento. Cuando llega la primavera me gusta hacer este tipo de masas, el levado es mucho más rápido y la temperatura ambiental es la más adecuada para una fermentación rápida y homogénea. No tenía demasiado tiempo, así que mientras fermentaba la masa preparaba exámenes y mientras horneaba seguía con mi trabajo… Me despisté un poco con el horneado (un par de minutos, quizás) pero el resultado fue delicioso. Ya era tarde y había poca luz, pese a todo espero pueda percibirse su textura esponjosa e imaginar el aroma a canela, vainilla y chocolate.
Resulta sorprendente cuánto pueden variar las proporciones de las masas fermentadas en función de la temperatura ambiental, la humedad, la dureza del agua o (incluso) las marcas de harina (no sólo el tipo). Esta semana he hecho dos recetas cuya base de masa inicial era muy parecida, una en Santiago y otra en A illa, las cantidades de leche necesarias para amasar fueron diferentes (necesité menos cantidad en A illa), llegando a diferir en torno a un 15% de leche. Por eso, la cantidad de leche de ésta y otras recetas de bollería es más bien estimativa y recomendada en las condiciones en las que suelo elaborarlas. Para añadir harina siempre estaremos a tiempo, es preferible que queden algo pegajosas a que resulte una masa dura, al estirar la masa enharinaremos generosamente la superficie de trabajo.
Las distintas durezas del agua las noto muchísimo cuando salgo de la ducha (este año me toca). En Santiago el pelo sale muy húmedo, el agua moja y genera mucha espuma. En Ferrol, en cambio, al salir de la ducha tengo la impresión de salir con el pelo poco mojado. Lo mismo sucedió en Berlín.
He aquí, de modo definitivo (?), unas claves que tal vez nos ayuden a ver la vida de otra manera. Partiendo de que los promedios son eso, promedios, y por ello llevan inherente una mentira, sí permiten ver tendencias o estados de equilibrio. No hay recetas globales, ni en bollería ni en la vida.
La felicidad es una emoción y por lo tanto es un estado transitorio, por ello, no debemos obsesionarnos en la búsqueda de la felicidad y sí en intentar disfrutar y alargar esos momentos de felicidad (si existen). No se puede buscar permanentemente ese estado de felicidad, es precisamente el contraste lo que nos da la percepción de felicidad, el poner comparar los buenos momentos con los malos.
¿El dinero hace la felicidad? No (y sí), mencionaré el ejemplo que pone David Gilbert: “si te tomas un vaso de vino eres feliz, si te tomas dos eres más feliz, pero si te tomas 100 no serás más feliz”. Más allá de las necesidades básicas y una vez alcanzado el estatus que nos permite vivir, el efecto es contraproducente y lleva a muchos más estados de infelicidad y obsesión. ¿Es más feliz una familia de clase “media” (no me gusta nada esa expresión) o un alto magnate que vive para una única cosa y es incapaz de disfrutar de los pequeños momentos? Yo lo tengo claro, son las pequeñas cosas las que dan la felicidad y nunca el dinero.
Una vez tomada una decisión no debe darse vueltas a ella. “Quizá me equivoqué”, la duda provoca insatisfacción y malestar. Cuantas más opciones, más dudas y miedos. Una oferta amplia y excesiva da lugar a indecisión, obsesión (por la compra, por la elección,…) Hasta finales del siglo XX, la escasez provocaba infelicidad, pues la mayor parte de la gente no podía disponer de lo básico (los alimentos, la libertad, ropa,…). Ahora se ha invertido (en occidente), la consagración de la burguesía y clase media ha dado lugar a un nuevo tipo de infelicidad provocada por la infinidad de ofertas y opciones existentes. Un ejemplo es la obsesión por la posesión (privada) material. Eso da lugar a otro tipo de infelicidad. ¿Eres “satisfacedor” o “maximizador”?
En M ese hecho es palpable, cuando tiene que tomar una decisión, por pequeña que sea, se pone inquieta, enfadada, y muy irritable. Una vez la ha tomado se relaja. Ella dice que es “indecisa”, yo creo que en su vida ha podido tomar demasiadas alternativas. En mi caso sólo había una opción y ése era el camino. Ahora simplemente analizo e intento ver a dónde llevaría esa elección. Unas veces me equivoco y otras también.
España es la tercera “potencia” del mundo en “recetar psicofármacos a los jóvenes” para tratamientos de depresión. Algo pasa.
La tarde del viernes el egoísmo volvió a aflorar. Te olvidas de mí y sólo importas tú, “quería aprovechar la tarde”. ¿Qué es “aprovechar la tarde”? Ir de compras, llenar el coche de bolsas con todo tipo de productos necesarios y mayoritariamente innecesarios.
Y ahora, entras de un modo agresivo. “¿Has hecho esto?”, “Dónde…”. Yo también trabajo y raras veces me preguntas cómo me ha ido, en cambio, conozco toda tu vida laboral con pelos y señales.
Una tarde de sábado al sol en A illa. Quisiera que fuese más larga, con paseos interminables y sin mirar el reloj pero siempre hay algo que hacer y, lo peor, que comprar. Algo es algo, las luces, los colores y un poco de conversación. ¡Por fin!
Ingredientes
Para 4 bollos grandes u 8 pequeños.
- 230 gr. de harina.
- ¾ de cucharilla de sal fina.
- 25 gr. de azúcar.
- 8 gr. de azúcar vainillado.
- 10 gr. de levadura fresca de pan.
- 48 gr. de huevo semibatido (uno pequeño)
- 100 gr. de leche templada, no caliente, unos 30º C. Aproximadamente.
- 25 gr. de margarina (de buena calidad).
- 25 gr. de mantequilla derretida, o algo menos.
- 50 gr. de azúcar moreno.
- 2 cucharillas de canela molida.
- Un puñado de pasas sultanas.
- Unos trozos de chocolate negro, que rallaremos sobre la masa.
- Opcional: unas frutas confitadas. Como tenía le he echado un poco.
(2) Amasamos un poco y añadimos la margarina. Seguimos amasando hasta que la masa no se pegue a las paredes del cuenco. Da igual que quede algo pegajosa (un poco), lo importante es amasar durante unos minutos y no añadir exceso de harina. Resulta más cómodo si se hace a máquina, a mí me divierte hacerlo a mano y/o con una cuchara de madera.
Cubrimos el cuenco con un paño y dejamos fermentado hasta que haya doblado su volumen o más. El tiempo de fermentación depende de la temperatura ambiental. Lo ideal es dejarlo reposar a unos 25-30 ºC en un lugar sin corrientes (para que crezca por igual y sin deformaciones).
(3) Una vez haya fermentado “rompemos”(*) la masa y estiramos con un rodillo formando un rectángulo de entre 0,5 y 1 cm de espesor. Derretimos la mantequilla y pintamos abundantemente la superficie. Mezclamos el azúcar con la canela y espolvoreamos la superficie generosamente. Esparcimos con las pasas y (opcionalmente) unas frutas confitadas. Por último rallamos el chocolate sobre la superficie. Las pasas podrían dejarse hidratando en ron o brandy, no lo he hecho esta vez.
(4) Cortamos en tiras del tamaño deseado, enrollamos y depositamos en un molde cuadrado/rectangular engrasado y enharinado. Yo he preparado un molde con cartulina forrada con papel de hornear. Dejamos fermentar hasta que haya doblado su volumen.
Precalentamos el horno a 190º C, pintamos (opcionalmente) con huevo batido y horneamos hasta que esté hecho, es decir, hasta que tenga un ligero tono dorado.
Nada más salir pintamos con un jarabe hecho con mitad de agua que de azúcar o con una miel ligerita y caliente.
(*) “Romper la masa” es el proceso consistente en introducir el puño sin amasar demasiado cortando la fermentación. Ése es el proceso que se hace cuando haremos dos levados, la masa quedará más esponjosa y subirá más fácilmente la segunda vez.
Hola, pepinho, parece que los bollos aún están calenticos...estos los hago seguro, y seguro que me proporcionan uno de esos momentos maravillosos de felicidad pequeña...
ResponderEliminarmssssssssss se ven deliciosos, que tengas una excelente semana, Patty :P
ResponderEliminarAntes de nada,me encanta la fotografia de las margaritas,parece increible que una simple imagen pueda trasmitir tanto ¿verdad?.
ResponderEliminarAquí hace dias que la primavera se nota,y se hace notar en mí por ejemplo,en el despertar.
Creo que como tú bien dices hay que disfrutar los momentos felices,que eso será lo que nos de oxígeno en los malos.Un café,algo de chocolate,buena música o lectura o mejor aún una agradable conversacion¿increible no?..es cierto las mejores cosas no se pueden comprar.
Me hizo gracia eso que comentas del pelo ,del agua..jeje yo lo he notado por que lo tengo muy largo y rizado.y según el sitio donde este los rizos se quedan mas grandes,abiertos o más pequeños como tirabuzón,nunca he sabido por úé..jej pero sucede así.
De los bollos te diré que me comía uno ahora,que tiene una pinta de lujo,pero que los veo dificiles,no sé,supongo que nadie nace enseñado ¿no?y todo es cuestión de practicar hasta que las cosas salgan más o menos ;-).
Como siempre un placer estar en tu rincón y saborear lo que escribes y lo que trasmites.
Un beso!
Hola Pepinho, comparto contigo la predilección (junto con el chocolate y la manzana, al menos por mi parte) por la 'briochería'. Espectacular paisaje (como el de las margaritas fúcsias!) el del corte (que no será corte sino estirón, no?) de estos bollos. Va a ser lo próximo que haga, fijo. Cuando vacíe la tartera-recipiente tan kitsch que compré hace poco en los suecos redecoradores de vidas. Ahora está con unas galletas de avena rellenas de Nutella y otras de avellanas molidas; buenísimas. Antes habían residido muffins diversos, así que ya me apetece masa dulce. ¿No te pasa que después de una cosa te apetece cambiar a otra totalmente diferente? De bizcocho a galleta, bollo, pastel, masa frita...
ResponderEliminarAh!, el libro nuevo de Pierre se titula 'ph 10', está en castellano y con prólogo de Adrià. Parece que es un lujazo de libro donde explica sus últimos 10 años de investigaciones golosas. Creo que casi son 600 páginas! Seguro que alguien te lo regala, aunque ya has pasado cumple y santo ;·) .
Que estés bien... y a correr!
Besitos de Rosita.
Pephino tu "Bollos de Chelsea (Chelsea Buns)" se ven super tentadores, tus fotos hablan por sí solas y dan ganas de hacerlos ya!.
ResponderEliminarEste tipo de masas me pierden, la combinación con pasas y la cubierta los hace super apetitosos!!!
Como siempre un placer visitarte y saber que la primavera renueva tu ganas de disfrutar de la vida.
Darte la enhorabuena por tu página y me dan mucha envidia como parece que te quedan los postres. Simplemente genial. ¿Sería mucho pedirte que alguna vez hicieras un tiramisú pero sin nata y sin gelatina?
ResponderEliminarEnhorabuena por ese premio aunque no te guste mucho,tienes que reconocer que merecido,por lo menos eso creo yo ,y en el fondo debes de sentirte muy orgulloso.Es un placer para los que te visitamos en este tu riconcito,asi que disfrutalo.UN BIQUIÑO
ResponderEliminarDede as Rias BAIXAS RI
Hola, Thanks!
ResponderEliminarMe encanta la bollería. Es cierto, a mí también me gusta cambiar de postre: de bollo a chocolate, de flan a galleta,... Pero esta semana no he podido resistirme a hacer dos tipos de bollos (distintos), éste y otro parecido pero "diferente". Me había sobrado levadura y tenía muchas ganas, me apetecían.
La felicidad es a veces cuestión de segundos, hacer algo rico me hace sentir bien y si M lo agradece, mejor.
La semana pasada (liadísimo) prometía, había llegado el buen tiempo, casi estival, pero el lunes se ha truncado: llueve. La fotografía de las flores está hecha en ¡la playa! Son esas típicas plantas que creces en zonas apartadas de algunas playas o lugares arenosos, por aquí le llamamos “uña/diente de león” (Carpobrotus edulis). Su flor se parece a la de la margarita.
Resulta curioso como una planta tan abrasiva pueda resultar a la vez bella, aunque es esa belleza la que atrae a los insectos, desplazando a las plantas autóctonas. La belleza no siempre es positiva.
Lo de la dureza del agua se nota mucho en cocina, incluso a la hora de hacer un guiso (tiempo de cocción, temperatura,…) Sé que hay algún restaurante madrileño que lleva agua de Galicia para hacer el cocido gallego.
Ese libro no es nuevo pero no se había editado en castellano, en cuanto lo vea me abalanzaré sobre él y (si me da el punto) me lo compraré. Si no me lo da también. Me lo autoregalaré, y eso que no soy nada materialista pero los libros son mi perdición.
Gracias. Sigo siendo Pepinho ;-)
Uff! Lo del Tiramisú va a tener que esperar un poco, aunque quizás pronto vuelva por ello. Sorry, pero es que tengo una lista de ideas y de nuevos sabores que probar y me da un poco de pena dar esa pequeña "vuelta atrás". Nunca se sabe. No sé por qué, pero lo prefiero con nata (sin gelatina puede pasar)… Buenoooo ,-) gracias
Gracias de corazón. Orgulloso no es sería la palabra, me gusta mucho pero también te hace sentir un poco de “responsabilidad” (no encuentro la palabras adecuada) cara a gente tan agradecida. Las gracias debería darlas yo por hacerme compañía y alegrarme el día (a veces la noche) y dejar que me desahogue.
Moitos Bicos.
Pepinho, Pepinho, Pepinho, Pepinho, Pepinho, Pepinho, Pepinho..., repetiré 100 veces...
ResponderEliminarNo se cómo se pone aquí una cara sonrojada :$, espero me disculpes por el error y lo peor que ya me lo habias hecho notar en otro momento!!!:P
"¿A quien le amarga un dulce?" ^^
ResponderEliminarLa verdad que tienen muy buena pinta todos los postres pero este es de los pocos que, con las descripciones y las fotos, he podido saborear con los ojos ^^
Agradables *3*
En el amor y en la vida, no se puede estar en continua búsqueda de nuevos sabores porque a diferencia de la reposteria, las recetas no son ilimitadas o al menos, no permiten jugar tanto con la imaginación. En el amor y en la vida, hay que aprender a saborear las tal vez excasas recetas que hay. Si uno está en continúa búsqueda de encontrar nuevos sabores, se corre el riesgo de sumirse en un caos y en un estado desafortunado de inquietud por el inconformismo (éste último no es "malo" pero atente a las consecuencias ya que un periódo prolongado de incorfomismo, es agotador y el desgaste que provoca puede ser agobiante). Por desgracia, el abanico de recetas en el amor y en la vida, no es casi infinito como en la reposteria o cocina en general. De tal suerte, o se aprende a saborear esos "excasos" sabores en el amor y en la vida o te toma otra ruta: pasar del primer plato al segundo y si tampoco funciona... ¡lárgate a por el postre! :)
ResponderEliminarPepinho, ¿puedes decirme dónde encontrar una confitura de higos? remiteme a una gran superficie porque yo estoy muy lejos de vivir en la majestuosa y siempre enigmática Galicia (aunque tengo la suerte de conocer muchos de sus rincones por diversos viajes en esos lares).
Gracias de antemano y un saludo.
Que buenos pepinho!!!
ResponderEliminarCada dia me gusta mas venir a visitar tu casa, eres un maestro de la cocina y la fotografia.
Muchoos besos.
Madre mia... yo es que no te comento mas.. porque normalmente lleno tanto la mesa de babas... que tengo miedo de electrocutarme. Quiero tiempo mucho tiempo para hacer muchas de tus recetas !!!
ResponderEliminarTiene una pinta divinaaaa.
Besitoss
La verdad es que las fotografias son espléndidas,están diciendo cómeme cómeme,con el chocolate...madre mia
ResponderEliminarSaludos
Hola, me encantan tus recetas y, mucho más, tus impresiones
ResponderEliminarHola,
ResponderEliminar¡Qué tontería! Si era una broma, puedes llamarme “pepino” o “pepinillo” si quieres, ¡qué más da!
Creo que las recetas sí son ilimitadas y los sabores también. Hay que utilizar la imaginación, más en la vida que en la cocina. Sin esa imaginación podría llegarse al aburrimiento y a la infelicidad.
Uff, confitura de higos. Te diré la verdad: no lo sé. Yo la he hecho allá por septiembre y octubre. Me imagino que la podrás encontrar ese gran hipermercado que tú y yo conocemos. Lo siento de antemano, un abrazo.
Muchas gracias. Estaban ricos, ricos (como diría Arguiñano) o riquísimos. Pero lo mejor (todavía) es lo que vino después con los “restos” de levadura… ¡insuperables de sabor! Habrá sido suerte, no sé si podría repetirlo. Ya os contaré.
Un beso con legua (malo sería que me la quitase para besar) ;-)
Esos bollos parecen tan esponjosos...
ResponderEliminarA mí me da pánico meterme a hacer las masas de este tipo, creo que es una de las cosas que nunca he intentado y, con tantas recetas haciendo cola (bueno, vale, fila) para ser probadas, los brioches acaban relegados casi siempre tan al final que ni los veo. Hasta que alguien como tú me los recuerda...
De verdad que dan ganas de meter el dedo virtualmente en la foto para comprobar lo esponjosos que son. Ni me quiero imaginar el olorcillo a canela que deben desprender porque entonces sí que voy a entrar en coma y acabo de empezar mi jornada laboral; no es plan.
Gracias una vez más.
Eres mi héroe Pepinho. Siempre me interesa lo que escribes pero tus recetas son pura telepatía, voy corriendo a hacer los bollos.
ResponderEliminarCris,BCN.
Pepinho, te recomiendo el libro "La première gorgée de bière et autres plaisirs minuscules" de Philippe Delerm, son varias historias, cada una describe un pequeño placer de la vida, como el título dice, el primer trago de cerveza. Para mí, tomarme un té mientras leo un buen libro, o el sol en invierno. Creo que Tusquets lo ha editado en castellano, aunque leer en V.O. siempre que se pueda también es impagable.
ResponderEliminarGracias por las recetas, el otro día hice la mousse de chocolate y mascarpone...deliciosa! cuántos pequeños placeres!!
un saludo
sara
Aunque no aparezca que sepáis que muchas veces estoy aquí, os leo y me gusta lo que decís, os lo agradezco de corazón. Sois demasiado buenos.
ResponderEliminarEstas masas no son difíciles, sólo hace falta un poco de práctica. Después de tres veces, como mucho, se le coge el punto y no se puede parar (con canela, con chocolate, con frutos,…) y si se hojaldran ya tenemos unos riquísimos croissants, napolitanas, o… ¡sorpresa de este viernes!
Gracias y suerte con los bollos.
Agradezco la sugerencia, no tengo mucho tiempo para leer otros libros que no estén relacionados con el trabajo. El ser “historias” tal vez me ponga con ello. Ése es el secreto, los pequeños placeres de la vida, tan insignificantes y tan importantes.
Besos.