La cabaña del tío Tom
He hecho varias tartas de queso, aunque de diferentes sabores y combinaciones, todas tenían como factor común la compacidad. Los huevos se añadían enteros, uno a uno y sin remover demasiado para no crear aire y así conseguir que la superficie quedase lo más lisa posible. Esa densidad no es agradable para todos los gustos, aunque se funda en la boca.
Esta vez he hecho una tarta de queso diferente, menos tradicional desde un punto de vista estricto, quizás menos llamativa pero llena de sabores alimonados y una textura esponjosa. No lleva harina (lleva maicena), poco queso y bastantes líquidos, la masa antes de hornear es muchos más suave, siendo las claras las encargadas de darle cuerpo. La principal diferencia con otras tartas de queso es que se levantan las claras a punto de nieve, el resto del proceso debe ser igual de cuidadoso. Como otras veces, no debe batirse en exceso la masa, cocinarse a baja temperatura y dejar enfriar en el horno. Por el hecho de llevar una cobertura tampoco es crítica la exactitud y perfección necesarias en otras tartas de queso.
La cobertura de azúcar, amaretto y almendra es la combinación y el contraste que necesita esta tarta. Una cobertura crujiente y dulce que contrasta con la acidez del queso y el limón. Deliciosa y fácil, de hecho la hemos (he) hecho dos días consecutivos, pequeñitas, eso sí.
El mayor enemigo del corredor. Salen de debajo de las piedras, sus caras, si tienes la valentía para mirarles a los ojos, denotan radia y odio. Durante este último mes están excesivamente irritables, vayas por dónde vayas, llega con que te vean correr para que ladren con todas sus fuerzas formando coros de rabia. El problema son los que andan sueltos, sin más, se acercan sigilosamente y cuando te das cuenta los tienes a tus pies dispuestos a demostrar su fuerza. Hoy ha sido demasiado, casi me obligan a parar, un gesto de (falsa) valentía por mi parte llega para que se amedrenten y escapen, no siempre. Con los grandes no hay valentía que valga, tienes que pararte por unos segundos y llevar las manos directamente a la entrepierna.
Los malos no son los perros, lo son algunos dueños. Están esos que permanecen impávidos ante el espectáculo, como mucho sueltan una risita. Los peores, aquellos que graciosamente dicen: “Tranquilo, non che fai nada”, será a usted, porque a mí ya ha conseguido pararme y hay pocas cosas que puedan hacerlo mientras corro. Justo antes de irme de vacaciones, unos hicieron que me cayera en redondo sobre un charco pedregoso.
En mi casa ha habido perros desde pequeño, perros de caza. Mi padre es aficionado a la caza, hay pocas actividades que deteste más que “la caza” (los toros, tal vez), y más cuando se juntan para la caza del raposo (zorro). Matar por matar, pero sabiéndote superior, como hizo G. W. Bush en Irak, puro divertimento. Alguna vez he tenido la suerte de encontrarme zorros en el monte, mientras corría, y me han parecido animales hermosos. Vivos, no como esos inertes animales disecados, muestran toda su luz y brillo. Sus colas relucían con los primeros rayos de la mañana.
De pequeño adoraba a los perros, y los adoro, aunque no lo parezca. Uno (una) “Chuspi” fue uno de mis cuatro mejores amigos de la infancia. Su asesinato lo recuerdo como si fuese hoy mismo. Una jauría humana atravesaba los campos de maíz recién cortados en su busca, nos dijeron que lo llevaban a la perrera. Éramos niños pero no ingenuos, nunca volvimos a verlo. La muerte de Chuspi significó el fin de una amistad compartida por un grupo de amigos que disfrutaba corriendo por los campos y tumbándose en la hierba alta. Llegaba a casa con las rodillas y las coderas llenas de verdín, al llegar a casa el castigo estaba garantizado, me esperaba la famosa zapatilla de mamá.
Mi padre no es una persona de demasiadas palabras, y mejor si son breves. Así, a los perros les ponía nombres monosílabos o, como mucho, bisílabos: Tom, Nano, Nilo, Cas,… al siguiente le llamaría Tom de nuevo. Lo breve si bueno, dos veces bueno. Cuánto quería al Tom, al primer Tom. Después ya no volvería a acercarme a ningún perro, tendría miedo a cogerle cariño.
Tom era un perro de raza indeterminada, “palleiro” decimos aquí, como “el vagabundo” de “La dama y el vagabundo”. De hecho era como el vagabundo pero mucho más feo. Delgado, de piel manchada y pelo revoloteado, nunca bien peinado, su pelusa caía sobre sus ojos vidriosos. Pero era perfecto, buenísimo, obediente, siempre fiel, nervioso cuando llegaban los domingos en época de caza. Todavía desconozco cómo eran capaces de distinguir los días de la semana, cuando ni yo mismo a veces sé en qué día vivo. Tom era mayor, al principio vivía solo pero pronto llegó el Nano. El Nano era un verdadero perro de caza, orejas hasta el suelo, bajito y alargado, piel suave. Llegó como el rey pero pronto sucumbió a las bondades de Tom. Se hicieron amigos inseparables.
Mi hermano Martín pensaba que eran Gays. El Tom y el Nano jugaban juntos, se relamían y disfrutaban del placer de la carne. No sé si lo eran o no, sólo sé que el Tom había nacido para sufrir, siempre paciente y nunca daba un “no” por respuesta. Un “guau”, por respuesta.
Un cierto día, cuando el Tom era ya relativamente mayor, otro cazador le pidió a mi padre que le diese a Tom. Mi padre, práctico dónde los haya, cedió y lo dio sin decir nada. Un día lo metió en el maletero del coche (para que no viese nada) y lo llevó a unos 5 kilómetros de nuestra casa, que era en dónde vivía el destinatario del mejor regalo que podían darle. Recuerdo aquellas noches, no sé cuántas, al Nano llorando por el Tom. Solo. El Tom no tardó en llegar, a los pocos días lo vimos en el portal de nuestro garaje con una cuerda rota enganchada en el cuello y al Nano más feliz que he visto en mi vida. Saltaban, se relamían, jugaban, todo volvía a ser como antes. O mejor, sabían cuánto se necesitaban.
Poco duró la alegría. Todavía tengo clavada en la memoria el “rostro” de ese perro, con los ojos mojados, triste, pura bondad. El nuevo dueño había llamado y vino en su busca. Esa vez no fue necesario taparlo, el Tom parecía comprenderlo todo, era mayor y su familia lo desechaba como un desperdicio. Lloraba de pena. Desde ese día no he querido saber nada de perros o, mejor dicho, nada de los dueños de los perros. Lo peor fue esa sensación de impotencia por no poder hacer nada y no haberle pedido perdón por no haberme opuesto de modo rotundo y sin concesiones.
Al poco tiempo nos enteramos que había muerto, no sabemos exactamente cómo fue. La pena lo mató.
Ingredientes
Molde de 19 cm de diámetro. Entre corchetes las cantidades para un molde de 22 cm de diámetro.
(2) Añadimos la vainilla líquida, la maicena y el zumo de limón, mezclando de nuevo con cuidado y poco a poco. Mezclamos los 30 gr. de azúcar restante con el crémor, levantamos las claras y cuando empiecen a estar espumosas, vertemos poco a poco la mezcla de azúcar sobre ellas. Batimos bien hasta que forme picos consistentes.
(3) Añadimos una porción de las claras sobre la crema, mezclando suavemente. Así lo que conseguimos es igualar las densidades para incorporar más fácilmente el resto de las claras. Echamos el resto de las claras de modo cuidadoso y envolvente, para que no se bajen demasiado. Vertemos sobre el molde engrasado y enharinado e introducimos al baño María en el horno precalentado a unos 150º C.
Horneamos durante unos 50 min., apagamos el horno y dejamos en él una horita por lo menos, sin abrir la puerta para nada, hasta que la temperatura del horno haya bajado considerablemente. A diferencia de otras tartas de queso, ésta es más esponjosa y podría agrietarse con facilidad si no se es muy preciso. En cualquier caso, como lleva cobertura de almendra, ese hecho es irrelevante mientras tenga una apariencia y sabor agradables, estoy seguro que así será.
(4) En un cuenco vertemos el azúcar polvo con una o dos cucharadas de zumo de limón y dos cucharadas de Amaretto. Batimos hasta obtener una pasta homogénea y algo líquida. Añadimos las almendras trituradas y cubrimos la tarta de modo más o menos homogéneo.
También podríamos tostar las almendras ligeramente en una sartén y esparcirlas sobre el glaseado una vez cubierta la tarta. Metemos en el frigorífico hasta la hora de consumir (para que no esté demasiado fría puede retirarse algo antes). Mejor de un día para otro.
“Chuspi, Chupi, toma Chuspi…”
He hecho varias tartas de queso, aunque de diferentes sabores y combinaciones, todas tenían como factor común la compacidad. Los huevos se añadían enteros, uno a uno y sin remover demasiado para no crear aire y así conseguir que la superficie quedase lo más lisa posible. Esa densidad no es agradable para todos los gustos, aunque se funda en la boca.
Esta vez he hecho una tarta de queso diferente, menos tradicional desde un punto de vista estricto, quizás menos llamativa pero llena de sabores alimonados y una textura esponjosa. No lleva harina (lleva maicena), poco queso y bastantes líquidos, la masa antes de hornear es muchos más suave, siendo las claras las encargadas de darle cuerpo. La principal diferencia con otras tartas de queso es que se levantan las claras a punto de nieve, el resto del proceso debe ser igual de cuidadoso. Como otras veces, no debe batirse en exceso la masa, cocinarse a baja temperatura y dejar enfriar en el horno. Por el hecho de llevar una cobertura tampoco es crítica la exactitud y perfección necesarias en otras tartas de queso.
La cobertura de azúcar, amaretto y almendra es la combinación y el contraste que necesita esta tarta. Una cobertura crujiente y dulce que contrasta con la acidez del queso y el limón. Deliciosa y fácil, de hecho la hemos (he) hecho dos días consecutivos, pequeñitas, eso sí.
El mayor enemigo del corredor. Salen de debajo de las piedras, sus caras, si tienes la valentía para mirarles a los ojos, denotan radia y odio. Durante este último mes están excesivamente irritables, vayas por dónde vayas, llega con que te vean correr para que ladren con todas sus fuerzas formando coros de rabia. El problema son los que andan sueltos, sin más, se acercan sigilosamente y cuando te das cuenta los tienes a tus pies dispuestos a demostrar su fuerza. Hoy ha sido demasiado, casi me obligan a parar, un gesto de (falsa) valentía por mi parte llega para que se amedrenten y escapen, no siempre. Con los grandes no hay valentía que valga, tienes que pararte por unos segundos y llevar las manos directamente a la entrepierna.
Los malos no son los perros, lo son algunos dueños. Están esos que permanecen impávidos ante el espectáculo, como mucho sueltan una risita. Los peores, aquellos que graciosamente dicen: “Tranquilo, non che fai nada”, será a usted, porque a mí ya ha conseguido pararme y hay pocas cosas que puedan hacerlo mientras corro. Justo antes de irme de vacaciones, unos hicieron que me cayera en redondo sobre un charco pedregoso.
En mi casa ha habido perros desde pequeño, perros de caza. Mi padre es aficionado a la caza, hay pocas actividades que deteste más que “la caza” (los toros, tal vez), y más cuando se juntan para la caza del raposo (zorro). Matar por matar, pero sabiéndote superior, como hizo G. W. Bush en Irak, puro divertimento. Alguna vez he tenido la suerte de encontrarme zorros en el monte, mientras corría, y me han parecido animales hermosos. Vivos, no como esos inertes animales disecados, muestran toda su luz y brillo. Sus colas relucían con los primeros rayos de la mañana.
De pequeño adoraba a los perros, y los adoro, aunque no lo parezca. Uno (una) “Chuspi” fue uno de mis cuatro mejores amigos de la infancia. Su asesinato lo recuerdo como si fuese hoy mismo. Una jauría humana atravesaba los campos de maíz recién cortados en su busca, nos dijeron que lo llevaban a la perrera. Éramos niños pero no ingenuos, nunca volvimos a verlo. La muerte de Chuspi significó el fin de una amistad compartida por un grupo de amigos que disfrutaba corriendo por los campos y tumbándose en la hierba alta. Llegaba a casa con las rodillas y las coderas llenas de verdín, al llegar a casa el castigo estaba garantizado, me esperaba la famosa zapatilla de mamá.
Mi padre no es una persona de demasiadas palabras, y mejor si son breves. Así, a los perros les ponía nombres monosílabos o, como mucho, bisílabos: Tom, Nano, Nilo, Cas,… al siguiente le llamaría Tom de nuevo. Lo breve si bueno, dos veces bueno. Cuánto quería al Tom, al primer Tom. Después ya no volvería a acercarme a ningún perro, tendría miedo a cogerle cariño.
Tom era un perro de raza indeterminada, “palleiro” decimos aquí, como “el vagabundo” de “La dama y el vagabundo”. De hecho era como el vagabundo pero mucho más feo. Delgado, de piel manchada y pelo revoloteado, nunca bien peinado, su pelusa caía sobre sus ojos vidriosos. Pero era perfecto, buenísimo, obediente, siempre fiel, nervioso cuando llegaban los domingos en época de caza. Todavía desconozco cómo eran capaces de distinguir los días de la semana, cuando ni yo mismo a veces sé en qué día vivo. Tom era mayor, al principio vivía solo pero pronto llegó el Nano. El Nano era un verdadero perro de caza, orejas hasta el suelo, bajito y alargado, piel suave. Llegó como el rey pero pronto sucumbió a las bondades de Tom. Se hicieron amigos inseparables.
Mi hermano Martín pensaba que eran Gays. El Tom y el Nano jugaban juntos, se relamían y disfrutaban del placer de la carne. No sé si lo eran o no, sólo sé que el Tom había nacido para sufrir, siempre paciente y nunca daba un “no” por respuesta. Un “guau”, por respuesta.
Un cierto día, cuando el Tom era ya relativamente mayor, otro cazador le pidió a mi padre que le diese a Tom. Mi padre, práctico dónde los haya, cedió y lo dio sin decir nada. Un día lo metió en el maletero del coche (para que no viese nada) y lo llevó a unos 5 kilómetros de nuestra casa, que era en dónde vivía el destinatario del mejor regalo que podían darle. Recuerdo aquellas noches, no sé cuántas, al Nano llorando por el Tom. Solo. El Tom no tardó en llegar, a los pocos días lo vimos en el portal de nuestro garaje con una cuerda rota enganchada en el cuello y al Nano más feliz que he visto en mi vida. Saltaban, se relamían, jugaban, todo volvía a ser como antes. O mejor, sabían cuánto se necesitaban.
Poco duró la alegría. Todavía tengo clavada en la memoria el “rostro” de ese perro, con los ojos mojados, triste, pura bondad. El nuevo dueño había llamado y vino en su busca. Esa vez no fue necesario taparlo, el Tom parecía comprenderlo todo, era mayor y su familia lo desechaba como un desperdicio. Lloraba de pena. Desde ese día no he querido saber nada de perros o, mejor dicho, nada de los dueños de los perros. Lo peor fue esa sensación de impotencia por no poder hacer nada y no haberle pedido perdón por no haberme opuesto de modo rotundo y sin concesiones.
Al poco tiempo nos enteramos que había muerto, no sabemos exactamente cómo fue. La pena lo mató.
Ingredientes
Molde de 19 cm de diámetro. Entre corchetes las cantidades para un molde de 22 cm de diámetro.
- 200 gr. de queso crema (estilo Philadelphia) [270 gr.]
- 60 ml. de leche entera [80 ml.]
- 30 gr. de azúcar polvo [40 gr.] (para añadir al queso)
- 30 gr. de azúcar polvo [40 gr.] (para las claras)
- 3 yemas [4 yemas]
- 3 claras [4 claras]
- 30 gr. de maicena [40 gr.]
- 30 ml. de zumo de limón [40 ml.]
- Ralladura de limón, ½ aprox.
- ½ cucharilla de crémor tártaro (para levantar las claras) [2/3]
- 8 ml. de extracto de vainilla [10 ml.]
- 50 gr. de almendra (mejor tostada) troceada.
- 100 gr. de azúcar polvo, aproximadamente, el necesario para formar una pasta espesa y manejable.
- 2 cucharadas soperas de Amaretto (licor de almendra).
- Un chorrito generoso de zumo de limón.
(2) Añadimos la vainilla líquida, la maicena y el zumo de limón, mezclando de nuevo con cuidado y poco a poco. Mezclamos los 30 gr. de azúcar restante con el crémor, levantamos las claras y cuando empiecen a estar espumosas, vertemos poco a poco la mezcla de azúcar sobre ellas. Batimos bien hasta que forme picos consistentes.
(3) Añadimos una porción de las claras sobre la crema, mezclando suavemente. Así lo que conseguimos es igualar las densidades para incorporar más fácilmente el resto de las claras. Echamos el resto de las claras de modo cuidadoso y envolvente, para que no se bajen demasiado. Vertemos sobre el molde engrasado y enharinado e introducimos al baño María en el horno precalentado a unos 150º C.
Horneamos durante unos 50 min., apagamos el horno y dejamos en él una horita por lo menos, sin abrir la puerta para nada, hasta que la temperatura del horno haya bajado considerablemente. A diferencia de otras tartas de queso, ésta es más esponjosa y podría agrietarse con facilidad si no se es muy preciso. En cualquier caso, como lleva cobertura de almendra, ese hecho es irrelevante mientras tenga una apariencia y sabor agradables, estoy seguro que así será.
(4) En un cuenco vertemos el azúcar polvo con una o dos cucharadas de zumo de limón y dos cucharadas de Amaretto. Batimos hasta obtener una pasta homogénea y algo líquida. Añadimos las almendras trituradas y cubrimos la tarta de modo más o menos homogéneo.
También podríamos tostar las almendras ligeramente en una sartén y esparcirlas sobre el glaseado una vez cubierta la tarta. Metemos en el frigorífico hasta la hora de consumir (para que no esté demasiado fría puede retirarse algo antes). Mejor de un día para otro.
“Chuspi, Chupi, toma Chuspi…”
19 comentarios:
Yo fui muy amante de perritos, pero sufría mucho cuando morían, el Palomo, sin raza, pero muy querido por mi, me duro 16 años, practicamente crecio conmigo y hasta "conocio a mi primer hijo" siempre fiel y el primero en recibirme moviendo la cola, despues que se fue ya no quise cogerle cariño a ninguno, la tarta tiene buena pinta, creo que me encantara la cobertura...sobre todo por que lleva amaretto, gracias por compartir, Patty :P
Magnifica receta de tarta de queso que probaré sin tardar. El relato como siempre entrañable y me hizo recordar a mi primer perrito "blacky". Lo compramos en el "rastro" por 500 pts. nos dió tanta penita cuando nos miro que no nos pudimos resistir.
Vivió 15 años y al final tuvimos que sacrificarlo pues estaba muy malito.
Parecerá una gilipollez, pero realmente era tan inteligente, que como decía mi suegra " animaliño, sólo lle falta saber falar"
Un abrazo
La tarta tiene un pinta... No me suelen llamar demasiado la atención las tartas de queso porque soy una maniática: me gustan las "compradas" y no fui nunca capaz de reproducir esa textura en una de las que yo haya hecho así que desistí hace mucho. Pero ésta tiene un "yo que sé que qué se yo" que me parece de lo más atractiva. A lo mejor ha sido la mención al Amaretto pero yo creo que ya antes me tenía cautivada, ha debido de ser "amor a primera vista".
Sobre los perros... Nunca tuve uno, de hecho tuve un "incidente" de pequeña y les cogí tanto pánico que era capaz de dar la vuelta al barrio para no cruzarme con uno. Me ponía histérica. Sobre todo si el perro en cuestión estaba con el ánimo un poco alterado y ladrando. Y la famosa frase "no te preocupes, si no hace nada" me la paso yo por... No sé, cada vez que veo un perro de esos de razas luchadoras sueltos me indigno con los dueños. ¿Cómo se puede ser tan inconsciente? Y de las "perlitas" que van dejando los perros por las calles (bueno, los dueños que no las recogen) ya ni hablamos, que por donde trabajo hay veces, en verano, que tenemos que cerrar las ventanas porque no soportamos la peste. Y corto que me estoy poniendo muy desgradable.
El pánico a estos animales se me pasó gracia a "el boli", el perro de una amiga. Era un "shitsu" (seguro que no se escribe así pero así era como sonaba el nombre de la raza) y era cariñoso, divertido...Era un perro de lo más simpático, y una auténtica monada de cachorrillo, parecía un Gremlin. Le encantaba mordisquear pies a diestro y siniestro y cuando se extendía en el terrazo para mitigar el calor que tanto pelo le producía parecía una auténtica mopa. No puedo evitar sonreir con su recuerdo, era un ser lindo, sin duda alguna.
Hola Harry, descubrí tu blog saltando de blog en blog (de oca en oca) en busca de recetas de repostería y desde entonces lo visito a diario esperando una nueva receta, un nuevo pensamiento y por qué no, saber algo más de tí, cómo te encuentras ese día, qué pasa por tu cabeza...porque a fuerza de navegar entre tus recetas, leyendo tus comentarios, descubriendo aficiones comunes (películas, pintura...) una llega a sentir que te conoce aunque sea muy poquito.
Leer hoy tus recuerdos de Tom y Nano me ha emocionado hasta tal punto que he terminado con los ojos húmedos.
Yo siento pasión por los perros, aunque aún no he tenido ninguno. De pequeña no fué posible porque "la casa era muy pequeña"... cuando nos mudamos, estando ya en la universidad, la razón cambió: "cuando tengas tu propia casa". Y ahora que tengo mi propia casa en realidad es "nuestra casa" y él no quiere perro, asi que hay que claudicar. En su casa si tienen perro, una cocker negra llamada Lena y por suerte, yo puedo disfrutar a menudo de su compañía y sus muestras de cariño :)
La tarta tiene un aspecto increíble y seguro que un sabor aún mejor ;) la haré en cuanto pueda.
Tengo una duda sobre la mantequilla para hojaldrar, para hacer los Croissants de Pierre Hermé, utilicé una mantequilla normal, sin sal ¿se puede hacer con este tipo de mantequilla? ¿dónde se puede conseguir mantequilla para hojaldrar? ¿es lo mismo mantequilla pomada que mantequilla para hojaldrar? (jajajaja acabo de releerlo todo y me parece que son muchas preguntas de golpe, lo siento).
Gracias por sacar tiempo de debajo de las piedras y compartir tus recetas y una parte de tí.
Un beso y un abrazo.
Hola corazon buenos dias, buenos y lluviosos.Te has convertido en la primera pagina que miro, incluso la mia la he relegado a un segundo plano.Ya no busco la receta (que tambien), busco la vida en tus comentarios.Y me han recordado los incidentes que tenia cuando iba a dar paseos cerca de casa.Me gustan todos los animales, incluso (a parte de los niños y el padre) tengo 3 gatos, pero ahora y despues de ese incidente (un labrador se midio en fuerza y altura conmigo) les tengo miedito.Y todo el mundo me dice que ese miedito lo notan.Pero me imponen mucho.He intentado que mis hijos no les pase lo mismo, pero aunque lo intento no lo consigo del todo, de echo mi hijo mayor les tiene un miedo cerbal (le paso algo como a mi pero con un caniche...) y sin embargo mi hijo pequeño se "morrea" continuamente con todo bicho viviente...ya ves...y ahora llegamos a lo mas tierno, una de queso con sabores citricos....a mi me conquista esa suavidad, y tus fotos y tus sabores.Yo me haria esta tarta mil veces porque la veo ahora y la identifico con el dia, con la suave brisa primaveral, incluso con la lluevia que todo lo borra y todo lo magnifica....creo que será la proxima que haga.Voy a aparcar el chocolate unos dias (si me dejan claro...) pero necesito un respiro esponjoso de aire con sabor a...queso y almendra?besos
Hola Harry, hace bastante que leo tu blog y realmente lo disfruto mucho ya que adoro cocinar. Me encantan tus recetas pero además, tienes un gran valor agregado. Tus pensamientos, tus sentimientos reflejados en el blog conmueven, me dejan pensando. Amo a los perros y me ha emocionado la relación que has tenido con ellos. Está claro que debemos aprender mucho de todos los animales. El veterinario de mi perro me dijo algo que lo tomo para todas las relaciones: Tienes que disfrutar la vida con él, no importa si son 1, 2 o 15 años. Gracias por mostrar parte de tu alma.
Juan Manuel.
Hola Harry!
Siempre he pensado que los perros son más inteligentes que los humanos (ellos nos entienden a nosotros... pero nosotros no a ellos)...
La tarta se ve espectacular... linda la foto en la que se muestra el cielo!
Saludos!
La tqarta estupenda... debe estar eliciosa, y el relat e los perros me ha encantado... yo ahora tengo en casa uno pequeñiot, cariñoso y muy inteligente...
Besos. Ana
La tqarta estupenda... debe estar eliciosa, y el relat e los perros me ha encantado... yo ahora tengo en casa uno pequeñiot, cariñoso y muy inteligente...
Besos. Ana
Hechar de menos a alguien puede llegar a matar,lo sé.Quizá en realidad y en muchas ocasiones la forma de "sobrevivir "sea unicamente contar con ese alguien especial.
Me emocioné leyéndolo,aunque aveces creo que no debería ser tan sensible,en fin estoy segura de que yo sería de la clase de gente que se estenguiría,no sobreviría en este mundo si me faltaran creo que ciertas cosas.Soy de la parte "débil" de este mundo,que se le va hacer.
Yo tenía aunténtico terror hacia los perros(los grandes) por experiencia de pequeña,se me quitó el temor hace unos dos años y gracias a los consejos de un amigo.Aún así aveces me paralizan sobre todo los más grandes que al ladrar,ya te da la sensación de que muerden.
La tarta,se ve o tengo la sensación de que será suave como una mousse.La almendra es una de mis pasiones a la hora de cocinar y parece que siempre le encuentro nuevos platos donde añadirla.Esta la probaré pronto.Además no lleva chocolate,a ver si supero un poco la adicción chocolatera.Aunque uff creo que eso es imposible jejeje.
Como siempre un placer leerte y aprender contigo.
Un beso de Luzmarina
Sois tan amables, quería haberos premiado con un “regalo” (eso pensaba) pero no he tenido tiempo.
Estoy molido, casi no he dormido y no penséis que me he ido de juerga. Cuando las cosas parece que pueden ir bien, van mal, y cuando parecen que van mal, van peor. El sueño y la ausencia de descanso me están afectando demasiado al ánimo. El trabajo, hacer, hacer, hacer. Me acuesto pensado en los temas pendientes y me levanto intentando organizarme, sin conseguirlo. Tendré que empezar por el principio.
A M no le gustan nada los perros, les tiene un miedo horroroso. Nunca ha tenido ninguno y por ello le provocan pánico, creo recordar que también tuvo algún susto con uno cuando era pequeña.
Hay mucho tipo de perros, con personalidad propia. Los hay fieles, solitarios, inquietos, inteligentes (alguno pensaría que no puedo utilizar esa palabra),… Los perros tienen una ventaja y un problema, es como los hijos, hacen sentir al dueño como un pequeño “dios”, nunca dicen que no, siempre obedecen y no responden (los hijos sí lo hacen, pero suelen idolatrar a los padres). Para la gente solitaria, gente con autismo, depresiones, inseguridades,… son la mejor compañía; por el contrario, para otros, gente agresiva y autoritaria, los convierten en “sus siervos”, a su servicio (recuerdo el estereotipo de los neonazis con esos perros agresivos que tratan de modo despectivo). Cada uno debe saber en dónde está. A los animales hay que devolverles el cariño que nos dan, aunque no se sabe de qué modo lo reciban.
Tema aparte, y largo, es el tema de la “racionalidad”. Históricamente, y muchas veces por influencia religiosa, sólo se le ha atribuido al hombre la capacidad de razonar, pensar y tomar decisiones, (y alma). Estudios y científicos actuales están cambiando estas teorías de modo brutal. El otro día, precisamente, vi un reportaje en el que se decía que los ¡cuervos! tenían un cerebro grande (en relación con sus dimensiones) y los dotaban de una inteligencia y toma de decisiones (a veces) parecida a la de los humanos. Además muchísimos homínidos y primates tiene comportamientos tan “racionales” que resulta muy complejo delimitar qué es humano y qué no lo es.
En el fondo pienso que es un problema de CONCIENCIA, me refiero a la “conciencia” no en su acepción real y primitiva, me refiero a “CARGO DE CONCIENCIA”. SERÍA CRUEL PENSAR QUE NOS COMEMOS A SERES QUE SON RACIONALES Y TIENEN CAPACIDAD DE DECISIÓN, por eso es más cómodo pensar que no piensan, son irracionales (opuesto a racionales). Ser racional no es más que tener capacidad de discurrir, muchos animales han demostrado una capacidad (no instinto) para actuar de modo racional en situaciones en las que nunca han estado.
Mokushla, antes estaba obsesionado con utilizar una mantequilla para hojaldrar, pues hacía un “plastón” central que debía tener la consistencia de la masa y era muy importante que no se deshiciera o pringase la superficie. Ahora empleo una técnica mucho más sencilla (como en esos croissants), extiendo la mantequilla por la superficie de la masa extendida, es más cómodo y mucho más fácil el hojaldrado. Los profesionales, por la maquinaria que emplean, el tiempo y las condiciones de trabajo lo hacen con un bloque (“plastón”).
Usa una buena mantequilla y tendrás un resultado excelente. La mantequilla “pomada”, “en pomada”, hace referencia a las condiciones en las que debe estar: blandita, como esa pomada o crema que se puede extender con facilidad, de ahí el nombre. “pomada”=”reblandecida”.
Besos a todo@s y muchas gracias.
¡Buen fin de semana!
Uff no me ha quedado esponjosa... más bien compacta como un quesito de bola, ahora que de presencia ¡genial! ésta vez subí las clara a mano y fenomenal, no sé si al ponerlo en el horno en un recipiente de cristal pirex al baño María y taparlo se ha cocido así como si le hubiese puesto cuajada. En fin otra vez saldrá mejor. No pienso rendirme, me lo paso pipa jugando a repostera hasta canto y todo mientras monto las claras :) Mañana repetiré el de zanahorias con avellanas y almendra.
PD. He tenido varios perritos y se les quiere igual o más que a los humanos, lo malo es el tiempo que se necesita para cuidarlos y prestarles la tención debida. Lo peor es tenerlos en pisos pequeños, creo que su entorno debe ser más rural incluso para las personas es mejor los espacios naturales a las contaminadas ciudades, pero no siempre se puede elegir lo mejor.
saludos
Marilar
Aplausos miles por esa receta tan xula y por tu relato. Ya no sé qué me gusta más. Saludos.
canela
Hola Pepinho!!!
Hacía tiempo que no te visitaba por un motivo.....no doy a basto para hacer tantas cosas como pones.....jejejejejee
Pero hoy te quiero dar las GRACIAS de corazón, te copié la receta de la masa brisa(ó quebrada,) y al final le he cogído el truqi con toda la explicación que das. Eres un sol , de verdad.
Y lo que más envidia me da de tí es la facilidad que tienes para expresarte....yo, soy una persona muy sensible y con bastante vida interior pero me cuesta montones expresar lo que me corre por la cabeza. Te envidio.
Ah...tengo perra....una cocker ruana guapa guapa y muy muy cariñosa , "hablo" tanto con ella, que a veces me quedo mirandola y le digo...y tú por qué no hablas???" jajajajajajaja....Lo curioso que es la comunicación que podemos tener con los animales.
Te dejo que ya te he metido mucho rollo,
cuidate y besos desde Valencia
dolores
Hola,
Uff, el pirex hay que alejarlo de la repostería, no se calienta y no crecen las tartas. Como mucho lo usaría para un Tiramisú o algún flan. Las claras hay que levantarlas bien y mucho mejor a máquina, salvo que se tenga mucha mano y paciencia. Por lo demás de eso se trata, de pasarlo bien y relajarse un ratito en la cocina… de pequeños fracasos estamos llenos todos, hasta que vamos entendiendo el porqué (todavía me falta mucho) y teniendo mejor mano.
Cuando me levanto para correr me encontraba más de una vez a gente que sacaba a pasear a los perros, supongo que para que hiciesen sus necesidades. Siempre me preguntaba si harían lo mismo con unos hijos (intuyo que sí). Eso demuestra cuánto cariño se le puede tener a los animales.
Gracias,
Mi vida es bastante caótica y confusa, lo suficiente como para no deseársela a nadie ;-)
Besos
Gracias por las respuestas Harry, volveré a repetir los croissants, a ver si consigo cogerles el punto :-)
Ayer por la tarde hice tu Bizcocho/Tarta esponjosa de limón y al final tuve que esconderla para poder llevarme hoy un trozo, nos comimos más de la mitad jajajaja
Un beso.
Mi primer perro también se lamaba Tom, le atropeyó un coche... Lloré mucho cuando se fue, Tras él en casa hemos tenido varios perros, ahora tenemos a Toby, a su mamá Nika también la atropellaron hace poco, y pese a que yo ya no soy una niña lloré de nuevo como si lo fuera... Lo peor fue cuando me dijeron: no llores, hay muchos perros en la perrera, puedes ir mañana mismo a por otro. Insensible, como si fuera lo mismo... Los perores somos las personas...
No quiero ponerme triste, asi que aui me despido,
Un besito,
Laura
Hola, lo pirmero quería dar las gracias por darnos la receta de la tarta de queso es riqísima. La he probado y sale muy bien, el único problema con el que me encuentro es que me queda un poco seca por arriba y no se si será por que el horno lo pongo por arriba y por abajo con aire, he pensado en cubrirlo con papel albal para que no le llegue tanto calor ¿que te parece? ¿le pasa a alguien mas esto?
Un saludo a todos.
CHiLI
Hola. Gracias por ésta tarta que ha de estar deliciosa. Una pregunta, cremor tartaro y Amaretto se pueden sustituir por otro ingrediente.
Un saludo,
Carmen
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Opina, pero con respeto para tod@s. Nadie es perfecto.