100 metros lisos
Es muy fácil, muy rico, muy rápido, pero como suele pasar con los platos salados, los ingredientes (más concretamente el caldo) se miden a gusto y para gustos. Lo dejamos a la mano del cocinero. A ojo, que se dice. Para que no se pierdan sus propiedades, sustancias y vitaminas, que no se queden en el agua sobrante de la cocción, sería muy bueno tener el tino de calcular la cantidad de líquido adecuada antes de la cocción. Yo los cuezo con no demasiado caldo y durante no demasiado tiempo, principalmente si se trata de una sopa.
A M le ha sorprendido, le gustan las cremas, más que las sopas y, como sucedió con la crema de zanahoria, le ha encantado.
Nada me importa. Me importa un pepino que esos que se dicen ESPAÑA ganen hoy (jueves), no me importa que no ganen, no me importan los índices de audiencia ni las mentiras del mundo. Las conozco. Me molesta que se pare el mundo cuando ellos quieren, que no pueda respirar ahora. Yo también tengo mis mentiras, pero no me las creo. No me creo que llegue el momento de felicidad, ni que siguiendo el ritmo y la inercia que me marca la sociedad todo sea más fácil. No me creo que M haya cambiado, yo no lo he hecho (no por dentro) ¿por qué tendría que esperarlo de ella?
Gracias por leer esta receta. Siempre puedes ver ésta y otras en el blog de pepinho http://www.pepinho.com
Todo será igual. Unos se tragarán sus palabras y dirán que ellos no las han dicho. Yo no, es lo único de lo que no me arrepiento: de mis palabras sinceras y viscerales. No hay palabras más sinceras que aquellas que no pasan por el cerebro. Los Padres Emilio y Tembra me decían: “reflexiona (sobre tus palabras) antes de actuar”, por aquel entonces era como el increíble Hulk, la masa de las palabras y las consecuencias. Consiguieron que dejase de ser visceral y emotivo, que pensase las cosas antes de actuar, que contase hasta 10. Lo consiguieron, pero no consiguieron que dejase de ser sincero, pospusieron mi verdad durante diez reflexivos segundos. Cien metros lisos.
Un día después.
Hoy una periodista de prestigio y que admiro ha dicho que no entiende a aquellos que no se alegran de los triunfos de la selección, que no saben lo que se pierden. Sus palabras fueron una gran decepción y una venta a los índices de audiencia. ¿Qué se pierden los que centran su vida en torno los triunfos que hay bajo una bandera? ¿Qué es bueno y qué es malo? ¿Qué es lo correcto?
Yo en el pasado he sido de esos, de esos que eran incapaces de ver una bandera roja y amarilla sin ver un pollo en el medio, de esos que se sentían excluidos de la España Nacional. Por eso, y por muchas otras cosas, me ha costado identificarme con una o cualquier bandera. Un trozo de tela coloreado que representa no se sabe qué, por la que muchos matan y han matado. Si esas nuevas batallas sustituyen a las de antaño bienvenidas sean. Me alegro mucho, más que antes, me alegro. Me alegro por esos chicos que no conocen las dos Españas, ni las tres, ni las Españas olvidadas. Me alegro por su felicidad.
En el otro lado están los oportunistas, los que aprovechan para hacer campaña y sumarse en las victorias cuando hasta hace poco se dedicaban a criticar. Los que se frotan las manos por tener más audiencia, ingresos o ventas de prensa. Sólo es un juego y un negocio, no lo olvidemos.
¿Y después qué? Ya lo he vivido en las propias carnes. Nuevas metas, nuevos retos, nuca se acaba. Siempre insatisfecho.
No estoy curado del todo. No han conseguido que vea el partido (sea del tipo que sea). Mientras unos (la derecha) sigan apropiándose de un nombre y unos colores me sentiré excluido. Me he ido a comprar fresas para el siguiente postre y me he puesto a cocinar. La ciudad está mucho más tranquila cuando se escucha la palabra Gooool tras las ventanas. Las calles silenciosas son por un día un lugar de paz y tranquilidad. No sé qué haré el domingo, quizás vea la televisión o pasee por la calle antes de que sea demasiado tarde. Los que se quedan ante el televisor no saben lo que se pierden…
Crema de guisantes a la menta
La cantidad de caldo depende de los gustos, más o menos espesa. Por tratarse de una crema de guisantes, podemos eliminar o darle espesor añadiendo más o menos crema-caldo/queso al final.
(2) Cuando esté caramelizada añadimos los guisantes escurridos, le damos unas vueltas, retiramos del fuego, añadimos unos 100 ml. de caldo (rectificaremos al final la cantidad de caldo según los gustos) y las hojas de menta. Batimos con una batidora eléctrica, añadimos la nata y el queso. Probamos, rectificamos la sal, pimienta y la densidad, añadiendo más caldo si fuese necesario.
Puede tomarse tanto fría como caliente, acompañada de jamón serrano secado al horno o unos picatostes aromatizados con ajo, tomillo y/o romero.
Sopa de guisantes a la menta
Como en la crema de guisantes, la cantidad de caldo depende de los gustos, más o menos espesa. Aún así, un buen punto de partida puede ser emplear la misma cantidad (o algo menos) en peso de agua que de guisantes, batir con parte del caldo e ir añadiendo según nuestros gustos.
Puede tomarse fresquita o templada, en verano está muy rica fresca. La acompañamos con unos picatostes (si se toma caliente), jamón, queso fresco, huevas,… cómo más gustemos. Al final añadimos un chorrito de aceite de oliva virgen extra.
Sopa de guisantes gelificada
No es necesario que se introduzca en el frigorífico, el agar-agar permanece sólido a temperatura templada. Puede tomarse templado o frío.
Cortamos en cubitos y acompañamos de polvo de jamón, tomate, queso…
Es muy fácil, muy rico, muy rápido, pero como suele pasar con los platos salados, los ingredientes (más concretamente el caldo) se miden a gusto y para gustos. Lo dejamos a la mano del cocinero. A ojo, que se dice. Para que no se pierdan sus propiedades, sustancias y vitaminas, que no se queden en el agua sobrante de la cocción, sería muy bueno tener el tino de calcular la cantidad de líquido adecuada antes de la cocción. Yo los cuezo con no demasiado caldo y durante no demasiado tiempo, principalmente si se trata de una sopa.
A M le ha sorprendido, le gustan las cremas, más que las sopas y, como sucedió con la crema de zanahoria, le ha encantado.
Nada me importa. Me importa un pepino que esos que se dicen ESPAÑA ganen hoy (jueves), no me importa que no ganen, no me importan los índices de audiencia ni las mentiras del mundo. Las conozco. Me molesta que se pare el mundo cuando ellos quieren, que no pueda respirar ahora. Yo también tengo mis mentiras, pero no me las creo. No me creo que llegue el momento de felicidad, ni que siguiendo el ritmo y la inercia que me marca la sociedad todo sea más fácil. No me creo que M haya cambiado, yo no lo he hecho (no por dentro) ¿por qué tendría que esperarlo de ella?
Gracias por leer esta receta. Siempre puedes ver ésta y otras en el blog de pepinho http://www.pepinho.com
Todo será igual. Unos se tragarán sus palabras y dirán que ellos no las han dicho. Yo no, es lo único de lo que no me arrepiento: de mis palabras sinceras y viscerales. No hay palabras más sinceras que aquellas que no pasan por el cerebro. Los Padres Emilio y Tembra me decían: “reflexiona (sobre tus palabras) antes de actuar”, por aquel entonces era como el increíble Hulk, la masa de las palabras y las consecuencias. Consiguieron que dejase de ser visceral y emotivo, que pensase las cosas antes de actuar, que contase hasta 10. Lo consiguieron, pero no consiguieron que dejase de ser sincero, pospusieron mi verdad durante diez reflexivos segundos. Cien metros lisos.
Un día después.
Hoy una periodista de prestigio y que admiro ha dicho que no entiende a aquellos que no se alegran de los triunfos de la selección, que no saben lo que se pierden. Sus palabras fueron una gran decepción y una venta a los índices de audiencia. ¿Qué se pierden los que centran su vida en torno los triunfos que hay bajo una bandera? ¿Qué es bueno y qué es malo? ¿Qué es lo correcto?
Yo en el pasado he sido de esos, de esos que eran incapaces de ver una bandera roja y amarilla sin ver un pollo en el medio, de esos que se sentían excluidos de la España Nacional. Por eso, y por muchas otras cosas, me ha costado identificarme con una o cualquier bandera. Un trozo de tela coloreado que representa no se sabe qué, por la que muchos matan y han matado. Si esas nuevas batallas sustituyen a las de antaño bienvenidas sean. Me alegro mucho, más que antes, me alegro. Me alegro por esos chicos que no conocen las dos Españas, ni las tres, ni las Españas olvidadas. Me alegro por su felicidad.
En el otro lado están los oportunistas, los que aprovechan para hacer campaña y sumarse en las victorias cuando hasta hace poco se dedicaban a criticar. Los que se frotan las manos por tener más audiencia, ingresos o ventas de prensa. Sólo es un juego y un negocio, no lo olvidemos.
¿Y después qué? Ya lo he vivido en las propias carnes. Nuevas metas, nuevos retos, nuca se acaba. Siempre insatisfecho.
No estoy curado del todo. No han conseguido que vea el partido (sea del tipo que sea). Mientras unos (la derecha) sigan apropiándose de un nombre y unos colores me sentiré excluido. Me he ido a comprar fresas para el siguiente postre y me he puesto a cocinar. La ciudad está mucho más tranquila cuando se escucha la palabra Gooool tras las ventanas. Las calles silenciosas son por un día un lugar de paz y tranquilidad. No sé qué haré el domingo, quizás vea la televisión o pasee por la calle antes de que sea demasiado tarde. Los que se quedan ante el televisor no saben lo que se pierden…
Crema de guisantes a la menta
La cantidad de caldo depende de los gustos, más o menos espesa. Por tratarse de una crema de guisantes, podemos eliminar o darle espesor añadiendo más o menos crema-caldo/queso al final.
- 500 gr. de guisantes, preferiblemente frescos de los que me dan mis padres ;-), para vosotros pueden ser congelados.
- Unos 300 ml de caldo de pollo o más para cocer los guisantes, de los cuales usaremos inicialmente sólo unos 100 ml en la crema. Puede ser agua mineral.
- De 3 a 6 hojas de menta, no más, más de ahí puede quedar demasiado fuerte. Personalmente prefiero sólo unas tres hojas que le den un ligero aroma remanente, no me gusta que la menta camufle el sabor del guisante.
- Sal y pimienta.
- ½ cebolla.
- Aceite de oliva virgen extra.
- 100 ml. de nata fresca espesa.
- Unos 100 ml. de nata.
- Opcional: 2-4 cucharadas de queso crema (tipo Philadelphia)
(2) Cuando esté caramelizada añadimos los guisantes escurridos, le damos unas vueltas, retiramos del fuego, añadimos unos 100 ml. de caldo (rectificaremos al final la cantidad de caldo según los gustos) y las hojas de menta. Batimos con una batidora eléctrica, añadimos la nata y el queso. Probamos, rectificamos la sal, pimienta y la densidad, añadiendo más caldo si fuese necesario.
Puede tomarse tanto fría como caliente, acompañada de jamón serrano secado al horno o unos picatostes aromatizados con ajo, tomillo y/o romero.
Sopa de guisantes a la menta
Como en la crema de guisantes, la cantidad de caldo depende de los gustos, más o menos espesa. Aún así, un buen punto de partida puede ser emplear la misma cantidad (o algo menos) en peso de agua que de guisantes, batir con parte del caldo e ir añadiendo según nuestros gustos.
- 500 gr. de guisantes. Pueden ser congelados o incluso, si nos gusta su sabor, hay quién la hace con guisantes ¡crudos!
- Entre 250 y 500 ml de caldo de pollo. Puede ser agua mineral.
- Opcional: unas hojas de menta, de 3 a 6, no más, más de esa cantidad puede quedar demasiado fuerte. Personalmente prefiero sólo unas tres hojas que le den un ligero aroma remanente, no me gusta que la menta camufle el sabor del guisante.
- Sal y pimienta.
- Aceite de oliva virgen extra.
Puede tomarse fresquita o templada, en verano está muy rica fresca. La acompañamos con unos picatostes (si se toma caliente), jamón, queso fresco, huevas,… cómo más gustemos. Al final añadimos un chorrito de aceite de oliva virgen extra.
Sopa de guisantes gelificada
- Sopa de guisantes o crema ligera de guisantes.
- Agar-agar (yo uso en láminas).
No es necesario que se introduzca en el frigorífico, el agar-agar permanece sólido a temperatura templada. Puede tomarse templado o frío.
Cortamos en cubitos y acompañamos de polvo de jamón, tomate, queso…
Somos los únicos que no estamos viendo el fútbol, ni nos interesa???? jajajajaj. Qué maravilla sentirse menos sola!!! Gracias por estar ahora por aquí, aunque estés tristón. Sigues haciéndome compañía igual. Además, yo también muero por el dulce de leche, bueno, por eso y por la canela.
ResponderEliminarMe enseñó una amiga argentina a hacer los .... ay, que no me acuerdo del nombre........ ays!!!
los alfajores! eso es, los alfajores a la "marplatense". Y están de lujo. Bueno, eso y los conitos de Brasil.
Aquí hay un par de pastelerías argentinas y aunque no me pillan para nada de paso siempre las visito y "cargo".
Si te apetece la receta y experimentar me lo dices y te la mando. OLGA.
Este plato
ResponderEliminarmerece un : "Felicitado"!
Tengo la suerte de que a mi marido tampoco le importe el fútbol y a mí mucho menos.
Saludos