¿Dónde estás?
Las próximas publicaciones serán por tantas, en bloques de varias recetas publicadas durante sus mañanas de jornada laboral, cuando M no esté, y pueda acercarme hasta un cibercafé (como supongo que pasará en este caso). Las presuntas vacaciones están mermando mi tiempo y mis ataduras parecen mayores que durante la época laboral. No seré pesado, ni daré vueltas al tema, no quiero que se me tache de aquello que pretendo, precisamente, mitigar: el egoísmo.
Empezaré con postres caseros rápidos, algunos rescatados de un cajón perdido después de varios años en los brazos del olvido. Recetas escritas en papeles amarillentos salpicados de unas gotas de aceite o manchas grasas de origen incierto. Otras serán versiones de recetas olvidadas que podrían caer enterradas definitivamente por las de la nueva repostería, si es que existe esa denominación como tal. Empiezo con este sencillo y riquísimo pastel de plátano que era bizcocho y una cobertura transformó en pastel;-).
A María le encanta el plátano. Le gustan muy maduros, casi negros, pero no abusa de ellos por ser una fruta, frente a otras, rica en hidratos de carbono. Claro, comparado con otras frutas como las fresas es más calórico, pero mucho menor que cualquier otro plato o postre que se me pueda venir a la cabeza en este mismo instante. Un plátano tiene unas 80 Kcal por 100 gr.; los dátiles, unas 300 Kcal; las yemas de huevo, unas 339 Kcal; un queso parmesano, 410 Kcal; el chocolate, unas 530 Kcal, las avellanas, unas 655 Kcal; la mayonesa, 720 Kcal. Es decir, un plátano grande tiene menos calorías que diez gramos de mayonesa o margarina y menos que un huevo,…. ¿Prescindir de él no sería como matar moscas a cañonazos? La sacarina en el café después de una opulenta comida. La fruta, exceptuando el coco o los dátiles, no engorda. Ni el plátano y medio que lleva este postre.
Todavía falta un año para el 150 aniversario de la publicación de “El origen de las especies” y ya empiezan a aparecer muchos artículos recordándome (como si hiciese falta) lo poco que soy, que soy el final de una rama (o parte de mi información genética) incapaz de sobrevivir a estos tiempos.
La aplicabilidad y ¿veracidad? de la teoría es indiscutible, salvo que te guste negar lo evidente para no tirar por tierra las teorías represoras y opresoras que predicaba el párroco de mi pueblo en aquellos tiempos de infancia. Queda claro, pues, que me aferro a dicha teoría, hasta que alguien me demuestre, demuestre, lo contrario, sin actos de fe ni premisas inverosímiles.
Para que la evolución, mi evolución, fuese posible harían falta dos factores: (1) reproducción, en la que parte de mi material genético se comparta equitativamente con otro afín (ja, ja, ja,…). No discutiré la posibilidad de este punto, no es el momento. Si con ello no fuese suficiente entramos en el punto más crítico (todavía) y definitivamente imposible, (2) que las especies (cfr. Pepinho en este caso) más adaptadas con el entorno sobrevivan. La única forma de lograrlo sería que mis genes (parte de ellos) ejerciesen de parásitos acompañando a otros que sí fuesen ventajosos dentro de esta insufrible sociedad.
Mis genes (yo) deberían soportar las telenovelas, adorar las compras y el marketing, ser capaces de no odiar esos odiosos y timadores programas de llamadas nocturnos que se prodigan y reproducen como ratas. Deberían admitir la palabra “objetividad”, la existencia de una ser supremo (Bush) y de otro maligno que quiere acabar con la vida de la “gente sensata” (el de turno). Deberían tener capacidad para pronunciar la expresión “¿me entiendes?” o “súper–“ entre 6 ó 7 veces por frase, “¿me entendéis?” (Por ej.: “Es superguay y superfuerte, ¿me entiendes?”). Deberían tener los ojos cerrados.
No sé cómo he llegado hasta aquí, tal vez porque antes no existía televisión y el medio no era el mensaje. Sin duda, estoy destinado a desaparecer.
Darwin también me perturba en otro punto, el origen común de todo ser vivo. Un conjunto de seres que se diferencian únicamente en la ordenación de cierto tipo de moléculas llamados aminoácidos (A-G-T-C). Ni un vegetariano está a salvo del canibalismo del “más fuerte” (¡compartimos 1/3 de la información genética con un Narciso!) que hará que muchos sobrevivan y lo poco que me queda de cordura desaparezca para siempre.
Ingredientes
Streusel de almendra/avellana al cardamomo
Opcionalmente, pueden añadirse unas semillas de amapola. Si usamos semillas de amapola podemos disminuir la cantidad de almendra molida.
Bizcocho de plátano con base de manzana
(2) Batimos los plátanos con la esencia de vainilla y unas gotas de zumo de limón, se hará rápidamente para evitar la oxidación (los míos ya estaban negros antes). Vertemos el puré y el aceite (suave) sobre la masa y mezclamos delicadamente con una espátula de plástico. De inmediato, cortamos la manzana bien fina hasta acabarla y cubrir la base del molde con un par de capas. Espolvoreamos con un poco de azúcar (a gusto) y vertemos la mezcla del pastel de plátano.
(3) Introducimos en el horno precalentado a 180ºC. A los 8-10 minutos, cuando la masa tenga la consistencia apropiada para sostener el streusel, desmenuzamos el streusel (rápidamente) sobre el bizcocho y (opcionalmente) espolvoreamos con unas almendras fileteadas o troceadas. Cocinamos hasta que esté hecho, entre 15-25 min. Si no usamos streusel podemos cubrirlo a mitad de la cocción con papel de aluminio para que no se tueste en exceso.
Un sencillo pastel con un delicioso sabor a plátano y crujiente.
Las próximas publicaciones serán por tantas, en bloques de varias recetas publicadas durante sus mañanas de jornada laboral, cuando M no esté, y pueda acercarme hasta un cibercafé (como supongo que pasará en este caso). Las presuntas vacaciones están mermando mi tiempo y mis ataduras parecen mayores que durante la época laboral. No seré pesado, ni daré vueltas al tema, no quiero que se me tache de aquello que pretendo, precisamente, mitigar: el egoísmo.
Empezaré con postres caseros rápidos, algunos rescatados de un cajón perdido después de varios años en los brazos del olvido. Recetas escritas en papeles amarillentos salpicados de unas gotas de aceite o manchas grasas de origen incierto. Otras serán versiones de recetas olvidadas que podrían caer enterradas definitivamente por las de la nueva repostería, si es que existe esa denominación como tal. Empiezo con este sencillo y riquísimo pastel de plátano que era bizcocho y una cobertura transformó en pastel;-).
A María le encanta el plátano. Le gustan muy maduros, casi negros, pero no abusa de ellos por ser una fruta, frente a otras, rica en hidratos de carbono. Claro, comparado con otras frutas como las fresas es más calórico, pero mucho menor que cualquier otro plato o postre que se me pueda venir a la cabeza en este mismo instante. Un plátano tiene unas 80 Kcal por 100 gr.; los dátiles, unas 300 Kcal; las yemas de huevo, unas 339 Kcal; un queso parmesano, 410 Kcal; el chocolate, unas 530 Kcal, las avellanas, unas 655 Kcal; la mayonesa, 720 Kcal. Es decir, un plátano grande tiene menos calorías que diez gramos de mayonesa o margarina y menos que un huevo,…. ¿Prescindir de él no sería como matar moscas a cañonazos? La sacarina en el café después de una opulenta comida. La fruta, exceptuando el coco o los dátiles, no engorda. Ni el plátano y medio que lleva este postre.
Todavía falta un año para el 150 aniversario de la publicación de “El origen de las especies” y ya empiezan a aparecer muchos artículos recordándome (como si hiciese falta) lo poco que soy, que soy el final de una rama (o parte de mi información genética) incapaz de sobrevivir a estos tiempos.
La aplicabilidad y ¿veracidad? de la teoría es indiscutible, salvo que te guste negar lo evidente para no tirar por tierra las teorías represoras y opresoras que predicaba el párroco de mi pueblo en aquellos tiempos de infancia. Queda claro, pues, que me aferro a dicha teoría, hasta que alguien me demuestre, demuestre, lo contrario, sin actos de fe ni premisas inverosímiles.
Para que la evolución, mi evolución, fuese posible harían falta dos factores: (1) reproducción, en la que parte de mi material genético se comparta equitativamente con otro afín (ja, ja, ja,…). No discutiré la posibilidad de este punto, no es el momento. Si con ello no fuese suficiente entramos en el punto más crítico (todavía) y definitivamente imposible, (2) que las especies (cfr. Pepinho en este caso) más adaptadas con el entorno sobrevivan. La única forma de lograrlo sería que mis genes (parte de ellos) ejerciesen de parásitos acompañando a otros que sí fuesen ventajosos dentro de esta insufrible sociedad.
Mis genes (yo) deberían soportar las telenovelas, adorar las compras y el marketing, ser capaces de no odiar esos odiosos y timadores programas de llamadas nocturnos que se prodigan y reproducen como ratas. Deberían admitir la palabra “objetividad”, la existencia de una ser supremo (Bush) y de otro maligno que quiere acabar con la vida de la “gente sensata” (el de turno). Deberían tener capacidad para pronunciar la expresión “¿me entiendes?” o “súper–“ entre 6 ó 7 veces por frase, “¿me entendéis?” (Por ej.: “Es superguay y superfuerte, ¿me entiendes?”). Deberían tener los ojos cerrados.
No sé cómo he llegado hasta aquí, tal vez porque antes no existía televisión y el medio no era el mensaje. Sin duda, estoy destinado a desaparecer.
Darwin también me perturba en otro punto, el origen común de todo ser vivo. Un conjunto de seres que se diferencian únicamente en la ordenación de cierto tipo de moléculas llamados aminoácidos (A-G-T-C). Ni un vegetariano está a salvo del canibalismo del “más fuerte” (¡compartimos 1/3 de la información genética con un Narciso!) que hará que muchos sobrevivan y lo poco que me queda de cordura desaparezca para siempre.
Ingredientes
Streusel de almendra/avellana al cardamomo
Opcionalmente, pueden añadirse unas semillas de amapola. Si usamos semillas de amapola podemos disminuir la cantidad de almendra molida.
- 60 gr. de mantequilla fría.
- 60 gr. de azúcar.
- 60 gr. de harina.
- 14 gr. de semillas de amapola.
- 3 vainas de cardamomo
- 36 gr. de almendra/avellana molida (si no usamos semillas de amapola, usaremos unos 60 gr.)
- Una pizca de sal, mejor flor de sal.
Bizcocho de plátano con base de manzana
- 55 gr. de harina de repostería.
- 10 gr. de maicena (harina refinada de maíz).
- 1 cucharilla de té de levadura química (Royal).
- 1 cucharilla escasa de bicarbonato.
- Una pizca de sal.
- 2 huevos
- 65 gr. de azúcar moreno.
- 6 ml. de extracto de vainilla.
- Unas gotas zumo de limón.
- 135 gr. de plátano (Unos dos pequeños. Estaban demasiado maduros.)
- 40 gr. de aceite de girasol (o semillas).
- 1 manzana (mejor reineta)
- Azúcar para espolvorear.
(2) Batimos los plátanos con la esencia de vainilla y unas gotas de zumo de limón, se hará rápidamente para evitar la oxidación (los míos ya estaban negros antes). Vertemos el puré y el aceite (suave) sobre la masa y mezclamos delicadamente con una espátula de plástico. De inmediato, cortamos la manzana bien fina hasta acabarla y cubrir la base del molde con un par de capas. Espolvoreamos con un poco de azúcar (a gusto) y vertemos la mezcla del pastel de plátano.
(3) Introducimos en el horno precalentado a 180ºC. A los 8-10 minutos, cuando la masa tenga la consistencia apropiada para sostener el streusel, desmenuzamos el streusel (rápidamente) sobre el bizcocho y (opcionalmente) espolvoreamos con unas almendras fileteadas o troceadas. Cocinamos hasta que esté hecho, entre 15-25 min. Si no usamos streusel podemos cubrirlo a mitad de la cocción con papel de aluminio para que no se tueste en exceso.
Un sencillo pastel con un delicioso sabor a plátano y crujiente.
Pepinho, te escribo aquí por si lo lees me encantó esta receta por el streusel,me gustaría hacerlo con semillas de amapolas me encantan. Mañana cumplo un año de Blog yo sé que nos es mucho pero han pasado tantas cosas y ha sido tan especial, nunca tienes tiempo para ir a otros blogs pero si tienes mañana haré una receta especial de celebración. Pero lo más que te quiero decir que te quiero mucho (ya me da un poquito de verguenza decirlo) pero te lo digo para que te sientas acompañado, como me gustaría ayudarte más, darte alegría, reirme contigo, pero estamos tan lejos, te mando muchos cariños y besos, de tu amiga que te quiere mucho, Gloria
ResponderEliminarWOW, me encanto la receta, gracias por consentirnos tanto, con tan ricas y dulces recetas ;) salu2 Patty
ResponderEliminarHola Pepinho, te envío un saludo para decirte que me entristece lo que escribes. Tienes tanta sensibilidad, como la de un pintor o casi la de un poeta que me lleva a decirte que no te sientas tan solo, que no te afecte tanto esa levedad de la que por ahí hablaste y aunque te seguiré leyendo, mi yo masoquista me invita a disfrutar contrariamente la tinta virtual que envías, te envío un saludo desde la lejanía física para decirte que no estás solo.
ResponderEliminarUn abrazo desde Guadalajara, México.
Luis
Pepinho, Pepinho que serà de ti?? mirando la fecha de tu ultima receta ha pasado una semana y parece taaaanto tiempo!!! para que veas que te extrañamos, Cuanto piden de rescate???? ji, yo podrìa aportar con algo. we miss you!! besos...Gloria
ResponderEliminar