Cake de zanahoria, avellana y frutas confitadas

Sinceramente tuyo, Pepinho

Sinceramente vuestro, Pepinho
Querid@s amig@s. Una semana da para mucho, para muchas preguntas y opiniones, para temas sin respuesta. Claudia me decía, con razón, que necesitaba una realimentación, una respuesta. Las palabras que caen en saco roto se pierden para siempre y la sensación de vacío es grande. Perdón, esta vez con excusa.

No soy creyente, ¡lo he dicho tantas veces!, quizás para autoreafirmarme de la duda agnóstica. Me imagino a los creyentes de cualquier religión con plegarias al vacío que se sostienen en su fe y que, pese a todo, siguen orando aunque sea a modo de placebo. Soy la antítesis divina, no un demonio, soy otro orador más con más limitaciones que la mayoría de vosotros. Qué bonito podría poder ser, por lo menos, el mago de Oz de un ejército de hombres de hojalata que descubren la ¿falsedad? o humanidad del mago y que debajo de las latas que los recubren hay un corazón… y no soy más que el león cobarde.


Me resulta más cómodo y sencillo poder responder a algunas cuestiones de este modo, con una entrada nueva. Un propósito de borrón y cuenta nueva, retomar los antiguos temas llevaría una eternidad. Sin dar nombres, yo también me he preocupado por el estado de salud de alguna amiga que hace tiempo que no aparece o por aquellos otros problemas familiares que os tienen en vela. Sobre las recetas, sólo comentar que los tiempos casi siempre son estimativos (en el pastel de Coca Cola podrían necesitarse hasta 10 ó 15 minutos más para su cocción, sin añadir más harina) o que cada uno debe descubrir las características de su propio horno a base de pruebas.

(Atardercer desde el ferry que sale de Kadiköy, orilla asiática)

Lo de “la tierra de las gominolas” pretendía ser un guiño a las delicias turcas, lo más parecido en apariencia y textura, hechas con un jarabe, aromas, maicena y, a veces, algún fruto seco. Esta vez no os aburriré con ningún diario de viaje, sólo recordaré y describiré con el paso de los días algunos momentos, utilizando las fotografías como elementos de recuerdo. Una imagen…

Hemos estado una semana en Estambul. Volvimos el viernes (nos acostamos a las 4:30 de la madrugada) y llevo un par de días agotado, buscando el espacio perdido e intentado volver a recuperar mi tiempo, robándolo poco a poco de esos momentos de compañía que tanto me cuesta usurpar (María es muy celosa de mi aficiones). Recuperando mi tiempo poco a poco, si es que alguna vez lo he tenido.

(Not) It’s too cake
No es demasiado cake, sólo que me viene a la cabeza ese juego de palabras con la canción de Carol King. Hasta que me canse, lo dudo, seguiré en mis trece de retomar sencillos postres caseros. Los de zanahoria como éste son una de mis debilidades, esta vez en su versión cake. Un resultado ultra esponjoso ante una masa que inicialmente no lo parece tanto.

En la anterior receta usaba las frutas confitadas para combinarlas con el chocolate, muy común. Ahora, con la avellana y la zanahoria, el contraste es mayor y el realce de sabores también. Con la cobertura la combinación es casi perfecta.

Bueno, tengo que hacer tantas cosas esta mañana. Para empezar, correr, después un par de compras y, por último, la comida. Las primeras labores las he hecho nada más levantarme.

Sábado, 30 agosto del 2008
Sólo a mí se me ocurre acostarme pasadas las tres de la madrugada en la víspera de un viaje. Es difícil modificar la rutina cuando se lleva así más de un mes, aunque al día siguiente tenga que levantarme a las 6 menos cuarto. Las consecuencias las estoy pagando ahora.

En el vuelo Madrid-Estambul la comida de siempre con esa mezcla de olores inapetentes. Únicamente me he tomado el postre y, para contentar a María, una mini ensalada sin aliño.

(En ferry desde Kadiköy)

Bastantes días después
El diario será semanario, ¡qué más da! Os aburriría con mis eternas divagaciones sobre las supuestas bellezas del destino manchadas con unas gotas, chapapotes, de momentos de agobio y tensión.

Los turistas accidentados ayer (no estábamos en ese grupo ni lugar) nos acompañan en el vuelo de vuelta. Fue esa noticia la que alarmó a mi padre para llamarnos ayer noche de modo urgente.
Lo de siempre como nunca. Los mismos trucos y las mismas precauciones, ahora generadas de manera automática. ¿Cómo cerciorarse de estar en el centro (comercial)? Si ves un Zara puedes estar segur@. Si nos encontramos en una zona muy turística y un agua cuesta un riñón, entra María a comprarla en cadenas de precio fijo: McDonald’s o Starbucks Coffe. Que no hay baños próximos y no quieres consumir, pues volvemos a entrar en ese tipo de establecimientos de (auto)servicio (de ahí su nombre ;-) ) “por la cara”, “by the face”… En cambio, si hay que comer (salvo en países con dudosa higiene) lo haremos en establecimientos de comida local, nunca en multinacionales.

Pregunta, no te cortes, y será más difícil ser timado. No sería la primera vez… ni la última (por desgracia). No es por el dinero, es más un problema de orgullo y no quedarnos con cara de tonto durante unas horas. Esta vez no hemos caído ante las (conocidas) triquiñuelas de un par de timadores en busca de turistas despistados. No te fíes, “os bos e xenerosos” caerán más fácilmente.

(En el harem de Topkapi)

Definición
Definición. Regateo.- (1) Actividad de compraventa en la que el comprador se va satisfecho, orgulloso y con la duda de saber si ha sido timado, y el comprador se queda convencido y con la absoluta certeza de haberlo hecho. (2) Dícese de la principal actividad del turista que visita lugares que él presupone más económicos.

(Orando en la mezquita de Beyazit)

Estambul es una ciudad de contrastes, o así lo he sentido. De un barrio musulmán, con mujeres ocultas en su totalidad por burqas negros, chador o nicáb, puedes pasar a recorrer unas calles totalmente occidentalizadas (Bağdat Cad., …), tanto que podrías imaginarte estar en el mismo París.

El bicho raro que corre sólo se ha sentido a gusto, cómodo y sin miradas acusadoras, Bósforo arriba, más allá del puente, entre aquellos pueblos de bellísimas casas decimonónicas y embarcaderos…

Ingredientes

• 95 gr. de harina de repostería.
• 10 gr. de levadura química (Royal).
• Una pizca de sal.
• 2 huevos grandes (120 gr.)
• 120 gr. de azúcar.
• 10 ml. de esencia de vainilla.
• 30 gr. de almendra molida.
• 130 gr. de avellana molida.
• 15 gr. de mantequilla derretida (puede sustituirse por 10 ml de aceite).
• 15 ml. de aceite de oliva (suave).
• 245 gr. de zanahoria rallada.
• 60 gr. de avellana troceada (pueden usarse nueces).
• 80 gr. de frutas confitadas troceadas finas.

Glaseado

• 200 gr. de azúcar polvo.
• ~32 ml. de zumo de naranja.
• Unas gotas de zumo de limón.

(1) Rallamos la zanahoria y troceamos la avellana (o nueces) en fragmentos gruesos. Precalentamos el horno a 170º C. Engrasamos y enharinamos un molde para Cake. Mezclamos la harina con la levadura química y una pizca de sal. Reservamos. En un cuenco grande batimos los huevos con el azúcar hasta que queden bien espumosos y blanquecinos.

(2) Sobre los huevos, vertemos cuidadosamente la esencia de vainilla, la almendra, la avellana molida, la mantequilla derretida pero fría, el aceite, la mezcla de harina, la zanahoria y, por último, los trozos gruesos de avellana y la fruta confitada. Vertemos sobre el molde y horneamos durante unos 42-48 min., hasta que al pinchar con un cuchillo salga limpio.

(2) Retiramos el molde para cake y lo ponemos en un baño de agua fría para que no se siga cociendo. Desmoldamos y apoyamos en una rejilla para que se enfríe. Preparamos el glaseado mezclando el azúcar con el zumo de naranja y limón hasta formar una pasta homogénea y fácil de trabajar. Podemos facilitar el trabajo calentando la mezcla a fuego muy bajo.
Cubrimos y llevamos al frigorífico. Como todos los cakes, mejor de un día para otro. El frío ayuda la conservación y favorece el afianzamiento de sabores. Lo retiraremos del frío antes de consumir. Delicioso.