Río Bravo
Todavía falta “algo” para la Pascua, pero ahí va la primera aportación de origen italiano a la festividad. Ahora muchos estarán pensado en platos o postres para la víspera del Día de Todos los Santos (All Hallow's eve), ahora Halloween. Ya he visto la micro-mercadotecnia al servicio del consumo. Doblando una esquina, camino del Ensanche, he visto una tienda con un escaparate repleto de disfraces de todo tipo. Al principio hasta he llegado a pensar que era carnaval.
Al contrario de lo que podría presuponerse, el Halloween no es una tradición de origen USA ni anglosajona, es una festividad de origen Celta que todavía se festeja en muchos lugares de Galicia, el Samaín (Samhuin) (un, dous, tres). Si se tercia, nos tomaremos una queimada para alumbrar la noche oscura.
Por suerte, pese a las dificultades fronterizas y las trabas legislativas, hace mucho que no existen demasiadas barreras culturales, las tradiciones y cultura han pasado de unos países a otros gracias a la inmigración/emigración (algunos dirían, “por culpa de…”). GRACIAS. En Argentina, país que ha bebido de muchas culturas y costumbres europeas: italiana, española o alemana, principalmente después de la segunda guerra mundial, éste también se ha convertido en un pastel salado con bastante popularidad. Recuerdo muchos personajes célebres argentinos con apellido italiano o alemán, empezando por “dios” (con minúscula, que nadie se ofenda), Diego, o el ex presidente K.
Volviendo a lo que realmente nos interesa, esta “empanada” puede tomarse tanto templada, como a mí más me gusta, o fría. Si la hacemos con hojaldre, al reblandecerse, para mi gusto pierde un poco de calidad a medida que pasan las horas. Por otro lado, las espinacas prefiero cocinarlas en un poco de aceite hasta que estén en su punto, no más, al cocerlas muchos de sus aromas y propiedades se quedan en el agua.
Qué fácil es pasar la frontera que separa la libertad de expresión de la ofensa. Me pregunto por qué tengo que pedir perdón por mis opiniones y aquellos que piensan de otro modo no se ven obligados a hacerlo. Papá nos acostumbró a revolcarnos por el lodo, a bajarnos los pantalones, a resignarnos. Los pobres estaban hechos para agacharse ante los caciques, existía (y en muchos todavía perdura) un sentimiento de gratitud hacia ellos, como si se les debiese la vida por dejarnos un poco de sangre en las venas. “Veñen dadas”. Mamá me enseñó a llorar.
Ese día me levanté y había luna llena. Tras la ventana, sin trípode y mientras hacía la cama, no pude evitar ver cómo me miraba. Era una visión borrosa y mañanera, pero hermosa. En la amplia plaza, entre los dos edificios que se levantan al otro lado de ella, se puede ver atardecer y otras veces, como ese día, observar cómo la luna desaparece poco a poco.
Definitivamente el fin de semana pasado decidimos irnos a última hora del viernes a A Illa, el tiempo se prometía (y lo fue) agradable y una paseo por la playa es como para olvidarte del mundo. El viernes, después de haber pasado una hora ya nos habíamos olvidado de todo el estrés que a veces provoca Santiago. La falta de tiempo y las largas distancias para, simplemente, comprar una docena de huevos.
El sábado comimos temprano. Nos fuimos a la playa y allí nos evadimos mientras el sol se iba. De vuelta pasamos por el puerto, con el móvil me permití hacer alguna fotografía sin pena ni gloria pero tranquila, como los barcos que esperaban serenos.
El domingo amaneció entre nieblas y todo me lo tomé con más calma. De vuelta de mi carrera matutina el sol había vuelto a aparecer y María ya había puesto las bolsas de playa en la puerta de casa. Era una directa a todas luces: hay que darse prisa. Hice la comida, cominos, e invité a que María se me adelantase mientras yo fregaba. Cansado, me quedé adormecido en el sofá con los estores izados mientras el sol me daba en la cara. Allí me quedé hasta su vuelta.
María se enamoró de esos atardeceres antes de conocerme. Fue cuando estuvo trabajando en Cambados. Entonces ella era una chica menos reflexiva, diría que le gustaba vivir al máximo. Como todos tuvo acierto y cometió errores, pero en su favor, diré que me los contó todos (o eso me ha dicho -tengo alguna duda-). En cambio, yo tengo historias y amores de adolescente que me he guardado para mí. No sería justo que ahora le hablase de cuán enamorado estaba de aquella chica cuando entré en el Instituto. Se quedó en eso, en sueños de adolescente que alguna vez me traen una sonrisa a la boca.
Ingredientes
Para un molde de unos 20 cm.
Antes de que se quemen los piñones y las pasas añadimos las espinacas picadas finas. Salpimentamos y removemos bien con una cuchara de madera, teniendo cuidado de que el sofrito no se queme. Dejamos que se reduzcan hasta que estén (casi) hechas, unos minutos. Retiramos en un cuenco y dejamos enfriar.
(2) Mezclamos la ricotta con las espinacas, el parmesano, el huevo y la yema, uno a uno, y un poco de nuez moscada. Rectificamos la sal y la pimienta.
Estiramos la(s) lámina(s) de hojaldre hasta que queden finas. Cubrimos con el hojaldre la base del molde ligeramente engrasado y enharinado, pinchamos ligeramente la superficie con un tenedor para evitar que suba y vertemos el relleno de espinacas.
Formamos 3 ó 4 huecos en los que depositaremos los otros huevos (sin cáscara ;-)) y cubrimos con el hojaldre restante. Formamos un agujero en el centro del hojaldre, pinchamos la superficie con un tenedor y pintamos huevo batido o yema (podríamos haber reservado una pizca del huevo usado en el relleno).
Introducimos en el horno precalentado a unos 200º C y cocinamos hasta que esté hecho y tenga un ligero tono, entre 25 y 30 min. Tomamos templado o frío, para gustos. El hojaldre tiende a reblandecerse a medida que pasa el tiempo, por lo que personalmente la prefiero templada o sólo un par de horas después de haber sido horneada.
Hoy no estoy para muchas historias. Pero estoy.
Todavía falta “algo” para la Pascua, pero ahí va la primera aportación de origen italiano a la festividad. Ahora muchos estarán pensado en platos o postres para la víspera del Día de Todos los Santos (All Hallow's eve), ahora Halloween. Ya he visto la micro-mercadotecnia al servicio del consumo. Doblando una esquina, camino del Ensanche, he visto una tienda con un escaparate repleto de disfraces de todo tipo. Al principio hasta he llegado a pensar que era carnaval.
Al contrario de lo que podría presuponerse, el Halloween no es una tradición de origen USA ni anglosajona, es una festividad de origen Celta que todavía se festeja en muchos lugares de Galicia, el Samaín (Samhuin) (un, dous, tres). Si se tercia, nos tomaremos una queimada para alumbrar la noche oscura.
Por suerte, pese a las dificultades fronterizas y las trabas legislativas, hace mucho que no existen demasiadas barreras culturales, las tradiciones y cultura han pasado de unos países a otros gracias a la inmigración/emigración (algunos dirían, “por culpa de…”). GRACIAS. En Argentina, país que ha bebido de muchas culturas y costumbres europeas: italiana, española o alemana, principalmente después de la segunda guerra mundial, éste también se ha convertido en un pastel salado con bastante popularidad. Recuerdo muchos personajes célebres argentinos con apellido italiano o alemán, empezando por “dios” (con minúscula, que nadie se ofenda), Diego, o el ex presidente K.
Volviendo a lo que realmente nos interesa, esta “empanada” puede tomarse tanto templada, como a mí más me gusta, o fría. Si la hacemos con hojaldre, al reblandecerse, para mi gusto pierde un poco de calidad a medida que pasan las horas. Por otro lado, las espinacas prefiero cocinarlas en un poco de aceite hasta que estén en su punto, no más, al cocerlas muchos de sus aromas y propiedades se quedan en el agua.
Qué fácil es pasar la frontera que separa la libertad de expresión de la ofensa. Me pregunto por qué tengo que pedir perdón por mis opiniones y aquellos que piensan de otro modo no se ven obligados a hacerlo. Papá nos acostumbró a revolcarnos por el lodo, a bajarnos los pantalones, a resignarnos. Los pobres estaban hechos para agacharse ante los caciques, existía (y en muchos todavía perdura) un sentimiento de gratitud hacia ellos, como si se les debiese la vida por dejarnos un poco de sangre en las venas. “Veñen dadas”. Mamá me enseñó a llorar.
Ese día me levanté y había luna llena. Tras la ventana, sin trípode y mientras hacía la cama, no pude evitar ver cómo me miraba. Era una visión borrosa y mañanera, pero hermosa. En la amplia plaza, entre los dos edificios que se levantan al otro lado de ella, se puede ver atardecer y otras veces, como ese día, observar cómo la luna desaparece poco a poco.
Definitivamente el fin de semana pasado decidimos irnos a última hora del viernes a A Illa, el tiempo se prometía (y lo fue) agradable y una paseo por la playa es como para olvidarte del mundo. El viernes, después de haber pasado una hora ya nos habíamos olvidado de todo el estrés que a veces provoca Santiago. La falta de tiempo y las largas distancias para, simplemente, comprar una docena de huevos.
El sábado comimos temprano. Nos fuimos a la playa y allí nos evadimos mientras el sol se iba. De vuelta pasamos por el puerto, con el móvil me permití hacer alguna fotografía sin pena ni gloria pero tranquila, como los barcos que esperaban serenos.
El domingo amaneció entre nieblas y todo me lo tomé con más calma. De vuelta de mi carrera matutina el sol había vuelto a aparecer y María ya había puesto las bolsas de playa en la puerta de casa. Era una directa a todas luces: hay que darse prisa. Hice la comida, cominos, e invité a que María se me adelantase mientras yo fregaba. Cansado, me quedé adormecido en el sofá con los estores izados mientras el sol me daba en la cara. Allí me quedé hasta su vuelta.
María se enamoró de esos atardeceres antes de conocerme. Fue cuando estuvo trabajando en Cambados. Entonces ella era una chica menos reflexiva, diría que le gustaba vivir al máximo. Como todos tuvo acierto y cometió errores, pero en su favor, diré que me los contó todos (o eso me ha dicho -tengo alguna duda-). En cambio, yo tengo historias y amores de adolescente que me he guardado para mí. No sería justo que ahora le hablase de cuán enamorado estaba de aquella chica cuando entré en el Instituto. Se quedó en eso, en sueños de adolescente que alguna vez me traen una sonrisa a la boca.
Ingredientes
Para un molde de unos 20 cm.
- 2 dientes de ajo (no grandes).
- 1 chalota (ó ¼ cebolla) (opcional)
- Un puñado de piñones
- Un puñado de pasas sultanas
- 300 gr. de espinacas picadas finas (uso una bolsa de espinacas limpias).
- 90 gr. de queso ricotta
- 30 gr. de parmesano rallado.
- 1 yema de huevo.
- 1 huevo.
- Sal
- Pimienta
- Nuez moscada
- Aceite de oliva y mantequilla.
- 1 lámina de hojaldre grande, con la que puedan formarse dos láminas.
- 3 ó 4 huevos.
Antes de que se quemen los piñones y las pasas añadimos las espinacas picadas finas. Salpimentamos y removemos bien con una cuchara de madera, teniendo cuidado de que el sofrito no se queme. Dejamos que se reduzcan hasta que estén (casi) hechas, unos minutos. Retiramos en un cuenco y dejamos enfriar.
(2) Mezclamos la ricotta con las espinacas, el parmesano, el huevo y la yema, uno a uno, y un poco de nuez moscada. Rectificamos la sal y la pimienta.
Estiramos la(s) lámina(s) de hojaldre hasta que queden finas. Cubrimos con el hojaldre la base del molde ligeramente engrasado y enharinado, pinchamos ligeramente la superficie con un tenedor para evitar que suba y vertemos el relleno de espinacas.
Formamos 3 ó 4 huecos en los que depositaremos los otros huevos (sin cáscara ;-)) y cubrimos con el hojaldre restante. Formamos un agujero en el centro del hojaldre, pinchamos la superficie con un tenedor y pintamos huevo batido o yema (podríamos haber reservado una pizca del huevo usado en el relleno).
Introducimos en el horno precalentado a unos 200º C y cocinamos hasta que esté hecho y tenga un ligero tono, entre 25 y 30 min. Tomamos templado o frío, para gustos. El hojaldre tiende a reblandecerse a medida que pasa el tiempo, por lo que personalmente la prefiero templada o sólo un par de horas después de haber sido horneada.
Hoy no estoy para muchas historias. Pero estoy.
Para mi templada por favor. Esta es una de mis recetas favoritas, porque me encantan las espinacas y poque esta se ve supercalifragilextrapialidoso!!! o sea fantástico diría Mary Poppins, no hay caso amo a los hombre que cocinan!!! Pepinho se ve delicioso y no tienes que pedir disculpas ya te lo dijimos, muchos cariños, Gloria
ResponderEliminarAyer precisamente estuve hablando con un argentino de esta empanada. que su madre les preparaba para ir al colegio. Esta y otras muchas, una delicia.
ResponderEliminarUn saludo, Begoña
Deliciosa y espectacular. Como siempre, un deleite visitarte.
ResponderEliminarcanela
Dios mío.....
ResponderEliminarAcabo de descubrir tu blog...y esto va a ser durísimo...si cabe.
Soy masoquista y todos los días en estas horas me dedico a repasar mis blogs culinarios favoritos, ya te podrás imaginar la cantidad de saliva que produzco, tendría para donar.
Y ya es raro que piense que no sobra nada, nada de literatura, en un blog de este tipo. Creas un ambiente increible para degustar sin probar.
Enhorabuena!!
Gracias, gracias, gracias....!!!!!!!!
ResponderEliminaresta la hago ya, pero ya; para mañana mismo.
Sabes? acertaste de pleno. Os daré una primicia rapidita: hojaldre, queso, espinacas, sobrasada (en crema)´, más queso, más hojaldre, cerrar, pintar y al horno. Esta es mi empanada favorita y de las que más éxito tienen con las visitas. Me la piden siempre y la tomo como tú, templadita.
Así que haya un poco de quid procuo (no sé cómo se escribe y no tengo tiempo de comprobarlo, así que.... sorry). Besos. OLGA.
Ummm,
ResponderEliminarA mi las empanadas me encantan pero si me las hace mi mamá... ¡¡qué cara tengo!! pero es que le salen muy muy ricas. ;DD
Un beso a todos.
Me has leido el pensamiento, habia pensado en preparar hoy una empanada de jamón york, beicon, datiles y queso, no la he probado aun, pero por variar de la tipica de pisto y atún. La tuya se ve deliciosa, la probare pronto.
ResponderEliminarBesos y feliz fin de semana.
Gracias,
ResponderEliminarUn día pondré la de mi madre. Rica, rica, una de harina maíz con berberechos o sardinas.Un clásico por estas tierras.
La hago como ella, a ojo, pero intentaré "tomar medidas" al respecto.
Besos.
Es una pasada pasear por tu blog, ver tus recetas (excelentes) y leerte. Gracias
ResponderEliminarPTNTS
Dolça
Pues yo de lo verde como pocas cosas. Así soy de rara, pero es que desde pequeña hay cosas por las que no paso ni pasaré, y las espinacas son una. Se las dejo para Popeye (jamás entendí el por qué de las espinacas y no de chocolate).
ResponderEliminarPero yo tendré empanada de xoubas de nuevo , y van 3 que me salen muy ricas. Y este finde tengo a mi madre conmigo.
Un besazo a tod@s y a ti Pepinho que lo disfrutes.
Muac,
Berta
Si, si, si, la de maiz con berberechos la mejor, está riquíiiiiiiiisima, me leíste el pensamiento.
ResponderEliminarEse clásico es mi clásico.
Yo como Berta, de lo verde poco aunque lo pruebo todo pero no es mi favorito en la cocina.
Saludos.
Mado.
mmmmmm, pinta buenisima como todo lo que haces, hoy me animare con la tarta de queso chocolate y bailies, ya te contare
ResponderEliminaren cuanto a las empanadas lo mejor de ellas es los faciles que son ;), el hojaldre no es mi favorito para las empanadas prefiero la masa de empanadita aqui esta una version http://elaromadelavida.blogspot.com/2008/09/empanada-de-pollo.html
es la que mejor me queda, probare con este relleno pues lo de los huevos enteros me parece muy pero muy original, un abrazo pepinho, aunque suene cursi eres inspirador! en tus historias, en tus fotos y en tus recetas (como siempre hablo a titulo personal)
Pues acabo de hacer la susodicha Pasqualina anoche mismo.
ResponderEliminarEso si, ante la ausencia de queso ricotta, tuve que recurrir al gorgonzola, con lo cual quedó algo distinta, pero leches ¡que buena!
Esto de las quiches es una de mis especialidades culinarias. Y hago una muy parecida, pero el toque que lleva esta no lo había conseguido antes.
Un abrazo y enhorabuena por tu blog.