Claro de luna
Tener un bebé en casa es tener el frutero y el frigorífico repleto de fruta y alguno de esos potitos preparados que nos sacan del apuro cuando queremos salir de casa o estamos un poco apurados de tiempo. En nuestra casa, conservando la costumbre y ese gusto heredados de mi padre, la fruta nunca ha faltado, me encanta y me la devoro con suma facilidad, salvo, curiosamente, el plátano, que raras veces como y sólo hago uso de él en postres, en dónde pasa a ser una de mis frutas preferidas. Con las fresas, en cambio, me sucede al contrario, me encantan, pero en postres pierden mucho de su sabor y no me convencen tanto como las frambuesas, por ejemplo. A María no le gusta demasiado la fruta, salvo un kiwi o mandarina por la mañana o algún plátano de vez en cuando.
Desde que hemos empezado a darle fruta a Teo, en el frutero nunca faltan plátanos y otras frutas maduras de fácil digestión. Durante estas semanas he empezado a hacer varios platos con plátano, la mejor forma que he encontrado para comerlo. En sucesivas semanas, e intentando no ser demasiado pesado,
pondréintentaré poner recetas que lleven plátano, aún a costa de que no sea al gusto de todos.
El aspecto, esponjosidad y textura de este postre es de un bizcocho tipo pudin, aireado y húmedo, con aceite y sin mantequilla. También he sustituido parte de la levadura química por bicarbonato, como hago muchas veces (en tortitas, por ejemplo) cuando deseo una masa aireada y sin sabores remanentes “extraños”. La levadura química está compuesta por gasificantes (bicarbonato sódico) más antioxidantes, acidulantes… Los primeros le dan esponjosidad, los segundos favorecen la textura y la conservación del postre.
Lo que me interesa en los bizcochos o tortitas es que la masa quede bien aireada (provocado por un gasificante como el bicarbonato), pero, debido a los efectos de los huevos y materias grasas, una cucharilla de levadura química puede ser más que suficiente para favorecer la conservación y mejorar su textura. Con las galletas puedo hacer al contrario, me interesa que la masa tenga una textura crujiente y sin demasiada esponjosidad, por ello puedo llegar a sustituir parte de la levadura química por crémor tártaro.
Como casi todo este tipo de pudines y bizcochos, gana sabor y gusto con el paso de dos o tres días. Yo prefiero conservarlo en el frigorífico y lo retiro una hora antes de tomarlo. Muchas veces lo acompaño de una salsa, que puede ser con plátano y caramelo, pero esta vez lo he cubierto de una suave capa con un ligero sabor a vainilla y queso que le ha quedado perfecta.
“… ya verás que divertido”. Quisiera hacer un llamamiento de especial desesperación a todos los constructores de juguetes para bebés. A esos que diseñan sonajeros, gimnasios, mantas de actividades, juguetes, pío-píos, mamá patas, hamacas o cualquier instrumento sonoro de uso durante el primer y segundo año de vida de un bebé. ¡Por favor! ¡No pongan esa música estridente, punzante, desafinada y machacona, que suena como la guitarra de Chikilicuatre tocada por el pianista de Cine de Barrio! Si aún fuesen unas sonatas con tonos reales… ¡si pueden los móviles me imagino que se podrán poner en juguetes y sonajeros!
Porque quienes lo sufren somos los papis y demás personal al cargo. Ellos no se cansan de darle al botoncito que hace sonar esos sonidos machacones, una y otra vez, incansables y sin ningún síntoma de agotamiento. “Pío, pío, piii…, pío, pío, piiii… ya verás que divertidooooo”.
Hoy domingo, hace unos pocos minutos, a altas horas de la madrugada (ya son las tres y media), me he acercado al ordenador de sobremesa al que llevaba mucho tiempo sin prestarle la mínima atención. Lo había encendido para que María preparase unos informes y allí se había quedado, stand by, esperando a que lo inspeccionase después de tanto tiempo en el olvido. Hacía más de un año que no lo utilizaba, sólo un par de veces para comprobar alguna aplicación en Linux. Quedaba poco espacio en el disco duro y me puse a buscar la causa, a la caza de archivos inútiles que pudiese borrar sin miedo. Me encontré con fotos del pasado, de hace dos o tres años, de platos cuyas recetas no habré escrito o si lo he hecho me resultaría muy difícil encontrar (donuts al horno, codornices, panes de varios tipos, un Kougelhopf,…). De las imágenes, lo que más me ha llamado la atención es la deformación del paso del tiempo. He intentado comparar esas pocas fotos en las que aparecía (siempre soy el fotógrafo) con la imagen física y mental actual que tengo de mí. No me reconocía.
Si tuviese que organizarlas en secuencia temporal me resultaría imposible, acabaría por agruparlas por meses y no por años, porque la evolución física sólo podría comprobarse entre los mismos meses de diferentes años. Como las vetas de los árboles o las capas de las rocas sedimentarias, han sido las circunstancias personales relevantes las que me han dejado marcas en el rostro, arrugas y envejecimientos acelerados por hechos trascendentales. Este año ha sido el nacimiento de Teo, que me ha marcado por dentro y dejado ciertas dosis de gravedad por fuera. Otras, una crisis personal, un decaimiento, una pérdida,..
He visto fotos en Praga, en las que ni me reconozco. En NY, anterior, aparece un Pepe en el que puedo reconocerme con más nitidez. En otras muchas fotos pueden verse a familiares, a amigos y a María. También ella ha cambiado, pero de un modo más lineal y constante, más equilibrado.
El fondo de escritorio es una foto realizada en Estocolmo. Nunca me había fijado en los detalles, sólo en el encuadre de una pequeña plaza presidida por unos árboles y circundada por unos bancos de madera. Acercándose por el centro aparece una mujer que está a un paso de la tercera edad. A la derecha, he ahí en dónde reside mi pequeño descubrimiento, pueden verse sentados en un banco a una joven, quizás pasados los treinta años, y a un señor de mediana edad. La mujer, sentada a escasos dos metros del varón, esta girada dirigiendo su mirada hacia el hombre en gesto de conversación. El hombre parece fijar su mirada hacia la cámara mientras habla. Más a la derecha hay otro hombre que ejerce de mero espectador dejando pasar el tiempo sentado en la repisa de una ventana baja.
He visto la foto muchísimas veces, pero sólo ésta me ha venido a la mente la conversación entre dos amantes en la clandestinidad. Él mayor que ella, ella más pasional y entregada. Podría ser un encuentro casual y una conversación de lo más trivial, pero no me lo parece o prefiero pensar que no lo es. La distancia marcada aparenta cierta discreción, recato público y pasión contenida, pero el gesto de la joven es de lo más cordial y entregado. La imaginación me lleva todavía más, hasta el punto de ver sus otras vidas, aquellas que en la rutina viven sin pasión, las que les ha tocado vivir porque las circunstancias les han empujado a ello. Él nunca se atreverá a dejar a su esposa, porque vive en la seguridad y tranquilidad de una mentira aceptada por ambas partes, ella lo dejaría todo si él se lo pidiese, algo que nunca hará.
Hoy ha sido mi último día de trabajo hasta el curso que viene. Otros años habría estado rebosante de felicidad, liberado de tanta tensión y leyendo mis primeros ladrillos del verano, época en la que se practica una lectura menos sesuda y más leve. Pero no, este año no tengo esa sensación de liberación ni me subo por las paredes planificando qué haré durante esas horas en las que María todavía trabaja. Las vacaciones reales son un concepto de la infancia que para un adulto puede resultar prácticamente utópico.
A medida que he ido teniendo más responsabilidades, algunas tan leves como hacer la comida o lavar los platos, durante todos los días te ves abocado a un sinfín de tareas no remuneradas, ni tan siquiera consideradas socialmente. Como muchas de esas madres de casa que han sacrificado su vida día a día, ocupando cada segundo en planificar y organizar las labores de casa. Por no hablar de los hijos, su presencia multiplica por un millón las responsabilidades y cada segundo de tu vida hasta que alcance la independencia afectiva se le tiene que dar un soporte que, dependiendo de la edad, puede llegar pesar como una losa sobre tu tiempo.
Hoy, lunes 29 de junio, hemos tenido el último Claustro del curso. Nuestro departamento, una vez más, se ha visto con una carga de trabajo que requiere nuestra presencia durante muchas más horas que la mayoría del personal docente. Para más, el próximo curso empezaremos ya en septiembre, con los alumnos de ESO y Bachillerato, cuando otros años teníamos todo el mes para preparar y organizar las clases hasta que los estudiantes empezasen a principio de octubre.
(…) Creo que hace mucho que no me necesitaba tanto tiempo para escribir una receta. Para cada palabra he necesitado encontrar ese momento de calma que durante el día es casi imposible. El correo ya ni lo he leído, salvo rarísimas y puntuales excepciones. La receta que presento es una que fue realizada el 12-13 de junio, hace más de quince días.
Ayer domingo por la tarde reapareció el sol para que pudiese dar un paseo con Teo y conseguir que durmiese mientras María repasaba un informe. Todavía con la ropa de deporte y descuidado, llevé a Teo a unos de los rincones próximos que más me gustan: El Campus Sur (antes era simplemente: “El Campus”). Cuando estudiaba me encantaba pasar de camino a la facultad por la proximidad de los Colegios Mayores, justo al lado de la (incomprensible, inútil y surrealista) pista de hockey sobre hierba. Nunca he entendido la utilidad de esa pista, aquí, en donde la tradición y afición por otro hockey que no sea sobre patines es inexistente. Pensaba que era una de esas concesiones que dan muchas Universidades al elitismo, como esa manía de practicar deportes minoritarios como rugby o soccer en algunas universidades estadounidenses. Pero es bello, ese campo de pequeña hierba segada, siempre libre y vallado es una estampa curiosamente hermosa, las pocas veces que he visto a gente (ayer unos niños) juganban al fútbol.
Una tarde de domingo de finales de junio en el campus es difícil encontrar estudiantes, sólo aquellos que se acercan a jugar al tenis o al baloncesto. Los únicos, el personal investigador que ultima la presentación de un trabajo o prepara un artículo para algún congreso. Ahora todavía puedes encontrarte con una multitud de estudiantes en la nueva biblioteca al lado de la Facultad de Derecho, allí los estudiantes aplacan sus nervios cara a los últimos exámenes debatiendo apoyados en la barandilla que flanquea la entrada.
Ha pasado más de una hora y Teo sólo ha abierto los ojos para comprobar que seguía con él, echando una ligera sonrisa y volviendo a dormirse de inmediato. No ha habido necesitad de hacer absolutamente nada en especial, el tranquilizante sonido ambiental era más sedante que cualquier canción. Para abstraerme del entorno y olvidarme, he puesto música en mis oídos procedente del reproductor MP3 que incorpora el móvil.
Bizcocho de plátano/pudin de plátano
(1) Precalentamos el horno a ~180ºC. Mezclamos los ingredientes secos: harina, levadura química, bicarbonato, sal y canela. Reservamos.
Hacemos puré con varios plátanos, unos dos grandes, y lo vertemos en un cuenco hasta obtener 230 gr., añadimos el azúcar, el aceite, los huevos y la vainilla. Con una batidora eléctrica emulsionamos la mezcla hasta que se formen unas burbujas. Añadimos la mezcla de harina y batimos poco a poco con ayuda de un batidor manual. Vertemos en un molde cuadrado de unos 20x20 cm2.
Horneamos durante unos 25-30 minutos o más, hasta que al introducir un palillo, cuchillo o similar salga limpio. Dejamos enfriar mientras preparamos la cobertura e introducimos en el frigorífico. Estará más rico después de un par de días.
Cobertura al queso y vainilla
Tener un bebé en casa es tener el frutero y el frigorífico repleto de fruta y alguno de esos potitos preparados que nos sacan del apuro cuando queremos salir de casa o estamos un poco apurados de tiempo. En nuestra casa, conservando la costumbre y ese gusto heredados de mi padre, la fruta nunca ha faltado, me encanta y me la devoro con suma facilidad, salvo, curiosamente, el plátano, que raras veces como y sólo hago uso de él en postres, en dónde pasa a ser una de mis frutas preferidas. Con las fresas, en cambio, me sucede al contrario, me encantan, pero en postres pierden mucho de su sabor y no me convencen tanto como las frambuesas, por ejemplo. A María no le gusta demasiado la fruta, salvo un kiwi o mandarina por la mañana o algún plátano de vez en cuando.
Desde que hemos empezado a darle fruta a Teo, en el frutero nunca faltan plátanos y otras frutas maduras de fácil digestión. Durante estas semanas he empezado a hacer varios platos con plátano, la mejor forma que he encontrado para comerlo. En sucesivas semanas, e intentando no ser demasiado pesado,
El aspecto, esponjosidad y textura de este postre es de un bizcocho tipo pudin, aireado y húmedo, con aceite y sin mantequilla. También he sustituido parte de la levadura química por bicarbonato, como hago muchas veces (en tortitas, por ejemplo) cuando deseo una masa aireada y sin sabores remanentes “extraños”. La levadura química está compuesta por gasificantes (bicarbonato sódico) más antioxidantes, acidulantes… Los primeros le dan esponjosidad, los segundos favorecen la textura y la conservación del postre.
Lo que me interesa en los bizcochos o tortitas es que la masa quede bien aireada (provocado por un gasificante como el bicarbonato), pero, debido a los efectos de los huevos y materias grasas, una cucharilla de levadura química puede ser más que suficiente para favorecer la conservación y mejorar su textura. Con las galletas puedo hacer al contrario, me interesa que la masa tenga una textura crujiente y sin demasiada esponjosidad, por ello puedo llegar a sustituir parte de la levadura química por crémor tártaro.
Como casi todo este tipo de pudines y bizcochos, gana sabor y gusto con el paso de dos o tres días. Yo prefiero conservarlo en el frigorífico y lo retiro una hora antes de tomarlo. Muchas veces lo acompaño de una salsa, que puede ser con plátano y caramelo, pero esta vez lo he cubierto de una suave capa con un ligero sabor a vainilla y queso que le ha quedado perfecta.
“… ya verás que divertido”. Quisiera hacer un llamamiento de especial desesperación a todos los constructores de juguetes para bebés. A esos que diseñan sonajeros, gimnasios, mantas de actividades, juguetes, pío-píos, mamá patas, hamacas o cualquier instrumento sonoro de uso durante el primer y segundo año de vida de un bebé. ¡Por favor! ¡No pongan esa música estridente, punzante, desafinada y machacona, que suena como la guitarra de Chikilicuatre tocada por el pianista de Cine de Barrio! Si aún fuesen unas sonatas con tonos reales… ¡si pueden los móviles me imagino que se podrán poner en juguetes y sonajeros!
Porque quienes lo sufren somos los papis y demás personal al cargo. Ellos no se cansan de darle al botoncito que hace sonar esos sonidos machacones, una y otra vez, incansables y sin ningún síntoma de agotamiento. “Pío, pío, piii…, pío, pío, piiii… ya verás que divertidooooo”.
Hoy domingo, hace unos pocos minutos, a altas horas de la madrugada (ya son las tres y media), me he acercado al ordenador de sobremesa al que llevaba mucho tiempo sin prestarle la mínima atención. Lo había encendido para que María preparase unos informes y allí se había quedado, stand by, esperando a que lo inspeccionase después de tanto tiempo en el olvido. Hacía más de un año que no lo utilizaba, sólo un par de veces para comprobar alguna aplicación en Linux. Quedaba poco espacio en el disco duro y me puse a buscar la causa, a la caza de archivos inútiles que pudiese borrar sin miedo. Me encontré con fotos del pasado, de hace dos o tres años, de platos cuyas recetas no habré escrito o si lo he hecho me resultaría muy difícil encontrar (donuts al horno, codornices, panes de varios tipos, un Kougelhopf,…). De las imágenes, lo que más me ha llamado la atención es la deformación del paso del tiempo. He intentado comparar esas pocas fotos en las que aparecía (siempre soy el fotógrafo) con la imagen física y mental actual que tengo de mí. No me reconocía.
Si tuviese que organizarlas en secuencia temporal me resultaría imposible, acabaría por agruparlas por meses y no por años, porque la evolución física sólo podría comprobarse entre los mismos meses de diferentes años. Como las vetas de los árboles o las capas de las rocas sedimentarias, han sido las circunstancias personales relevantes las que me han dejado marcas en el rostro, arrugas y envejecimientos acelerados por hechos trascendentales. Este año ha sido el nacimiento de Teo, que me ha marcado por dentro y dejado ciertas dosis de gravedad por fuera. Otras, una crisis personal, un decaimiento, una pérdida,..
He visto fotos en Praga, en las que ni me reconozco. En NY, anterior, aparece un Pepe en el que puedo reconocerme con más nitidez. En otras muchas fotos pueden verse a familiares, a amigos y a María. También ella ha cambiado, pero de un modo más lineal y constante, más equilibrado.
El fondo de escritorio es una foto realizada en Estocolmo. Nunca me había fijado en los detalles, sólo en el encuadre de una pequeña plaza presidida por unos árboles y circundada por unos bancos de madera. Acercándose por el centro aparece una mujer que está a un paso de la tercera edad. A la derecha, he ahí en dónde reside mi pequeño descubrimiento, pueden verse sentados en un banco a una joven, quizás pasados los treinta años, y a un señor de mediana edad. La mujer, sentada a escasos dos metros del varón, esta girada dirigiendo su mirada hacia el hombre en gesto de conversación. El hombre parece fijar su mirada hacia la cámara mientras habla. Más a la derecha hay otro hombre que ejerce de mero espectador dejando pasar el tiempo sentado en la repisa de una ventana baja.
He visto la foto muchísimas veces, pero sólo ésta me ha venido a la mente la conversación entre dos amantes en la clandestinidad. Él mayor que ella, ella más pasional y entregada. Podría ser un encuentro casual y una conversación de lo más trivial, pero no me lo parece o prefiero pensar que no lo es. La distancia marcada aparenta cierta discreción, recato público y pasión contenida, pero el gesto de la joven es de lo más cordial y entregado. La imaginación me lleva todavía más, hasta el punto de ver sus otras vidas, aquellas que en la rutina viven sin pasión, las que les ha tocado vivir porque las circunstancias les han empujado a ello. Él nunca se atreverá a dejar a su esposa, porque vive en la seguridad y tranquilidad de una mentira aceptada por ambas partes, ella lo dejaría todo si él se lo pidiese, algo que nunca hará.
Hoy ha sido mi último día de trabajo hasta el curso que viene. Otros años habría estado rebosante de felicidad, liberado de tanta tensión y leyendo mis primeros ladrillos del verano, época en la que se practica una lectura menos sesuda y más leve. Pero no, este año no tengo esa sensación de liberación ni me subo por las paredes planificando qué haré durante esas horas en las que María todavía trabaja. Las vacaciones reales son un concepto de la infancia que para un adulto puede resultar prácticamente utópico.
A medida que he ido teniendo más responsabilidades, algunas tan leves como hacer la comida o lavar los platos, durante todos los días te ves abocado a un sinfín de tareas no remuneradas, ni tan siquiera consideradas socialmente. Como muchas de esas madres de casa que han sacrificado su vida día a día, ocupando cada segundo en planificar y organizar las labores de casa. Por no hablar de los hijos, su presencia multiplica por un millón las responsabilidades y cada segundo de tu vida hasta que alcance la independencia afectiva se le tiene que dar un soporte que, dependiendo de la edad, puede llegar pesar como una losa sobre tu tiempo.
Hoy, lunes 29 de junio, hemos tenido el último Claustro del curso. Nuestro departamento, una vez más, se ha visto con una carga de trabajo que requiere nuestra presencia durante muchas más horas que la mayoría del personal docente. Para más, el próximo curso empezaremos ya en septiembre, con los alumnos de ESO y Bachillerato, cuando otros años teníamos todo el mes para preparar y organizar las clases hasta que los estudiantes empezasen a principio de octubre.
(…) Creo que hace mucho que no me necesitaba tanto tiempo para escribir una receta. Para cada palabra he necesitado encontrar ese momento de calma que durante el día es casi imposible. El correo ya ni lo he leído, salvo rarísimas y puntuales excepciones. La receta que presento es una que fue realizada el 12-13 de junio, hace más de quince días.
Ayer domingo por la tarde reapareció el sol para que pudiese dar un paseo con Teo y conseguir que durmiese mientras María repasaba un informe. Todavía con la ropa de deporte y descuidado, llevé a Teo a unos de los rincones próximos que más me gustan: El Campus Sur (antes era simplemente: “El Campus”). Cuando estudiaba me encantaba pasar de camino a la facultad por la proximidad de los Colegios Mayores, justo al lado de la (incomprensible, inútil y surrealista) pista de hockey sobre hierba. Nunca he entendido la utilidad de esa pista, aquí, en donde la tradición y afición por otro hockey que no sea sobre patines es inexistente. Pensaba que era una de esas concesiones que dan muchas Universidades al elitismo, como esa manía de practicar deportes minoritarios como rugby o soccer en algunas universidades estadounidenses. Pero es bello, ese campo de pequeña hierba segada, siempre libre y vallado es una estampa curiosamente hermosa, las pocas veces que he visto a gente (ayer unos niños) juganban al fútbol.
Una tarde de domingo de finales de junio en el campus es difícil encontrar estudiantes, sólo aquellos que se acercan a jugar al tenis o al baloncesto. Los únicos, el personal investigador que ultima la presentación de un trabajo o prepara un artículo para algún congreso. Ahora todavía puedes encontrarte con una multitud de estudiantes en la nueva biblioteca al lado de la Facultad de Derecho, allí los estudiantes aplacan sus nervios cara a los últimos exámenes debatiendo apoyados en la barandilla que flanquea la entrada.
Ha pasado más de una hora y Teo sólo ha abierto los ojos para comprobar que seguía con él, echando una ligera sonrisa y volviendo a dormirse de inmediato. No ha habido necesitad de hacer absolutamente nada en especial, el tranquilizante sonido ambiental era más sedante que cualquier canción. Para abstraerme del entorno y olvidarme, he puesto música en mis oídos procedente del reproductor MP3 que incorpora el móvil.
Bizcocho de plátano/pudin de plátano
- 125 gr. de harina (normal)
- 1 cucharilla de té de levadura química (Royal)
- ½ cucharilla de té de bicarbonato sódico.
- ½ cucharilla de té de sal.
- 1 cucharilla de té de canela.
- 230 gr. de puré de plátano (~dos grandes)
- 170 gr. de azúcar.
- 110 gr. de aceite de oliva suave.
- 2 huevos grandes.
- 5 gr. de extracto de vainilla.
(1) Precalentamos el horno a ~180ºC. Mezclamos los ingredientes secos: harina, levadura química, bicarbonato, sal y canela. Reservamos.
Hacemos puré con varios plátanos, unos dos grandes, y lo vertemos en un cuenco hasta obtener 230 gr., añadimos el azúcar, el aceite, los huevos y la vainilla. Con una batidora eléctrica emulsionamos la mezcla hasta que se formen unas burbujas. Añadimos la mezcla de harina y batimos poco a poco con ayuda de un batidor manual. Vertemos en un molde cuadrado de unos 20x20 cm2.
Horneamos durante unos 25-30 minutos o más, hasta que al introducir un palillo, cuchillo o similar salga limpio. Dejamos enfriar mientras preparamos la cobertura e introducimos en el frigorífico. Estará más rico después de un par de días.
Cobertura al queso y vainilla
- 100 gr. de azúcar polvo (lustre).
- 40 gr. de queso crema, estilo Philadelphia.
- 25 gr. de margarina.
- 5 gr. de extracto de vainilla.
- ~10 ml. de zumo de naranja recién exprimido.
Hola Pepinho!! que lindo que vengas, eres bienvenidoen tu propio blog!! (es broma) me encanta es de que Teo se durmió te miró y volvió a dormirse. Que lindo como duermen.
ResponderEliminarEñ bizcocho se ve delicioso y que lindo color tiene!! a los niños les encanta el plátano!
Estoy escuchando a Cat Stevens
TAmpoco me gustaban esos sonajeros, uno lo uno que quiere es paz (es Moonshadow la de Cat Stevens) uno lo unico que quiere es paz.
Pero créeme que el tiempo pasa muuy rapido demasiado, besoos y paciencia, cvariños y besoos para Teo. Gloria
Yo he oído mucho a Cat Stevens, pese a que está rozando el límite entre lo sutil y lo cargante... para mí no supera el límite.
ResponderEliminarDe memoria, quizás la mejor: "Father And Son" que me viene que ni pintado...
un beso.
El campus es delicioso en esta época del año. hoy me he dado 3 vueltas por él mientras Pablo estaba en la piscina.
ResponderEliminarMuacs enormes aunque no sientas las vacaciones, estás en ellas y Teo y tú sois muy afortunados de teneros el uno al otro.
Muacs
Es verdad que no nos reconocemos con el paso del tiempo, al menos no en fotografías.
ResponderEliminarUna mirada de tu pequeño logra en un minuto seguro darte unas buenas vacaciones de la vida ajetreada.
Me encantó la receta, hace mucho que no pruebo una receta con plátano. Pero el glaseado me ha encantado!!!
Un bikiño...y que la semana sea leve y bonita.
Hola! Ya es mi segunda visita por tu blog y me encanta! Este pudin de platano esta riquisimo y nunca lo he probado con glaseado, habra que intentarlo!
ResponderEliminarLa verdad que no ser que decir acerca de lo que cuentas. Tu eres profesor, yo alumana. Yo soy hija, y tu padre. Asi que me callo...
Un saludo, Liz.
Este bizcocho se ve tan esponjoso...
ResponderEliminarEn mi casa todos los días del año se comen plátanos. Este ha sido el primer año que, durante la primavera y porque hay una fruta excepcional, hemos procurado variar de fruta.
Me ha encantado la cobertura del bizcocho. Voy a probarlo.
He estado unos días de descanso y no había visto las fotos de Teo. Una preciosidad.
Un saludo, Begoña
Debe estar muy bueno, y esta vez nos has dado un trabajo sencillo. Al ver las fotos, me gustó el color del bizcocho, sí que queda marrón con harina blanca, no? Será la canela, que cuando me cae en las manos e intento quitármela, me quedo teñida; creo que es un buen auto-bronzer... ;·) Debo comprar plátanos (yo, como María, tampoco pienso nunca en la fruta, salvo un zumo por las mañanas), porque también estos días quería hacer unos brioches de plátano que tengo pendientes.
ResponderEliminarYo ya he empezado mi libro del verano para leer mientras tomo el sol, me lo estoy pasando pipa con 'La mano de Fátima', y al final le haré caso a L de ir a Córdoba (hace tiempo que quiere ir, pero con mi miedo a viajar...). Primero, a ver qué tal supero mi segunda prueba (Roma, pronto... madre mía! Ay!)
Y ayyy! los cambios en las fotos, cuando renové hace poco el DNI, imagínate....
Pío, pío, pííooooooo....
Oye, a lo mejor hay algún tipo de invento para llevar un carrito de bebé a correr con 'papá pato', seguro que a Teo le parecería una buena diversión.
Al menos, en estas vacaciones, a ver si puedes dormir un poco más.
Un beso.
Adorable pastries! Compliments!
ResponderEliminarHola! Acabo de leer el comentario que deje y eso de "asi que me callo" suena fatal. Me referia a que no puedo decir nada al no tener vuestros problemas de adultos. Sorry!
ResponderEliminarcomo siempre, me dejas alucinada con tus postres...a mi el platano me gusta mucho y en postres me encanta!!
ResponderEliminarllevas razón por unas cosas o por otras siempre hay un sin fin de actividades y/o responsabilidades q no son reconocidas, pero las más importantes y esenciales. :)
Hola Harry
ResponderEliminarFelicidades por esa preciosidad de hijo.
¿has probado alguna vez a sustituir la levadura química o el bicarbonato por la gaseosa que usaban las abuelas (era en polvo y creo que se llamaba "Tigre".
Yo encontré hace unos años y produce unos resultados sorprendentes.
El bizcocho/pudin tiene un aspecto buenísimo, pero lo que no deja de sorprenderme es las presentaciones que consigues, muy cuidadas, limpias, sencillas y sobre todo atractivas.
Imagino que si te dedicases a fotografiar féminas serías un poco como Hamilton.
Un abrazo
Carlos
HOLA, ya acabando, ya acabando, en la recta final.............
ResponderEliminarBuenisísimo el pudin. Me encanta la fruta, sobretodo ahora, con tanta variedad. A Pablo lo tuve que engañar muuuuuuuuucho mezclándosela triturada con yogur.
Berta, que nada, que casi mejor me encuentras tú a mí en el FB, ;)
Besosssss. OLGA.
Por cierto, me encanta Cat Stevens!!!! y a Ismael "voz de pito" también.
ResponderEliminarUiiiss, pobre Olga, te quedó clavado eso de la voz de falsete, eh? Perdona por la coña, es que me has hecho reír...
ResponderEliminarJo, que buenísima pinta..de verdad es de admirar que teniendo que hacer tantas cosas en en un día te dé tiempo a preparar recetas tan ricas y para mi difíciles...con lo me gusta cocinar y cada vez tengo menos tiempo :( , en fin que no sabes de que buena gana me comería un pedazo de pudín...con una horchata de almendra bien fresquita, jejeje.
ResponderEliminarLo del sonido asesino de los juguetes, jajaja, te entiendo, parece que si no es machacante no sirve para acompañarlo, jajajaja.
Yo de fondo de escritorio tengo una foto de puente de Carlos V de Praga, estoy enamorada de ese lugar, de la vida que se respiraba por cada centrimetro...
Tu foto, parece ser muy bonita, romántica y meláncolica..que pena lo de aquella historia que imaginas...seguramente si fuera tal y como dices...ella por mucho que lo ame acabará cansándose o se acabara apagando esa llama apasionada que entregará al primer hombre que se cruze por su vida, y cuando el vea que ya no está ni si quiera a su lado... se morira de gris, de blanco y negro, de pena...de frío, en fin que se nota que tengo imaginación, jajaja, y con lo que escribiste de esa foto me inspiraste mucho :)...algún poema me saldrá o algo así, jejejeje.
Bueno un placer leerte...como siempre.
Un beso de Luz.
Saludos a tod@s los que coincidimos por aqui ;)
Me chiflan los plátanos y detesto a Cat Steven, no puedo separar su música de su posterior ideología. Any way aquí teneis el yotube de padre e hijo pa quien le interese: http://margencero.info/Magazine/cat_stevens.htm
ResponderEliminarEste budin de plátano lo haré seguro. Porque compro plátanos, no me los como y antes de que se estropeen hago algo con ellos y ¡además! parece un postre poco complicado de hacer, aysssssssssssss.
¿en serio que en verano se leen cosas "ligeras"?, ufff, pues yo aprovecho los tochos, difíciles o no fáciles, que no puedo leer durante el "curso". Bueno, en realidad, yo leo hasta dormida, así que no soy ejemplo de na.
Olga lo tienes fácil: vas a mi blog, a mi perfil, me mandas un email y t mando mi enlace.´`
ResponderEliminarMuacs, perdona Pepe. Esto ya parece Mercería Manolita, jaja
Pues mejor, porque así de primeras adivinar tu apellido,..... me venía un poco mal! jajajajajja
ResponderEliminarBesos merceros y estudiosos. OLGA.
Largo día… mucho. También ha tocado pediatra con Teo. Desde primeras horas de la mañana hasta las once y pico no he hecho otra cosa más que…
ResponderEliminarLargo día… mucho. También ha tocado pediatra con Teo. Desde primeras horas de la mañana hasta las once y pico no he hecho otra cosa más que…
¡Qué locura de gente!, por la tarde Santiago estaba saturado por la rebajas.
Berta, pues no nos hemos visto por poco, por el tiempo, porque el espacio ha sido el mismo. Hoy le hemos preguntado al pediatra si Teo va a poder ir algo a la playa con “pantalla total” y a la sombra. Nos ha dicho que no es recomendable. Este año tendremos muy poca playa, sólo a partir de las siete y por turnos (me imagino). Tocarán muchos paseos.
El coche grande lo tenemos en el taller, hacía unos ruidos extraños. Ya lleva más de una semana y no nos lo darán hasta finales de la próxima (con suerte). Eso quiere decir que tendremos que llevar menos cosas a A Illa y a casa de nuestros padres. Llevamos dos fines de semana en Santiago, sin casi movernos.
Muacs ;-)
Mayte, gracias. María empieza sus vacaciones cuando salga del trabajo el próximo viernes, hasta ese día y durante todo agosto a mí me tocará hacer todos los turnos. Esta semana me conformo con que sea “leve”.
Bicos.
Liz, soy y he sido alumno, soy un proyecto padre pero soy hijo. Mal andaríamos si para opinar tuviésemos que haber pasado por ello…
Gracias y otro saludo.
Begoña, yo también necesito unos días de descanso. Creo recordar haber puesto otra receta de bizcocho con plátano, pero que recuerde no estaba tan buena como ésta.
Otro abrazo.
Rosita, ¡qué casualidad!, precisamente he hecho (ya hace varias semanas) unos rollitos, unos bollos y unos brioches amasados con plátano que estaban muy ricos. Lo del color del bizcocho es por la oxidación del plátano más que por la canela, o eso creo.
Otros años leía mucho en la playa, pero si no vamos (casi) a ir va a ser difícil encontrar un momento. Sólo por la noche. A ver si puedo leer algo “técnico” porque necesito tener la mente muy ocupada.
En el Central Park pueden verse a muchos “papás patos” y mamás corriendo con unos carritos especiales. Hace dos años vimos en una tienda de Copenhague un carrito de esas características. No te creas, ya lo había pensado… para no ir a correr a las cinco y comer casi a las ocho de la tarde.
Besos.
Gracias, María .
Liz, ¡no te calles!, porfa.
lucami88, casi las únicas importantes y esenciales.
Gracias.
Carlos, me imagino que será algún gasificante por el estilo. Mi abuela no hacía así las gaseosas, las compraba de la marca “La Pitusa”, “Feijoo” o “Gaseosas Viturro” para mezclar con un cervecita o con vino. Nosotros no podíamos tomarla, decían de “debilitaba la sangre” ;-)
¡Ya quisiera poder fotografiar féminas! (es broma) Sería un contraluz, sugerente, sin mostrar nada y en BN, con curvas y con detalles que no se sabría si son “culo o codo” ;-)
Otro abrazo.
Gracias.
Olga, ¡anda!, se me había olvidado el feisbuk. A ver si mañana tengo un ratito y miro si ha habido suerte o añado a la amiga nueva que tengo…
Besoooooos.
¿Ismael?, ¿el del jamón?, ¿el que canta con voz nasal? Seguro que dice que le gusta Joan Baez y Bod Dylan, a mí también.
(...)
Luz, debe haber telepatía. Yo he tenido de fondo una foto de ese puente hecha al amanecer. Cuando todavía no había gente. Hasta con trípode me hice un autorretrato corriendo…
ResponderEliminarVoy a hacer unas grabaciones de todos los instrumentos del peque para que podáis disfrutar de la antítesis de “La Novena Sinfonía de Fiber Price”. Un horror.
La llama se apaga muy lentamente. Hay que ser muy bueno para encenderla a diario. Cuando ya no hay luz te quedas mirando sólo por inercia o porque se tiene miedo a demasiadas cosas, no por amor. Habría mucho que escribir sobre ello, quizás en otra entrada.
Te cuento el final de la historia: él sólo quería acostarse con ella, le habían atraído sus formas y sus movimientos de caderas al andar. Ella lo amaba porque le hacía sentir importante, le decía lo hermosa que era y le rozaba su piel suave con la parte superior de su mano, casi sólo con el vello, sus manso flotaban por todo su cuerpo casi sin rozarla. Nunca ningún hombre la había acariciado así, con la dulzura y tranquilidad con la que él lo hacía. La otra, la esposa, lo sabía todo pero no quería pensarlo ni admitirlo. Sabía que ya no se amaban y que seguían juntos por inercia, por sus hijos y porque no se les ocurría otra forma de vivir.
Semana tras semana, él le prometía que dejaría a su mujer, mintiendo, porque sabía que no tenía valor para hacerlo. Era un cobarde sin escrúpulos, un proxeneta de guante blanco.
Como todas las semanas a la misma hora, habían quedado en un hotel. Cuando abrió la puerta la encontró desnuda, echada boca abajo sobre el suelo de la moqueta. En su mano derecha todavía sostenía un pequeño frasco de pastillas ya vacío.
Cerró la puerta, no dijo nada y se fue.
Saludos.
La otri, ligeros de contenido, gruesos de espesor.
Me gustan las mercerías... si no hay demasiada gente, nos conocemos todos y no hay que esperar demasiado.
Un beso muy grande.
Harry Haller! hace dos semanas no conocía tu blog y ya no pasa ni un día sin que lo visite,las recetas son magnificas y muy precisas este fin de semana he hecho los macarons y le encantaron a mis amigas que habían venido a tomar el te ,tienes cinco nuevas lectoras (mis amigas)y me cuentan que ya están enganchadas a tua recetas y a tus reflexiones.Respecto a estas y aunque me da mucho pudor el alago , he de decirte que me parecen de una gran sensibilidad y exquisitamente escritos.La reflexión ,invención acerca de dos desconocidos en un parque me ha emocionado ,en fin parece que tu blog esta pensado tanto para alimentar el espíritu como el cuerpo.Gracias por dedicarnos tu tiempo todavía recuerdo lo que es cuidar un bebe , es gratificante pero agotador animo , todas las mamás y los pocos papás que se ocupan de la crianza de sus hijos saben de lo que hablas.Ni un minuto libre , poco sueño y tantas responsabilidades,que da vértigo soló pensarlo.Mi mejor amiga Mónica siempre tuvo el deseo de ser mamá , después de intentarlo durante años se sometió a un tratamiento de fertilidad y tuvo gemelos,una niña y un niño,ahora dice que cuidado con lo que deseas ,se puede hacer realidad, no me entendáis mal es una madre estupenda pero no tiene vida ,se pasa el día cuidando de ellos y cosas como darse una ducha es algo que tiene que posponer hasta que llegue alguien a casa que pueda cuidar de los niños un momento.En fin todos los papás sabemos de que hablo , pero animo que crecen rápido.Hasta pronto. Una compostelana en el exilio.
ResponderEliminarSaludos, Harry Haller.
ResponderEliminarUn final muy triste, aunque yo quitaría lo del frasco o en todo caso que ella se salvó...y se quedó con lo bueno de ese amor y vivió ;) y él sencillamente sobrevivió.
Y ella ya no volvió a buscarle nunca más./
Prefiero más ese final, jejeje.
Vaya..que casualidad lo del fondo de pantalla, ya lo quité...ahora tengo uno de Jane Eyre... :).
Good Bye.
Buenos días. Es normal lo de la playa. El sol está muy malo y la piel tiene memoria, según Dr. Hugo Vázquez. Así que este primer añito el mejor momento cuando baje el sol. Claro que al tener casa en la playa, es un poco retiro forzado.
ResponderEliminarYo he visto esa foto tuya corriendo por el puente de Carlos. Qué bonito es Praga. Yo fui sin amor allí y me hubiera gustado tener alguien, para abrazados, cruzar el puente, subir al Hradcany, perderme en Starometska Namestí y besarnos en la oscuridad del Teatro Negro.
Me ha encantado la versión del director. Ahora yo te doy la del espectador que deja su anotación a la entrada en una urna.
Él la va a ver al hotel, ella está esperando por él junto a la ventana, entreabierta ésta, se quita el sombrero, el guardapolvos, la camisa, se acerca a ella, la abraza por detrás, su mano derecha recorre su cuello y lo desplaza hacia atrás, su boca susurrante busca su oreja para decirle:"estoy aquí, ya".
Me gustan los finales felices, porque he vivido unos cuantos tristes. Me gustan los hombres que no se arriesgan a dejarlo todo y viven la pasión en silencio. Yo SI entiendo lo de "amar a dos y no estar loco", como dice el bolero.
Muacs enormes. Lleva a Teo al Mercado Medieval de la Quintana. Los colores, olores y música seguro le fascinan. Además no hace demasiado calor...después te tomas un crepe allí mismo y escuchas la berenguela que te dirá lo que sientes.
Teo duerme…
ResponderEliminaryeya, muchas gracias. Pues no son fáciles los macarons…
Los sueños se hacen realidad, pero tienen un principio y un final. Para un adulto el tiempo pasa muy rápido, 5 años no son nada. Para un niño es toda su vida. Sé (espero) que todos mis lamentos por momentos de ocupación extrema se devolverán con el tiempo en amor de padre/madre y protección. El amor lo tengo, después sólo necesito recuperar parte de mi tiempo.
Después de la tarde triste de ayer, hoy en Santiago ha vuelto a salir el sol. Te informo.
Un beso.
Luz, ya he cambiado el final. Será abierto y que cada cual lo termine según sus deseos y ánimos. Un tren que se va con dos pasajeros hacia destino desconocido.
Un beso.
Berta., en el Cine y la Literatura quedan muy bien los finales abiertos, dejando que cada espectador y lector acabe la historia, su historia. En la vida los finales son reales y muchas veces acaban mal, por lo menos los que más nos marcan.
Si fuese una película sería así: … ella abre la puerta de la habitación del hotel. Se miran a los ojos. Él baja la mirada, se ve una maleta pequeña. Ella dice: “¿de qué vamos a vivir?”. Él responde: “No lo sé”. Ella hace el gesto de dejarle pasar. Cambio de plano a las espaldas del hombre. Se cierra la puerta. The End.”
Pues cuando nos dirigíamos hacia el centro, hacia la zona vieja, se ha quedado dormido en la mochila. Vuelta a casa y a aprovechar el tiempo mientras duerme. Hoy empieza el pollo y las verduras, ahora me pongo a cocerlo.
Besos.
Fundido en negro.
ResponderEliminarMe encantó lo del tren, los dos pasajeros y lo mejor el final ABIERTO...no creo que nada se acabe..solo evoluciona ;)
ResponderEliminarUn besazo!!!
Me encanta tu blog, aunque supongo que ya lo sabes. Pero si ya me cuentas relatos...... me compraré un pisito aquí para siempre.Final abierto, y siempre feliz, que para eso es un relato.
ResponderEliminarMi Isma, ¿un jamón? ¿voz nasal??
Fín de los exámenes. Hoy me ha felicitado la profesora que me lo ha revisado al entregarlo. Tengo ya el hábito, así que...... habrá que seguir estudiando para salvar la que me he dejado para septiembre.
Ay, el pollo!!! Pablo se volvió loco!!!! Cuando probó el salado relamía la cuchara y todo. EStaba graciosísimo.
Martina siempre comió de todo: teta, bibe, dulce, salado, medio,... para ella el caso es comer, y sigue igual.
Prepárate para las 24 horas......Yo ya estoy haciendo estiramientos y todo para aguantar con los 2 fieras. Bueno, besos y nos vemos por el fb. OLGA.
Hola de nuevo a Harry y al resto de la parroquia
ResponderEliminarQuiero haceros una pregunta antes de que envíe a alguien al hospital.
¿Durante cuantos días se pueden guardar unas claras en el frigo?
Prometo gratitud eterna a quien tenga la amabilidad de responderme
Respecto al relato....las primeras impresiones suelen ser las más acertadas.
A mi, personalmente me ha gustado más el primer final. Es mucho más de cine negro.
Carlos
Pepe, me gusta tu final de película. La imagino en blanco y negro, como me gustan las de los 50.
ResponderEliminarUff a mi aún se me encoje el cuore al ver puentes de ´Madison en la escena del semáforo lloviendo y ella tomando la decisión o en Enamorarse de la Streep y R.de Niro. Yo soy muy al estilo, jaja.
Te dejo mi última adquisición cuasi dulce. Pepe si fueras chica te la mandaba.
mi autoregalito
¿te gusta?. Pura miniatura. Lo bueno es que no engorda y no se pasa.
Ya estamos con la carne????cómo pasa el tiempo. Seguro que le gusta. Pablo nunca fue de leches. Incluso cuando iba a la guardería se desayunaba un plato de sopa o una tortilla francesa.
Muacs llenos de alegría, me acaba de llamar y dice que todo está OK y esta noche es la noche del fantasma.
Hola Pepin, tu dirás lo que quieras pero se te nota más-mejor. Deben ser los plátanos, así que pon (intenta poner) más recetas....me encantan simplemente, solo decirte que de pequeña me llamaban la del plátano y ya no cuento más...aún hoy siempre llevo uno en el bolso.
ResponderEliminarRespecto a tu final, quisiera saber porque esa fijación con hacer morir a las mujeres que cumplen perfectamente con su función de amantes. Esta semana me encontré ya varios finales así y precisamente escritos por hombres. Os mereceis unos cachetes.
Vienen buenos tiempos, te deseo que hagas un último "spring" con tus trabajo, el que te da de comer y luego te dediques a leer y a disfrutar de tu hijo. He comenzado a leer el libro del verano o lo que es lo mismo ..."hombres que no amaban a las mujeres", y "el libro de los abrazos". No son muy originales pero algo es algo.
Un abrazote, gordo.
Hola!!! Que bueno que volviste con algo tan rico, ni modo tendre que hacerlo, no me queda mas, luego te contare lo rico que estuvo, como las demas recetas de aqui que he hecho!! Tienes total razon con eso de la musica para nenes que ponene en los juguetes, cuando mi bebe se pone a jugar, a oir esa musiquita que proviene de ellos no se como no termino enloqueciendo, es un martirio, pero pues ni modo, ahora debemos recordar que tambien a nuestros padres les dimos ese martirio, aunque la verdad, creo que antes las sonajas sonaban mas bonito!! Que estes bien!!
ResponderEliminarVengo poco, pero cuando lo hago me tiro aquí más de una hora, leyendote, viendo las recetas y copiándolas todas y es que absolutamente me encanta todo lo que haces....
ResponderEliminarEl budin divino....un besito para Teo
Un besote
Soy nueva en esto de los blogs de cocina y qué grata sorpresa me he llevado con el tuyo! vaya maravilla! de fotos, de comentarios y obviamente, de recetas! De hecho, me he estrenado en la blogsfera con unos macarons de café y té, copiándote (un poco, jiji) la receta de las galletas! son únicas! (casi comparables con las de pierre hermé, que todo hay que decirlo, este verano tuve el placer de probar y son...excepcionales). Así que si tienes algo de tiempo y te apetece, pásate por mi blog y tómate esta primera entrada como un homenaje :)
ResponderEliminarPepinho, Pepinho, te mando besoos y cariños, cuando los niños fueron pequeños (como Teo) leer a ratos me salvó, mantuve la cordura, en la noche o cuando podía. Hace bien. besoos, gloria
ResponderEliminarHolaaaaaaa.
ResponderEliminarTengo dudas, dudas, dudas.
Ayer hice tu bizcocho y está espectacular ... tenía stock de plátanos maduritos y había que darles salida (y aún me quedan). Y mientras se horneaba ... ufff ... yo creo que la finca entera se volvió loca ... qué olor!
Bueno, al tema:
- me sabe un poco a aceite (no debía de ser muy suave). Como no sé si encontraré otro ... para la próxima (que te aseguro habrá), qué hago? le pongo menos cantidad?
- me sale un bizcocho muy pequeño, de 20X20 y 2 dedos de alto. Es así o he hecho algo mal?
- tenía vainilla en vaina, vainilla azucarada y azúcar avainillado. Como me pareció exagerado comprar una modalidad más de vainilla le puse 1g (no pesa nada!) de vainilla azucarada. Cuál hubiera sido la sustitución correcta? (eligiendo cualquiera de los ingredientes que yo tenía?)
- cuando hablas de cucharitas de café te refieres a las pequeñas pequeñas, o a las pequeñas pero que son un poco más grande que las de café? yo usé las minis y me temo que le he puesto poco de todo (al pesarlo me salían entre 1 y 2g).
- lo de meterlo en la nevera ... es sólo para que se enfríe o también para conservarlo? (se me hace raro meter un bizcocho en la nevera, pero si así se va a conservar mejor ...)
Siento el interrogatorio.
Gracias y besos.
Olga