Enero
Un verdadero clásico de la cocina que much@s de vosotr@s habréis hecho más de una vez, tan fácil como delicioso y resultón. Para prevenir la aparición de algún Papa que pueda dar fe de una receta cuya verdad no admita ninguna duda, me he limitado a plasmar una versión bastante aproximada a la que podríamos considerar la receta más extendida, aquella que no escama el pescado y acompaña con algún tipo de verduras u hortalizas, en mi caso un pisto que S. S. Benedicto XVI podría tirar por tierra al participar con mis innegables preferencias: añadir berenjena, una tradición heredada de la cocina francesa; tomate, más popular en el norte que en la mancha, o el ajo, que alejaría a muchos habitantes de Transilvania o a nuestra querida Victoria Beckham de tan suculento contraste al paladar.
La primera pregunta que todos nos hemos hecho la primera vez que se hace este plato es obvia: ¿quedará salado? La respuesta también lo es, puesto que si lo fuese seríamos un poco masoquistas y demostraríamos cierta dosis de locura (que poseemos, aunque yo no me ponga un cucurucho en la cabeza). No, la sal es la justa y necesaria, más bien tirando a soso (perdónenme los que se ven obligados a dietas hiposódicas, que no “episódicas”). Para demostrarlo, un sencillo ejemplo: los peces se pasan toda la vida en un baño de sal (menos esos momentos de tensión, de tanza y luchas con Capitán Acab –Ahab-), sin embargo, cuando los cocinamos necesitamos añadírsela. Es una cuestión de impermeabilidad, como nuestra piel o la de muchos tubérculos como la patata (¿habéis probado a hacer unas “papas arrugadas”?).
El plato es tan sencillo que lo hago muchos de esos días en los que Teo no me deja cocinar o tengo que hacerlo con él en brazos. Con un plato tan sencillo la única complicación es el tiempo adecuado de cocción, hecho que depende principalmente del tamaño de la pieza. Muchas de las recetas que he leído no hacen referencia a este hecho y se arriesgan a indicar tiempos de cocción exagerados, que lo único que harán es cocer en exceso el pescado si la pieza es pequeña, perdiendo agua y gran parte de sus aromas. Para una dorada de medio kilogramo (o algo menos) media hora a 200º C (con calor por arriba y abajo) es más que suficiente. Para piezas muy grandes el tiempo necesario podría llegar a los cincuenta minutos y para piezas pequeñas poco más del cuarto de hora.
La idea es muy ingeniosa, formar una coraza con sal lo suficientemente compacta (ayudada por unas gotas de agua que favorecen la formación de la costra) como para que el pescado se haga en su propio jugo y se forme un sellado que impida la eliminación de fluidos y mantenga toda la pieza a una temperatura alta, constante y relativamente homogénea. Después se puede aromatizar con hierbas al gusto, las más comunes son: tomillo, hinojo, laurel o, incluso, romero.
El acompañamiento ideal y más extendido es el pisto u otro tipo de preparación a base de hortalizas o verduras. A mí me gusta añadirle tomate, mejor retirando el interior cuidadosamente para que no suelte agua y formando cuadritos con la piel como si de otro tipo de hortaliza se tratase. Si puedo, también le añado berenjena y, a veces, un pimiento amarillo para darle mayor variabilidad cromática. Verdes, amarillos y rojos, nada de nacionalismos, por supuesto.
En Madrid inFusión sumergirían unos filetes de lubina en hidrógeno líquido, los golpearían con un martillo y con los trocitos harían unas patatas chips. Entonces los servirían con un falso “quenchum” hecho a base de pimientos del piquillo. Serían “patatas chips de lubina con kemchun de pimientos del piquillo”. Fast Food, 2 Fast food, 2 Furious food.
El otro día vi como uno de los cocineros que más respeto, José Andrés, preparaba una tempura crujiente con crías de esturión (de unos 8 centímetros) y los acompañada de caviar (de la madre del esturión). Como sabéis, el esturión (ibérico) es una especie en peligro de extinción. Al ver el plato me sentí como quién observa un “crujiente de lince ibérico en sus criadillas”.
Por cierto, ¿U-la Toñi Vicente? Hace tiempo que en el local hay un “Se alquila” justo al lado de una fugaz estrella Michelin. Una pena, a veces la vieiras pueden ser muy indigestas.
No sé si por casualidad o por previsión, me aventuro a pensar que se ha hecho de modo totalmente voluntario. Hoy viernes (ya no sé de cuándo), Teo y yo, hemos tenido que tomar un bus hasta el concesionario, el bus nº 1. Me resultó por lo menos curioso que este autobús urbano salga del Hospital Clínico y llegue hasta el cementerio. Viajes de ida sin billete de vuelta.
Nosotros nos paramos justo en frente a la fábrica de Donuts, en dónde no pequé, recorrimos unos pocos metros más hasta llegar al concesionario. Allí esperamos hasta que nos dieron el coche que habían reparado por una pequeña ralladura que se produjo cuando me “dieron por detrás” el día de la lotería, sólo la pedrea. Esta vez no hubo que hacer ningún trámite, desde el primer momento el otro coche asumió la culpabilidad.
¡Hombres! Esa especie en extinción. Ser extraño dónde los haya, caracterizado por una serie de genes y virus de naturaleza única: el gen “la junta de la trócala”, a una o dos ruedas; el virus de la “panza cervecera” o acariciarse descaradamente el vello púbico, lo miren o no; el gen “penalti de gol es gol y el misterioso mundo del fuera de juego” que viene con el kit de mando a distancia incluido, éste puede producir el virus de la panza cervecera si se produce un abuso del kit; el “déjame hacer la paella los sábados”; el “Pepe Gotera y Otilio”, a veces también llamado “¿Por qué me ha sobrado un tornillo al montar el mueble de Ikea”; el virus de los “20 centímetros”, los que lo poseen son incapaces de medir correctamente distancias cortas, a veces infinitesimales. Pero el no tener ninguno de estos genes no garantiza nada, todavía podríamos poseer alguno de aquéllos quizás más propios del género: el “jara y sedal”; “el sueño eterno”; “el inspector Gadget”, amante de todo tipo de aparatos que lleven pilas o se enchufen; “la estatua de sal con vaso en mano en sala de baile” o, sobre todo, “el bicolor”, por el que sólo se pueden distinguir (con suerte) cinco o seis colores: blanco, negro, rojo, azul, verde y marrón. Todos los demás son: verdoso, rojizo, azulado, azul claro, azul oscuro…, cuando no se sabe se dice: marrón.
Pero de todos ellos, el más importante y determinante del género son el gen del sexo, “sex-gen”, que combinado del “Norton Ghost” deriva en el conocido virus: “macho man” o “macho ibérico”. Tampoco suelen faltar el del miedo al compromiso, el del miedo a crecer o el pánico a ser padre y las responsabilidades que ello conlleva. El sex-gen puede ser dramático si se combina con el gen “lo bueno si breve…” (“¿ya está?”) o el de “virgen a los 40”, en cuyo caso también se le suele “kit manos libres” o “la enfermedad del tenista”.
¡Mujeres! Éstas no se quedan atrás. El virus “coleccionista de geles, colonias o productos de limpieza”; el gen “ordenamiento jurídico”, por el cual cada cosa tiene un sitio y sólo uno; el virus “arcoíris”, capaz de distinguir y nombrar la infinita gama de colores del espectro visible, así como clasificar una retahíla de clases de morados y rosados: fucsia, magenta, lila, morado, añil, púrpura, violeta, rosa, malva, salmón, amatista, lavanda, púrpura de Tiro, berenjena o ¿calabacín?, que, aunque no lo parezca, me ha dicho mi mujer que son colores distintos y no tonalidades del rojo y violeta. El gen de la practicidad y el equilibrio; el gen “por qué le habré dejado preparar la paella este sábado”; el gen de “la semana fantástica del CI”; el gen de la “combinación perfecta”, por el que unos zapatos, bolso, la pintura de las uñas o el lazo de la coleta deben combinar con toda, absolutamente toda, prenda u objeto que se lleve encima; el gen de “tener el armario lleno de nada que ponerme”. Pero si son mujeres y no poseen ninguno de estos genes no se preocupen, nunca faltará el gen-sex que, a diferencia de los hombres, se combina con el que “la mata callando” y “en boca cerrada no entran moscas”.
Pero lo más curioso es que a pesar de estos tópicos y estúpida trivialización del comportamiento humano, personas de naturaleza y género diverso, igual u opuesto, por motivos que me resultan totalmente desconocidos, combinan estos genes del modo más caótico para que por una vez en la vida se pare el mundo ante ellos durante unos instantes y se ponga en marcha de nuevo a velocidades de vértigo a las cuales es imposible apearse. El amor es lo que tiene, tan pronto llega como se va.
Lubina o dorada a la sal
Ya en casa, precalentamos el horno a 200º C, yo lo pongo por arriba y abajo. El pescado debe estar entero, sin tripas y, mejor, con escamas para que no pierda agua. En una fuente que pueda ir al horno cubrimos bien la base con sal gruesa a la que se le ha podido añadir un poco de sal final (100 gr por kilo de gruesa), es algo que he hecho alguna vez. Ponemos unas pocas hierbas aromáticas (una ramita de tomillo, un poco de hinojo, romero y una hoja de laurel) y, ayudándonos de las manos (podría usarse un pulverizador), echamos en forma de lluvia un par de cucharadas de agua de modo que se reparta de modo homogéneo. Un poco de humedad hace que la sal se selle mejor formado una costra y también genera un poco de vapor de agua para ayudar a la cocción.
(2) introducimos por la ranura en la que han retirado las vísceras del pescado una hoja de laurel y, si nos gusta, alguna hierba aromática. Opcional: mojamos las manos en aceite e impregnamos las escamas del pescado para ayudar a formar una costra. Depositamos el pescado sobre la sal y cubrimos con sal gruesa a la que también le hemos añadido alguna hierba aromática. Debe quedar bien cubierta. Goteamos con un poco de agua, mojando las yemas de los dedos unas tres o cuatro veces, e introducimos en el horno ya caliente.
Cocinamos a fuego fuerte, unos 200-210 ºC (en mi horno lo dejo a unos 200º C) durante media hora. Si tenéis un poco de miedo dejadlo 5 minutos más como mucho, en el mío llegan 30 minutos, siempre depende del tamaño de la pieza. Para uno de un kilo llegarían con unos 45 minutos.
(3) Pasado el tiempo retiramos la fuente de inmediato y rompemos la costra dura que se ha formado en la superficie. Es importante hacerlo en el momento para que no siga cociéndose. Retiramos la piel del pescado, intentando no romperlo, así como los dos filetes, pretendiendo retirar las espinas cuidadosamente si las tiene. Emplatamos con el pisto que hayamos preparado con anterioridad. Podemos añadir un chorrito de aceite de oliva virgen extra.
Pisto
Es muy fácil, seguimos el orden establecido en la receta, empezando por el ajo, la cebolla y los pimientos (que podríamos añadir unos minutos después). El resto de verduras las iremos añadiendo según las vayamos troceando, en intervalos de unos cinco minutos hasta acabar con la berenjena, que se hace mucho más rápido, y el tomate, que puede estar casi crudo.
Golpeamos el ajo y troceamos la cebolla en cubitos, la añadimos al aceite junto con tres o cuatro bolitas de pimienta negra y una o dos hojas de laurel. Añadimos los pimientos troceados en cubitos y cocinamos durante unos 5-10 minutos, hasta que la cebolla empiece a reblandecerse y el pimiento esté a medio hacer.
(2) Añadimos el calabacín troceado con piel, cocinamos unos minutos (unos 5 minutos) mientras limpiamos y cortamos la berenjena. Pasado el tiempo añadimos la berenjena troceada que se hará muy rápido. Salpimentamos. Durante todo el proceso iremos removiendo con cuidado para que no se rompan las verduras, una forma de hacerlo es dándoles la vuelta con golpes de salten mejor que con una cuchara de madera.
(3) Con un cuchillo bien afilado hacernos cortes superficiales y verticales sobre el tomate, de modo que queden las tiras externas de la piel y el interior intacto (que usaremos para una tapa o ensalada). Sólo usaremos la piel para que no suelte agua.
Troceamos la piel del tomate en fragmentos de medio a un centímetro y lo añadimos al fuego. La parte interior blanda, podemos usarla para unas tapas o una ensalada. Rectificamos la sal si fuese necesario y dejamos cocinando unos minutos más hasta que esté hecho. Servimos de inmediato, antes de que las verduras se reblandezcan demasiado.
A deGUSTAR.
Un verdadero clásico de la cocina que much@s de vosotr@s habréis hecho más de una vez, tan fácil como delicioso y resultón. Para prevenir la aparición de algún Papa que pueda dar fe de una receta cuya verdad no admita ninguna duda, me he limitado a plasmar una versión bastante aproximada a la que podríamos considerar la receta más extendida, aquella que no escama el pescado y acompaña con algún tipo de verduras u hortalizas, en mi caso un pisto que S. S. Benedicto XVI podría tirar por tierra al participar con mis innegables preferencias: añadir berenjena, una tradición heredada de la cocina francesa; tomate, más popular en el norte que en la mancha, o el ajo, que alejaría a muchos habitantes de Transilvania o a nuestra querida Victoria Beckham de tan suculento contraste al paladar.
La primera pregunta que todos nos hemos hecho la primera vez que se hace este plato es obvia: ¿quedará salado? La respuesta también lo es, puesto que si lo fuese seríamos un poco masoquistas y demostraríamos cierta dosis de locura (que poseemos, aunque yo no me ponga un cucurucho en la cabeza). No, la sal es la justa y necesaria, más bien tirando a soso (perdónenme los que se ven obligados a dietas hiposódicas, que no “episódicas”). Para demostrarlo, un sencillo ejemplo: los peces se pasan toda la vida en un baño de sal (menos esos momentos de tensión, de tanza y luchas con Capitán Acab –Ahab-), sin embargo, cuando los cocinamos necesitamos añadírsela. Es una cuestión de impermeabilidad, como nuestra piel o la de muchos tubérculos como la patata (¿habéis probado a hacer unas “papas arrugadas”?).
El plato es tan sencillo que lo hago muchos de esos días en los que Teo no me deja cocinar o tengo que hacerlo con él en brazos. Con un plato tan sencillo la única complicación es el tiempo adecuado de cocción, hecho que depende principalmente del tamaño de la pieza. Muchas de las recetas que he leído no hacen referencia a este hecho y se arriesgan a indicar tiempos de cocción exagerados, que lo único que harán es cocer en exceso el pescado si la pieza es pequeña, perdiendo agua y gran parte de sus aromas. Para una dorada de medio kilogramo (o algo menos) media hora a 200º C (con calor por arriba y abajo) es más que suficiente. Para piezas muy grandes el tiempo necesario podría llegar a los cincuenta minutos y para piezas pequeñas poco más del cuarto de hora.
La idea es muy ingeniosa, formar una coraza con sal lo suficientemente compacta (ayudada por unas gotas de agua que favorecen la formación de la costra) como para que el pescado se haga en su propio jugo y se forme un sellado que impida la eliminación de fluidos y mantenga toda la pieza a una temperatura alta, constante y relativamente homogénea. Después se puede aromatizar con hierbas al gusto, las más comunes son: tomillo, hinojo, laurel o, incluso, romero.
El acompañamiento ideal y más extendido es el pisto u otro tipo de preparación a base de hortalizas o verduras. A mí me gusta añadirle tomate, mejor retirando el interior cuidadosamente para que no suelte agua y formando cuadritos con la piel como si de otro tipo de hortaliza se tratase. Si puedo, también le añado berenjena y, a veces, un pimiento amarillo para darle mayor variabilidad cromática. Verdes, amarillos y rojos, nada de nacionalismos, por supuesto.
En Madrid inFusión sumergirían unos filetes de lubina en hidrógeno líquido, los golpearían con un martillo y con los trocitos harían unas patatas chips. Entonces los servirían con un falso “quenchum” hecho a base de pimientos del piquillo. Serían “patatas chips de lubina con kemchun de pimientos del piquillo”. Fast Food, 2 Fast food, 2 Furious food.
El otro día vi como uno de los cocineros que más respeto, José Andrés, preparaba una tempura crujiente con crías de esturión (de unos 8 centímetros) y los acompañada de caviar (de la madre del esturión). Como sabéis, el esturión (ibérico) es una especie en peligro de extinción. Al ver el plato me sentí como quién observa un “crujiente de lince ibérico en sus criadillas”.
Por cierto, ¿U-la Toñi Vicente? Hace tiempo que en el local hay un “Se alquila” justo al lado de una fugaz estrella Michelin. Una pena, a veces la vieiras pueden ser muy indigestas.
No sé si por casualidad o por previsión, me aventuro a pensar que se ha hecho de modo totalmente voluntario. Hoy viernes (ya no sé de cuándo), Teo y yo, hemos tenido que tomar un bus hasta el concesionario, el bus nº 1. Me resultó por lo menos curioso que este autobús urbano salga del Hospital Clínico y llegue hasta el cementerio. Viajes de ida sin billete de vuelta.
Nosotros nos paramos justo en frente a la fábrica de Donuts, en dónde no pequé, recorrimos unos pocos metros más hasta llegar al concesionario. Allí esperamos hasta que nos dieron el coche que habían reparado por una pequeña ralladura que se produjo cuando me “dieron por detrás” el día de la lotería, sólo la pedrea. Esta vez no hubo que hacer ningún trámite, desde el primer momento el otro coche asumió la culpabilidad.
¡Hombres! Esa especie en extinción. Ser extraño dónde los haya, caracterizado por una serie de genes y virus de naturaleza única: el gen “la junta de la trócala”, a una o dos ruedas; el virus de la “panza cervecera” o acariciarse descaradamente el vello púbico, lo miren o no; el gen “penalti de gol es gol y el misterioso mundo del fuera de juego” que viene con el kit de mando a distancia incluido, éste puede producir el virus de la panza cervecera si se produce un abuso del kit; el “déjame hacer la paella los sábados”; el “Pepe Gotera y Otilio”, a veces también llamado “¿Por qué me ha sobrado un tornillo al montar el mueble de Ikea”; el virus de los “20 centímetros”, los que lo poseen son incapaces de medir correctamente distancias cortas, a veces infinitesimales. Pero el no tener ninguno de estos genes no garantiza nada, todavía podríamos poseer alguno de aquéllos quizás más propios del género: el “jara y sedal”; “el sueño eterno”; “el inspector Gadget”, amante de todo tipo de aparatos que lleven pilas o se enchufen; “la estatua de sal con vaso en mano en sala de baile” o, sobre todo, “el bicolor”, por el que sólo se pueden distinguir (con suerte) cinco o seis colores: blanco, negro, rojo, azul, verde y marrón. Todos los demás son: verdoso, rojizo, azulado, azul claro, azul oscuro…, cuando no se sabe se dice: marrón.
Pero de todos ellos, el más importante y determinante del género son el gen del sexo, “sex-gen”, que combinado del “Norton Ghost” deriva en el conocido virus: “macho man” o “macho ibérico”. Tampoco suelen faltar el del miedo al compromiso, el del miedo a crecer o el pánico a ser padre y las responsabilidades que ello conlleva. El sex-gen puede ser dramático si se combina con el gen “lo bueno si breve…” (“¿ya está?”) o el de “virgen a los 40”, en cuyo caso también se le suele “kit manos libres” o “la enfermedad del tenista”.
¡Mujeres! Éstas no se quedan atrás. El virus “coleccionista de geles, colonias o productos de limpieza”; el gen “ordenamiento jurídico”, por el cual cada cosa tiene un sitio y sólo uno; el virus “arcoíris”, capaz de distinguir y nombrar la infinita gama de colores del espectro visible, así como clasificar una retahíla de clases de morados y rosados: fucsia, magenta, lila, morado, añil, púrpura, violeta, rosa, malva, salmón, amatista, lavanda, púrpura de Tiro, berenjena o ¿calabacín?, que, aunque no lo parezca, me ha dicho mi mujer que son colores distintos y no tonalidades del rojo y violeta. El gen de la practicidad y el equilibrio; el gen “por qué le habré dejado preparar la paella este sábado”; el gen de “la semana fantástica del CI”; el gen de la “combinación perfecta”, por el que unos zapatos, bolso, la pintura de las uñas o el lazo de la coleta deben combinar con toda, absolutamente toda, prenda u objeto que se lleve encima; el gen de “tener el armario lleno de nada que ponerme”. Pero si son mujeres y no poseen ninguno de estos genes no se preocupen, nunca faltará el gen-sex que, a diferencia de los hombres, se combina con el que “la mata callando” y “en boca cerrada no entran moscas”.
Pero lo más curioso es que a pesar de estos tópicos y estúpida trivialización del comportamiento humano, personas de naturaleza y género diverso, igual u opuesto, por motivos que me resultan totalmente desconocidos, combinan estos genes del modo más caótico para que por una vez en la vida se pare el mundo ante ellos durante unos instantes y se ponga en marcha de nuevo a velocidades de vértigo a las cuales es imposible apearse. El amor es lo que tiene, tan pronto llega como se va.
Lubina o dorada a la sal
- 1 ó 2 lubinas o 1 dorada grande (~500 gr.) entera y sin escamar.
- 1 kilo sal gruesa (aprox.), mejor una especial para preparar a la sal. Puede mezclarse con un 10% de sal fina para que ayude a sellar mejor el pescado.
- Una ramita de tomillo.
- Un poco de hinojo.
- Una ramita de romero (opcional).
- Dos hojitas de laurel.
- c. s. de aceite de oliva virgen extra (para servir)
Ya en casa, precalentamos el horno a 200º C, yo lo pongo por arriba y abajo. El pescado debe estar entero, sin tripas y, mejor, con escamas para que no pierda agua. En una fuente que pueda ir al horno cubrimos bien la base con sal gruesa a la que se le ha podido añadir un poco de sal final (100 gr por kilo de gruesa), es algo que he hecho alguna vez. Ponemos unas pocas hierbas aromáticas (una ramita de tomillo, un poco de hinojo, romero y una hoja de laurel) y, ayudándonos de las manos (podría usarse un pulverizador), echamos en forma de lluvia un par de cucharadas de agua de modo que se reparta de modo homogéneo. Un poco de humedad hace que la sal se selle mejor formado una costra y también genera un poco de vapor de agua para ayudar a la cocción.
(2) introducimos por la ranura en la que han retirado las vísceras del pescado una hoja de laurel y, si nos gusta, alguna hierba aromática. Opcional: mojamos las manos en aceite e impregnamos las escamas del pescado para ayudar a formar una costra. Depositamos el pescado sobre la sal y cubrimos con sal gruesa a la que también le hemos añadido alguna hierba aromática. Debe quedar bien cubierta. Goteamos con un poco de agua, mojando las yemas de los dedos unas tres o cuatro veces, e introducimos en el horno ya caliente.
Cocinamos a fuego fuerte, unos 200-210 ºC (en mi horno lo dejo a unos 200º C) durante media hora. Si tenéis un poco de miedo dejadlo 5 minutos más como mucho, en el mío llegan 30 minutos, siempre depende del tamaño de la pieza. Para uno de un kilo llegarían con unos 45 minutos.
(3) Pasado el tiempo retiramos la fuente de inmediato y rompemos la costra dura que se ha formado en la superficie. Es importante hacerlo en el momento para que no siga cociéndose. Retiramos la piel del pescado, intentando no romperlo, así como los dos filetes, pretendiendo retirar las espinas cuidadosamente si las tiene. Emplatamos con el pisto que hayamos preparado con anterioridad. Podemos añadir un chorrito de aceite de oliva virgen extra.
Pisto
- 1 ó 2 dientes de ajo enteros, abiertos con un golpecito.
- 1 hoja de laurel.
- 1 cebolla mediana.
- 4 bolitas de pimienta negra (las retiramos al final).
- ½ pimiento verde grande o 1 pequeño.
- ½ pimiento rojo o 1 pequeño.
- ½ pimiento amarillo o 1 pequeño (opcional)
- ½ calabacín mediano.
- ½ berenjena mediana.
- 1 tomate grande, sólo la parte externa para que no se reblandezca el pisto.
- (Opcional) Hierbas aromáticas al gusto: tomillo.
- Aceite de oliva virgen extra.
- Sal y pimienta (si no se le añade pimienta en grano).
Es muy fácil, seguimos el orden establecido en la receta, empezando por el ajo, la cebolla y los pimientos (que podríamos añadir unos minutos después). El resto de verduras las iremos añadiendo según las vayamos troceando, en intervalos de unos cinco minutos hasta acabar con la berenjena, que se hace mucho más rápido, y el tomate, que puede estar casi crudo.
Golpeamos el ajo y troceamos la cebolla en cubitos, la añadimos al aceite junto con tres o cuatro bolitas de pimienta negra y una o dos hojas de laurel. Añadimos los pimientos troceados en cubitos y cocinamos durante unos 5-10 minutos, hasta que la cebolla empiece a reblandecerse y el pimiento esté a medio hacer.
(2) Añadimos el calabacín troceado con piel, cocinamos unos minutos (unos 5 minutos) mientras limpiamos y cortamos la berenjena. Pasado el tiempo añadimos la berenjena troceada que se hará muy rápido. Salpimentamos. Durante todo el proceso iremos removiendo con cuidado para que no se rompan las verduras, una forma de hacerlo es dándoles la vuelta con golpes de salten mejor que con una cuchara de madera.
(3) Con un cuchillo bien afilado hacernos cortes superficiales y verticales sobre el tomate, de modo que queden las tiras externas de la piel y el interior intacto (que usaremos para una tapa o ensalada). Sólo usaremos la piel para que no suelte agua.
Troceamos la piel del tomate en fragmentos de medio a un centímetro y lo añadimos al fuego. La parte interior blanda, podemos usarla para unas tapas o una ensalada. Rectificamos la sal si fuese necesario y dejamos cocinando unos minutos más hasta que esté hecho. Servimos de inmediato, antes de que las verduras se reblandezcan demasiado.
A deGUSTAR.
Siempre me haces sonreir!!! al tiempo que doy cabezadas de aprobación claro, que para eso soy fan fanática....
ResponderEliminarVolveré a hacer la receta siguiendo tus pasos fielmente. La he hecho dos veces, y las dos se me rompió la costra y el resultado fue.....Vamos, que me lo comí pq lo había hecho yo, y cara de póker para q V se lo comiera también. Ya sabes, esa cara de "no noto nada. Está bueno. Y cómetelo pq lo he hecho yo y punto!"
Ya sabes, ese gen....Besos mil! OLGA.
Me encanta el pescado Pepinho y este se ve delicioso si me gusta mucho con verduras.
ResponderEliminarMuchos besoos para ti y Teo, gloria
me guardo esta receta, me ha encantado!
ResponderEliminarcariños!
Me encanta el pescado a la sal, pero nunca lo he preparado en casa. Por esta zona, en los restaurantes, lo acompañan con "papas a lo pobre" y una ensalada de col y zanahorias ralladas. Delicioso!!!
ResponderEliminarVoy a probar tu pisto.
Un saludo, Begoña
Ese Cocinero Jose ANdres en Madrid Fusion estaba como lo decia la limite cocina y marketing por esa receta muy especial...Pero en ningun caso esa receta es una amenaza. La fuente certificada (EC & FOS) de esos 2 productos es sostenible y ecologica. La Produccion de esos peces en captividad en un ambito acuicola certificado permite ese stilo de creacion...un lujo sostenible es posible.
ResponderEliminarMe encanta esta receta y su presentación.
ResponderEliminarUn beso
rosa
una presentacion muy buena .... y la lubina ó la dorada a la sal estan muy ricas....besitos guapa
ResponderEliminarNo tengo de los genes que comentas. Me vacunaron de pequeña, jaja. Bueno, uno sí pero es culpa de mi signo astrológico: Virgo...y no digo cuál.
ResponderEliminarLa dorada, lubina, sargo, besugo me encantan al horno con o sin sal, simplemente me encantan.
Y un gen que tenéis/tienen en abundancia los H es el de me arreglo un montón para cualquier cosa, pero para ir con mi pareja a tomar algo no es necesario afeitarse un domingo..no hanlemos del temido y en mi casa prohibido chandal para los sábados y domingos. Me puede!!
Muacs dulces con poco tiempo
El 1 es una línea de lo más curiosa. Si llegas a la Donuts a las 17:00 no te resistes a entrar. Yo como la he visitado por dentro con mis alumnos puedo pasar por esta vida sin el deseo de ellos, jaja
Ufff, éramos pocos. Tenéis que perdonar, pero se me ha estropeado el adaptador de corriente del portátil y, en el caso de comprar el original, la broma sería de ¡151 euros por un sencillo adaptador!. Sólo pude conectarme ayer un momento desde el trabajo para poner un mensaje en en FB de los C (ilusionado que está uno).
ResponderEliminarHe tenido que echar mano de eBay, porque el adaptador universal que compré ayer por la tarde no tiene potencia suficiente para ese portátil (19’ tira demasiado). Para más, estaba actualizando el ordenador de sobremesa para dejarle sólo Ubuntu 9.10 (el Windows no va todo lo rápido y ocupa demasiado disco) y tampoco he podido usarlo… y eso que tengo que preparar las clases. Menudo marrón. Espero que el envío por eBay sea rápido.
En breve tendré que entrar en clase, por lo que seré breve.
Gracias a todos, y eso que tenía alguna sorpresa y nuevas recetas…
Sólo un breve comentario al “Anónimo”: el carácter de mi comentario es puramente irónico y en ningún caso quisiera ofender y desprestigiar nada. No dudo lo más mínimo que TODOS los productos empleados siguen una serie de controles rigurosos. Sólo es una pequeña ironía sobre la primera percepción que he tenido el ver el plato. Por supuesto, para mí JA es de los grandes…
Un beso a tod@s!
Hasta pronto
Gran soliloquio, este del 'sex-gen'! Y por cierto, a veces no te provoca un poco de miedo el tocar un jersei azul eléctrico por si te pasa la corriente? O no te apetece chupar una camiseta rosa chicle?....
ResponderEliminarAy! El pescado y yo... Tiene que estar muy disfrazadito para que me lo pasen (a lo mejor, de Bob Esponja) y creo que a la sal debe saber totalmente a mar... O sea, que me fijo en la receta de ese pisto multicolor, que eso seguro que lo hago.
Besito para Mr.T. Y claro, para ti y para todos mis convecinos de aquí.
(Qué bonita la foto de Caillou con su ajuar)
Ah! Estabas aquí! Ahora nos dejas con las ganas de ver esas sorpresas y recetas... ¿No será alguna foto del míster disfrazado??? Porque nos lo enseñarás, no? Piensa en las cibermadrinas...
ResponderEliminarQue el e-bay sea rápido.
Ostras! Soy yo, que me acabo de dejar la firma.
ResponderEliminarHola, he encontrado una rápida solución y creo que me va bien, ya llevo un día...
ResponderEliminarOlga, quizás hayas añadido poca sal. El agua ayuda...
No suele pasar, pero es algo que me irrita, aquellas (pocas) veces que se quejan cuando no has hecho algo a su gusto (un “no me apetece”). Esos días me dan ganas de responder: “pues la próxima vez vienes del trabajo cansada, coges a Teo, cocinas con él fisgando, pones la mesa y al llegar quiero tener la comida sobre la mesa....” Es el problema de los hábitos, cuando habitúas a la gente a algo ya lo toman por “normal” y obligatorio.
Besos 2020.
Gloria, un día de estos pasaré por tu blog a “charlar” un poquito, con más calma.
Un beso grande.
Lilu, gracias.
Begoña, “papas a lo pobre?”, suena a plato sencillo, barato, rápido y delicioso. A mí me suena “patatas a la abundancia”, que no creo que estén mejor.
Un saludo.
Rosa (Piescu), Gracias. Lo de la presentación está todavía pendiente de mejora... necesito tiempo...
Julycar, gracias. Me llaman Jack Lemmon y visto falda cuando me lo pide Billy Wilder.
Besitos guapo.
Berta, ahora no tengo mucho tiempo, pero queda claro que tienes genes femeninos. ¿Qué tiene de malo un chándal? Eso necesito que me lo expliques y me hagas un gráfico que pueda entender. En mi caso no sé que tiene de malo vestir pantalones vaqueros de hace años (15) y que estén un poquito “usados”.
Los hombre somos así, simples y prácticos (para algunas cosas). Sólo hay que ver un anuncio de un coche en televisión... (no recuerdo cuál).
Lo de afeitarse es algo que sólo hago dos veces por semana. No tengo mucha barba pero, como he dicho somos muy prácticos. Para nosotros “buenos días” es eso, “buenos días”. No hay que hacer segundas lecturas a nuestros comentarios...
Bueno, tengo que dejarlo....
Un besazo.
Hola Pepinho
ResponderEliminarLa semana pasada hice tu receta de donuts... deliciosa! Aunque no atiné con la temperatura del aceite por lo que tenía ganas de probar otra vez suerte. Para no repetirme, ayer por la noche hice la masa de tus berlinas y la metí en el frigorífico para freírlas esta tarde. Y esta mañana al abrir el frigo para desayunar...¡¡La invasión de las masas!! Se había desbordado del recipiente en el que la había colocado y había invadido las coles de bruselas, el queso, el brócoli...Jajajajaja!! Ha sido gracioso, a pesar de tener que limpiar tanto y de peder buena parte de la masa... me he reído.
¿Es eso normal? ¿Me pasé con la levadura? Tú ponías 10 gr de levadura fresca, pero como en la de donuts para una proporción parecida de harina empleabas 10 gr de levadura instantánea yo puse instantánea también aquí... ¿La he cag..? ;o)))))
Gracias de antemano por todo.
y besos.
Mar
Qué sorpresón! Gracias por enseñárnoslo, de verdad que es muy emocionante, esa es la palabra justa. Y qué gracia ese movimiento pendular al entrar en la zona ajardinada; parece un gnomo. Está precioso de verdad, no me extraña que se te caiga la baba.
ResponderEliminarBESOS!
está precioso!! nos tiene loquitas a las cibertías, jajajaja. Besos mil. OLGA.
ResponderEliminarBien, Mr T. ha descubierto que la pelota es imparable y que no hay problema en escalar cumbres llenas de matorrales imposibles. Lo próximo????.
ResponderEliminarHe de confesar que como Virgo soy insoportable: maniática del orden y que peco a veces de autista si me quitan de una rutina. Pero, ¿ qué a gustito se está con todo ordenado? qué bonitas quedan las fotos de salas colocadas, habitaciones sin libros por los suelos y bolsas de plástico en el recoge bolsas?.
El chandal es ropa para hacer deporte. Es como si me pongo la ropa de jugar al tenis para ir a por el pan, o el bañador para ir a la gasolinera. No hay pecado en hacerlo pero cada cosa está diseñada para lo que está ( o no y yo sou la "rarita"). C me dice que no se va a parar el mundo porque apile 10 libros en el cabecero de la cama si son los que quiere ir leyendo. Cada noche coge uno y así no tiene que acercarse a las estanterías. Tiene los libros que quiere leer cada mes todos juntos en el cabecero y ala. Yo tengo uno, y si quiero otro me levanto (mi casa no es la de la baronesa Tyssen en m2) y me cojo uno o dos y a la mañana siguiente los devuelvo a su lugar de origen.
Tengo MI orden y quiero que los demás lo sigan, al menos en las zonas comunes. En cada estudio cada uno que haga lo que quiera, ahí no me meto ni a limpiar. Es una costumbre como otra cualquiera.
Oye, anímate a venir al FG anda.Ya no sé cómo insistir sin ponerme pesada, así que no lo voy a hacer, pero.......me harías tan feliz.....
Muacs dulces de jueves de comadres llenos de filloas y orejas.
Buenos días.
ResponderEliminarAcabo de descubrir el blog por casualidad, un blog te lleva a otro y a otro y al tuyo.
Me parece fantástica la receta, aún no me he atrevido a prepararlo y llevo bastantes días pensando en hacer un pescado a la sal. Tenía entendido que había que ponerle un poco de vinagre a la sal, pero probaré con tu receta.
Un saludo,
Raquel
Roñi Vicente tiene en concesión el restaurante del camping de Coroso, en Ribeira.
ResponderEliminarBerta, estoy contigo. Ante todo orden. Cada vez estoy más convencida de que ya no sirvo para "convivir". Y como con la edad me vaya haciendo más maniática.....
ResponderEliminarTambién estoy contigo en lo del chándal. O esa gente que lleva chanclas por la ciudad. Eso es denunciable!! Las chanclas son para la arena de la playa, y en el asfalto es incluso antihigiénico lo que te tiene que sudar el pie con eso y el recalentamiento, aparte de los pies negros que lucen.
Ale, ya me he desahogado hoy, jejejje. Besos miles a repartir! OLGA.
Buenas,
ResponderEliminarme gustaría hacer un intercambio de enlaces con tu web.
Si estás interesado, mándame un mail a contacto[arroba]goviajeros.com
Un saludo y gracias!
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ResponderEliminarHi!
ResponderEliminarPor si alguien tenía alguna duda, está claro que Berta y Olga son... ¡mujeres! Comparto vuestra opinión acerca del orden, pues es algo que debe implicar a todos los que conviven en la misma casa, aunque con un bebé es difícil mantenerlo durante más de 5 segundos en orden. Lo que ya no comparto es que se ponga el orden y (¿las manías?) por encima de las personas, olvidándonos que los que conviven con nosotros también tienen sus costumbres y ¿manías?.
Por dónde tampoco paso es por lo de la ropa, ése es un tema personal e intransferible del que cada uno debe decidir según le venga en gana. Yo NUNCA le he dicho a María cómo debe vestir, aunque ella sabe que para mí viste demasiado clásico o que no me gustan los pendientes de perlas, menos si son dorados. Pero no es asunto mío, es algo que forma parte de su identidad, cómo quiere verse o cómo quiere los demás que la vean.
No creo que haya una prenda para cada cosa, hace muchísimos años que no veo a nadie correr en chándal. GAP ha amasado una fortuna vendiendo sudaderas estilo “Rocky” y a muchos les/nos gusta acompañada de unos vaqueros. La estética “casual”, esa que combina zapatillas deportivas, chándal (los clásicos de Adidas) con unos pantalones nos gusta a muchos, y sólo es una cuestión de gusto y estilo. Perogrullada: por supuesto, la ropa casual que se use para vestir debe usarse para sólo eso, nada de un día para cada cosa. A María le gusta el chándal para estar en casa cuando, según decís, es una prenda para practicar deporte.
Creo que muchos hombres (y mujeres) a los que nos gusta ir informal buscamos la COMODIDAD por encima de todo, no sentimos esa necesidad de ir de punta en blanco y no nos sentimos cómodos con ello. Es sólo una opción de gustos, nada más. Yo no tengo chándal, sólo uno que he perdido y nunca uso, pero me gusta llevar zapatillas deportivas (de piel o tela) y unos vaqueros (también me gustan mucho las telas de verano, tipo Docker).
Creo que debemos ser un poco tolerantes, esa es la palabra, con el estilo de vestir (y los hábitos) que usen aquellos que nos rodean (parejas y demás). No queráis vestir a vuestras parejas como a vosotras os gusta, ellos no lo harían con vosotras. En tal caso, buscad una solución de compromiso entre ambos.
Por ejemplo, a mí no me gusta en absoluto la estética de “zapatos de charol” y pantalones cortos en los niños con medias hasta la rodilla, pero respeto a aquellos que sí lo ponen, como quiero que ellos lo hagan si le ponemos a Teo unos vaqueros y una camiseta de Iron Maiden.
Sé que hay quién me critica cuando corro con pantalón de deporte tipo “Tarzán” (así se lo han dicho a M) con buen tiempo, pero yo no me meto con los horteras lacitos de sus hij@s (ya lo he hecho). Porque cuando voy a correr, voy a sudar y a embarrarme cuanto más mejor, no me importa que las mallas estén rotas.
...
...
ResponderEliminarMar, ¡qué bueno! También me ha pasado alguna vez a mí.
Ahora siempre lo envuelvo bien en película de cocina (doble). En realidad, hace un par de años abusaba demasiado de la levadura, ahora prefiero fermentaciones mucho más lentas que dan mejores resultados a largo plazo (mejor conservación y miga). Sólo es una cuestión de paciencia. ¿Sólo?
Menos mal que sólo se estropearon las coles de Bruselas, soy de los que no les gustan demasiado.... Para la próxima: menos levadura y, sobre todo, bien envuelta en película de cocina.
Un beso.
Rosita, para mí sólo es él. El problema es no tener tiempo para estar TODO el día con él y prestarle TODA la atención. Cuando me dé cuenta ya no querrá estar conmigo, no querrá besos y me volveré a encontrar con “mi” mundo real.
Un beso.
OLGA, eran sus primeros pasos en soledad. A mí si que me vuelve loco...
Besos 2 mil.
Pepinho.
Canelaytu, gracias. Ya sabes, eso de los grados de separación. Esto no es Roma, pero todos los caminos nos unen.
Otro saludo.
A, lo de “Roñi”... ¿va con segundas?
Ofertas (de) viajes, me parece que ya te has dado el gusto de intercambiarlo ;-)
Un saludo y gracias a ti... (nunca se sabe)
PD.: Berta, de corazón, estoy muy ocupado con el niño. Los fines de semana, que es cuando más tiempo tengo, me levanto muy temprano y hoy he tenido que levantar a la compatriota para poder salir a correr un ratito y llegar a tiempo para preparar la comida. Algún día, más pronto que tarde.
Besos a tod@s.
Pepinho.
Buff que el tema de siempre parece que no nos va a poner de acuerdo.
ResponderEliminarEl tema de los pendientes de perla es un golpe bajo. Y de si son doradas, todavía más. El primer regalo que tuve de mis primeros alumnos fueron unos pendientes de bola de oro. Los pongo y llevo y guardo como oro en paño, con más cariño que algún que otro regalo de C.
Sólo pienso que por ejemplo si se sale a tomar algo, me espanta ver a mujeres super puestas y ellos que van de chándal, me puede. Tampoco es plan de ir como los Beckam de conjugados, pero si su corbata combina con mi traje en una boda, me mola. JAja, ya debes de estar escandalizado.
Para ir al gimnasio o a la piscina C lleva las peores camisetas y me fastidia por el gilipollas comentario de algunos de "vaya mujer tendrá que le deja salir así de casa". Por más que le compro camisetas nuevas, siempre va a coger las más añejas.
Por supuesto que la elección es personal, pero sin duda es algo que también nos ha llama la atención o no?. Recuerdo un alumno que venía a clase siempre de boina, nunca se la sacaba. Sus compañeros le llamaban "el boina" y no entendían que por respeto a mi no se descubriera la cabeza. Y fíjate, para mi no era una falta de respeto sino algo intrínseco a él, como el que lleva gafas o escribe con pluma (Como C y yo).
Pues a mi los bebés de 2 meses con peto vaquero me espantan, parecen enanos. Con lo monos que están vestiditos de bebé, jaja azulitos con su capotita, jajaaja. Respeto a los demás, jajaj. Ya debes de estar con la tila llegados a este punto.
Yo soy casual. Es más, siempre me encuentro perdida a la hora de ir a una cena más puesta o algún evento, porque mis pantalones y zapatos bajos no me los quita nadie. Los tacones y yo, no hemos sido hechos los unos para los otros.
Disfruta con T en su primer Entroido como Also Starring.
Muacs dulces helados
A ver , por partes:
ResponderEliminar- el chándal sólo para estar en casa o hacer deporte. Aún así me parece horrible. Hago deporte con ropa específica y para estar en casa lo que yo llamo "chándal" es una sudadera y un pantalón deportivo tipo malla de algodón.
- pendientes de perla.... ni muerta!!! y dorados menos (con todo mi cariño Bertita....).Yo no me quito los aros y si llevan brillitos, mejor que mejor.
- no me quejo con V. Es más presumido que yo y me gusta su forma de vestir, y me gusta cómo me aconseja a mí. Siempre tiene razón, a veces pienso que me conoce más que yo misma en el tema ropa.
- tacones (aunque mido casi 1,80) me gustan. Bastante he sufrido media adolescencia sintiéndome una jirafa. Ahora los llevo siempre de al menos 5 cm., y generalmente en bota, aunque me gustaría ponerme zapato más a menudo. Pero salgo poco y a conciertos, así que..... bota.
- totalmente de acuerdo: los bebés con vaqueros parecen enanos, y a los que les ponen hasta corbatas (que los he visto con estos ojitos) habría que denunciarlos. Pero ni eso ni de "Cuéntame". Hay toda una gama de grises intermedios.Ah! y eso sí, sieeempre de colores, aunque sea niño.
- y cómo hablando de orden hemos llegado a cómo visten las parejas y lo que es "lícito" o no en el vestir???? Voy a repasar los post jejejjeej. Besos... 3 mil!!!!
Hi2!
ResponderEliminarDebo admitir que lo de los pendientes de perlas fue con un poco granuja por mi parte, me esperaba una respuesta parecida por parte de B ;-), sorry. Pero siguen sin gustarme demasiado.
Hace unos años le compré a M un anillo de diseño (bueno) con tres bolitas y lo cambió por una alianza de 600 euros. Este año, pensando en su gusto, le regalé un collar de piedras y perlas cultivadas (de un tono desconocido para mí) y éste no lo cambió... fuimos en rebajas a comprar otros (2) bastantes más sencillos cuando le dije que los tenían al 40%.
Olga, haces como María, te pones unas mallas y una sudadera para estar en casa (también se pone unos bonitos conjuntos que hay en Women'secret).
Hoy me ha tocado ir de rebajas, es lo que tiene. Para mí, ahora es una necesidad, cuando entramos en necesidades es cuando no tengo más remedio que acudir a esos lugares monumentos de una sociedad capitalista ;-). M siempre encuentra un hueco para mirar sus cosas. Empezamos el otro día y compré aquello que me gustaba, sin complejos ni prejuicios. Me da igual que sean de marca como de m(a)rca-dillo. El otro día entramos en Sporttown y me gustaron (por el color intenso y una necesidad imperiosa) unas deportivas rojas de Fred Perry, las compré, y eso que no soporto el estilo pijo. También me compré un anorak.
Hoy fuimos a comprar unos pantalones vaqueros a U+AD pero todos son demasiado anchos en la cintura. Para la cintura me sobra una 40 y para las piernas necesito casi una 44, por lo menos de AD. Al final me puse a grabar a Teo paseando por la inmensidad del comercio y lanzando cochecitos por el suelo.
Bueno, demasiada trivialidad para estas horas del sábado.
Besos.
Yo hice una dorada. Deliciosa, gracias. Me encanta tu blog
ResponderEliminarLa lubina a la sal, deliciosa. El comentario en chino, de lo más interesante!!!!
ResponderEliminarY los comentarios de la ropa, primermundistas total.
Lo siento, pero soy mujer y no tengo nada que ver con todos estos tópicos sobre la vestimenta.
Existen los hombres obsesionados por el orden y la ropa. Lo juro.
Besos.
Esperanza.
Por fin un poco de "esperanza" y luz a tanta estúpida trivialidad burguesa, en la cual nos vemos inmersos queramos o no (o sí).
ResponderEliminarYa hemos aprendido a decir "sexo" en chino.... o japonés. La primera línea es muy descriptiva...
ResponderEliminarHola Pepinho
ResponderEliminarTercer intento con las berlinas o donuts, (la masa es básicamente, igual, no?). Esta vez con tu receta de donuts (la que tú recomiendas). Bueno, bastante decentes... pero el punto del aceite realmente es difícil y quizás me han quedado un poco más densas de lo que me gustaría, aunque se hincharon bien en el aceite... (¿poco reposo?).
Enfin, muchas gracias por todo... ¡¡Seguiré intentándolo!!
Mar
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarY el pan con aceite y azúcar. Y el maletín de la señorita Pepís. Y los recordatorios de Primera Comunión. Y las naranja y limones de caramelo dentro de un envoltorio de celofán. Y las fiestas de cumpleaños en las casas de los niños. Y la tarta de galleta y chocolate. Y el flan de sobre. Y los tebeos los domingos. Y las películas de sesión continua, los dos rombos, el cinefórum de los salesianos. Y el 1500 rojo. Y los juegos en la Plaza de las Pasiegas. Y la llegada del panadero y del lechero consuelo con las botellas de leche de puleva de cristal. Y Franco equivocándose y diciendo desde el balcón del ayuntamiento: malagueños (queriendo decir granadinos...) Y el olor a vickvaporus ¿cómo se escribía? Tantos recuerdos para los niños que nacimos en los 60 y comienzos de los 70, tantos, tantos....
ResponderEliminar¡Genial el bizcocho, ya lo he hecho! Ah y que no se me olvide invitarte a ti y a los blogueros a mi nuevo blog de cocina: perfeccionistaenlacocina.tumblr.com/
Pepinho,
ResponderEliminarDescubrí tu blog hace una semana googoleando sobre Pierre Hermé a quien, al igual que tu, admiro muchísimo y quiero decirte que tu trabajo me encanta!
Soy adicta a tu blog! Saludos de México!
Me han abierto las lubinas, hay algun problema para hacerlas ala sal estando asi? He comprado 5 y no megustaria estroperalas gracias
ResponderEliminarLaura,
ResponderEliminarDepende cuánto se hayan abierto. En principio no hay ningún tipo de problema, intentando presionar para que quede cerrado.
Si le han quitado las escamas puedes pintarlas con un poco de aceite. Lo más difícil es encontrar le punto de cocción, pues depende del tamaño de la lubina y del horno.
Gracias y buena suerte.