Volcado de memoria
Es una obsesión muy común entre los reposteros más famosos y renombrados la búsqueda de nuevos sabores, contrastes y gustos exóticos, olvidando muchas veces, desde mi humilde y desconocedor punto de vista, la riqueza de los sabores sencillos, los platos fáciles y los gustos de siempre. Recuerdo aquellos grandes cocineros que en una entrevista respondían a la pregunta de cuál era su plato favorito con respuestas como: tortilla, huevos con chorizo,... aunque también los había sibaritas “mágicas”.
El coco no siempre ha sido santo de mi devoción, no recuerdo exactamente cuándo empezó a gustarme y cuándo a entusiasmarme. Quizás hace poco tiempo, es un producto que identifico con María, hace ya unos 12 años. Cuando era pequeño, los pasteles de coco no los tomaba nadie, si tal, mi padre, al que le gustaban los sabores más exóticos como el café ;-) y sus variantes o los pasteles poco húmedos.
Hace ya bastante tiempo que preparo este postre, sobre todo esos días en los que tienes prisa y muchas ganas de dulce. Es muy sencillo y rico, siempre que te guste el coco, claro. No es normal en mí repetir un postre más de una vez cada dos años, eso dice mucho de cuánto me gusta y lo cómodo que me resulta realizarlo, tal vez lo haya hecho unas 3 veces durante los últimos doce meses. Lo he hecho jugoso, casi crudo; en moldes rectangulares y circulares; por la noche o por el día; con azúcar glasé y con coco rallado como cobertura; mojado en un jarabe... y todas las veces me ha gustado. Si tuviese que decidirme lo haría por un molde rectangular, más bien alto y con poco tiempo de horno, crudito, que aunque la apariencia externa no será tan buena, su sabor sí lo es.
En informática, cuando se produce un error del un sistema suele dar lugar a lo que se denomina un “volcado de memoria”, también llamado memory dump o core dump, en el que el propio Sistema Informático para salvaguardar sus datos volátiles, aquellos que no han sido guardados en ningún soporte permanente, vuelca en disco o en pantalla aquellos datos que tenía la memoria en el momento de producirse el error y que de otro modo sería imposible recuperar.
Si en estos momentos tuviese que hacer un volcado de memoria necesitaría más espacio que el que un blog pueda darme. Sólo he hecho una pequeña prueba mental y he generado una secuencia encadenada y casi interminable de recuerdos. En parte, este diario es una especie de Memory Dump, un sistema perdurable que salvaguardará mis datos cuando mi memoria pierda aquello que ahora la mantiene viva, la energía y esa garantía de por vida con la que me facturaron en el momento de mi nacimiento. “Garantía de por vida” no es demasiado optimista, si un producto me lo ofrecen con “garantía de por vida” me pregunto ¿qué vida? Espero que no sea la de los civiles afganos que la Otan se ha encargado de robar con los llamados “daños colaterales”. Y todavía tienen el descaro de pedir perdón.
No sucede que se haya producido un error en mi Sistema Operativo y se haya generado algún volcado de memoria, no que yo sepa conscientemente. Es la aproximación del día D, ése del que Groucho dijo a un amigo: “como sigas cumpliendo años acabarás muriéndote”, lo que ha hecho funcionar el proceso de volcado automático de memoria. ¡Y cuánta razón tenía el señor Groucho! Hoy prefiero esperar, no me importa acabar muriendo y seguir cumpliendo algún año más, ahora tengo una razón para hacerlo.
Algo que se vuelve cada vez más difícil preguntar es eso de ¿cuántos? En mí es de difícil respuesta, lo que me pasa es que tengo que hacer cálculos, arriesgándome a adivinar correctamente el día en el que vivo o el de mi nacimiento. Miro el reloj, esperando que siga en hora y no se haya parado. De momento estoy seguro que sigo con un tres delante, que ya es algo.
Lo mejor de cumplir años son los recuerdos, que para los de mi generación están llenos de vivencias que han marcado nuestra personalidad, como aquel emotivo anuncio de Coca Cola. Hemos pasado por todo y por nada. Por levantar las mesas antes de salir de clase en fila de a uno, ver una foto de SS MM y un crucifijo sobre la cabeza del profesor o tomar polvos de tiza para subir la temperatura a niveles febriles y burlar las clases. Nunca lo he probado, pero conozco a alguien que sí lo ha hecho.
Me encanta recordar, porque gracias a esa mente selectiva que poseemos y a esa bondad inherente al ser humano, recordamos todo lo bueno con una sonrisa en la boca y una lágrima de emoción en la mejilla. Con esto no quiero decir que no tenga malos recuerdos, sólo que son tan vagos que los veo con cierta ironía y sin ninguna importancia.
Si pudiese organizar esos recuerdos que me traen felicidad y emoción, empezaría por una simple bicicleta, que nunca tuve en posesión pero de la que pude disfrutar gracias a la que sí tenía mi hermano. Aprendí a andar en la de un amigo, bien lo recuerdo. BH, como no, pero podría haber sido una G.A.C. Hoy en día no tiene demasiado sentido reparar (las bicicletas) como se hacía antes, ahora es más económico comprarse algo nuevo que acudir a un servicio técnico a reparar un aparato y que nos den el timo de nuestra vida. Las bicicletas se pasaban media vida en el taller: recambio de las zapatas de los frenos, pinchazos, asientos y recambios de todo tipo. Con aquélla acabamos frenando dejando el pie y parte del calzado en la banda de la rueda trasera.
Soy lo suficientemente mayor y joven como para que mi primer y principal mito televisivo hubiese sido Mazinger Z, “planeador abajo, ajo, ajo, ajo….”. “El terror, la maldad, Koji puede dominar….” Fueron los primeros y, por ello, uno de los que mayor impronta dejaron en mi memoria. Me di cuenta que me estaba haciendo mayor cuando descubrí que mis alumnos (mayores de 20 años) no conocían a Mazinger Z. Algo se había desfasado, ellos o yo.
Mis preferidos eran: “Érase una vez el hombre”, “Jackie y Nuca“…
La memoria es tan vasta y caótica que podría aburriros con una retahíla de datos y nombres, pero como se trata de recordar…: todos los libros del colegio y el placer de forrarlos al principio del curso; los paracaidistas a los que les poníamos una piedra como lastre, los petardos de 5 pesetas, los que explotaban al tirarlos contra el suelo, los Juegos Reunidos Geyper, el Exin Castillos (siempre lo he querido tener), el CinExin, las canicas, la peonza (trompo), el balón de fútbol Mikasa ; las bolsas de agua caliente, el bacín debajo de la cama de mi abuela, las sábanas mojadas, los rezos arrodillado al pie de la cama y las cuatro esquinitas que tiene mi cama...; el "buenas noches si Dios quiere hasta mañana..."; el cuaderno Rubio, la tabla de multiplicar, el Catecismo Escolar, las sillas sobre el pupitre, el crucifijo y los rezos al entrar a clase; la colección de envoltorios de Sugus, la paga de los domingos (1, 5, 25 y 100 pesetas), la ropa de los domingos, la colección de envoltorios plásticos de tabaco; los viajantes, los vendedores de Enciclopedias, el "Avon llama a tu puerta", los hippies en una Wolsvagen, los Testigos de Jehová y los Hare Krishna; la ducha una vez por semana, la bastilla "para as medras", la ropa de tu hermano mayor que sería tuya, las visitas de la modista una vez cada cierto tiempo para hacer arreglos, las coderas y rodilleras; las becas; las familias numerosas; el practicante y las jeringuillas de cristal esterilizadas en un cazo con agua caliente; los botijos y las visitas a la fuente para traer agua sana para beber; la vida en la calle y los padres despreocupados, la zapatilla de mamá y el cinturón de papá, las carreteras sinuosas y las paradas por el mareo; el “Un, dos, tres” y sus azafatas, V; la segunda cadena y la carta de ajuste, la UHF, “Mis terrores favoritos”, los apagones de luz, las velas del Día de Todos los Santos; Naranjito, los Kalkitos, los lápices del número 2, los bolígrafos de 6 colores, los rotuladores Carioca, el ciervo de Alpine; el “Dos caballos”, un conductor con barba, la pintura en espray y los indicadores corregidos con ella; la palabra footing, Eva Nasarre, los calentadores, las hombreras y las cintas del pelo para correr; los chinos de la suerte y los pantalones de pierna recortada (como para ir “ás ameixas”); la movida y la música de los 80, el Superpop, Toccata, Gomaespuma y polvo de estrellas con Carlos Pumares; Boiro en festas, Bocacho con bolera y las gramola, la fiebre de los maratones populares, las verbenas de los sábados, la romería del Centro Cultural, la piñata y el concurso de comer chocolate con churros; el secuestro de Quini, Butragueño, la moviola, los dos rombos y las televisiones de B/N que se arreglaban a golpes; Barrio Sésamo, Espinete, D’artacán o el osito Misha; Sebastian Coe, Steve Cram, el rodillo ventral, los tiros desde la personal por debajo de la cintura, las zapatillas John Smith (se encendían cerillas con la goma del talón), las J'hayber y los Paredes, Don Diablo y la Orquesta Mondragón, Álvaro Pino; la barbería y la peluquería de señoras, los peinados “a la taza”, el punk; las cartas de formar parejas (mi preferida era la de los esquimales), hula hoop, el yo-yo, los balones medicinales, el chándal azul marino con franjas blancas; las salas X y las estrellas que cubrían los carteles, los cines del pueblo, la zona de butacas y el palco, el acomodador, el cine Fraga, el Colon, el Avenida, el Capitol; “pretecnológicas”, EATP; Amstrad, Sinclair ZX Spectrum, los discos flexibles de 5 ¼, el Commodore, el juego de la pelota que rebota; el Betamax, los videoclubes de Beta y/o VHS, la doble pletina, el LP, el single, la cara B del single, el maxi single; el Walkman, la litrona, …
(...) Lo peor que le puede pasar a un insomne es acostarse enfadado. Es horroroso pasar la noche con esa sensación de desazón y culpabilidad por no haber cedido y puesto algo de tu parte para haber arreglado las cosas. Como un masoquista del sentimiento, el sufrimiento insoportable y el malestar es algo de lo que no te puedes desprender con facilidad. Mañana se arreglará todo, pero ya no será igual, el mal ya estará hecho y hay heridas que dejan cicatriz. Se ha enfadado por una absoluta estupidez, pero mayor estúpido he sido yo por enfadarme por un enfado de lo más ridículo.
Bizcocho de coco y cítricos
Mezclamos la harina con la sal, la levadura química y la maicena. Añadimos sobre la emulsión anterior. Incorporamos el coco rallado y la nata. Por último, añadimos las ralladuras y los zumos. Si queremos más sabor podemos añadir concentrado de naranja y limón (menos es más).
(2) Engrasamos y enharinamos un molde de unos 20x20 cm2 (he recubierto el molde con papel de hornear, es alto), rellenamos con la mezcla, golpeándolo ligeramente para alisar la superficie. Introducimos en el horno precalentado a unos 160º C si usamos con ventilación o unos 180º C con calor por arriba y abajo. Esta vez lo he puesto con el horno ventilado a unos 160º C durante algo menos de media hora, unos 25 minutos o poco más. Estará cuando al pinchar en el centro con un cuchillo o palillo salga limpio. También está muy rico si lo retiramos ligeramente crudito, en mi caso, justo a los 25 minutos.
Retiramos del horno para que no siga cociéndose y dejamos enfriar sobre una rejilla o depositando el molde en un baño de agua fría.
Espolvoreamos con azúcar polvo. Muy fácil y mucho más rico. Suelo repetirlo con relativa frecuencia.
Es una obsesión muy común entre los reposteros más famosos y renombrados la búsqueda de nuevos sabores, contrastes y gustos exóticos, olvidando muchas veces, desde mi humilde y desconocedor punto de vista, la riqueza de los sabores sencillos, los platos fáciles y los gustos de siempre. Recuerdo aquellos grandes cocineros que en una entrevista respondían a la pregunta de cuál era su plato favorito con respuestas como: tortilla, huevos con chorizo,... aunque también los había sibaritas “mágicas”.
El coco no siempre ha sido santo de mi devoción, no recuerdo exactamente cuándo empezó a gustarme y cuándo a entusiasmarme. Quizás hace poco tiempo, es un producto que identifico con María, hace ya unos 12 años. Cuando era pequeño, los pasteles de coco no los tomaba nadie, si tal, mi padre, al que le gustaban los sabores más exóticos como el café ;-) y sus variantes o los pasteles poco húmedos.
Hace ya bastante tiempo que preparo este postre, sobre todo esos días en los que tienes prisa y muchas ganas de dulce. Es muy sencillo y rico, siempre que te guste el coco, claro. No es normal en mí repetir un postre más de una vez cada dos años, eso dice mucho de cuánto me gusta y lo cómodo que me resulta realizarlo, tal vez lo haya hecho unas 3 veces durante los últimos doce meses. Lo he hecho jugoso, casi crudo; en moldes rectangulares y circulares; por la noche o por el día; con azúcar glasé y con coco rallado como cobertura; mojado en un jarabe... y todas las veces me ha gustado. Si tuviese que decidirme lo haría por un molde rectangular, más bien alto y con poco tiempo de horno, crudito, que aunque la apariencia externa no será tan buena, su sabor sí lo es.
En informática, cuando se produce un error del un sistema suele dar lugar a lo que se denomina un “volcado de memoria”, también llamado memory dump o core dump, en el que el propio Sistema Informático para salvaguardar sus datos volátiles, aquellos que no han sido guardados en ningún soporte permanente, vuelca en disco o en pantalla aquellos datos que tenía la memoria en el momento de producirse el error y que de otro modo sería imposible recuperar.
Si en estos momentos tuviese que hacer un volcado de memoria necesitaría más espacio que el que un blog pueda darme. Sólo he hecho una pequeña prueba mental y he generado una secuencia encadenada y casi interminable de recuerdos. En parte, este diario es una especie de Memory Dump, un sistema perdurable que salvaguardará mis datos cuando mi memoria pierda aquello que ahora la mantiene viva, la energía y esa garantía de por vida con la que me facturaron en el momento de mi nacimiento. “Garantía de por vida” no es demasiado optimista, si un producto me lo ofrecen con “garantía de por vida” me pregunto ¿qué vida? Espero que no sea la de los civiles afganos que la Otan se ha encargado de robar con los llamados “daños colaterales”. Y todavía tienen el descaro de pedir perdón.
No sucede que se haya producido un error en mi Sistema Operativo y se haya generado algún volcado de memoria, no que yo sepa conscientemente. Es la aproximación del día D, ése del que Groucho dijo a un amigo: “como sigas cumpliendo años acabarás muriéndote”, lo que ha hecho funcionar el proceso de volcado automático de memoria. ¡Y cuánta razón tenía el señor Groucho! Hoy prefiero esperar, no me importa acabar muriendo y seguir cumpliendo algún año más, ahora tengo una razón para hacerlo.
Algo que se vuelve cada vez más difícil preguntar es eso de ¿cuántos? En mí es de difícil respuesta, lo que me pasa es que tengo que hacer cálculos, arriesgándome a adivinar correctamente el día en el que vivo o el de mi nacimiento. Miro el reloj, esperando que siga en hora y no se haya parado. De momento estoy seguro que sigo con un tres delante, que ya es algo.
Lo mejor de cumplir años son los recuerdos, que para los de mi generación están llenos de vivencias que han marcado nuestra personalidad, como aquel emotivo anuncio de Coca Cola. Hemos pasado por todo y por nada. Por levantar las mesas antes de salir de clase en fila de a uno, ver una foto de SS MM y un crucifijo sobre la cabeza del profesor o tomar polvos de tiza para subir la temperatura a niveles febriles y burlar las clases. Nunca lo he probado, pero conozco a alguien que sí lo ha hecho.
Me encanta recordar, porque gracias a esa mente selectiva que poseemos y a esa bondad inherente al ser humano, recordamos todo lo bueno con una sonrisa en la boca y una lágrima de emoción en la mejilla. Con esto no quiero decir que no tenga malos recuerdos, sólo que son tan vagos que los veo con cierta ironía y sin ninguna importancia.
Si pudiese organizar esos recuerdos que me traen felicidad y emoción, empezaría por una simple bicicleta, que nunca tuve en posesión pero de la que pude disfrutar gracias a la que sí tenía mi hermano. Aprendí a andar en la de un amigo, bien lo recuerdo. BH, como no, pero podría haber sido una G.A.C. Hoy en día no tiene demasiado sentido reparar (las bicicletas) como se hacía antes, ahora es más económico comprarse algo nuevo que acudir a un servicio técnico a reparar un aparato y que nos den el timo de nuestra vida. Las bicicletas se pasaban media vida en el taller: recambio de las zapatas de los frenos, pinchazos, asientos y recambios de todo tipo. Con aquélla acabamos frenando dejando el pie y parte del calzado en la banda de la rueda trasera.
Soy lo suficientemente mayor y joven como para que mi primer y principal mito televisivo hubiese sido Mazinger Z, “planeador abajo, ajo, ajo, ajo….”. “El terror, la maldad, Koji puede dominar….” Fueron los primeros y, por ello, uno de los que mayor impronta dejaron en mi memoria. Me di cuenta que me estaba haciendo mayor cuando descubrí que mis alumnos (mayores de 20 años) no conocían a Mazinger Z. Algo se había desfasado, ellos o yo.
Mis preferidos eran: “Érase una vez el hombre”, “Jackie y Nuca“…
La memoria es tan vasta y caótica que podría aburriros con una retahíla de datos y nombres, pero como se trata de recordar…: todos los libros del colegio y el placer de forrarlos al principio del curso; los paracaidistas a los que les poníamos una piedra como lastre, los petardos de 5 pesetas, los que explotaban al tirarlos contra el suelo, los Juegos Reunidos Geyper, el Exin Castillos (siempre lo he querido tener), el CinExin, las canicas, la peonza (trompo), el balón de fútbol Mikasa ; las bolsas de agua caliente, el bacín debajo de la cama de mi abuela, las sábanas mojadas, los rezos arrodillado al pie de la cama y las cuatro esquinitas que tiene mi cama...; el "buenas noches si Dios quiere hasta mañana..."; el cuaderno Rubio, la tabla de multiplicar, el Catecismo Escolar, las sillas sobre el pupitre, el crucifijo y los rezos al entrar a clase; la colección de envoltorios de Sugus, la paga de los domingos (1, 5, 25 y 100 pesetas), la ropa de los domingos, la colección de envoltorios plásticos de tabaco; los viajantes, los vendedores de Enciclopedias, el "Avon llama a tu puerta", los hippies en una Wolsvagen, los Testigos de Jehová y los Hare Krishna; la ducha una vez por semana, la bastilla "para as medras", la ropa de tu hermano mayor que sería tuya, las visitas de la modista una vez cada cierto tiempo para hacer arreglos, las coderas y rodilleras; las becas; las familias numerosas; el practicante y las jeringuillas de cristal esterilizadas en un cazo con agua caliente; los botijos y las visitas a la fuente para traer agua sana para beber; la vida en la calle y los padres despreocupados, la zapatilla de mamá y el cinturón de papá, las carreteras sinuosas y las paradas por el mareo; el “Un, dos, tres” y sus azafatas, V; la segunda cadena y la carta de ajuste, la UHF, “Mis terrores favoritos”, los apagones de luz, las velas del Día de Todos los Santos; Naranjito, los Kalkitos, los lápices del número 2, los bolígrafos de 6 colores, los rotuladores Carioca, el ciervo de Alpine; el “Dos caballos”, un conductor con barba, la pintura en espray y los indicadores corregidos con ella; la palabra footing, Eva Nasarre, los calentadores, las hombreras y las cintas del pelo para correr; los chinos de la suerte y los pantalones de pierna recortada (como para ir “ás ameixas”); la movida y la música de los 80, el Superpop, Toccata, Gomaespuma y polvo de estrellas con Carlos Pumares; Boiro en festas, Bocacho con bolera y las gramola, la fiebre de los maratones populares, las verbenas de los sábados, la romería del Centro Cultural, la piñata y el concurso de comer chocolate con churros; el secuestro de Quini, Butragueño, la moviola, los dos rombos y las televisiones de B/N que se arreglaban a golpes; Barrio Sésamo, Espinete, D’artacán o el osito Misha; Sebastian Coe, Steve Cram, el rodillo ventral, los tiros desde la personal por debajo de la cintura, las zapatillas John Smith (se encendían cerillas con la goma del talón), las J'hayber y los Paredes, Don Diablo y la Orquesta Mondragón, Álvaro Pino; la barbería y la peluquería de señoras, los peinados “a la taza”, el punk; las cartas de formar parejas (mi preferida era la de los esquimales), hula hoop, el yo-yo, los balones medicinales, el chándal azul marino con franjas blancas; las salas X y las estrellas que cubrían los carteles, los cines del pueblo, la zona de butacas y el palco, el acomodador, el cine Fraga, el Colon, el Avenida, el Capitol; “pretecnológicas”, EATP; Amstrad, Sinclair ZX Spectrum, los discos flexibles de 5 ¼, el Commodore, el juego de la pelota que rebota; el Betamax, los videoclubes de Beta y/o VHS, la doble pletina, el LP, el single, la cara B del single, el maxi single; el Walkman, la litrona, …
(...) Lo peor que le puede pasar a un insomne es acostarse enfadado. Es horroroso pasar la noche con esa sensación de desazón y culpabilidad por no haber cedido y puesto algo de tu parte para haber arreglado las cosas. Como un masoquista del sentimiento, el sufrimiento insoportable y el malestar es algo de lo que no te puedes desprender con facilidad. Mañana se arreglará todo, pero ya no será igual, el mal ya estará hecho y hay heridas que dejan cicatriz. Se ha enfadado por una absoluta estupidez, pero mayor estúpido he sido yo por enfadarme por un enfado de lo más ridículo.
Bizcocho de coco y cítricos
- 100 gr. de mantequilla.
- 160 gr. de azúcar.
- 2 huevos bien grandes (120 gr.)
- 35 ml. de ron, mejor añejo.
- 140 gr. de harina, mejor de repostería.
- 4 gr. de levadura química (Royal, impulsor,…)
- 50 gr. de maicena.
- Dos pizcas de sal.
- 80 gr. de coco rallado.
- 70 gr. de nata 33% M.G.
- 60 ml. de zumo de naranja (puede sustituirse parte por concentrado de naranja)
- 30 ml. de zumo de limón (puede sustituirse en su totalidad por concentrado de limón)
- Ralladura de una naranja.
- Ralladura de un limón.
Mezclamos la harina con la sal, la levadura química y la maicena. Añadimos sobre la emulsión anterior. Incorporamos el coco rallado y la nata. Por último, añadimos las ralladuras y los zumos. Si queremos más sabor podemos añadir concentrado de naranja y limón (menos es más).
(2) Engrasamos y enharinamos un molde de unos 20x20 cm2 (he recubierto el molde con papel de hornear, es alto), rellenamos con la mezcla, golpeándolo ligeramente para alisar la superficie. Introducimos en el horno precalentado a unos 160º C si usamos con ventilación o unos 180º C con calor por arriba y abajo. Esta vez lo he puesto con el horno ventilado a unos 160º C durante algo menos de media hora, unos 25 minutos o poco más. Estará cuando al pinchar en el centro con un cuchillo o palillo salga limpio. También está muy rico si lo retiramos ligeramente crudito, en mi caso, justo a los 25 minutos.
Retiramos del horno para que no siga cociéndose y dejamos enfriar sobre una rejilla o depositando el molde en un baño de agua fría.
Espolvoreamos con azúcar polvo. Muy fácil y mucho más rico. Suelo repetirlo con relativa frecuencia.
26 comentarios:
Pepinho, que delicioso Bizcocho, bueno como todo lo que haces.
Este fin de semana en Chile estamos haciendo una especie de Teletòn por el terremoto hasta hora la gente se ha portado muy bien, besoos
Tambien me encanta recordar. sobre todo de mi niñez, yo nacì en Concepciòn una de las partes en que el terremoto fue horrible, asìi que con mi mamà nos hemos acorado de esto y lo otro, ya sabes como es uno.
Concepciòn tenìa Pastelerìas muy buenas, quizas como les fue, cuando vuelva a ir a Concepciòn serà difìcil. Un abrazo pa ti y paTeo. gloria
Una pinta magnífica, se vé delicioso
me encanta la combinación de sabores
saludossss
Me pasa algo muy comìco, tengo muchas ganas de comer algo dulce, pero estoy demasiado cansada para hacer algo, el bizcocho se ve delicioso, bueno quizas mañana "serà otro dìa" besoosss
ups! nuevo look!!!
Me has emocionado con muchas cosas (compartimos generación, aunque obviamente yo estoy más joven, jajajjaj), pero lo que más ha sido lo de Jackie y Nuca. Me encantaban! me has recordado que quiero encontrarlo y bajarlo para mis niños. Conservaba unas cartas de ellos que creo que ya me han perdido. Les duró una semana o así lo que yo conservé más de 20 años... en fín, así son ellos, y así de pava yo que se las dejé, así que ..... no tengo derecho a quejarme.
Me encanta el coco y tu bizcocho. Besos ... cuántos ya???? ah! sí! 2540 o así.... OLGA.
La memoria selectiva tal cual tú la mencionas es de las más bonitas para vivir y sentir, y éste bizcocho de coco me lo llevo, desde hace tiempo experimento para mi madre que adora el coco, un buen bizcocho, húmedo y rico y mira por dónde. Gracias Pehinho.
Biko.
Coco, limón, ron,.... me gusta seguro. Tiene una pinta deliciosa.
Creía que era mucho mayor que tu, pero veo que no...quizás un poco pero no mucho... compartimos recuerdos.
Un saludo, Begoña
El bizcocho me parece delicioso y con una presencia increíble. Date por copiado.
Somos de la misma generación, lo que me fascina es la memoria que tienes, ahora que lo leo lo recuerdo, pero no sería capaz de evocar todo de una tirada como lo has hecho tú. Te has olvidado de una cosa, jeje, de los cropanes. Yo me di cuenta de que los años habían pasado y que ya tengo una edad cuando una amiga y yo recordamos delante de una ventiañera los cropanes. El único pastelito que teníamos en aquella época.
Biquiños
DELICIOSO !!!!!!!!
Me recuerda a los desayunos del sábado cuando vivía con mis padres.
Mi padre se lavantaba y nos hacía un bizcocho muy similar a éste y qué rico que estaba.
Enhorabuena....
Besitos desde Castellón.
Hola Pepinho, una vez más me reconozco en tus memorias, claro somos ochenteros,año más año menos tenemos los mismos recuerdos.Cuando hecho la vista atras me invade el sabor agridulce de la nostalgia.Dulce por los buenos tiempos vividos amargos por que muchas personas y situaciones que te acompañan en esos recuerdos ya no están en mi vida por circunstancias distintas.
Apesar de todo me gusta volver a mis recuerdos, son lo que conforman lo que somos, uno deja de ser uno mismo cuando no recuerda.Como dice Chavela Vargas en esa maravillosa canción que se llama "Las simples cosas", "Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amo la vida",por cierto os recomiendo la versión que hace de esta canción Concha Buika en su ultimo disco "En el ultimo trago" maravilloso disco para los que os guste dejaros llevar por las emociones.
Gracias Pepinho, por tu tiempo,se que es lo más valioso que tienes y nos lo ofreces a todos nosotros.
Hola!
Buscando una mousse.. he venido a parar a tu ESTUPENDO blog,veo que me he estado perdiendo un monton de recetas que poco a poco me iré poniendo al día, me encantan tus fotos, tus recetas,tus pensamientos, todos los detalles..... en conjunto hacen un blog perfecto para perderse y deleitarse
Te incluyo en mis favoritos para no perderme nada de ahora en adelante....
un abrazo y enhorabuena
Ari
No tengo coco!!! Ayer lo termine... Asi que hoy para merendar, en lugar de este bizcocho, hare unos gofres... Pero por donde empiezo? Que receta me recomiendas? tienes tantas.... Y Teo? espero que bien
Gloria, durante una temporada (espero que más breve de lo que te imaginas) tus pensamientos girarán en torno a esa desgracia. Hasta esos recuerdos de tu niñez te llevan a ello. Mucho ánimo y muchos besos.
Mª José, gracias.
Olga (y Begoña...), quizás seas más joven ¿o no? Por ahí debemos andar, dos años más o dos años menos… soy de los años setenta, por lo que tengo treinta y bastantes. No recuerdo el golpe de estado, sólo una mañana de dibujos animados. Mis recuerdos quizás lleven un poco de confusión al personal. María y yo somos del mismo año, pero lo que para mí fue mi primera paga de una peseta (o eso me han dicho, ni lo recuerdo) con la que se podía comprar un caramelo, para ella fueron 25. Sí recuerdo la paga de 5 pesetas y los dos caramelos que podía comprarme con ella, cuando a mis amigos les daban 25.
Entonces los pueblos vivían con diez años de desfase con respecto a las ciudades, y así era. Los cambios sociales y de servicios tardaron en llegar. Nunca tuve que rezar al entrar en clase en la escuela pública, pero tuve que hacerlo (obviamente) en el colegio religioso al que fui.
“Jackie y Nuca”, era pura ecología. El primer episodio fue como una aparición, nos gustaba tanto que un amigo mío le llamó a su perra “Nuca”. Otros de mis preferidos eran “Érase una vez el hombre”.
También recuerdo cómo se le ponía (falsa) letra a la música: “Sandokan” (“Cuando sube la marea…”, “Marco” (“En un puerto... japonés, al lado del Corte Inglés... vive nuestro amigo Andrés…”). También me encantaba “El hombre y la tierra”, uno de mis preferidos. Por cierto ¿en mi pueblo éramos unos guarros o también os bañabais sólo una vez por semana?
Caldebarcos!!!, sí!, sí!, “Los Cropanes”, que creo no se escribía así. Todo pastelito de chocolate se llamaba “Cropán”. “Mamá, dame dinero para un Cropán” ... y ¡toma zapatilla!. Y aquello de… “Tonquito viene, y tronquito va…”, ¡Que viene tronquito…! Esos fueron de los primeros. Pero mi memoria es capaz de volver casi hasta…. y recordar. A mí me gusaban las verdaderas Pantera Rosa y "El show de la Pantera Rosa" (y su música)
Bicos.
Sin recetas de la abuela, ésta no es una receta de la abuela, pero podría haberlo sido.
Besos.
Luego sigo, que tengo mucho que contar. Ahora Teo se ha despertado.
Gracias y un beso a tod@s!
Con ocho basta!!!
Los chicles barrilito a peseta, una Orbea azul sin calzo, los codos sucios, los cordones desatados, los clips del ColaCao, ¡avó a comer!, el juego de las cerillas, David el Gnomo y la llorera, Con las manos en la masa, el cake de Luisa, beso, verdad y consecuencia, los veranos en el pueblo, las fiestas de Bouzas, la banda, los cochitos, los cromos, la merienda, las guerras de moras, el brilé...
Gracias Pepinho.
Me gusta este blog.
Mañana compro coco y pruebo...
Saludos,
Yeya, podrás leer que me gusta recordar, nos pasa a los que no teníamos Super8, todo se queda en la memoria y, para que no se pierda, rememoro y rememoro.
La eterna pregunta sin respuesta es si soy el de ahora o el de entonces. Y la eterna respuesta es: soy el de ahora, el de antes era un proyecto y el Pepinho de ahora será sólo memoria en el futuro. ¿Evolución? ¿Involución? Eso ya otro tema. ¿Son muchos “yo” los que han recorrido mi pasado o es el mismo “yo” que va cambiando? Cuando miro fotos y leo palabras escritas pasadas, muchas veces ni me reconozco, hasta me repugna. Cómo si fuese un familiar cercano.
Un beso, que ya me lío.
Ari, muchas gracias. Tendrás tiempo a leerme, porque por desgracia (o por suerte, no sé) no tengo el tiempo que tenía hace año y medio o dos años.
Otro abrazo, de momento.
CARLOTA, gracias. No sé que recetas he puesto, pero creo (de memoria) que la mejor está por publicar, los que más hago los preparo con levadura de pan. Si hay alguno que se llame de “Lieja”, quédate son ese.
Teo es un torbellino… agotador y que me hace feliz, un cansado feliz.
Un beso.
Mariíña … muchas coincidencias. Añado: los purés de moras, ¡EL JUEGO DEL PAÑUELO!, la goma, el “se, se, se….” (no sé cómo seguía), los chinitos de la buena suerte, la muerte de Chanquete, Falconetti ;-.), El gran héroe americano, los flotadores, guardar la digestión, la Torrot (que es palíndromo), la Montesa y la Bultaco, los campos de tierra y las botas de clavos, las cometas, el fin de año de Sabrina…
Así llamo a M, Mariíña (sólo cuando es buena)
Hola! Como siempre, tus posts son geniales.Aunque algo más jóven, también soy de la generación, me acuerdo de algo pero no de todo. Quiero hacer unos macarons para mi blog,¿te importaría que uitlizara tu receta? Gracias por todo
Gracias Linda,
Lo aquí escrito no está sujeto a ningún tipo de restricción salvo, tal vez, una mención del origen se se publica en algún medio, más que nada para que el trabajo no se pierda con el tiempo ni se difumine la idea inicial. Lo dicho, para eso se publica, para compartir.
Si pusiese una licencia Creative Commons (que se la pondré) sería la que permita redistribuir, modificar siempre que se mencione la fuente y nunca para uso comercial.
Gracias.
Gracias a ti. Por supuesto que pensaba mencionar, además de decir que tienes mi blog preferido de cocina. Lo voy a intentar porque no sé si estaré a la altura.
Gracias de nuevo
Las canicas, la saltarina, las manos locas, o caldo en taza de barro, platos de porcelana, las cintas, la radio del coche que se las come, síiiii, la teta de Sabrina, la bruja Avería, Pedriño e Rañolas, o tío Camilo vai para o muíño...
Mariíña me llaman mis abuelos, si a M le gusta tanto como a mí escucharlo, deberías decírselo también cuando se porte mal :), ya sabes, quiéreme cuando menos lo merezca..
He hecho tu bizcocho, y tenías razón, muy sencillo y delicioso, creo que te lo robo y lo repetiré hasta la saciedad
Y el pan con aceite y azúcar. Y el maletín de la señorita Pepís. Y los recordatorios de Primera Comunión. Y las naranja y limones de caramelo dentro de un envoltorio de celofán. Y las fiestas de cumpleaños en las casas de los niños. Y la tarta de galleta y chocolate. Y el flan de sobre. Y los tebeos los domingos. Y las películas de sesión continua, los dos rombos, el cinefórum de los salesianos. Y el 1500 rojo. Y los juegos en la Plaza de las Pasiegas. Y la llegada del panadero y del lechero consuelo con las botellas de leche de puleva de cristal. Y Franco equivocándose y diciendo desde el balcón del ayuntamiento: malagueños (queriendo decir granadinos...) Y el olor a vickvaporus ¿cómo se escribía? Tantos recuerdos para los niños que nacimos en los 60 y comienzos de los 70, tantos, tantos....
¡Genial el bizcocho, ya lo he hecho! Ah y que no se me olvide invitarte a ti y a los blogueros a mi nuevo blog de cocina: perfeccionistaenlacocina.tumblr.com
uuuffffff me encantó, ayer lo hice y mi marido encantado!!!
Gracias por compartir esta tan deliciosa receta.
Besossssss
Q cousa máis rica!! fíxeno onte e por suposto non queda nin unha mísera migalla hehehe, ata os gatos andaban papando cachiños!!!
Moitísimas gracias pola receita, polas túas receitas máis ben, ata o día de hoxe son todas de 10!
Un abrazo, Lorena :)
FELICIDADES!!!, por tu blog, es genial, pero lo que de verdad me ha gustado y casi se cae la lágrima fácil, es verme reflejada en tus recuerdos infantiles-juveniles, que tenía casi olvidados, por que las prisas del día a día no nos dejan tiempo ni para recordar.
Me alegro de haber conocido tu blog, ahora con tu permiso me voy a perde un rato en él.
Un saludo des de un rincón de Barcelona
Neus
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