Después de varias semanas sin poder dedicarme a hacer algo más elaborado, deseaba profundamente (¡qué transcendente!) utilizar algo de mi tiempo para la preparación de un postre con más elementos que un simple bizcocho. Y lo hice, muy poco a poco, eso sí. En fases y tomando tiempo prestado en pequeños intervalos: unos momentos para la dacquoise, que dejé en el frigorífico durante varios días; unos minutos para preparar el crujiente, del que he tenido que sustituir la idea inicial más trabajosa por una rapidísima versión con Nutella ©; la mousse, con una hora fue suficiente; y, por último, el glaseado que hice y apliqué con Teo tirando de mi pierna, por ello la vertí un par de minutos antes del tiempo adecuado, no quedando todo lo gruesa que desearía. Para otra ocasión queda una decoración más meticulosa con algo de chocolate blanco y unas espirales de chocolate negro.
Debo admitir mi entusiasmo después de probar el resultado, lo dice un no cafetero pero al que sí le gustan los postres con café. ¿Una contradicción? Quizás, pero mientras un café acaba conmigo, un poco de Nescafé descafeinado (Descafé Nescafeinado, decía hace años) no tiene ningún efecto negativo sobre mí, más que realzar el sabor de lo dulce ;-) y acompañar un licorcito, ron en este caso.