Day after day
Si tuviese que repetir una receta con frecuencia sería ésta u otra del estilo. Mi pasión por la bollería es escandalosa, eso incluye los croissants y demás semi-hojaldrados. Por lo demás, me llega con que sea un esponjoso pan dulce, y si lleva chocolate ya os podéis imaginar. Para mí, excelente.
Cuando he amasado los bollos dulces con yemas y no (sólo) con huevo he obtenido mejores resultados, no me pregunten por qué, pero me lo imagino. Esta masa incluso podría emplearse para freír y hacer una versión de berlinas o donuts, lo probaré sustituyendo la leche por agua. Como otras veces, le he añadido un poco de miel, básicamente para mejorar su conservación y sabor. Así hago con las ensaimadas, los panettones, que sólo preparo con yemas de huevo, u otro tipo de bollería de prolongada fermentación que quiero que aguante varios días en perfecto estado.
A diferencia de los panes tradiciones que nunca se deberían guardar en bolsas de plástico para que no se reblandezca la corteza, éstos sí los acostumbro a guardar, pues no me importa que queden con corteza ligeramente blanda y sí me molesta que el calor reseque demasiado la corteza. Siempre es mejor una bolsa de papel o de tela, por supuesto. Al pulverizar con un poco de agua en el horno, la corteza se vuelve algo más crujiente y forma una pequeña costra que ayuda a su conservación, además de darle textura.
Como relleno le he añadido una ganache de chocolate con leche. Deliciosa, aunque debo admitir que me quedó más suelta que otras veces. Podría haberse debido a uno de estos tres motivos: el uso de un chocolate con leche de menor cantidad de (manteca de) cacao (29%), las altísimas temperaturas que tuvimos durante esos días o el uso de leche desnatada, éste último casi lo descarto. Fuese cual fuese el motivo, estaba riquísima; como me gusta enfatizar: "para mi gusto". Puede probarse preparando la ganache con menor cantidad de leche, unos 55-60 gr, para conseguir mayor densidad.
¡Qué horror estar siempre lamentándose! Para empezar hay que intentar disfrutar de los pequeños momentos de felicidad del día, que los conoces. Llegados a este punto, al enfrentarme ante una hoja virtual en blanco (¡cuánto echo de menos un folio en blanco y un bolígrafo!) siempre estoy cansado y no es de extrañar que tenga esa tendencia al decaimiento o melancolía. La compañía no siempre acompaña, o, si lo hace, no es con buenos modos. Casi siempre a la defensiva, reprendiendo cada acto por acción u omisión. Y yo midiendo mis palabras al máximo.
Está acostumbrada a mis concesiones o esfuerzos y ya los considera algo normal y rutinario: la preparación de las comidas, los madrugones para cuidar a T o el "hay que...” Pero lo que más me molesta es cuando se responde a la defensiva, que acaba siendo un ataque por pequeño que haya sido mi comentario, sin ningún objetivo más que la simple mención, sin lecturas ocultas.
Hace más de tres semanas escribí una parte de la narración de uno de esos días como otro cualquiera. Es más que probable que no tenga ninguna enjundia o que resulte largo y pesado, que a nadie le interese (¡mejor!), pero sé que me ayudará a recordar estos tiempos cuando ya no existan, incluso con cierta añoranza masoquista. Espero que sea porque haya tiempos mucho mejores, que los habrá, espero. Me dispongo a ello, recordando cada segundo como si fuese ayer mismo, porque casi todos los días son iguales y, día tras día, hay historias que se repiten. Es lo que tienen los diarios.
Miércoles, 5 de mayo (¿?). Somos islas, pero nunca demasiado lejanas…, dice la canción. Islas que se ven y no se encuentran ni se tocan, sólo las aguas que las rodean las acarician por igual. ¡Qué cursilería!, ¡qué real!
Los días se suceden esperando que llegue el remanso de los días eternos, esos en los cada segundo es vida y no miras el reloj esperando que llegue la siguiente entrada en la agenda diaria. Así ha sido. Así fue ayer y así será hoy, también lo será mañana. Me había acostado tarde. Incapaz de meterme en cama antes de las doce de la noche me supliqué intentarlo antes de la una, la hora límite. Casi lo consigo, pero Teo ya me estaba llamando poco más de cinco horas después de haberme acostado. Me habían dicho que llegaría el día en que se levantaría más allá de la nueve de la mañana, y les creí. Ahora me conformo con que pronto lo haga pasadas las siete y media. Decían que los niños dormían más de diez horas todas las noches y un par de horas de siesta al día. Me habrán informado mal.
”Islas, desde la primera vez que nos vimos…”, empieza. Si esa serie de circunstancias no se hubiese producido, la presentación y el desenlace, nunca nos habríamos encontrado. La noche y el día no se conocen, sólo de oídas. Probablemente nos habíamos cruzado antes pero ni nos habíamos mirado, ni enfrentando cara con cara.
Cuando Teo se despertó intenté dejarlo en cama pero me fue imposible. Para él era la hora de levantarse. He llegado a pensar que sus motivaciones son las mismas que las mías: la necesidad de vernos y estar con nosotros antes de irnos al trabajo. Agarró mi cuello y posó su cabeza en mi hombro, haciendo un esfuerzo para levantarla y no quedarse dormido de nuevo. M todavía dormía. Nos fuimos al salón. Estoy deseando que hable. Nos comunicamos, pero no es lo mismo, quisiera decirle por qué quiero que haga lo que quiero que haga aunque no llegue a hacerlo.
El olor llegó nada más apoyarlo en el suelo. Pensé que habría sido eso, “el pastel”. Pero no, hoy se ha repetido la historia y fue peor, hoy eran las seis cuando se despertó de modo definitivo. De nada sirvieron mis intentos de dejarlo en la cuna, sólo mientras con mi mano le acariciaba su espalda pareció volver a dormirse. Cambié el pañal mientras se retorcía y hacía fuerza para evitarlo. Por suerte estaban los Lunnis para echarme una mano: "Good morning, my friend, good morning...". Cuando está con sueño es peor, en esas circunstancias se vuelve más terco todavía.
”Islas, nunca lo habíamos sido antes”. Si alguien era isla, ése era yo, una isla perdida en la inmensidad de un océano en calma.
Preparo mi ropa la noche anterior, nunca se sabe qué tocará a la mañana siguiente. Mientras me duchaba, Teo aprovechó para vaciar el segundo cajón del mueble del baño. ¡Cuánto habría cambiado la organización de la casa si hubiese pensado en tener un hijo! M se levanta mientras le preparo el biberón, 210 ml con dos cucharillas de cereales por la mañana son más que suficientes. Aún así, siempre deja una parte. ¡Déjame recoger el portátil!, ¡no tires de mi pierna!, ¡deja de quejarte! El sueño no es amigo de nadie.
Sin darme cuenta, M ya está a punto de irse mientras yo lo entretengo en la sala jugando con el caótico amasijo de juguetes entremezclados. Ya nada está en su sitio, las piezas se reparten por azar dentro de habitáculos que antes eran cajas y contenedores con otra función: cajas de colonias y perfumes, una caja de zapatos o la jaula de los ratoncitos de madera. Nadie lo suficientemente cuerdo se preocuparía por buscarle el emplazamiento más adecuado, no tendría sentido, a los pocos minutos volvería a estar dónde a él le diese la gana.
Isla. Ahora te acuestas, mientras, yo sigo aquí haciendo mi trabajo. No lo entiendes, sólo lo harías si fueses yo.
Ya ha pasado más de una hora desde que se despertó. M sale y entra Myr. Llega el primer momento de tensión del día: mi huida. También me habían recomendado que lo hiciese en su presencia, algo imposible. Se agarra a mi pierna y me persigue por toda la casa mientras recojo las llaves, la mochila del portátil o el móvil. Por suerte, mi salida coincide con "El Jardín de los Sueños", de lo poco que lo puede mantener atento durante uno o dos minutos, pues no siempre sirven los entretenimientos y despistes que practicamos para poder salir por la puerta sin que repare en ello. Esta semana se le ha dado por empujarla. Cuando cierro la puerta me quito el primer peso de encima: se ha quedado tranquilo y no me ha visto salir. A veces tengo ganas de llamar por teléfono nada más subirme al coche (ahora lo hago con frecuencia), pero pienso que lo mejor es intentar centrarme en el siguiente asunto, no puedo estar absorbido todo el día.
Ya prefiero no oír la radio, o casi. Siento el impulso de hacerlo y lo hago por unos segundos. Día tras día los mismos asuntos, nada nuevo. Los mismos problemas y las mismas palabras, los mismos personajes con las mismas ideas, la misma falta de ideas y los insultos a la inteligencia humana. Me agota este estado de permanente tensión, no es precisamente lo que necesito ahora. ¿Para cuándo una Política de concordia, colaboración y respeto? Paso.
Lo primero que hago es introducir el iPhone en el conector del coche, había bajado un álbum por el que he pagado todos los derechos de autor una y mil veces. Canciones que se repetían en casetes, LP, CD y ahora en mp3. Islas. Hace muchos años que no escuchaba esas notas. Pensé antes de pulsar el botón de búsqueda en esos minutos de evasión: ¿qué se escuchaba hace 20 años? (¡Cuánto ha pasado!) Islas. Islas, somos islas.... Escuchar música en el coche es de los mejores momentos del día, el único en el que no voy con prisas, en el que puedo sentarme esperando que llegue el momento de llegar al trabajo o a casa. A la vuelta, una llamada para preguntar cómo le ha ido a Teo, si ha dormido o cómo se encuentra.
Es esa tranquilidad que me produce estar sentado sin prisas o, si la hay, ya con la conciencia asimilada de que en el coche sólo existe una velocidad, la que marca las señales. Cualquier exceso es jugar a la ruleta rusa. El tiempo es tan breve, menos de 20 minutos de trayecto, que muchas veces cambio de canción convulsivamente, queriendo estirar el tiempo sin llegar a escuchar nada más que unos 30 segundos de cada tema musical. Otras veces me aburre llevar varios días con el mismo álbum y busco cambios abruptos de género. Lo que no soporto es el “chunda-chunda”, ni a los niñatos del “chunda-chunda” con las ventanillas bajas y la música a toda hostia. Perdón, he querido decir “ventanillas bajadas”.
El tercer trimestre puede ser frustrante viendo cómo, en muchos casos, has sido incapaz de estimular el estudio de estudiantes desmotivados o incapaces de asimilar las explicaciones. Esos que el Sistema Educativo ha ido arrastrando por inercia como troncos en un río. Sin pausa, sólo tienes tiempo a saludar a los compañeros y poco más.
(…) Hasta aquí había llegado, ahora sigo con ayuda de los recuerdos que todavía mantengo y un pequeño ejercicio de memoria asociativa.
Las mañanas de los miércoles no son de las más duras desde un punto de vista docente. Aún así, después de estar enseñando programación durante un par de horas, te mueves entre las prisas de un ir y venir por el centro y la frustración por no haber conseguido los objetivos planteados.
Tenía que salir a comprar unos langostinos o gambas para rellenar los chipirones que María había comprado en el CI la tarde anterior. Era imposible encontrar un hueco para escaparme y comprarlos, pero lo hice. Como tendríamos reunión justo cuando debía irme, al salir no tendría ni un segundo y llegaría con el tiempo justo para estar con Teo y que Myr pudiese irse. Busqué unos minutos de pausa y salí corriendo al supermercado más cercano. "Corriendo", gerundio del verbo correr (literal). Fui directo a la sección de pescadería, tenso y mirando el reloj. La parsimonia de los compradores y las largas charlas que prolongaban la espera iban provocando en mí un estado creciente de ansiedad. No quería parecer desagradable y decir lo quería haber dicho: "Perdone, pero muchos de los que esperamos tenemos prisa y no tenemos la suerte de disponer de toda la mañana para chismorrear".
Corrí a la caja. Como siempre, sólo una estaba abierta y la cola crecía llegando hasta los pasillos por los que era difícil transitar. Mi estado de ansiedad iba en aumento, con la tensión ya no podía evitar dar unos pequeños botes mientras miraba el reloj en cada segundo. En cuanto abrieron otra caja, los clientes se desplazaron a ella sin guardar cola, intercambiar miradas o pedir escusas. “Tonto el último”, pensé. Seguí allí, iba a explotar. Delante, una (agradable) pareja se tomaba con calma la compra semanal, mientras el personal empaquetaba el pedido que les sería enviado en cajas selladas con cinta. Ya no podía más, me hicieron sitio y la cajera tramitó mi compra pasando los códigos de barras y teniendo que escuchar el insoportable pitido: pi, pi, pi... (tres veces). A estas alturas no recuerdo el importe exacto de la compra, sólo que pagué en efectivo y que me fui corriendo sin esperar el cambio, más de un euro, ante la cara extrañada de la dependienta. Nada más salir no pude ni quise contener las lágrimas, era mejor no hacerlo. Estaba abrumado por un ritmo de vida insostenible y contrarreloj, un ritmo que acabará conmigo tarde o temprano.
Al llegar al centro ya había conseguido reprimir las lágrimas. Quién me viese podría haber pensado que habría recibido una mala noticia, probablemente un desengaño amoroso o la muerte de un familiar, siempre son las pérdidas lo que más desazón nos provoca. Cuando entré, tras un encuentro fugaz con el desprecio por la autoridad, continué con mi trabajo, pensando en todo lo que tenía que hacer. Una corta y tensa reunión clausuró una jornada de trabajo como otra cualquiera.
De vuelta, la misma música y una sensación de apresuramiento que soporté para proteger mi vida y la de los otros. Islas. Ya estaba en casa. Teo me esperaba y, como siempre hace, se acercó hasta la puerta a verme, corriendo y riendo. Se paró, lo cogí y lo levanté en brazos, jugueteando con él mientras lo hacía reír. Quedaba la comida. No recuerdo si comió o no, pero creo que entonces tenía los mismos problemas que ahora, es él quién quiere decidir qué comer y qué no.
Pasada esa media hora, me propuse ir preparando ya la comida para María. Odio saltear los chipirones, por mucho que los escurra y seque siempre saltan, si los tapo se cuecen y si los salteas hay que hacerlo uno a uno. Con Teo cerca, el peligro de un accidente es mayor, lo alejé dándole objetos de cocina, cucharas y cazuelas, ruido asegurado. María tenía reunión por la tarde, así que debía apresurarme para estar preparado cuando llegase e ir a correr un poco mientras comía, aunque sólo fuesen unas series durante media hora. Por la noche haría un poco de fondo.
En cuanto empecé con ello, allí estaba él, reclamando mi atención golpeando con una pala de plástico una silla de la cocina. Su cara de pena y ojos llorosos me decían que quería salir. Lo miraba y él me miraba con los ojos tristes, reclamando mi presencia real y yo sintiéndome culpable por no dedicarle ese tiempo. Quería salir y yo con él, pero no podía, tenía que hacer la comida entre un indeterminado conjunto de objetos desperdigados por el suelo de la cocina que retiraría en cuando la cocción estuviese en marcha. Unas veces abre el cajón y coge el objeto más ruidoso, lo desperdiga por el suelo y me mira para que lo atienda. Otras veces simplemente se agarra a mi pierna.
Realizando el sofrito y limpiando los langostinos, recibí una llamada de M. Me dijo: "(que te parece si) no voy a comer, voy a comer con Manolo y unos clientes". "Bueno..." Dejé lo que estaba haciendo, vestí a Teo y salí con él (y el carrito) calle arriba al parque más cercano.
Cuando vuelvo cansado del trabajo me faltan fuerzas para jugar con Teo. Hago un esfuerzo para mantenerme en pie y prestarle atención. Le encanta que lo columpie, jugar con el agua o subir y bajar cuestas corriendo. Siempre con su inseparable carrito de la compra.
Era hora de la siesta. Entre quejidos, volvimos a casa. De camino se paró ante un coche con la W de Wolsvagen en las ruedas, se paró y dijo: “mamá, mamá…”. Muy pocas veces se ha subido al coche de M, de hecho nunca lo usamos, sólo alguna vez ha visto entrar el coche en el garaje, pero supo asociar el símbolo con el coche de M. Me sorprendió. Desde entonces lo repite con frecuencia, sea el modelo que sea. Con “W” de “Mamá”. Cuando lo acosté se quedó dormido de inmediato, entonces me apresuré a acabar la comida.
Se despertó justo cuando acababa de limpiar. Le di la merienda y salimos, yo lo hice ya vestido con ropa de deporte para que cuando llegase M pudiese ir a correr y relajarme un poco. Fuimos al centro, desde allí M llegaría antes a nuestro encuentro y yo podría ganar unos minutos para correr, por lo menos, una hora y media. No me gusta demasiado el ambiente, pero el parque de la Plaza Roja es de los pocos que hay en el centro. Ahora prefiero acercarme al campus o pasear por la Alameda.
A las siete y media de la tarde llegó María. Nos encontramos cerca de la plaza de Vigo. Me fui cuidando que Teo no me viese. Llegaría con el tiempo justo para bañarlo y acostarlo. Entre tanto, M iría al supermercado y lo dejaría unos minutos en la plaza. Si hubiese sido otro día, M tendría aerobic y mi carrera no podría ser superior a una hora. Lo bañamos. Mientras M lo vestía, yo le preparé el biberón, se lo di y lo acostamos. "Buenas noches, hasta mañana. Los Lunnis y Teo nos vamos a la cama..." Quedaba: ducharme, preparar el puré y la ropa de mañana, poner un examen y ver qué tendría que dar al día siguiente. Cuando me acosté eran casi las dos. Unas pocas horas después Teo se despertaría y empezaría de nuevo el día, día tras día. Para mí, probablemente no muy diferente al de ese miércoles como otro cualquiera.
Ganache de chocolate con leche
Aunque puede hacerse (y debería) el día en el que se vayan a tomar los bollos, por tratarse de chocolate con leche, lo más cómodo es prepararla la noche anterior para que gane la consistencia necesaria para rellenar. Si se endurece demasiado (en esta época no es muy común) podemos ponerla al baño María o unos segundos en el microondas sin trabajarla demasiado.
(1) Retiramos la mantequilla de la nevera para que esté blandita. Reblandecemos en un cuenco para facilitar después su incorporación al chocolate y la cortamos en fragmentos pequeños. Reservamos. Troceamos fino el chocolate en un cuenco grande. Hervimos la leche, cuando haya hervido la vertemos poco a poco sobre el chocolate, removiendo formando círculos con una espátula. Mezclamos hasta que se haya disuelto totalmente todo el chocolate.
(2) Cuando la temperatura de la mezcla haya bajado hasta unos 50-55 ºC (lo hará de inmediato), añadimos la mantequilla poco a poco, mezclando con mucho cuidado hasta que se haya disuelto del todo. Reservamos hasta que tenga cierta consistencia y pueda introducirse en una manga pastelera. Reservamos.
Si se endurece podemos reblandecerla un poco al baño María o en el microondas.
Bollos de leche y vainilla
(1) En un cuenco que podamos usar para amasar (con cuchara de madera), mezclamos la harina con la leche en polvo, el azúcar, la sal y la vainilla (en polvo). Formamos un volcán y añadimos en el centro la miel, la yema de huevo, la leche y la levadura muy desmenuzada. Removemos el centro, intentando disolver la levadura y batiendo ligeramente la yema de huevo. Amasamos un poco y añadimos la mantequilla troceada. Amasamos con una cuchara de palo (la masa es demasiado blanda como para hacerlo a mano) durante unos minutos (¿5?), hasta que la mantequilla se haya integrado totalmente y la masa parezca desprenderse de las paredes, más bien se adhiere a la cuchara de palo. Juntamos la masa con una espátula de plástico y la dejamos fermentar en lugar templado y sin corrientes (el horno es un bien lugar, a 30º C) durante unas 2-3 horas (así hago yo, voy a correr en cuanto acabo de amasar). Menos tiempo sería suficiente, pero este tiempo ayuda a que fermente mejor después del darle forma y no se desplome.
(2) Pasado el tiempo generosamente enharinamos la superficie de trabajo. Dividimos la masa en unas cuatro partes y formamos bollos ligeramente alargados. Durante el ligero amasado doblaremos la masa con las manos sobre sí misma, de modo que vayamos introduciendo la masa con los dedos en una incisión que quedará en la parte inferior.
Depositamos los bollos sobre una bandeja cubierta con papel vegetal, separándolos suficientemente para que puedan doblar (o más) su volumen. Dejamos fermentar en el horno (a 30º C) durante casi una hora u hora y media. Retiramos los bollos del horno y lo precalentamos a 230º C.
(3) Cuando haya alcanzado la temperatura utilizamos un vaporizador para añadir un poco de agua o vertemos un chorrito en la base del horno para que se forme vapor de agua. Horneamos hasta que hayan tomado un tono dorado, casi tostado, entre unos 9-12 minutos. Retiramos del horno y dejamos templar. Cortamos los bollos en diagonal para rellenar con la ganache, los rellenamos con ayuda de una manga pastelera o bolsa de congelación a la que le haremos un pequeño corte en un vértice y espolvoreamos con azúcar glasé (polvo).
Me encanta la mezcla del sabor vainillado de los bollos con el chocolate con leche.
Si tuviese que repetir una receta con frecuencia sería ésta u otra del estilo. Mi pasión por la bollería es escandalosa, eso incluye los croissants y demás semi-hojaldrados. Por lo demás, me llega con que sea un esponjoso pan dulce, y si lleva chocolate ya os podéis imaginar. Para mí, excelente.
Cuando he amasado los bollos dulces con yemas y no (sólo) con huevo he obtenido mejores resultados, no me pregunten por qué, pero me lo imagino. Esta masa incluso podría emplearse para freír y hacer una versión de berlinas o donuts, lo probaré sustituyendo la leche por agua. Como otras veces, le he añadido un poco de miel, básicamente para mejorar su conservación y sabor. Así hago con las ensaimadas, los panettones, que sólo preparo con yemas de huevo, u otro tipo de bollería de prolongada fermentación que quiero que aguante varios días en perfecto estado.
A diferencia de los panes tradiciones que nunca se deberían guardar en bolsas de plástico para que no se reblandezca la corteza, éstos sí los acostumbro a guardar, pues no me importa que queden con corteza ligeramente blanda y sí me molesta que el calor reseque demasiado la corteza. Siempre es mejor una bolsa de papel o de tela, por supuesto. Al pulverizar con un poco de agua en el horno, la corteza se vuelve algo más crujiente y forma una pequeña costra que ayuda a su conservación, además de darle textura.
Como relleno le he añadido una ganache de chocolate con leche. Deliciosa, aunque debo admitir que me quedó más suelta que otras veces. Podría haberse debido a uno de estos tres motivos: el uso de un chocolate con leche de menor cantidad de (manteca de) cacao (29%), las altísimas temperaturas que tuvimos durante esos días o el uso de leche desnatada, éste último casi lo descarto. Fuese cual fuese el motivo, estaba riquísima; como me gusta enfatizar: "para mi gusto". Puede probarse preparando la ganache con menor cantidad de leche, unos 55-60 gr, para conseguir mayor densidad.
¡Qué horror estar siempre lamentándose! Para empezar hay que intentar disfrutar de los pequeños momentos de felicidad del día, que los conoces. Llegados a este punto, al enfrentarme ante una hoja virtual en blanco (¡cuánto echo de menos un folio en blanco y un bolígrafo!) siempre estoy cansado y no es de extrañar que tenga esa tendencia al decaimiento o melancolía. La compañía no siempre acompaña, o, si lo hace, no es con buenos modos. Casi siempre a la defensiva, reprendiendo cada acto por acción u omisión. Y yo midiendo mis palabras al máximo.
Está acostumbrada a mis concesiones o esfuerzos y ya los considera algo normal y rutinario: la preparación de las comidas, los madrugones para cuidar a T o el "hay que...” Pero lo que más me molesta es cuando se responde a la defensiva, que acaba siendo un ataque por pequeño que haya sido mi comentario, sin ningún objetivo más que la simple mención, sin lecturas ocultas.
Hace más de tres semanas escribí una parte de la narración de uno de esos días como otro cualquiera. Es más que probable que no tenga ninguna enjundia o que resulte largo y pesado, que a nadie le interese (¡mejor!), pero sé que me ayudará a recordar estos tiempos cuando ya no existan, incluso con cierta añoranza masoquista. Espero que sea porque haya tiempos mucho mejores, que los habrá, espero. Me dispongo a ello, recordando cada segundo como si fuese ayer mismo, porque casi todos los días son iguales y, día tras día, hay historias que se repiten. Es lo que tienen los diarios.
Miércoles, 5 de mayo (¿?). Somos islas, pero nunca demasiado lejanas…, dice la canción. Islas que se ven y no se encuentran ni se tocan, sólo las aguas que las rodean las acarician por igual. ¡Qué cursilería!, ¡qué real!
Los días se suceden esperando que llegue el remanso de los días eternos, esos en los cada segundo es vida y no miras el reloj esperando que llegue la siguiente entrada en la agenda diaria. Así ha sido. Así fue ayer y así será hoy, también lo será mañana. Me había acostado tarde. Incapaz de meterme en cama antes de las doce de la noche me supliqué intentarlo antes de la una, la hora límite. Casi lo consigo, pero Teo ya me estaba llamando poco más de cinco horas después de haberme acostado. Me habían dicho que llegaría el día en que se levantaría más allá de la nueve de la mañana, y les creí. Ahora me conformo con que pronto lo haga pasadas las siete y media. Decían que los niños dormían más de diez horas todas las noches y un par de horas de siesta al día. Me habrán informado mal.
”Islas, desde la primera vez que nos vimos…”, empieza. Si esa serie de circunstancias no se hubiese producido, la presentación y el desenlace, nunca nos habríamos encontrado. La noche y el día no se conocen, sólo de oídas. Probablemente nos habíamos cruzado antes pero ni nos habíamos mirado, ni enfrentando cara con cara.
Cuando Teo se despertó intenté dejarlo en cama pero me fue imposible. Para él era la hora de levantarse. He llegado a pensar que sus motivaciones son las mismas que las mías: la necesidad de vernos y estar con nosotros antes de irnos al trabajo. Agarró mi cuello y posó su cabeza en mi hombro, haciendo un esfuerzo para levantarla y no quedarse dormido de nuevo. M todavía dormía. Nos fuimos al salón. Estoy deseando que hable. Nos comunicamos, pero no es lo mismo, quisiera decirle por qué quiero que haga lo que quiero que haga aunque no llegue a hacerlo.
El olor llegó nada más apoyarlo en el suelo. Pensé que habría sido eso, “el pastel”. Pero no, hoy se ha repetido la historia y fue peor, hoy eran las seis cuando se despertó de modo definitivo. De nada sirvieron mis intentos de dejarlo en la cuna, sólo mientras con mi mano le acariciaba su espalda pareció volver a dormirse. Cambié el pañal mientras se retorcía y hacía fuerza para evitarlo. Por suerte estaban los Lunnis para echarme una mano: "Good morning, my friend, good morning...". Cuando está con sueño es peor, en esas circunstancias se vuelve más terco todavía.
”Islas, nunca lo habíamos sido antes”. Si alguien era isla, ése era yo, una isla perdida en la inmensidad de un océano en calma.
Preparo mi ropa la noche anterior, nunca se sabe qué tocará a la mañana siguiente. Mientras me duchaba, Teo aprovechó para vaciar el segundo cajón del mueble del baño. ¡Cuánto habría cambiado la organización de la casa si hubiese pensado en tener un hijo! M se levanta mientras le preparo el biberón, 210 ml con dos cucharillas de cereales por la mañana son más que suficientes. Aún así, siempre deja una parte. ¡Déjame recoger el portátil!, ¡no tires de mi pierna!, ¡deja de quejarte! El sueño no es amigo de nadie.
Sin darme cuenta, M ya está a punto de irse mientras yo lo entretengo en la sala jugando con el caótico amasijo de juguetes entremezclados. Ya nada está en su sitio, las piezas se reparten por azar dentro de habitáculos que antes eran cajas y contenedores con otra función: cajas de colonias y perfumes, una caja de zapatos o la jaula de los ratoncitos de madera. Nadie lo suficientemente cuerdo se preocuparía por buscarle el emplazamiento más adecuado, no tendría sentido, a los pocos minutos volvería a estar dónde a él le diese la gana.
Isla. Ahora te acuestas, mientras, yo sigo aquí haciendo mi trabajo. No lo entiendes, sólo lo harías si fueses yo.
Ya ha pasado más de una hora desde que se despertó. M sale y entra Myr. Llega el primer momento de tensión del día: mi huida. También me habían recomendado que lo hiciese en su presencia, algo imposible. Se agarra a mi pierna y me persigue por toda la casa mientras recojo las llaves, la mochila del portátil o el móvil. Por suerte, mi salida coincide con "El Jardín de los Sueños", de lo poco que lo puede mantener atento durante uno o dos minutos, pues no siempre sirven los entretenimientos y despistes que practicamos para poder salir por la puerta sin que repare en ello. Esta semana se le ha dado por empujarla. Cuando cierro la puerta me quito el primer peso de encima: se ha quedado tranquilo y no me ha visto salir. A veces tengo ganas de llamar por teléfono nada más subirme al coche (ahora lo hago con frecuencia), pero pienso que lo mejor es intentar centrarme en el siguiente asunto, no puedo estar absorbido todo el día.
Ya prefiero no oír la radio, o casi. Siento el impulso de hacerlo y lo hago por unos segundos. Día tras día los mismos asuntos, nada nuevo. Los mismos problemas y las mismas palabras, los mismos personajes con las mismas ideas, la misma falta de ideas y los insultos a la inteligencia humana. Me agota este estado de permanente tensión, no es precisamente lo que necesito ahora. ¿Para cuándo una Política de concordia, colaboración y respeto? Paso.
Lo primero que hago es introducir el iPhone en el conector del coche, había bajado un álbum por el que he pagado todos los derechos de autor una y mil veces. Canciones que se repetían en casetes, LP, CD y ahora en mp3. Islas. Hace muchos años que no escuchaba esas notas. Pensé antes de pulsar el botón de búsqueda en esos minutos de evasión: ¿qué se escuchaba hace 20 años? (¡Cuánto ha pasado!) Islas. Islas, somos islas.... Escuchar música en el coche es de los mejores momentos del día, el único en el que no voy con prisas, en el que puedo sentarme esperando que llegue el momento de llegar al trabajo o a casa. A la vuelta, una llamada para preguntar cómo le ha ido a Teo, si ha dormido o cómo se encuentra.
Es esa tranquilidad que me produce estar sentado sin prisas o, si la hay, ya con la conciencia asimilada de que en el coche sólo existe una velocidad, la que marca las señales. Cualquier exceso es jugar a la ruleta rusa. El tiempo es tan breve, menos de 20 minutos de trayecto, que muchas veces cambio de canción convulsivamente, queriendo estirar el tiempo sin llegar a escuchar nada más que unos 30 segundos de cada tema musical. Otras veces me aburre llevar varios días con el mismo álbum y busco cambios abruptos de género. Lo que no soporto es el “chunda-chunda”, ni a los niñatos del “chunda-chunda” con las ventanillas bajas y la música a toda hostia. Perdón, he querido decir “ventanillas bajadas”.
El tercer trimestre puede ser frustrante viendo cómo, en muchos casos, has sido incapaz de estimular el estudio de estudiantes desmotivados o incapaces de asimilar las explicaciones. Esos que el Sistema Educativo ha ido arrastrando por inercia como troncos en un río. Sin pausa, sólo tienes tiempo a saludar a los compañeros y poco más.
(…) Hasta aquí había llegado, ahora sigo con ayuda de los recuerdos que todavía mantengo y un pequeño ejercicio de memoria asociativa.
Las mañanas de los miércoles no son de las más duras desde un punto de vista docente. Aún así, después de estar enseñando programación durante un par de horas, te mueves entre las prisas de un ir y venir por el centro y la frustración por no haber conseguido los objetivos planteados.
Tenía que salir a comprar unos langostinos o gambas para rellenar los chipirones que María había comprado en el CI la tarde anterior. Era imposible encontrar un hueco para escaparme y comprarlos, pero lo hice. Como tendríamos reunión justo cuando debía irme, al salir no tendría ni un segundo y llegaría con el tiempo justo para estar con Teo y que Myr pudiese irse. Busqué unos minutos de pausa y salí corriendo al supermercado más cercano. "Corriendo", gerundio del verbo correr (literal). Fui directo a la sección de pescadería, tenso y mirando el reloj. La parsimonia de los compradores y las largas charlas que prolongaban la espera iban provocando en mí un estado creciente de ansiedad. No quería parecer desagradable y decir lo quería haber dicho: "Perdone, pero muchos de los que esperamos tenemos prisa y no tenemos la suerte de disponer de toda la mañana para chismorrear".
Corrí a la caja. Como siempre, sólo una estaba abierta y la cola crecía llegando hasta los pasillos por los que era difícil transitar. Mi estado de ansiedad iba en aumento, con la tensión ya no podía evitar dar unos pequeños botes mientras miraba el reloj en cada segundo. En cuanto abrieron otra caja, los clientes se desplazaron a ella sin guardar cola, intercambiar miradas o pedir escusas. “Tonto el último”, pensé. Seguí allí, iba a explotar. Delante, una (agradable) pareja se tomaba con calma la compra semanal, mientras el personal empaquetaba el pedido que les sería enviado en cajas selladas con cinta. Ya no podía más, me hicieron sitio y la cajera tramitó mi compra pasando los códigos de barras y teniendo que escuchar el insoportable pitido: pi, pi, pi... (tres veces). A estas alturas no recuerdo el importe exacto de la compra, sólo que pagué en efectivo y que me fui corriendo sin esperar el cambio, más de un euro, ante la cara extrañada de la dependienta. Nada más salir no pude ni quise contener las lágrimas, era mejor no hacerlo. Estaba abrumado por un ritmo de vida insostenible y contrarreloj, un ritmo que acabará conmigo tarde o temprano.
Al llegar al centro ya había conseguido reprimir las lágrimas. Quién me viese podría haber pensado que habría recibido una mala noticia, probablemente un desengaño amoroso o la muerte de un familiar, siempre son las pérdidas lo que más desazón nos provoca. Cuando entré, tras un encuentro fugaz con el desprecio por la autoridad, continué con mi trabajo, pensando en todo lo que tenía que hacer. Una corta y tensa reunión clausuró una jornada de trabajo como otra cualquiera.
De vuelta, la misma música y una sensación de apresuramiento que soporté para proteger mi vida y la de los otros. Islas. Ya estaba en casa. Teo me esperaba y, como siempre hace, se acercó hasta la puerta a verme, corriendo y riendo. Se paró, lo cogí y lo levanté en brazos, jugueteando con él mientras lo hacía reír. Quedaba la comida. No recuerdo si comió o no, pero creo que entonces tenía los mismos problemas que ahora, es él quién quiere decidir qué comer y qué no.
Pasada esa media hora, me propuse ir preparando ya la comida para María. Odio saltear los chipirones, por mucho que los escurra y seque siempre saltan, si los tapo se cuecen y si los salteas hay que hacerlo uno a uno. Con Teo cerca, el peligro de un accidente es mayor, lo alejé dándole objetos de cocina, cucharas y cazuelas, ruido asegurado. María tenía reunión por la tarde, así que debía apresurarme para estar preparado cuando llegase e ir a correr un poco mientras comía, aunque sólo fuesen unas series durante media hora. Por la noche haría un poco de fondo.
En cuanto empecé con ello, allí estaba él, reclamando mi atención golpeando con una pala de plástico una silla de la cocina. Su cara de pena y ojos llorosos me decían que quería salir. Lo miraba y él me miraba con los ojos tristes, reclamando mi presencia real y yo sintiéndome culpable por no dedicarle ese tiempo. Quería salir y yo con él, pero no podía, tenía que hacer la comida entre un indeterminado conjunto de objetos desperdigados por el suelo de la cocina que retiraría en cuando la cocción estuviese en marcha. Unas veces abre el cajón y coge el objeto más ruidoso, lo desperdiga por el suelo y me mira para que lo atienda. Otras veces simplemente se agarra a mi pierna.
Realizando el sofrito y limpiando los langostinos, recibí una llamada de M. Me dijo: "(que te parece si) no voy a comer, voy a comer con Manolo y unos clientes". "Bueno..." Dejé lo que estaba haciendo, vestí a Teo y salí con él (y el carrito) calle arriba al parque más cercano.
Cuando vuelvo cansado del trabajo me faltan fuerzas para jugar con Teo. Hago un esfuerzo para mantenerme en pie y prestarle atención. Le encanta que lo columpie, jugar con el agua o subir y bajar cuestas corriendo. Siempre con su inseparable carrito de la compra.
Era hora de la siesta. Entre quejidos, volvimos a casa. De camino se paró ante un coche con la W de Wolsvagen en las ruedas, se paró y dijo: “mamá, mamá…”. Muy pocas veces se ha subido al coche de M, de hecho nunca lo usamos, sólo alguna vez ha visto entrar el coche en el garaje, pero supo asociar el símbolo con el coche de M. Me sorprendió. Desde entonces lo repite con frecuencia, sea el modelo que sea. Con “W” de “Mamá”. Cuando lo acosté se quedó dormido de inmediato, entonces me apresuré a acabar la comida.
Se despertó justo cuando acababa de limpiar. Le di la merienda y salimos, yo lo hice ya vestido con ropa de deporte para que cuando llegase M pudiese ir a correr y relajarme un poco. Fuimos al centro, desde allí M llegaría antes a nuestro encuentro y yo podría ganar unos minutos para correr, por lo menos, una hora y media. No me gusta demasiado el ambiente, pero el parque de la Plaza Roja es de los pocos que hay en el centro. Ahora prefiero acercarme al campus o pasear por la Alameda.
A las siete y media de la tarde llegó María. Nos encontramos cerca de la plaza de Vigo. Me fui cuidando que Teo no me viese. Llegaría con el tiempo justo para bañarlo y acostarlo. Entre tanto, M iría al supermercado y lo dejaría unos minutos en la plaza. Si hubiese sido otro día, M tendría aerobic y mi carrera no podría ser superior a una hora. Lo bañamos. Mientras M lo vestía, yo le preparé el biberón, se lo di y lo acostamos. "Buenas noches, hasta mañana. Los Lunnis y Teo nos vamos a la cama..." Quedaba: ducharme, preparar el puré y la ropa de mañana, poner un examen y ver qué tendría que dar al día siguiente. Cuando me acosté eran casi las dos. Unas pocas horas después Teo se despertaría y empezaría de nuevo el día, día tras día. Para mí, probablemente no muy diferente al de ese miércoles como otro cualquiera.
Ganache de chocolate con leche
Aunque puede hacerse (y debería) el día en el que se vayan a tomar los bollos, por tratarse de chocolate con leche, lo más cómodo es prepararla la noche anterior para que gane la consistencia necesaria para rellenar. Si se endurece demasiado (en esta época no es muy común) podemos ponerla al baño María o unos segundos en el microondas sin trabajarla demasiado.
- 100 gr. de mantequilla a punto pomada.
- 135 gr. de chocolate con leche.
- 70 gr. de leche entera.
- Una pizca de sal.
(1) Retiramos la mantequilla de la nevera para que esté blandita. Reblandecemos en un cuenco para facilitar después su incorporación al chocolate y la cortamos en fragmentos pequeños. Reservamos. Troceamos fino el chocolate en un cuenco grande. Hervimos la leche, cuando haya hervido la vertemos poco a poco sobre el chocolate, removiendo formando círculos con una espátula. Mezclamos hasta que se haya disuelto totalmente todo el chocolate.
(2) Cuando la temperatura de la mezcla haya bajado hasta unos 50-55 ºC (lo hará de inmediato), añadimos la mantequilla poco a poco, mezclando con mucho cuidado hasta que se haya disuelto del todo. Reservamos hasta que tenga cierta consistencia y pueda introducirse en una manga pastelera. Reservamos.
Si se endurece podemos reblandecerla un poco al baño María o en el microondas.
Bollos de leche y vainilla
- 200 gr. de harina de fuerza (de pan).
- 8 gr. de leche en polvo desnatada (opcional)
- 30 gr. de azúcar.
- 6 gr. de sal.
- 1/2 vaina de vainilla, las semillas interiores.
- 8 gr. de miel (de azahar)
- 1 yema (20 gr.)
- 100 ml. de leche entera.
- 12 gr. de levadura fresca de panadería.
- 25 gr. de mantequilla.
(1) En un cuenco que podamos usar para amasar (con cuchara de madera), mezclamos la harina con la leche en polvo, el azúcar, la sal y la vainilla (en polvo). Formamos un volcán y añadimos en el centro la miel, la yema de huevo, la leche y la levadura muy desmenuzada. Removemos el centro, intentando disolver la levadura y batiendo ligeramente la yema de huevo. Amasamos un poco y añadimos la mantequilla troceada. Amasamos con una cuchara de palo (la masa es demasiado blanda como para hacerlo a mano) durante unos minutos (¿5?), hasta que la mantequilla se haya integrado totalmente y la masa parezca desprenderse de las paredes, más bien se adhiere a la cuchara de palo. Juntamos la masa con una espátula de plástico y la dejamos fermentar en lugar templado y sin corrientes (el horno es un bien lugar, a 30º C) durante unas 2-3 horas (así hago yo, voy a correr en cuanto acabo de amasar). Menos tiempo sería suficiente, pero este tiempo ayuda a que fermente mejor después del darle forma y no se desplome.
(2) Pasado el tiempo generosamente enharinamos la superficie de trabajo. Dividimos la masa en unas cuatro partes y formamos bollos ligeramente alargados. Durante el ligero amasado doblaremos la masa con las manos sobre sí misma, de modo que vayamos introduciendo la masa con los dedos en una incisión que quedará en la parte inferior.
Depositamos los bollos sobre una bandeja cubierta con papel vegetal, separándolos suficientemente para que puedan doblar (o más) su volumen. Dejamos fermentar en el horno (a 30º C) durante casi una hora u hora y media. Retiramos los bollos del horno y lo precalentamos a 230º C.
(3) Cuando haya alcanzado la temperatura utilizamos un vaporizador para añadir un poco de agua o vertemos un chorrito en la base del horno para que se forme vapor de agua. Horneamos hasta que hayan tomado un tono dorado, casi tostado, entre unos 9-12 minutos. Retiramos del horno y dejamos templar. Cortamos los bollos en diagonal para rellenar con la ganache, los rellenamos con ayuda de una manga pastelera o bolsa de congelación a la que le haremos un pequeño corte en un vértice y espolvoreamos con azúcar glasé (polvo).
Me encanta la mezcla del sabor vainillado de los bollos con el chocolate con leche.
Hola. Tengo muchos días como los tuyos. Me he "agotado" ahora leyéndote y recuerdo que yo le causo la misma sensación a una amiga cuando le cuento alguno de mis días (y eso que nunca lo cuento todo, todo, todo). Y encima resulta que parece que no hago nada, que no trabajo, que tengo señora, y q estudio, luego me dedico al capricho. Consejo gratis? Venga, ahí va: habla con Myr (o similar) y consíguete mínimo dos tardes a la semana en que hacer la siesta tú, o incluso irte a correr en ese rato. O, lo mejor: lleva a Teo YA a la guardería. Necesita estar con niños, y en esa edad tiene un ritmo q no podemos seguir pq tenemos q limpiar, cocinar, trabajar, ir al súper, ducharnos, etc...., al tiempo que estamos con ellos.
ResponderEliminarBueno, y de la receta decirte que te odio por explicar cómo hacer la "ganache", y decirte que no soy muy de bollos (nada de chistes fáciles!), pero estos tienen buena pinta.
Besos miles. OLGA.
pd.: Berta????
Aaah pepinho! no estas solo hay días así, terribles, duros y largos y tienes poca ayuda, eso es verdad,
ResponderEliminarbueno cuando sea más grande será menos demandante. Hablará pronto y no parará será un loro. Lo sé. Lo estoy viendo. Es un tesoro. Dios lo bendiga.
Me encantan los bollos de leche, me comería uno ahora.
Que tengas algo de descanso y relax el fin de semana.
La idea de Olga es buena, pienso que le haría bien la guardería.
ye contaré, cuando empezé a llevar los niños al Jardín o guardería, tendrían unos dos años (aun usaban pañales) la Espe se quedaba feliz pero el Dito lloraba apenas no me veía. y Sentía desde la calle"mamá"!! terrible, llegaba llorando a la casa. Despues hablaba con la tía y decía que era solo un momento. Ahora converson el Dito y no se acuerda de NADA de eso y no me cree. Puedes creerlo? y yo que me iba llorando.
te cuento esto porque todo en la vida va pasando y super rápido.No da tregua,
Muchos besoos para los dos,gloria
para ti tambien Olga. y que descansen el fin de semana.
Si todos tus días son así (y tus noches son cortas), ¿en qué momento estáis juntos María y tú? O ¿en qué momentos estáis juntos los tres?.
ResponderEliminarEs curioso que hay parejas que estando en crisis dcidan tener un hijo que los una. Con un niño y dos trabajos los componentes de la pareja se ven menos que nunca.
A lo mejor eso es lo que los mantiene unidos.
El peque está guapísimo. Lástima que el cansancio no nos deje disfrutarlos plenamente cuando son pequeños.
Besos.
Esperanza.
...Definitivamente... necesitamos vacaciones, eso que llevas tu (y alguna mas) no es forma de vivir.
ResponderEliminarSiempre digo que terminaré mis días en el campo, con unas gallinas y una vaquita, un huerto de tomates, patatas, sin tv, sin gente...solo libros y silencio.
Lo que más me duele de todo esto es que vivimos tan aprisa que no paramos en los detalles, no llegamos a disfrutar los momentos especiales como deberíamos.
Años después nos arrepentiremos.
Ahora: solo corremos.
De los bollos no te digo nada...se me caen las lágrimas solo de pensar que no les puedo echar el diente.
Besos
Hola! me he quedado anonadada leyéndote... como es posible que saques minutos de donde no los hay? pocas palabras más quiero decirte, solo que eres un PADRE maravilloso... pocos padres CREEME, son de esta manera y me ha sorprendido de verdad ;)
ResponderEliminarLos bollos de leche se ven muy ricos!
Un saludo!
Entiendo lo que leo y me siento identificada... Pero mira qué hijo tan precioso tienes y todo cambia! la receta buenísima como siempre.
ResponderEliminarBesitos!
Gema
http://la-gitanilla.blogspot.com/
machiño, o teu blogue é un pecado!! acabo de atopalo e miña nai!! xa empezo co chocolate mmmmm :D
ResponderEliminarO dos meniños éche así, probáchedes a que durmira na vosa cama? mesmo podedes arrimar o berce ou unha cama de 90, a nós é o que nos ten funcionado. O que fai que durmamos máis e mellor.
Polo demais desfrútao, porque esta etapa dura moi pouquiño e non ten volta atrás.
biquiños e graciñas por estas dozes tentacións :)
Hola, gracias por vuestros reconfortantes y agradables comentarios. Pese a ser fin de semana, una vez más no tengo mucho tiempo ni para escribir unas palabras. Después de haber estado con Teo a primera hora, a las 9:40 salí a correr. Cuando volví se acababa de despertar de la siesta matinal, pero tenía que quedarme en casa preparando la comida de Teo y no poder disfrutar de unos ratos de tranquilidad y paseo con él. Cuando volvió con M le di la comida y me puse a preparar la comida de M y fregar. Me imagino que es el día a día de muchas otras madres, sólo que en mí se unen una serie de circunstancias colaterales complejas.
ResponderEliminarOlga, estoy absolutamente de acuerdo con tus consejos.
Lo ideal sería dormir la siesta cuando la duerme Teo, pero nunca me ha coincidido (sólo viernes y fines de semana). Cuando vuelvo del trabajo me toca darle la comida y unas tres horas después es cuando le toca la siesta, justo cuando llega M. Mientras duerme la siesta M come y se echa una media hora (por lo menos). Yo es el momento que aprovecho para ir a correr, pero me haría más falta irme a dormir una rato (estoy durmiendo entre 4-6 horas, como mucho, desde hace unos meses). Si me fuese a dormir no podría correr, algo que necesito como el respirar.
Si M trabaja por la tarde (muy frecuente últimamente) o tiene aerobic (un par de días por semana), la jornada es todavía más dura, sin un segundo de relajación (ya no de descanso) en todo el día. Hasta hace un mes, los jueves me pasaba todo el día con él, menos las horas de trabajo.
Me arrepiento algo (creo que M también) de no haberlo enviado a la guardería, aunque la chica que lo cuida sea excelente. No por mí, que lo enviaríamos las cinco horas que estoy fuera, por él. Necesita con urgencia relacionarse con otros niños y dejar de ser el ser más importante del mundo. Sé que en cuanto tenga que relacionarse con otros niños y sus caprichos se vean cuartados por los de los otros, tendrá algo que ahora le falta: más sociabilidad y (un pizca de) altruismo. Ahora no le gusta estar con otros, hasta parece que se escapa. Si vamos de visita (como hoy) a los dos minutos está tirando de mí para salir a la calle.
Pese a todo, tenemos que hablar antes con Myr, que es la chica que lo cuida. Si optásemos por enviarlo, para mí las mejoras no serían de horario (seguiría recogiéndolo a la una de la tarde), sería de calidad (creo). Ahora todo el mundo gira en torno a él, y sólo él marca el ritmo de mi vida. Eso no está bien, ni para él ni para mí.
Agradezco tus consejos. Ayudan a decidir entre las opciones que estamos barajando…
Besos a mil.
Pepinho.
(…)
Gloria, eso es lo que espero, que no sea tan “demandante”. He convivido con bebés y niños pequeños (hermano y sobrino) cerca. Pero ninguno era tan activo como Teo, o quizás yo tenía más tiempo y estaba más descansado. Disfruté mucho de aquellos, jugando, pintando,... habría que tener hijos cuando se tienen tiempo, no se tiene trabajo y se es mucho más joven.
ResponderEliminarHa habido días en los que M sólo lo ve unos minutos. Esos días son para mí como ser madre soltera trabajadora. Si ya es ser duro ser madre trabajadora, madre soltera trabajadora es un calvario. Cuando la chica que lo cuida no puede venir, sólo hay dos opciones (las otras no se plantean): pedir el día para asuntos propios(que he hecho una vez este año), o decirle a mi madre (que no conduce) que esté con él mientras yo estoy en el trabajo. El lunes 7 no podrá venir, ya me veo pidiendo el día, pues las otras opciones son muy difíciles de llevar a cabo.
Sé que no se acordará de estos primeros tres años de vida, pero, sin embargo, sus sentimientos y emociones formarán la base de su futuro. Él no se acordará, pero sus emociones lo harán por él. Es algo que todavía está en estudio, el misterio de esos “oscuros” tres años de vida y su influencia en su personalidad y carácter.
Un beso grande.
Bueno, tengo que dormir, que mañana (otra vez) tocará madrugar. Para Teo no hay fines de semana.
Sigo mañana, si D quiere, que tengo mucho que decir sobre las cuestiones posteriores que han surgido.
UN beso.
¡Vaya relato!
ResponderEliminarDespues de leerte he rebobinado mi vida.
Tengo un hijo y una hija que se pasan 18 meses.Ahora ya son mayores. Todavia hoy me pregunto como he hecho para trabajar fuera de casa,hacer la casa,comidas,etc. Afortunadamente he contado con la colaboración de mi marido pero acababa agotada como tu.
La suerte fué que los niños se entretenian facilmente porque eran dos y en su cuarto pasaban horas jugando sin llamar mi atención.
Los he llevado a la guarderia porque considero importantísimo la socialización a edades tempranas.En casa son verdaderos dictadores,sobre todo si son hijos solos como Teo.
Soy educadora de guarderia y tengo experiencia sobre estas edades tempranas.
Espero que mejore tu ritmo de vida porque el stress no trae nada bueno; por desgracia tambien de eso tengo experiencia.
Dormir y descansar es casi mas importante que comer, por lo menos para mí.
Eso no quita para que me quiera comer esos bollos tan deliciosos que has hecho.
Un abrazo
El día a día es agotador cuándo el tiempo para uno mismo escacea, ojala resuelvas de la mejor manera para todos. Me gustaría poder decirte algo sobre como solucionar o aportarte alguna idea, pero no tengo experiencia con los niños, paso mucho tiempo con mis sobrinos y los amo, pero reconozco que la resposanbilidad que tienen ustedes como padres es un reto con recompensa día a día, estoy segura que tú y M encontrán la forma más buena para que Teo crezca tan lindo y sano en todo sentido como hasta ahora.
ResponderEliminarPor cierto Teo esta enorme!! me acuerdo de cuándo comence a leerte y era pequeñito, que curiosa la vida y como va desgranandose.
Yo diría que hoy es mi noche-madrugada de nostalgia golpeadora en el vientre, así que mejor me llevo tus bollos a los que haré alguna modificación para el día de los padres del próximo mes por acá y te dejo un bico con sonrisa.
Que la semana sea propicia para un poquito de descanso para ti. :)
Me parece muy triste y nada envidiable la vida que describes. Mientras te leía me ha asaltado una frase de El Principito, que dice más o menos: "yo, si tuviera tiempo para gastar, caminaría tranquilamente hasta una fuente". Después viendo tus delliciosos bollos, he pensado que siempre elegiría "contigo pan y cebolla", en vez de "sin ti, pero exquisitos manjares".
ResponderEliminarDesearía no entrometerme, y te pido disculpas por ello, pero no suelo callar lo que pienso. En tus escritos se vislumbra una gran incomunicación de pareja, un no respetarte a ti mismo, un no saber decir no, una incapacidad para delegar, un asumirlo todo porque nadie va a hacerlo, o nadie lo haría como tú (?). Suele ocurrirle a los perfeccionistas...
Muchas veces, la soledad es bellísima y nos llena de dones, pero hay una especialmente cruel, fea y dolorosa, es la soledad en pareja. Que sentido tiene la pareja sin comunicación? Es cierto que siempre hay uno que da más, que ama? más, pero tiene que haber un equilibrio, una complicidad permanente para que eso funcione.
Los niños son encantadores, pero también absorbentes y agotadores, además de ser un mecanismo infalible para dinamitar a una pareja de riesgo; ocurre cuando uno de ellos, o los dos viven para los hijos y se obvian a sí mismos y al otro. Islas, sí, islas.
Hay momentos, donde todo aún es reversible...dejar al niño, hacer una escapada, mirarse a los ojos, estar solos, sincerarse, reencontrarse, reestructurar el ritmo de vida...Otras veces, hay demasiada distancia, y ya no se desea, o no es posible recuperar al íntimo desconocido. Islas,sí.
Ser buen padre y buena pareja, implica también, cierta dosis de egoísmo.
Besos. Cúidate.
Hola, viendo la hora a la que escribí mi último mensaje puede suponerse a qué hora me acosté (y cuánto he dormido). Por suerte es domingo y he podido dormir una siesta…
ResponderEliminarMe levanté a las siete y media (habíamos acostado a Teo muy tarde y tardó algo más de lo normal en despertarse). A las 9 salí con él a dar un paseo hasta el parque, volví a las 10:15 y lo dejé durmiendo la siesta. Me caía. M seguía durmiendo. Salí a correr, le di la comida y preparé la nuestra. Comimos. Él durmió la siesta y aproveché para dormir un poco. Aquí estoy, con ganas de seguir, pero se despertará pronto. Así es, así será durante un tiempo.
Perdonadme si no respondo de un tirón.
Anta, eso me pregunto yo. La parejas que están en crisis y deciden tener un hijo es para que los separe y que haya algo que dificulte la separación “legal”.
Están las noches y los fines de semana, o eso parece. Pero ni con esas. Lo de “Islas” iba por ahí, porque somos con “Lady Halcón” (¿la recuerdas?); yo el día y las noches de sol, ellas las pocas horas de “falsa noche” en Islandia.
Un beso con Esperanza.
Hilda, hoy precisamente pensaba en ello, en vivir tranquilamente en la soledad del campo, lejos de esta vida que nos atrapa. Sólo son sueños.
….
Ya ha despertado.
Volveré.
Simplemente te leo, sonrio, recuerdo y no se como reaccionar... salir corriendo quizás?... seguiré por aquí!!
ResponderEliminarGracias por agracedérmelos. Te lo agradezco ( y del desagradecedor, que los desagra.....), pq a veces no sé cuándo me paso de "metomentodo". V dice que no lo puedo evitar, y tiene razón, pero yo ahora ya le pongo voluntad y a veces me callo. Lo juro. Día agotador en el que me he acordado de tí: "si tuviera que escribirlo todo como hizo Pepe....". Mañana urge empezar el día con la gran Tina. Un "The best" puede cambiar mi humor y mi ánimo, lo sé!!! Buenas noches, y no me vendas los besos a mil, o dame pocos entonces, que los vendes caros ;0)
ResponderEliminarRecuerdo a Lady Halcón. Creo que acababan juntos. Si tu película se parece a ésta va a tener un final feliz, porque aunque no podían estar juntos se querían mucho.
ResponderEliminarTremenda suerte.
Sólo es cansancio. Se pasará.
Besos. Me voy a dormir.
Esperanza.
Lo que te comentaba Pepinho, sè que te preocupa pero veo al Dito (ahora tiene 15 años) bueno tiene sus cosas y es muy normal, muy buen tipo,generoso e inteligente,la Espe tambien es un amor, buena, generosa, pero llena de inseguridades en una edad muy dificil en un mundo dificil y sus mayores crisi han sido porque le ha fallado la amistad. Es lo que màs la afecta el otro dìa te comentè pero quizas no alcanzaste a leerlo ha tenido unos desmayos en el colegio, un dìa nos pasamos en la clìnica le hicieron el Scanner y eso saliò bien pero ahora la llevamos al Cardiòlogo y es probable que tenga un soplo al corazòn. Sè que hay distintos soplos pero no se sabe. Habrà que sacarle otros examenes.
ResponderEliminarEs duro. Uno no quiere que a los hijos les pase nada. que esten siempre bien.
Pero te comentaba lo del Dito porque yo sufrìa cuando èl lloraba y todo eso y ahora tan campante muchas veces es mi apoyo.
Lo que creo que es lògico que Teo serà màs apegado a ti pero eso es normal porque has sido padre y madre.
Ademàs teo està en una edad en que se esta formando su mente y todo, su personalidad. Despues pasarà a ser màs independiente.
muchos besoos para los dos, gloria
Hola meu, no sé qué decirte, ese ritmo de vida me queda muy lejos... y mis preocupaciones son más mundanas.... algún día tendré opinión (o quizás no).
ResponderEliminarEl otro día, para una ocasión especial, hice tu tarta de mousse de chocolate y naranja y capa de trufa al caramelo... tuve algunos percances, pero el resultado fue francamente delicioso. La he publicado en mi blog enlazándote.
Mil gracias por la receta.
Un besiño grande.
Lauri.
Hola Harry,accedo a tu blog casi a diario. Tus recetas son excelentes y muy bien explicadas, algo que te agradezco enormemente, ya que soy bastante inexperta. Suelo leer tus relatos previos a la receta, y este me ha conmovido especialmente, no por nada en concreto, sino por lo que se percibe tras la descripción de tus “jornadas”. Supongo que M está contigo porque te quiere, y tu estás con ella por la misma razón, la crianza de los hijos es un reto para las parejas, y más si los dos trabajamos (también es mi caso). Yo tengo dos, y la pequeña tiene tres años. El primero casi nos cuesta el divorcio!! (y eso que no estamos casados). Que crees que pensará M cuando acceda a tu blog y lea los relatos y comentarios de tus amig@s? Yo no se si soy mal pensada, pero si estuviera en su lugar, de alguna manera me sentiría celosa, o por lo menos, un tanto molesta de que circulen por la red, detalles de la convivencia con mi marido, al alcance de cualquiera, y que encima todo el mundo pueda opinar sobre ello. Tienes todo el derecho del mundo a crear tu blog a tu gusto y medida, y poner en él lo que te de la gana, al fin y al cabo es tu vida, pero piensa si en ese ejercicio de plena libertad de expresión (cosa que defiendo siempre que surge el debate) a lo mejor puedas herir a otra persona. Y a lo mejor esa persona no se atreve a decírtelo abiertamente. Si los demás somos capaces de ver en ti todas esas cualidades que manifiestas, imagino que M se enamoró de ti por eso mismo y mucho más. En fin, disculpa que me haya entrometido, no tengo ningún blog, como (creo) que casi tod@s los que te escriben, pero sólo de leer tus entradas te he cogido “querencia” como a veces decimos en mi pueblo, y te deseo lo mejor del mundo para ti y para tu familia. Teo se ve precioso, y tan absorbente como todos. Quizás si que le vendría bien unas horitas de guardería. A él y a vosotros.
ResponderEliminarÁnimo, y saludos.
Hola, Ceniciento!
ResponderEliminarUf! Estoy como Olga, agotada sólo de leer cómo es una cualquiera de tus jornadas. A ver si no tienes tan absorbido a Mr. T, que no le dejas ni respirar ;·))))))))))... Y ya no comento (de esto) nada más, que ya veo que puede ofender.
Yo también he comprobado eso que dices de las yemas en los bollos; queda genial, con más personalidad en el sabor y color y más esponjosos; y en cambio, para hacer el pan con el que hago después los biscotes, sólo utilizo clara, así es la receta, supongo que será para que no se desmigue al hacer las rebanadas.
Ese ganache de relleno (que se me antoja ahoraaaaa!) se me ha ocurrido que sería ideal para rellenar un bollo cerrado, tipo 'bollicao'. Verdad?
El que está como un bollicao (para comérselo!) es T. Con las fotos tan bonitas que le haces, y originales...
BESOS...
Quizá es que soy un poco rara pero no veo nada de particular en llevar a un niño a la guarderia y que se quede allí hasta las 4 ó 5 de la tarde: aprenden a relacionarse, a no ser egoistas, a coger todas las enfermedades del mundo (que les harán más fuertes), etc., etc.
ResponderEliminarNunca es mejor padre o madre el que más tiempo pasa con sus hijos sino los que utilizan el tiempo con ellos de forma inteligente.
He intentado comentarte, darte mi opinión, varias veces y ... me echo para atrás, lo borro todo y me voy , y no te temo a ti , temo a tus incondicionales.
ResponderEliminarLee bien algunos comentarios que te dejan porque lo que te dicen es tal y como te ves, el reflejo de lo que escribes y como lo escribes. Y además creo que lo sabes, lo haces a conciencia.
No todo , ni todos en la vida puede o pueden ser tan perfecto-os como las coberturas de tus tartas. Delega.
Me da la impresión que eres tan perfeccionista que a tu contraria le es más cómodo dejarte hacer a ti, total , todo lo que ella haga tendrá una pega...(una vez ya me contestaste que hablo sobre mi experiencia, no lo hagas de nuevo, por favor)
Los bollos son muy ricos,yo les pongo agua de azahar, me gusta ese sabor.
un beso, Toñi
Pepe eres lo peor.
ResponderEliminarA mi me gustan más rellenos de fresa ;0). OLGA.
Gracias por compartir la receta, es un pasada!!
ResponderEliminarY saben aquel que diu.... "ahora vengo yo a cantar sereno, con sabor especial de palabras y ritmos...." o algo parecido.
ResponderEliminarPues lo dicho, que para romper un poco la seriedad de los comentarios que me anteceden decir, que hay madres entre las que me incluyo que hemos tenido el mismito ritmo que este santo varón y HEMOS SOBREVIVIDO. Eso sí, el nene a la guardería iba unas 4 horas, que duraba unos de los cursos que daba y se lo pasaba bomba.
Sí hay diferencia entre los niños de guardería a los que se incorporan al cole a los 3 años. A estos les cuesta horrores salir de su "entorno", dejar a papá o mamá a la puerta y de fastidiarse si otro compi les coje justito lo que ellos querían para jugar.
Animo a Pepe & Cia a valorar la propuesta de la super madre Olga y a dedicarse un día a la semana, una tarde o dos horas a la noche para salir a tomar algo, ir al cine o simplemente revolcarse en la parte trasera del coche en el Pedroso o en el garaje. Un tiempo para la pareja es necesario, para seguir regando la plantita del amor hace falta algo más que una robusta maceta (en este caso mocetón como Mr. P).
Además en la guardería, que no me gusta el término, Teo puede encontrar alguna chica a la que comentar la receta del glaseado o las galletas de Nutella de su papá.
Estamos terminando este trimestre y tengo la sensación de que me ha podido y no viceversa. Ahora queda evalúar y claustrear,,,,,,,agggggg, mi primer claustro será antológico. Se admiten consejos.
Muacs dulces llenos de resaca de lágrimas.t
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ResponderEliminarBerta!!! Feliz de leerte!!! Yo ahora empiezo exámenes. Estar al otro bando os recuerdo que también es muuuuy duro, super-profes!!! Me he enclaustrado en casa para estudiar por 3 semanas mínimo. Bueno, mañana un conciertito al que iré sola y duraré poco (siempre miran raro a las chicas que van solas. O eso, o te quieren hacer compañía en seguida.....). Un pequeñito respiro en la semana pq si no puedo ahojarme en mis agobios (madre, niños, trabajos/profesores/tutorías, exámenes y espíritu santo). Ah! y mi marido otro santo varón, que me está ayudando un montón encargándose en exclusiva de los niños. Así ya sólo me queda la casa, la madre, los trabajos/..................Mola lo de super-madre, jajajaj. No me llores. Un beso grande!! OLGA.
ResponderEliminarestos bollitos parece que están relamiéndose... ¿no pareceel ganachedechocolate una lengua relamiéndose los labios, buscando quizá la última gota perdida?
ResponderEliminarDelicioso....
Luego leo toda la historia, que me pican los ojos y me caigo de sueñol
Estupenda receta, me encanta y con ganache debe de estar buenisima. Un saludo
ResponderEliminarHola muy ricos estos bollitos, queria avisarte que he puesto tu enlace en mi blog por que hace unos dias he visto aqui unos bollitos dulces que tienes , aunque camie un poco el relleo y asi pues la masa es la misma , muy ricos en mi casa han tenido un exito barbaro, me llevo esta receta para otro dia un beso.
ResponderEliminarTe envio mucha serenidad, paz inmensurable, bienestar ilimitado, alegría y claridad.
ResponderEliminarBasta con encontrar tu equilibrio interior para que se refleje en tu mundo real...
Besitos
Norellys
... Es lo que tiene ser profesor y alumno al mismo tiempo, uno para (sobre)vivir y otro para sentirme vivo. Hoy he acabado como alumno (hasta la próxima) y mañana empiezo la fase (final) de profesor.
ResponderEliminarPD: me hace "de" reír y "de" reír, cuando leo mensajes escritos a la defensiva y con guantes puestos para hacer paradas bajo palos. Pues no, "to el mundo es güeno"... "pero unos más güenos que otros".
Un beso a tod@s.
Volveré antes.
En esa dicotomía en la que te encontrabas hasta hace un rato, sabes que te digo?
ResponderEliminarMUACCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCC
He rehecho mi examen final 4 veces. No sé si ser dura con los PD o ser comprensiva aunque injusta con los que nunca se absentan. Advice please.
Chove e chove muac e muac. Paradita el jueves en Silleda antes que se llene de familias?
Si te apuntas, dímelo
Confieso que por falta de tiempo me he saltado toda la primera parte y me he ido directamente a la receta.
ResponderEliminarEnhorabuena, los bollos se ven sabrosísimos.
biquiños
Hola!! Pasaba por aqui y entre a saludarte. Me gustan esos bollos; si me permites pasare por aqui de vez en cuando para ver lo que se cuece. Un saludo!!
ResponderEliminarHe pasado para ver como estás. Pepino Han sido dias difíciles para mí tambien. Con la Espe enferma,. Es muy dificil. Bueno uno quisiera que n unca se enfermeran.
ResponderEliminarHoy es mi cumpleaños y he pasado un día com o irreal como si lo viviera otra persona en parte es porque anoche dormí dos horas cre.
Les mando besoos a los que se acuerdan de mi, los que me pasan a ver, todo lo agradezco, y te mando un montón de besos para< tí y Teo. see you soon! gloria
GLORIAAAAA! Felicidades, guapa! Haces bien en pasar por aquí, ya sabes que vas a recibir tus merecidos abrazos de cumpleañera. A ver si al menos te animamos un poquillo.
ResponderEliminarÁnimo, saldréis adelante seguro, la Espe y tú juntas. Cuidaos mucho, y tú procúrate tu buen pastelote de aniversario. Y aprovecha bien ese deseo ante las velas!
BESOS, PEPINHO, que estéis bien, y gracias por dejarnos este espacio. Pero estamos esperando más noticias y platos tuyos... eso sí!
GRacias para todos los amores que me han pasado a ver, se los agradezco desde lo más hondo. Gracias. Mañana le sacamos a lgunos examenes a la Espe, los que creen please rezen y los otros crucen los dedos!! besoos para todos, especialmente al dueño de casa y a Teo, hugss! gloria
ResponderEliminarOlga, gracias por pasar a verme. mi mail es gloriadelpilar_1994@yahoo.com escribeme cuando quieras o cuando puedas respecto a los examenes los sacamos casi todos, falt+o uno los resultados se veran esta semana y sabremos que pasa (espero), gracias por todo.
ResponderEliminarBesoos a Pepinho y theo
(Y a esperanza,Berta,Rosita y a todos los que han pasaod a mi blog) besoos
gloria
Pepinho gracias porque podemos escribir a cá pero trataré de que no sea así, no e sjusto ocupar tu blog besoosss gloria
ResponderEliminarY cuál es el drama aquí? La salud bien verdad? Entonces?
ResponderEliminarHay tiempo para escribir bien largo, hay tiempo para esperar la fermentación y deleitarse con una extraordinaria receta, cuál es el problema?
Creo que no me entero o es que ya, soy de acero.
Me llevo una copia de la receta a ver si la consigo.
Abrazos.
Ana
Ricos..ricos...!! pues nada..de aquí a mi cocina!!
ResponderEliminarSólo para comentarles que aún estamos con los examenes y no tengo novedades salvo que ayer de nuevo tuvo un pequeño desmayo.Es dificil. Muy Dificil. Bueno hay que esperar. Besoos y gracias.
ResponderEliminarMuchos besoos para pepinho y Theo.
Fuertes abrazos para las dos. FUERZA, Gloria, FUERZA!
ResponderEliminarPEPINHO, qué tal vosotros, en casa? Dale un besito al Míster de mi parte.
Saludos a todos.
Sencillamente DIVINOS!! para que hacer más largo el comentario!! MMmmm
ResponderEliminarFuerza a tod@s! y especiales a l@s especiales.
ResponderEliminarSólo quería saludar. Aquí, entre correcciones, exámanes y reuniones.
La semana pasada era "yo", ahora son "ellos".
Un beso.
Hasta pronto, espero.
Pepe, bienvenido a TU casa. Como ves hemos estado limpiándola y manteniendo las flores vivitas.
ResponderEliminarMuacs llenos de resaca tras dos noches de rodaje intenso y frío en Bonaval: "¿onde está a felicidade?" mi debut como bulto interactuador en el cine. Ahh me he acordado muchísimo de ti, me lo he pasado bomba y no cambio esos Açao, Silenzo pra min, por nada del mundo entre medidores de luz y cámaras y claquetas.
...Teo, que cree tener todo en la vida: un marido que la quiere, un buen trabajo como presentadora de televisión en un programa de cocina y una vida acomodada. Sin embargo, un buen día, queda sin trabajo y descubre que su marido le está siendo infiel a través de Internet. Se inicia, así, una crisis de pareja. Ahora, sin marido y sin trabajo, decide comenzar una nueva vida. Su produtor, Zeca, le propone hacer un programa documental entrevistando a personas mientras recorren el Camino de Santiago. Así que Teo decide embarcarse en el proyecto con la esperanza de poder encontrar la felicidad de nuevo...
ResponderEliminarBicos.
Me gusta el trailer, jejejeje. Besos de una que está hasta el gorro de exámenes (aunque van saliendo todos, eh?) y que también va a hacer el Camino de Santiago a principios de septiembre. Tengo que hablar largo y tendido con vosotros galleguiños míos. Bicos (toy practicando). OLGA.
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