Asomándome
“… suena la sirena, de vuelta al trabajo, y tú caminando lo iluminas todo…”.
Te recuerdo blog, entre sueño y cansancio, aún así te tengo presente.
Los eternos cinco minutos de Víctor Jara tienen para mí un significado diferente, los más largos de mi vida. Toman la forma de un niño que llora desconsolado cuando ve cómo su padre lo deja solo en brazos de una(s) desconocida(s) antes de irse a trabajar. Me quedo unos minutos a la puerta esperando que cesen los lamentos, y no escucho nada, la puerta es lo suficientemente gruesa como para aislar los lloros de los niños de los padres ansiosos. El hijo lo nota, pero su padre no puede evitarlo.
“… suena la sirena, de vuelta al trabajo, y tú caminando lo iluminas todo…”.
Te recuerdo blog, entre sueño y cansancio, aún así te tengo presente.
Los eternos cinco minutos de Víctor Jara tienen para mí un significado diferente, los más largos de mi vida. Toman la forma de un niño que llora desconsolado cuando ve cómo su padre lo deja solo en brazos de una(s) desconocida(s) antes de irse a trabajar. Me quedo unos minutos a la puerta esperando que cesen los lamentos, y no escucho nada, la puerta es lo suficientemente gruesa como para aislar los lloros de los niños de los padres ansiosos. El hijo lo nota, pero su padre no puede evitarlo.