Salir del armario
Puedes ver la receta origen y completa en http://www.pepinho.com
Masa follada. ¿Suena bien? Pues así es su denominación en galego (y en portugués, cambiando la grafía). ¿Y qué tal “masa follada invertida”? ¿Mejor? Ni mejor ni peor, auténtica y sin prejuicios. Espero que por aquí no los haya.
Hojaldre, historia y recomendaciones. Durante los primeros meses de vida del blog, hace ya bastantes años (¡Dios!, ¡qué rápido se envejece!), una de las primeras recetas que publiqué fue la del hojaldre. En aquella versión (que prefiero no releer) el empaste lo realizaba del modo tradicional, formando una cruz y sellando la mantequilla en el interior. Entonces era un apasionado de los excesos, por lo que no sería extraño que hubiese puesto mucha mantequilla para laminar. Con el tiempo sustituí ese modo de hacer empaste por el del sellado en forma de sobre, así evitaba una vuelta menos. Aun así, con pequeñas variaciones, la receta se parecía a aquélla.
Curiosamente, salvo una versión de hojaldre de chocolate, nunca he publicado la que durante mucho tiempo se convirtió en “mi” versión del hojaldre, que difería de la primera en la cantidad de mantequilla para laminar o la técnica de empaste, entre otras pequeñas sutilezas. Lo que siempre he conservado ha sido mi obsesión por las vueltas sencillas, que reparten mejor la mantequilla y confieren un mejor laminado. Cinco vueltas solían ser más que suficientes.
La receta del hojaldre tradicional es muy sencilla, llega con una simple (y aproximada) regla: en torno al 50% (en peso) de mantequilla para empastar una masa compuesta por harina de media fuerza, mitad de agua, sal, un poco de mantequilla fundida y, si se desea, algún pequeño aroma.
Estoy convencido que a personas acostumbradas a amasar y cocinar, como much@s de vosotr@s, no les resultará complejo hacer el hojaldre invertido. En cualquier caso, siempre nos queda el hojaldre rápido, que hace tiempo que no hago, pues la receta que hoy presento ha cubierto todas mis expectativas en cuanto a tiempo y calidad del resultado.
Le he dado muchas “vueltas” (no es un chiste) a los porqués de muchos de esos fracasos, la mayoría de los cuales me ha llegado en forma de mensajes o comentarios. Todas las justificaciones de esas malas experiencias me llevan al mismo punto: la temperatura de la masa. Por supuesto, la calidad de la mantequilla puede facilitar mucho el trabajo o también una buena técnica y cuidado a la hora de estirar la masa, pero si la temperatura de la superficie de trabajo, de las manos o de la cocina es relativamente alta o templada, la mantequilla se fundirá por mucho que nos empeñemos en lo contrario.
A mí mismo me sucede un hecho nada curioso: el hojaldre invertido me sale mucho más fácil (¿y mejor?) en Santiago que en el piso de A Illa. Al principio achacaba el problema al material con el que estaba fabricada la encimera (de mármol, frente uno sintético de mayor poder calorífico y dilatación), hecho que quizás fuese importante, pero más relevante era la proximidad de la superficie de trabajo a la vitrocerámica (en A Illa) o el simple hecho de que allí vamos en verano, por lo que la temperatura ambiental es considerablemente mayor.
Para hacer hojaldre, y más el hojaldre invertido, haría énfasis en tres puntos, todos relacionados con la temperatura: (1) amasar lejos de la fuente de calor; (1) hacerlo en condiciones ambientales favorables, preferiblemente en invierno (podemos congelar la masa y usarla en verano); (3) dejar reposar la masa si vemos que la temperatura es excesiva y… no desistir, porque, aunque se haya escapado un poco de mantequilla o pegado ligeramente a la superficie de trabajo, suele haber solución y la calidad del hojaldre será muy buena para determinadas elaboraciones (bases para tartas, empanadas, empanadillas, tequeños, pequeños pasteles…).
Hojaldre invertido. El hojaldre invertido es una masa laminada en la que, a diferencia del hojaldre tradicional, es el empaste de mantequilla el que recubre a la masa y no al revés. Eso le confiere un mayor sabor (a mantequilla) y hojaldrado, haciéndolo idóneo para pasteles de alta calidad o para caramelizar, pues el azúcar de la caramelización entra en contacto directo con la mantequilla y ya no tanto con la harina. Es tal el crujir y sabor obtenido tras la caramelización del hojaldre, que hasta da pena preparar unas milhojas, por muy sabroso que sea el relleno. Para mí, el hojaldre invertido es “el hojaldre perfecto”, que incluso he hecho en condiciones ambientales poco favorables y cuyo resultado, aun alejado de la perfección, sigue teniendo algo especial.
El hojaldre invertido quizás sea algo más difícil de hacer que el hojaldre tradicional, tal vez, pero también es mucho más rápido. Uno de los problemas del hojaldre tradicional es el número de pliegues, casi interminable (unas 5 vueltas simples), y los reposos entre ellos. Aunque para los que tenemos poco tiempo es una ventaja poder preparar una masa en pequeñas fases, es un poco pesado cuando necesitamos un hojaldre de un día para otro, pues las decisiones sobre la comida, salvo festividades, suelen tomarse con poco tiempo de antelación.
El número de pliegues del hojaldre invertido no suele exceder los 3 o 4 pliegues, pues, por el hecho de ser la mantequilla la que recubre la masa, soporta mucho mejor las vueltas dobles sin penalizar la calidad del resultado final. De hecho, la masa resulta más sabrosa y de un hojaldrado más aireado.
Normalmente acostumbro a dar un par de vueltas simples y otras dos vueltas dobles intercaladas, dejando sin dar la última vuelta doble si quiero conservar la masa varios días en el frigorífico. Si la masa tiene la suficiente densidad para soportar dos vueltas seguidas, incluso puedo llegar a dar dos pliegues sin reposo entre ellos.
Es recomendable que la mantequilla usada sea de buena calidad, con poco porcentaje de humedad, mas yo siempre uso una de conocida marca comercial que venden en cualquier supermercado. Para más detalles sobre la elaboración y los trucos de esta receta, recomiendo se lea la receta.
Sólo quisiera comentar dos aspectos más sobre la preparación. Por el hecho de ser la mantequilla la que recubre la masa, ésta tiende a enmohecerse después de varios días en el frigorífico. Para solucionar este problema se acostumbra a añadir algún elemento ácido a la masa, normalmente vinagre.
También recomendaría tener un poco de paciencia durante las dos primeras vueltas pues, aunque la mantequilla del empaste lleva harina para darle cuerpo e impedir que se adhiera a la superficie de trabajo, es relativamente sencillo que ésta se funda si no la trabajamos con la suficiente rapidez. En ese caso envuélvase en película de cocina y llévese al frigorífico hasta que tenga la densidad suficiente para seguir dándole pliegues. Algo que siempre he hecho es ir levantando la masa de la superficie de trabajo con cada “golpe” de rodillo para evitar que se pegue cuando la estiramos para formar los pliegues. Ánimo y paciencia, sólo eso.
En muchos aspectos, creo que no he sido lo que se podría llamar “un niño normal”. Me pregunto qué se entiende por “normal”, pues todos tenemos nuestras singularidades que nos hacen únicos. Me imagino que los amantes de este término, odioso para mí, se refieren a aquéllos que se ajustan a un determinado patrón o perfil ¿más extendido?, o quizás a los más dóciles a la hora de seguir unas directrices establecidas por la sociedad que para mí son más que discutibles. Desde la institución del matrimonio, que parece ser el único modo de sellar un amor y la pasión perdidas; tener hijos, como modo de perpetuación y recuperar ese amor; hábitos de lo más extraños, como ir de compras o pasar una tarde mirando escaparates;… ¿Quién los cuestiona? ¿Quién se pregunta las motivaciones de los actos automatizados por esta sociedad del consumo y control? Los “raros”.
En cualquier caso, no es mi intención discutir o divagar sobre el modo de vida que ha construido esta sociedad del consumo y que nos ha llevado a una de las mayores crisis económicas de los últimos cincuenta años. Porque, por mucho que nos empeñemos, no podemos esperar que los poderes gestionados por aquellos que, independientemente de su ideología, están en una situación privilegiada, solucionen los de los que realmente necesitan ayuda. No los imagino tan altruistas. Como decía esta misma semana el psicólogo (y algo más) Claudio Naranjo, quizás estaría bien que el barco de esta sociedad se hundiese de una vez, siempre habría botes para salvarnos. Aunque me pregunto si en el bote irían los pasajeros de tercera, los VIP o sólo los miembros de la tripulación. Ése es mi miedo.
No podría precisar qué edad tenía, sí la suficiente para tener recuerdos y que éstos perdurasen durante mucho tiempo, hasta ser lo suficientemente anciano como para olvidarlos, si bien hay recuerdos que por una inexplicable razón nunca se olvidan. Digamos que era un niño que no pasaba de los siete.
Pese a que entonces podría decirse que había sido educado en un entorno con profundo arraigo católico y, como tal, “creía pensar que creía” en la vida eterna, para mí seguía siendo un misterio y un conflicto el pensamiento de lo “absoluto” y de la perpetuidad de la existencia. Pese a mi juventud, recuerdo haber pasado días entristecido por el pensamiento de desaparición o la consciencia de la propia existencia. ¿Existía?, ¿qué es lo que determina mi existencia?, ¿la consciencia?... o, sobre todo, ¿qué quedará de mí tras la pérdida de dicha existencia? Polvo, ni recuerdos ajenos –pensaba, consciente de mi propia insignificancia. Se me hacía incomprensible dar explicaciones todavía más incomprensibles a hechos incomprensibles, desde el nacimiento de la consciencia a su desaparición. Aunque lo que siempre me ha preocupado es el “antes”, pues el futuro es sólo una consecuencia de ello.
Resulta confuso y algo obsesivo pensar que un niño pueda no vivir lo palpable para buscar preguntas sin respuesta. Lo realmente difícil son las preguntas, las respuestas las puede dar cualquiera, incluso las correctas o inventadas.
Para mí no han sido unas buenas Navidades, pese al tiempo que se presume solemos tener y a esos momentos llenos de compañía. El bajón físico está inseparablemente ligado al bajón moral y gran parte de él lo he arrastrado (y acrecentado) durante todo el mes de enero. La falta de descanso es uno de los principales causantes de esas circunstancias, que sacan a la luz ciertas ideas que desde hacía tiempo no aparecían. No pude deshacerme de esos pensamientos ni mientras corría, más aún, parecía que durante esos momentos crecían y hacían brotar lágrimas sin sentido. Pensé en T, en su ausencia, y me dolió pensar que todo esto que estamos pasando, quizás en cien, doscientos, o cuatro mil años, será (y seremos) polvo. No por mí, por él, porque esa existencia poderosa dejará de serlo algún día y todo lo pasado dejará de tener sentido. Parece todo tan irreal, como un sueño dentro de un sueño incomprensible.
Definitivamente, no estoy hecho para esta sociedad construida en torno al capital, a los valores económicos y todas las implicaciones que ello conlleva. Entiendo que dentro de la sociedad de consumo son lícitas ciertas estrategias para conseguir esos objetivos económicos, mas para mí no son nada éticas. Como tampoco lo son la obsesión el crecimiento económico más allá de las necesidades básicas imprescindibles para vivir, explotando para crecer.
Quizás esta crisis nos ayude a distinguir “los problemas” de “Los Problemas”. Miremos a través de ese velo que cubre a la sociedad occidental y nos impide ver los verdaderos problemas del “mundo”, todo el mundo.
Quizás sea muy fácil plantear estas reflexiones bajo una situación relativamente cómoda, pero, en el fondo, la denuncia forma parte de la acción. No se consuela el que no quiere. ¡Hipócrita!.
Me molestan las técnicas de marketing porque son medias mentiras. Me molesta que jueguen con la buena voluntad de la gente, con el espíritu identitario sólo para enriquecer a esos pocos que sostienen el capital. Una muestra, un botón.
En el hojaldre invertido es la mantequilla la que recubre la masa y no al revés. Ese hecho favorece la formación de manchas de moho en la superficie de la masa si la guardamos en el frigorífico durante algunos días. Para retardar ese hecho y poder conservarla varios días, suele añadirse un elemento ácido, normalmente vinagre, que evita la oxidación de la superficie de la masa.
Como la mantequilla del empaste debe ser (en teoría) de buena calidad, y para evitar que se funda al ser estirada, a la mantequilla (externa) del empaste se le añade un porcentaje de harina que ronda el 35-40% de la cantidad de mantequilla
Masa exterior
Masa interior
(1) ”Masa” de mantequilla. En primer lugar debemos crear el empaste exterior de mantequilla, que recubrirá la masa hecha con harina. Lo ideal es que la mantequilla sea de buena calidad, con un porcentaje de humedad rondando el 15% (puede verse el porcentaje de materia grasa en el envoltorio). Aun así, puede obtenerse muy buen resultado si usamos una mantequilla con porcentaje de materia grasa que ronde el 80% si ésta es buena, pues al mezclarla con la harina se hará más manejable después de haber reposado en el frigorífico.
En un cuenco u olla, con ayuda de una cuchara de madera, trabajamos la primera mantequilla (265-270 gr) para que pueda mezclarse bien con la harina. Añadimos los 100 gr. de harina de media fuerza y trabajamos bien los dos ingredientes, hasta que obtengamos una mezcla homogénea y sin grumos ni “pegotes” grasos. La mantequilla debe retirarse del frigorífico con antelación para que se reblandezca ligeramente y poder realizar la mezcla con facilidad.
En este momento la masa es muy blanda e imposible trabajar con las manos. Extendemos película de cocina sobre la superficie de trabajo y, con ayuda de una espátula de silicona, formamos un rectángulo plano de ¿un centímetro? de grosor (preparando la masa para que cubra la otra). Envolvemos la mezcla de mantequilla en su totalidad con película de cocina y guardamos en el frigorífico hasta que haya ganado consistencia, un mínimo de una hora, dependiendo de cuánto la hayamos trabajado.
En este punto, antes de su reposo en el frigorífico, la masa es muy blanda. No deben (¿Vd.?) preocuparse por ello, cuando haya enfriado gana consistencia y es relativamente fácil de trabajar.
(2) Masa interior. Formamos un volcán con 235 gr. de harina normal (o floja), aunque alguna vez he llegado a usar harina de semifuerza. Añadimos sal (unos 10 gr.), el agua (mejor tirando a fría), 2-3 gr. de vinagre (de Jerez) y 65-70 gr. de mantequilla fundida (no caliente). Mezclamos inicialmente con una cuchara de madera y acabamos amasando con las manos. Alguna vez he añadido flor de sal de Ibiza aromatizada, le queda genial.
Debe quedar una masa de densidad media, no floja, y homogénea. Formamos un rectángulo de menor tamaño que el de la primera masa (recuérdese que esta segunda masa debe quedar en el interior de la otra) y guardamos en el frigorífico envuelta en película de cocina hasta que ambas masas tengan una consistencia similar. Una hora de reposos como mínimo.
(3) Empaste. Es importante que el empaste y los pliegues se hagan sobre una superficie fría, lejos de la fuente de calor. Es un error muy común amasar en la encimera que está al lado de la cocina o vitrocerámica. Aunque no sea muy perceptible al tacto, habrá unos grados de temperatura de más que facilitarán que la mantequilla se funda o pegue a la superficie cuando le demos los pliegues. Por ello, lo mejor es hacer los pliegues en un zona lisa alejada de la fuente de calor en la que cocinamos..
Cuando la mezcla de mantequilla tenga una dureza suficiente para que la podamos manejar con facilidad y no se funda en contacto con las manos, introducimos la segunda masa dentro del empaste de mantequilla, sellándola de modo que no queden espacios. Si es necesario, podemos extender la mantequilla haciendo presión con las manos. Si se ha endurecido la masa no os preocupéis demasiado, se quebrará, pero podemos unir la fisuras con la mantequilla.
Una vez empastada la masa, como es probable que la mantequilla ya se haya reblandecido demasiado (o no), podemos volver a introducirla en el frigorífico envuelta en película de cocina durante el tiempo necesario, hasta que tenga la densidad adecuada.
El número de pasos y tiempo de reposo entre ellos dependerá de las condiciones ambientales. Sobre todo en invierno, más de una vez he llegado a dar dos pliegues seguidos, sin reposo, y acabar el hojaldre con sólo dos pasos de dos vueltas cada uno.
(4) Pliegues. Se dará un total de dos pliegues sencillos y dos dobles alternativos. Si las condiciones de la masa son adecuadas, puede darse un pliegue sencillo y después otro doble, sin reposo, sobre todo la segunda vez, pues la masa ya estará parcialmente hojaldrada. Los pliegues sencillos dan mejor laminado, sobre todo en hojaldre tradicional (~5 sencillos), pero el hojaldre invertido soporta muchísimo mejor las vueltas dobles con un resultado igualmente satisfactorio.
1er Pliegue sencillo. Con ayuda de un rodillo estiramos la masa sobre una superficie fría, formando un rectángulo de aproximadamente dos veces más largo que ancho. La masa debe extenderse desde el centro hacia los extremos, alternativamente, a ser posible en la misma dirección.
Para evitar que la masa se adhiera a la superficie de trabajo, esta primera vez podemos espolvorearla con un poco de harina, muy poca, ayudándonos de un colador.
Damos un pliegue sencillo doblando la masa por el lado largo, como si dividiésemos la masa en tres partes e introdujésemos un extremo entre el tercio central y el otro extremo (¡qué difícil resulta explicarlo!). Yo suelo ir levantando la masa a medida que la voy estirando con el rodillo para evitar que se pegue a la superficie de trabajo.
Dejamos reposar entre 1 a 2 horas, como mínimo, hasta que tenga la consistencia adecuada para seguir dando pliegues. En la imagen se muestra una vuelta sencilla:
1er Pliegue doble. Giramos la masa y la extendemos desde el centro hacia los bordes, levantándola en cada vez que usamos el rodillo para evitar que se pegue a la superficie de trabajo. Una vez esté estirada la masa, practicamos un pliegue doble, plegando ¼ de masa de ambos extremos hacia el centro, tal y como puede verse en la imagen.
Envolvemos en película de cocina y volvemos a dejar que repose en el frigorífico por un período entre 1 ó 2 horas como mínimo.
Dos pliegues más. Repetimos de nuevo el proceso anterior, dando un pliegue sencillo y otro doble. Si no vamos a usar el hojaldre de inmediato puede dejarse sin dar el último pliegue hasta el día en el que se vaya a usar el hojaldre. Alguna vez, si veo que lo admite, he terminado con un pliegue sencillo más.
Guardamos en el frigorífico envuelto en película de cocina hasta su uso. También se puede congelar.
Es perfecta para preparados de pastelería de calidad: pasteles, milhojas, corbatas…
Puedes ver la receta origen y completa en http://www.pepinho.com
Masa follada. ¿Suena bien? Pues así es su denominación en galego (y en portugués, cambiando la grafía). ¿Y qué tal “masa follada invertida”? ¿Mejor? Ni mejor ni peor, auténtica y sin prejuicios. Espero que por aquí no los haya.
Hojaldre, historia y recomendaciones. Durante los primeros meses de vida del blog, hace ya bastantes años (¡Dios!, ¡qué rápido se envejece!), una de las primeras recetas que publiqué fue la del hojaldre. En aquella versión (que prefiero no releer) el empaste lo realizaba del modo tradicional, formando una cruz y sellando la mantequilla en el interior. Entonces era un apasionado de los excesos, por lo que no sería extraño que hubiese puesto mucha mantequilla para laminar. Con el tiempo sustituí ese modo de hacer empaste por el del sellado en forma de sobre, así evitaba una vuelta menos. Aun así, con pequeñas variaciones, la receta se parecía a aquélla.
Curiosamente, salvo una versión de hojaldre de chocolate, nunca he publicado la que durante mucho tiempo se convirtió en “mi” versión del hojaldre, que difería de la primera en la cantidad de mantequilla para laminar o la técnica de empaste, entre otras pequeñas sutilezas. Lo que siempre he conservado ha sido mi obsesión por las vueltas sencillas, que reparten mejor la mantequilla y confieren un mejor laminado. Cinco vueltas solían ser más que suficientes.
La receta del hojaldre tradicional es muy sencilla, llega con una simple (y aproximada) regla: en torno al 50% (en peso) de mantequilla para empastar una masa compuesta por harina de media fuerza, mitad de agua, sal, un poco de mantequilla fundida y, si se desea, algún pequeño aroma.
Estoy convencido que a personas acostumbradas a amasar y cocinar, como much@s de vosotr@s, no les resultará complejo hacer el hojaldre invertido. En cualquier caso, siempre nos queda el hojaldre rápido, que hace tiempo que no hago, pues la receta que hoy presento ha cubierto todas mis expectativas en cuanto a tiempo y calidad del resultado.
Le he dado muchas “vueltas” (no es un chiste) a los porqués de muchos de esos fracasos, la mayoría de los cuales me ha llegado en forma de mensajes o comentarios. Todas las justificaciones de esas malas experiencias me llevan al mismo punto: la temperatura de la masa. Por supuesto, la calidad de la mantequilla puede facilitar mucho el trabajo o también una buena técnica y cuidado a la hora de estirar la masa, pero si la temperatura de la superficie de trabajo, de las manos o de la cocina es relativamente alta o templada, la mantequilla se fundirá por mucho que nos empeñemos en lo contrario.
A mí mismo me sucede un hecho nada curioso: el hojaldre invertido me sale mucho más fácil (¿y mejor?) en Santiago que en el piso de A Illa. Al principio achacaba el problema al material con el que estaba fabricada la encimera (de mármol, frente uno sintético de mayor poder calorífico y dilatación), hecho que quizás fuese importante, pero más relevante era la proximidad de la superficie de trabajo a la vitrocerámica (en A Illa) o el simple hecho de que allí vamos en verano, por lo que la temperatura ambiental es considerablemente mayor.
Para hacer hojaldre, y más el hojaldre invertido, haría énfasis en tres puntos, todos relacionados con la temperatura: (1) amasar lejos de la fuente de calor; (1) hacerlo en condiciones ambientales favorables, preferiblemente en invierno (podemos congelar la masa y usarla en verano); (3) dejar reposar la masa si vemos que la temperatura es excesiva y… no desistir, porque, aunque se haya escapado un poco de mantequilla o pegado ligeramente a la superficie de trabajo, suele haber solución y la calidad del hojaldre será muy buena para determinadas elaboraciones (bases para tartas, empanadas, empanadillas, tequeños, pequeños pasteles…).
El hojaldre invertido quizás sea algo más difícil de hacer que el hojaldre tradicional, tal vez, pero también es mucho más rápido. Uno de los problemas del hojaldre tradicional es el número de pliegues, casi interminable (unas 5 vueltas simples), y los reposos entre ellos. Aunque para los que tenemos poco tiempo es una ventaja poder preparar una masa en pequeñas fases, es un poco pesado cuando necesitamos un hojaldre de un día para otro, pues las decisiones sobre la comida, salvo festividades, suelen tomarse con poco tiempo de antelación.
El número de pliegues del hojaldre invertido no suele exceder los 3 o 4 pliegues, pues, por el hecho de ser la mantequilla la que recubre la masa, soporta mucho mejor las vueltas dobles sin penalizar la calidad del resultado final. De hecho, la masa resulta más sabrosa y de un hojaldrado más aireado.
Normalmente acostumbro a dar un par de vueltas simples y otras dos vueltas dobles intercaladas, dejando sin dar la última vuelta doble si quiero conservar la masa varios días en el frigorífico. Si la masa tiene la suficiente densidad para soportar dos vueltas seguidas, incluso puedo llegar a dar dos pliegues sin reposo entre ellos.
Es recomendable que la mantequilla usada sea de buena calidad, con poco porcentaje de humedad, mas yo siempre uso una de conocida marca comercial que venden en cualquier supermercado. Para más detalles sobre la elaboración y los trucos de esta receta, recomiendo se lea la receta.
Sólo quisiera comentar dos aspectos más sobre la preparación. Por el hecho de ser la mantequilla la que recubre la masa, ésta tiende a enmohecerse después de varios días en el frigorífico. Para solucionar este problema se acostumbra a añadir algún elemento ácido a la masa, normalmente vinagre.
También recomendaría tener un poco de paciencia durante las dos primeras vueltas pues, aunque la mantequilla del empaste lleva harina para darle cuerpo e impedir que se adhiera a la superficie de trabajo, es relativamente sencillo que ésta se funda si no la trabajamos con la suficiente rapidez. En ese caso envuélvase en película de cocina y llévese al frigorífico hasta que tenga la densidad suficiente para seguir dándole pliegues. Algo que siempre he hecho es ir levantando la masa de la superficie de trabajo con cada “golpe” de rodillo para evitar que se pegue cuando la estiramos para formar los pliegues. Ánimo y paciencia, sólo eso.
En muchos aspectos, creo que no he sido lo que se podría llamar “un niño normal”. Me pregunto qué se entiende por “normal”, pues todos tenemos nuestras singularidades que nos hacen únicos. Me imagino que los amantes de este término, odioso para mí, se refieren a aquéllos que se ajustan a un determinado patrón o perfil ¿más extendido?, o quizás a los más dóciles a la hora de seguir unas directrices establecidas por la sociedad que para mí son más que discutibles. Desde la institución del matrimonio, que parece ser el único modo de sellar un amor y la pasión perdidas; tener hijos, como modo de perpetuación y recuperar ese amor; hábitos de lo más extraños, como ir de compras o pasar una tarde mirando escaparates;… ¿Quién los cuestiona? ¿Quién se pregunta las motivaciones de los actos automatizados por esta sociedad del consumo y control? Los “raros”.
En cualquier caso, no es mi intención discutir o divagar sobre el modo de vida que ha construido esta sociedad del consumo y que nos ha llevado a una de las mayores crisis económicas de los últimos cincuenta años. Porque, por mucho que nos empeñemos, no podemos esperar que los poderes gestionados por aquellos que, independientemente de su ideología, están en una situación privilegiada, solucionen los de los que realmente necesitan ayuda. No los imagino tan altruistas. Como decía esta misma semana el psicólogo (y algo más) Claudio Naranjo, quizás estaría bien que el barco de esta sociedad se hundiese de una vez, siempre habría botes para salvarnos. Aunque me pregunto si en el bote irían los pasajeros de tercera, los VIP o sólo los miembros de la tripulación. Ése es mi miedo.
No podría precisar qué edad tenía, sí la suficiente para tener recuerdos y que éstos perdurasen durante mucho tiempo, hasta ser lo suficientemente anciano como para olvidarlos, si bien hay recuerdos que por una inexplicable razón nunca se olvidan. Digamos que era un niño que no pasaba de los siete.
Pese a que entonces podría decirse que había sido educado en un entorno con profundo arraigo católico y, como tal, “creía pensar que creía” en la vida eterna, para mí seguía siendo un misterio y un conflicto el pensamiento de lo “absoluto” y de la perpetuidad de la existencia. Pese a mi juventud, recuerdo haber pasado días entristecido por el pensamiento de desaparición o la consciencia de la propia existencia. ¿Existía?, ¿qué es lo que determina mi existencia?, ¿la consciencia?... o, sobre todo, ¿qué quedará de mí tras la pérdida de dicha existencia? Polvo, ni recuerdos ajenos –pensaba, consciente de mi propia insignificancia. Se me hacía incomprensible dar explicaciones todavía más incomprensibles a hechos incomprensibles, desde el nacimiento de la consciencia a su desaparición. Aunque lo que siempre me ha preocupado es el “antes”, pues el futuro es sólo una consecuencia de ello.
Resulta confuso y algo obsesivo pensar que un niño pueda no vivir lo palpable para buscar preguntas sin respuesta. Lo realmente difícil son las preguntas, las respuestas las puede dar cualquiera, incluso las correctas o inventadas.
Definitivamente, no estoy hecho para esta sociedad construida en torno al capital, a los valores económicos y todas las implicaciones que ello conlleva. Entiendo que dentro de la sociedad de consumo son lícitas ciertas estrategias para conseguir esos objetivos económicos, mas para mí no son nada éticas. Como tampoco lo son la obsesión el crecimiento económico más allá de las necesidades básicas imprescindibles para vivir, explotando para crecer.
Quizás esta crisis nos ayude a distinguir “los problemas” de “Los Problemas”. Miremos a través de ese velo que cubre a la sociedad occidental y nos impide ver los verdaderos problemas del “mundo”, todo el mundo.
Quizás sea muy fácil plantear estas reflexiones bajo una situación relativamente cómoda, pero, en el fondo, la denuncia forma parte de la acción. No se consuela el que no quiere. ¡Hipócrita!.
En el hojaldre invertido es la mantequilla la que recubre la masa y no al revés. Ese hecho favorece la formación de manchas de moho en la superficie de la masa si la guardamos en el frigorífico durante algunos días. Para retardar ese hecho y poder conservarla varios días, suele añadirse un elemento ácido, normalmente vinagre, que evita la oxidación de la superficie de la masa.
Como la mantequilla del empaste debe ser (en teoría) de buena calidad, y para evitar que se funda al ser estirada, a la mantequilla (externa) del empaste se le añade un porcentaje de harina que ronda el 35-40% de la cantidad de mantequilla
Masa exterior
- 270 gr. de mantequilla en pomada (blanda) de buena calidad [*]
- 100 gr. de harina de pan (de fuerza).
Masa interior
- 235 gr. de harina normal o floja (de repostería, obviamente, sin levadura)
- 10 gr. de sal fina (o flor de sal, a veces uso deliciosa sal de Ibiza aromatizada)
- 65 gr. de mantequilla fundida (no caliente) de buena calidad [*]
- 100 gr. de agua.
- 2-3 gr. de vinagre de Jerez.
En un cuenco u olla, con ayuda de una cuchara de madera, trabajamos la primera mantequilla (265-270 gr) para que pueda mezclarse bien con la harina. Añadimos los 100 gr. de harina de media fuerza y trabajamos bien los dos ingredientes, hasta que obtengamos una mezcla homogénea y sin grumos ni “pegotes” grasos. La mantequilla debe retirarse del frigorífico con antelación para que se reblandezca ligeramente y poder realizar la mezcla con facilidad.
En este momento la masa es muy blanda e imposible trabajar con las manos. Extendemos película de cocina sobre la superficie de trabajo y, con ayuda de una espátula de silicona, formamos un rectángulo plano de ¿un centímetro? de grosor (preparando la masa para que cubra la otra). Envolvemos la mezcla de mantequilla en su totalidad con película de cocina y guardamos en el frigorífico hasta que haya ganado consistencia, un mínimo de una hora, dependiendo de cuánto la hayamos trabajado.
En este punto, antes de su reposo en el frigorífico, la masa es muy blanda. No deben (¿Vd.?) preocuparse por ello, cuando haya enfriado gana consistencia y es relativamente fácil de trabajar.
(2) Masa interior. Formamos un volcán con 235 gr. de harina normal (o floja), aunque alguna vez he llegado a usar harina de semifuerza. Añadimos sal (unos 10 gr.), el agua (mejor tirando a fría), 2-3 gr. de vinagre (de Jerez) y 65-70 gr. de mantequilla fundida (no caliente). Mezclamos inicialmente con una cuchara de madera y acabamos amasando con las manos. Alguna vez he añadido flor de sal de Ibiza aromatizada, le queda genial.
Debe quedar una masa de densidad media, no floja, y homogénea. Formamos un rectángulo de menor tamaño que el de la primera masa (recuérdese que esta segunda masa debe quedar en el interior de la otra) y guardamos en el frigorífico envuelta en película de cocina hasta que ambas masas tengan una consistencia similar. Una hora de reposos como mínimo.
(3) Empaste. Es importante que el empaste y los pliegues se hagan sobre una superficie fría, lejos de la fuente de calor. Es un error muy común amasar en la encimera que está al lado de la cocina o vitrocerámica. Aunque no sea muy perceptible al tacto, habrá unos grados de temperatura de más que facilitarán que la mantequilla se funda o pegue a la superficie cuando le demos los pliegues. Por ello, lo mejor es hacer los pliegues en un zona lisa alejada de la fuente de calor en la que cocinamos..
Cuando la mezcla de mantequilla tenga una dureza suficiente para que la podamos manejar con facilidad y no se funda en contacto con las manos, introducimos la segunda masa dentro del empaste de mantequilla, sellándola de modo que no queden espacios. Si es necesario, podemos extender la mantequilla haciendo presión con las manos. Si se ha endurecido la masa no os preocupéis demasiado, se quebrará, pero podemos unir la fisuras con la mantequilla.
Una vez empastada la masa, como es probable que la mantequilla ya se haya reblandecido demasiado (o no), podemos volver a introducirla en el frigorífico envuelta en película de cocina durante el tiempo necesario, hasta que tenga la densidad adecuada.
El número de pasos y tiempo de reposo entre ellos dependerá de las condiciones ambientales. Sobre todo en invierno, más de una vez he llegado a dar dos pliegues seguidos, sin reposo, y acabar el hojaldre con sólo dos pasos de dos vueltas cada uno.
(4) Pliegues. Se dará un total de dos pliegues sencillos y dos dobles alternativos. Si las condiciones de la masa son adecuadas, puede darse un pliegue sencillo y después otro doble, sin reposo, sobre todo la segunda vez, pues la masa ya estará parcialmente hojaldrada. Los pliegues sencillos dan mejor laminado, sobre todo en hojaldre tradicional (~5 sencillos), pero el hojaldre invertido soporta muchísimo mejor las vueltas dobles con un resultado igualmente satisfactorio.
1er Pliegue sencillo. Con ayuda de un rodillo estiramos la masa sobre una superficie fría, formando un rectángulo de aproximadamente dos veces más largo que ancho. La masa debe extenderse desde el centro hacia los extremos, alternativamente, a ser posible en la misma dirección.
Para evitar que la masa se adhiera a la superficie de trabajo, esta primera vez podemos espolvorearla con un poco de harina, muy poca, ayudándonos de un colador.
Damos un pliegue sencillo doblando la masa por el lado largo, como si dividiésemos la masa en tres partes e introdujésemos un extremo entre el tercio central y el otro extremo (¡qué difícil resulta explicarlo!). Yo suelo ir levantando la masa a medida que la voy estirando con el rodillo para evitar que se pegue a la superficie de trabajo.
Dejamos reposar entre 1 a 2 horas, como mínimo, hasta que tenga la consistencia adecuada para seguir dando pliegues. En la imagen se muestra una vuelta sencilla:
1er Pliegue doble. Giramos la masa y la extendemos desde el centro hacia los bordes, levantándola en cada vez que usamos el rodillo para evitar que se pegue a la superficie de trabajo. Una vez esté estirada la masa, practicamos un pliegue doble, plegando ¼ de masa de ambos extremos hacia el centro, tal y como puede verse en la imagen.
Envolvemos en película de cocina y volvemos a dejar que repose en el frigorífico por un período entre 1 ó 2 horas como mínimo.
Dos pliegues más. Repetimos de nuevo el proceso anterior, dando un pliegue sencillo y otro doble. Si no vamos a usar el hojaldre de inmediato puede dejarse sin dar el último pliegue hasta el día en el que se vaya a usar el hojaldre. Alguna vez, si veo que lo admite, he terminado con un pliegue sencillo más.
Guardamos en el frigorífico envuelto en película de cocina hasta su uso. También se puede congelar.
25 comentarios:
No conocía esta receta..., siempre es un placer aprender contigo!
Feliz domingo
Se me resiste el hojaldre.... siempre le he echado la culpa al clima de por aquí, pero creo que hay otros factores (torpeza, falta de manejo del rodillo...).
Voy a volver a intentarlo con esta receta. Ya te contaré...
Me muero por un milhojas crujiente, tostadito.... ¿Conoces los milhojas rosas, de La Campana de Sevilla? Impresionantes!!!
Como consiga hacerlos.... no lo quiero ni pensar!!
Un saludo, Begoña
Me encanta el nombre en galego para este hojaldre , pero es que a veces me pongo en plan "salvaje", ya jugaré con esas palabras en algún escrito, y sin prejuicios... el hojaldre así no lo he preparado nunca(soy vaga para hacerlo) pero me gusta, además con esas indicaciones de los dobleces mejor, se ve soberbio en las fotografías y es buen tiempo para volver a intentarlo aunque te confieso que cuando lo hago me pongo con tu receta del "rápido".
Sabes creo que de cierta de forma nadie esta preparado para las crisis, cualquiera que sea su índole y menos aún cuando nos abre ante nosotros incertidumbres y preguntas, que si bien cuando somos niños nos cuesta trabajo llegar a un pensamiento o sentimiento más "centrado", de adultos me temo que es mucho peor...tenemos tantas ideas en la cabeza, tantos conceptos, que desarraigarlos todos y tomar lo esencial...lleva su camino...pero se logra seguir y disfrutar de lo que realmente importa aún en la peores condiciones, en cualquier parte del mundo y cada cual con sus circunstancias más o menos buenas... si tenemos esa voluntad e ilusiones como cuando somos pequeños, el caleidoscopio por el que olvidamos ver es más brillante
Te dejo un bi-ki-ño, como siempre... vibra mucho.
Oye, ¡pues yo no había oído nunca del hojaldre invertido! Pero visto mi "éxito" con el normal, casi que ni lo intento (que me da pena tirar cosas... :)) Me lo releeré, a ver si creo que puedo ser capaz. Ese trozo que se ve tan hinchado, como de 5 cm, ¿es una tira o dos superpuestas? Y eso de que dices que te da hasta pena hacer milhojas, entonces, ¿qué haces tú con esta maravilla? ¿Solo? Aunque te digo que el hojaldre (bueno) es posiblemente mi pasta preferida, ahí ahí con los brioches.
Por favor, Pepinho, intenta dormir un poco más cada día; que no son normales esos pensamientos que te asaltan (y seguro que tienes razón cuando dices que es consecuencia del cansancio).
Disfruta de Teo y estrújamelo de mi parte. Imagino las sonrisazas que te debe regalar.
:-)
Besos. Muchos. (¡Y cómo me apetece ese hojaldre, Dios!)
Hola,
Por lo que veo, el hojaldre no es algo que “guste” demasiado, o eso parece por la popularidad de la entrada. Lo más espectacular de este tipo de hojaldre es el resultado obtenido tras la caramelización. Para caramelizar el hojaldre se introduce en el horno espolvoreado con azúcar y, tras un pequeño tiempo de cocción, se le pone un peso (normalmente la rejilla) para que no crezca demasiado (es un hojaldre muy aireado). Se le da la vuelta y se deja que coja color por el otro lado.
El hojaldre invertido caramelizado es el usado para los pasteles rellenos, como unas ¿o unos? milhojas. La caramelización del azúcar en la superficie de las láminas de hojaldre evita que se humedezca y reblandezca, permaneciendo crujiente durante mucho tiempo. Una delicia.
Calohe, gracias.
Feliz semana.
Begoña,
De este hojaldre lo difícil son las dos primeras vueltas, después es muy difícil que se adhiera a la superficie de trabajo. Si es necesario, la primera vuelta la damos estirando poco a poco, introduciéndola en el frigorífico si vemos que se pega demasiado….
No conocía los milhojas rosas… le echaré un vistazo a Google. Seguro que deben ser de impresión.
Gracias, un abrazo.
Mayte, es agradable volver a ver ese cuadro que representa tu perfil.
Para mí, la crisis, quizás porque por el momento no la esté padeciendo demasiado como le sucede a mucha gente (ya me tocará), es como un grano, o más bien como los que se dan cuando tienes varicela. Lo veo como consecuencia de un mal mayor, este extraño mundo que hemos y estamos construyendo. No me gusta nada, “nada de nada”, y cada vez menos. (A Internet, que antes me emocionaba, empiezo a odiarlo por tanto marketing y falsedad)
No voy a hablar de la “pérdida de valores”, ni de esos temas de los que tanto gusta hablar. No, es algo más ¿profundo? Me refiero a las razones de la propia existencia y a lo insignificante que es TODO, empezando por la “fama” y la “riqueza” en su primera acepción.
No veo lejos el día en que lo dejaré TODO. Tal vez diga esto porque no haya dormido mucho y porque la compañía me está pidiendo demasiado últimamente. Porque me siento MUY SOLO, sólo con la compañía de un niño que me enseña más a mí de lo que yo a él. No sigo. No es un buen momento para mí y no quiero arrepentirme de mis palabras.
Para ti, un beso.
Gracias.
Rosita, dirigirme a ti con una palabras escritas es muy agradable, como cuando lo hago con otra gente “amiga” que encuentro por el blog de vez en cuando. Perdona, pero es que no me encuentro animado. ¿Qué será de Gloria? Espero que todo haya ido bien.
Es un hojaldre tan aireado que hasta puede pasar la luz de sol a su través. Las capas crecen gracias a la mantequilla y, una vez horneado, son un crujir en la boca y un verdadero placer.
Las fotos en las que aparece el hojaldre más “plano”, son las del hojaldre caramelizado, pues se evita que crezca demasiado en el horno depositando sobre él una rejilla.
Entre el hojaldre normal y los brioches, me quedo con los segundos. Otra cosas es con el hojaldre invertido caramelizado, al que me refiero cuando digo que hasta da pena rellenarlo.
Espero que estas “semivacaciones” de tres días me ayuden, por lo menos, a levantar el ánimo.
Un beso muy grande.
Pepinho.
Yo sé lo que necesitas para levantar el ánimo...... y se llama "un guiño". Cuando quieras!!!!
El parque está levantado, cercado y vallado. Esperemos que se lo dejen seguro a Teo y a su papá que está trsite y cansado.
te invitaría a pasmar pero sé que me vas a decir que no.
Disfruta del Entroido y queremos foto de Teo disfrazado y de ti sonriendooooo.
Muacs dulces llenos de 0 gluten
Ah!! el post te ha quedado:
Instructivo
Largo
Acoj.nante para hacerlo
precioso de foto
rico para morder
didáctico hasta el extremo de imprimirlo, plastificarlo y encuadenarlo
Yo soy negada para hacerlo, no tengo tanta paciencia.
Muacs
¡Me uno a la sabia petición de ESA foto que sugiere Berta!
Con sonrisa incluida, ¿eh?
Para nada creo que el hojaldre tenga poco éxito. Y menos este. Cada vez que remiro esa foto por la que atraviesa la luz tras él...
Abrazo grandioso. Cabéis todos.
B Besos, B.
R Rebesos, R.
Como le dije a mi hermano, y como no he tenido tiempo para hacerme un disfraz, he ido a comprar un disfraz de payaso, por eso de hacer juego. La dependienta me dijo que para el disfraz sólo necesitaba la corbata. Le dije que a ella para G. no le hacía falta ni goma...
Felices fiestas llenas de filloas, orejas, flores y todo lo demás.
PD: mi hermano y su pareja han ido de Up!, han quedado realmente genial, globos incluidos. Me ha hecho mucha gracia.
PD2: ayer vi a P en el Toural, o eso parecía porque está hecho un chico.
... Se me olvidaba. Os enviaré una foto de Teo disfrazado, por desgracia con un traje comprado de uno de sus personajes preferidos. El martes, eso sí.
El año que viene me disfrazo de "sobre". El destinatario y el remitente lo ponéis vosotras. Mejor de croissant.
+ B R.
que maravillosa receta pepinho siempre he pensado que las masas de hojaldre te quedan maravillosas no se si me atrevo a hacerla, se ve tan perfecta!!!
Perdona que no haya venido antes y eso que me daba vueltas tengo que pegarme una arrancada, finalmente llego y me preocupas, te falta sueño como dice la Rosita, no pierdas tu norte Teo es lo más maravilloso que te ha sucedido y te ama.
Cuando mas grande hablaran de lo más bien.
Paso dias muy tristes a veces por muchas cosas, pero los niños me alegran la vida , me hacen reir, el otro dia fuimos al cine con la Espe a ver Lincon y me gustó mucho creo que no iba al cine hace unos 3 años-
Aun no le hago la operación a la Espe a las muelas ha sido complicado.
Te mando besos para ti y Teo, y me encanta el hojaldre es que Pepinho,,,nunca se cuando vas a poner un post por eso llego tarde:(
besos
Siempre quiero ver fotos de Teo!!xxxx
Seguro que era él viniendo del Centro Británico. Ayer los del ANPA teníamos la fiesta para los niños y papás. Ya sabes, servir, atender, recoger que para eso siempre somos 2.
Espero que no haya sido de payaso triste. A P le dan miedo, jaja.
Me gustaría haberte visto, haberos visto.
Lo de sobre suena a esos programas en los que cuando menos te apetece te timbran a la puerta y zas te meten la cámara en casa y un cartero dice que tiene una carta para ti de un amigo de la mili, una ex arrepentida o un hijo no reconocido posmortem. No me importaría recibir uno con un corredor de zapatillas fosforitas y piernas muyyy largas.
Disfrutad mucho!!!!
Jajajaja! No puede ser que te pasara lo de la dependienta, Pepinho!
Eso, mejor de croissant, que son muy molones los disfraces de cosa, y más, de comida (una amiga se hizo hace siglos uno de caramelo Darlin's que es el más bonito que he visto nunca).
Qué buen ratito paso al leeros. Y, Gloria, recuerda venir por aquí en esos días tristes, al menos para que te podamos abrazar virtualmente.
¡No se te olvide poner foto en nuestro álbum el martes!
BBBBBBBesos.
GRACIAS en mayúscula. No por el maravilloso hojaldre invertido,(ya lo haré más adelante) pero por la tarta de naranja de Febrero 2008!! parece que fue hace siglos verdad?. La hice entre ayer y hoy y me inclino ante la sutileza del merengue italiano, con la frescura de la crema (el Grand Marnier tiene tanto que ver en esa sutileza), y el sablé bretón. Maravillosa.
Tengo mis bloguers de cabecera, Tú y Mercotte. Los dos coincidis en tanto,culinariamente hablando, y en este sablé bretón, seguí tu receta, aunque la de ella no se diferencia de la tuya. Sois dos maestros. Pero la crema de naranja, deliciosa.
No soy bloguer y no sé si debería darte las gracias en este post o en el del 2008, pero como sé que este lo lees, por eso te lo escribo. Me quedé tan sorprendida con el sabor que me dije te debía por lo menos un Millón de gracias. Espero que esto te haga sonreir por dentro. Falta nos hace a todos.
Soy ya muy mayor para aconsejar, pero al leerte, miro para atrás, restrospectivamente, me veo yo hace 30 y tantos...y de todo se sale, muy magullado, pero se sale. Tienes muchas virtudes y aficiones que en definitiva serán los instrumentos que te haran superar todos esos tuneles tan oscuros donde no se vé la salida.
Mientras tanto, sigue endulzándonos la vida, y recetas como la Tarta de naranja del 2008 valen la pena.
Cuidate y yo seguiré en mi triangulo.
Curri
Bueno, aquí haciendo un test porque O no consigue dejar comentario.
Si esto sale publicado es porque:
1.- Yo soy muy buena
2.- O. no sabe manejarse nada bien con la tecnología.
Si esto no sale publicado es porque:
1.- Yo soy muy mala
2.- O. tiene razón
3.- Pepe nos ha baneado
4.- Han atacado este site
Muacs dulces
HOLA!!!!!!!
Un día quise eliminar los SPAM y, desde esa, me llegan las notificaciones de comentarios a cuentagotas. De éstos ni me he enterado hasta ahora. No sé por qué, pero los de B siempre llegan, los de O ni se publican.
Gloria, aunque no lo diga, me acuerdo mucho de ti, sobre todo cuando paso por el blog y no te leo. Sé que estás ahí. Gracias. Un beso muy grande (tengo pendiente una visita).
Berta, eso quiere decir que me has visto ¿corriendo? hace poco. Siempre juegas con ventaja ;-). Es más fácil ver a un corredor (perdido) que a una soñadora entre la multitud ;-)
Con respecto a lo de la publicación de O, puedo confirmar que los últimos cuatro puntos no son ciertos (que yo sepa). Quizás no sea O. la que no sabe de tecnología, creo que son los que diseñan esos dispositivos los que no piensan en lo usuarios. Todavía me pregunto dónde están mis “cookies”, esas que no se comen, en mis navegadores Android. Me agota tanta publicidad dirigida.
Muacs y más muacs, como sueles decir, con ganas de que pare de llover de una vez.
Rosita, lo de la dependienta era una broma, por supuesto. Aunque sí es cierto que me compré sólo una corbata, unas narices y una peluca roja. Pensé que no me haría falta nada más para disfrazarme… Y fue cierto. La gente lo veía como maquillaje, complementos a mi aspecto diario.
Al final, después de tanto cuento, nos ha costado que se disfrazase hoy. No le gusta. No sé si es una cuestión de género, pero sus “amigas” se han disfrazado todos los días con gusto y él… nada de nada.
Irá foto… un trocito.
Un beso.
Curri, millones de gracias. Comentarios como los tuyos hacen que suba me el ánimo…
¡Ha pasado tanto tiempo! ¡Ha cambiado tanto! (y nada) El tipo de recetas que publico va por épocas. Ahora estoy en plan “exótico”, pero creo que pronto se acabará. Tengo ganas de renacer y hacer lo que hacía de otro modo, con más conocimiento y experiencia. Y hago recetas de este tipo con mucha frecuencia, mas da cierto miedo volver a las recetas menos elaboradas pero deliciosas, como los bizcochos o los postres de toda la vida. Siempre gustan.
Tengo muchas ganas de dar un nuevo giro, y lo haré en cuanto acabe febrero y publique la receta de algún cumpleaños. Me encanta la naranja y el limón, quizás sea algo así (o de chocolate).
Gracias. Un beso.
Impresionante te ha quedado este hojaldre invertido¡¡¡. Nunca he preparado hojaldre invertido y he estado estos días estudiando varias recetas porque desde hace unos días me picó el gusanillo. Ya sabes como es esto...
Me llevo tus magnificas explicaciones como siempre. De hecho fuiste tu unos de mis principales ayudantes cuando hace años empecé en el mundo de la repostería mas en serio. Gracias Pepinho. Se te echa de menos. Un abrazo.
Virginia "sweet and sour"
holaaaaa!O.
Jajaja. no puedo decir nada más.
Creo que O se va a enfadar cuando sepa que los míos siempre salen. Tralará, tralarí. tralará.
Siempre te veo. La verdad te me apareces bastante, pero nunca llevo el lazo a mano para lanzarlo. Ojo al dato para la próxima.
Muacss
Hola esta receta si me encanta es mis favoritas pero cuando las hago me quedan un poco desabridas porque sera?
madre mía! haces de una receta ¿sencilla? una novela, eres increible con la narración; dicen que la cocina es física y química pero yo creo que en tu caso es literatura,je,je. Enhorabuena por esa habilidad en la narración y por la receta que dan ganas de comerla. Saludos
No se como he podido andar desde hace tiempo por blogs de cocina y no haberte visto nunca.
Este es de los blogs de verdad, los de hace años, con entradas llenas de conocimientos, con recetas más que fantásticas y con fotografías estupendas que te impulsan a entrar en la cocina, nada más ver la receta.
Este hojaldre, ha sido el culpable de haberte encontrado. Y aquí me quedo, para aprender, y ponerme al día.
Saludos y buen día.
Acabo de leer la receta me encanto sobre todo para los aprendices como yo. Esta muy bien explicado todo de fácil comprensión.Muchas gracias
Que diferencia hay entre hojaldre invertido y hojaldre normal?
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