Pollo al chilindrón
Suspiros de EspañaCon “tradicción”
(Receta de http://www.pepinho.com) Si este plato llega a publicarse en un período razonable, es que he tenido la posibilidad de darle al botón con la etiqueta “Publicar” desde algún lugar alejado de la playa, pero, probablemente, atestado de personas haciendo fotografías con un Smartphone para publicarlas en alguna red social y presumir ante amigos y “amigos” de ese hábito que muchos no pueden o no desean efectuar: la artificiosa evasión de la distancia y el derroche innecesario. Probablemente yo sea uno de ellos.
No tengo la esperanza de que esta receta aparezca antes de irme y, aunque me muero en deseos de lo dulce, esperaré a la vuelta para reaparecer con un postre… ¿con dos capas?
He creído que ha llegado el momento de dejar lo dulce y publicar algún plato salado. No por mucho tiempo, pues mi cuerpo ya me está pidiendo hidratos de carbono para cubrir las necesidades energéticas de un verano que se presenta muy duro.
Tenía muchas opciones saladas para publicar. De todo tipo: de aquí, de allá, clásicos tradicionales o novedosos, de oriente u occidente. Al final me he decantado por una receta con mucha tradición (que a mí me traslada a Aragón) por varios motivos: porque a tod@s gusta, porque es bueno dar ideas para la cocina del día a día, porque es uno de los platos (de pollo) preferidos de M, me lo pide con relativa frecuencia, y porque está delicioso.
Éste es el modo en el que yo lo suelo hacer, aunque no siempre lo haga exactamente de la misma manera y me condicione la disponibilidad del momento. Por supuesto, siempre pueden hacerse cambios obvios: sustituir el pimentón de la Vera por la pulpa de un buen pimiento choricero de la zona o usar cebolla en vez de puerro. En general suelo usar uno u otro tipo de pimientos, dependiendo de las necesidades o preferencias del momento, como me pasa con unas patatas a la riojana o un delicioso suquet, si bien últimamente me decanto más por un buen pimentón molido dulce (o agridulce) que por la pulpa de un pimiento choricero.
El pimentón molido suele venir tratado, ahumado, rico en aromas y, sobre todo, resulta mucho más fácil de usar, sin esperas ni hidrataciones de última hora. Por supuesto, es muy importante que sea un pimiento de muy buena calidad, preferiblemente de la Vera. A mí me gusta mucho el pimentón de la Vera ligeramente ahumado (no mencionaré marcas comerciales), si bien hay una pequeña variedad de tipos de pimentón que podemos adaptar a nuestros gustos. Elijan.
El único secreto de este plato es realizar una lenta y larga cocción para obtener una deliciosa salsa y un pollo blando y jugoso. La consecución del objetivo dependerá en gran medida de la destreza que tengamos cocinando. Seguro que gusta.
Autodestrucción
”Los personajes que aquí figuran no son reales, por lo que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia”, decía la nota adjunta que el autor (anónimo) del texto dejó manuscrita en la primera página del libro del que he podido robar este fragmento que ahora me dispongo a relatar y, en la medida de lo posible, transcribir.
La coincidencia es probabilidad, lo posible e imposible, la incertidumbre, el motor que mueve el mundo y nuestra propia existencia. Los dados de Dios.
“Dieciséis treinta.
Su prolongada sombra se proyectaba sobre las aguas zigzagueantes, haciéndolo parecer todavía más alto y delgado de lo que ya era. Deformada por el susurro de una brisa marina, ésta no era más que un espejo de la propia visión que tenía de sí mismo. Vaga sombra en unas aguas esquivas. Breve y perecedera existencia. Agua y sombra.
Una ola, un borrón sin cuenta nueva.
(…)
Conocía la información calórica aproximada de todos y cada uno de los productos ‘light’ del supermercado y también de otros más comunes. Leche desnatada, tortitas, pan, frutas, quesos, yogures u otros derivados lácteos, mermeladas… Sabía qué podía añadir a la cesta y qué no, o que, si llevaba algo que estuviese fuera del rango calórico, la dosis debía ser ínfima, privándose de otros más necesarios. Consumía productos que lo saciaban pero con la menor carga calórica posible.
Su sombra se difuminaba al compás de unas nubes que vagaban a ritmos acelerados sobre un cielo casi azul. Disipada sombra, eso era.
Giraba los productos depositados en las estanterías para poner a la vista la información nutricional y así llevarse siempre aquél que tenía menos calorías, aunque sólo fuese una kcal por cien gramos de producto y éste resultase menos apetecible. Aquellos cuya etiqueta era ilegible los descartaba de inmediato, pues conocía todas las argucias comerciales que se usaban para seducir a personas que actuaban como él.
Ante los demás, hacía creer que estudiaba la composición o la fecha de caducidad del producto, mas él sólo fijaba su mirada en una cifra, normalmente indicada en kcal.
La mar calma emborronaba a cualquier asomo pasado o futuro, todo parecía inmóvil. Una vida sin pretérito ni ulterior, sólo un presente imperfecto.
Era alto y enjuto, su aspecto siempre denotaba cierta apariencia cansina, probablemente debido en parte a unas necesidades energéticas no cubiertas por la dieta. No era un anoréxico en el sentido estricto de la palabra, pues era consciente de su estado deplorable y huía en la medida de lo posible de los espejos, las fotos o cualquier grabación que pudiese remover su conciencia y lo llevase a tener que practicar otro tipo de autoflagelación.
Porque ése era el secreto. Para él esa práctica no era más que un martirio, un castigo o una condena a la que se sometía como una meta más, como penitencia por esa vida de pesadumbre y permanente insatisfacción para la que le habían educado desde pequeño. Le habían hecho creer que si las cosas iban bien, es que algo iba mal. El placer no era tolerable y la vida era el camino a otra vida ‘mejor’, decían. Que había personas, cierto tipo de personas, que no tenían el derecho a ser felices o a disfrutar de la vida de un modo pleno.
Pero no sólo era eso, la punta del iceberg. También estaba esa sensación de culpabilidad que padecía por todo lo malo que pasaba, propio o ajeno, esperando que, en el fondo, este hecho sirviese de penitencia por esos males, muchas veces azarosos, que le había tocado vivir. Como una mujer maltratada, que no entiende las motivaciones del maltrato y a la que le han hecho pensar que el origen de todos los males reside en la propia existencia. Ése era el mal, la propia existencia, la falta de un amor sincero que, si existía, era incapaz de percibir. Sentirse querido y no utilizado. Al dejar de existir para los demás, también había dejado de existir para él mismo.
Un paso para acortar una sombra que partía de las rodillas formando un ángulo recto con su tronco. Otro de media sombra, que se aproxima lentamente, por mucho que el sol se oponga a ello. El sol no es tan poderoso como se cree.
El daño a uno mismo era una práctica que se extendía a otras facetas de la vida, a veces físico y otras emocional, pero siempre intentando comprender lo incomprensible por todo ese ambiente de autoculpabilidad y sometimiento.
Era la forma que tenía de expresar su disconformidad con lo que rodeaba, como la pataleta de un niño llevada al martirio. Una forma de rebeldía, el único modo del que disponía para dar su opinión y ser escuchado. El lenguaje usado para hacer llegar a los demás su desunión con el entorno y absoluta incomprensión.
¿Hasta dónde sería capaz de llegar? Ni él lo sabía. (…)
Ni el atardecer es capaz de preservar una sombra que avanza. El amor, sí. Sentirse querido. “
El resto del relato es más vago, perdiéndose en las razones de una conducta extraña y despiadada hacia la propia vida. Una infancia rigorosa, por llamarla de algún modo eufemístico, y una adolescencia distante parecen marcar los rasgos de este personaje que nace en la mente de un autor que, probablemente, haya trasladado de un modo distorsionado vivencias propias. Pues, en el fondo, todo escrito tiene algo de autobiográfico.
Hay esperanza..
¿Qué hacer para cambiar el mundo? ¿Deseamos cambiarlo o estamos satisfechos con este estatus? ¿Tenemos fuerzas para cambiarlo? Por qué siempre nos lamentamos y no hacemos lo más mínimo para mover el mundo.
Parece que sólo nos mueve el dinero y el capital, el fútbol y la política. ¡Cuánto tiempo malgastado cavilando estrategias para el enriquecimiento propio! ¡Estrategias de mercado! ¡Marketing! ¡Qué pobres somos! Empecemos por cambiar “nuestro” mundo, el resto no será más que una reacción en cadena.
Feliz Navidad.
Pollo al chiclidrón
Obviamente, la cocina salada no suele ser tan precisa como la repostería. Aun así, los ingredientes suelen pesarse en las cocinas de muchos restaurantes para evitar errores y conseguir siempre parecidos resultados. Por supuesto, al final lo más importante suele ser la técnica, la “mano”.La última vez los he pesado (cantidad indicada entre corchetes), pero eso no quiere decir que sean las cantidades exactas que suela usar. Sólo he querido dar una aproximación para que cada uno los ajuste a sus gustos o preferencias.
- Medio pollo grande o 3 zancos.
- c. s. de aceite de oliva virgen extra (~45 ml)
- Sal y pimienta negra molida.
- 1 puerro (la parte blanca)
- 1 cebolleta de tamaño medio [150 gr.]
- ½ pimiento rojo grande [150 gr.]
- ½ pimiento verde grande [150 gr.]
- 2 hojas de laurel (en Galicia nos suele gustar su abuso ;-))
- 2 o 3 dientes de ajo finamente picados.
- 1 vaso, o ¾, de vino blanco de buena calidad, Albariño Rías Baixas [160 gr., o algo menos]
- 1 cucharilla de pimentón dulce de la Vera.
- Una rama de tomillo y/o romero fresco.
- 2 tomates grandes maduros rallados [~360 gr., quizás menos]
- 65-100 gr. de jamón serrano poco curado (y con poca sal) [*]
- La cantidad suficiente de agua mineral o fondo ligero de pollo [360 gr., menos]
(1) Cortamos el pollo en trozos de tamaño medio o algo grandes. Los secamos bien y los salpimentamos por ambos lados.
En una olla amplia de fondo grueso añadimos un chorrito de aceite, poco, y lo calentamos a fuego alto. Doramos el pollo en la olla, uno a uno, en pocas cantidades, para que no se baje la temperatura de repente y obtengamos un pollo ligeramente tostado. Empezamos dorándolo por el lado que tiene piel. Retiramos el pollo a medida que lo vamos dorando.
Limpiamos el puerro, practicando unos cortes longitudinales y pasándolo bajo el chorro de agua con las hojas hacia abajo para eliminar los restos de tierra, que suelen ser muchos, aunque no se vean.
Cortamos el puerro y la cebolleta en trocitos de un centímetro a centímetro y medio, aproximadamente. Cortamos los pimientos en cuadrados ligeramente mayores (2x2), por lo menos a mí me gusta que se noten cuando se toma la salsa.
(2) En la misma olla en la que hemos dorado el pollo, bajamos el fuego, añadimos un poco más de aceite y lo calentamos. Cuando esté caliente añadimos el puerro y la cebollera picados, le damos unas vueltas y añadimos los pimientos troceados y las hojas de laurel. Bajamos la temperatura y dejamos que se pochen durante unos minutos.
Añadimos el ajo picado y seguimos pochando. Por supuesto, el ajo no debe cocerse, pero tampoco quemarse, que le daría un sabor amargo. Puede añadirse al principio, pero si no se tiene cuidado es muy fácil que se queme. A veces, como en este caso, hago un pequeño espacio en el fondo de la olla, añado el ajo para que se saltee durante un par de segundos y remuevo todo el sofrito para que se haga a fuego lento con el resto de hortalizas.
(3) Cuando las hortalizas están pochadas, entre 25 minutos a media hora, añadimos el jamón y le damos unas vueltas. Añadimos el vino blanco, subiendo algo el fuego para favorecer la evaporación (del alcohol, sobre todo) y dejamos que se reduzca a fuego medio-bajo durante unos cinco minutos.
Mientras se reduce el vino, rallamos los tomates, desechando la piel.
Cuando el vino se haya reducido añadimos una cucharilla de pimentón dulce de la Vera (si gustáis, parte del pimentón puede ser agridulce) e, inmediatamente, el tomate triturado, removiendo para que no se queme el pimentón. Dejamos que reduzca para que se forme un poco de salsa.
(4) Añadimos el pollo dorado y una ramita de tomillo y/o romero frescos. Le damos unas vueltas y añadimos la cantidad de agua necesaria para (casi) cubrir el pollo, pues debe cocer por período largo, cerca de una hora.
El agua debe llegar justo hasta cubrir el pollo, sin que pase, para que al final, tras una reducción, obtengamos una salsita.
Dejamos cocer a fuego medio-bajo con la olla descubierta hasta que se haya formado una salsita espesa y el pollo esté muy blando, aproximadamente, una hora de cocción. El tiempo de cocción dependerá de la temperatura y la cantidad de agua añadidas.
Preparad pan, es indispensable para mojar. Uno de los platos de pollo que siempre me pide M.
Querido Pepe una receta fantastica q tenia olvidada pero volvera a mi cocina ademas tiene su punto srntimental por quien me la enseño
ResponderEliminarescribo desde el mv ya te contare.
El relato espeluznante sera porque me identifico
Un abrazo un besazo y un te quiero
Pues ojalá fueses uno de esos que cuelgan fotos veraniegas, que ya sabes que a las madrinas nos gusta ver al ahijado en acción, y por lo que leo en la entrada anterior, está hecho todo un Principito. Alucinada.
ResponderEliminarY ya está bien un platito salado, Pepinho, y más de esta pinta y un tradicional, que en muchos sitios se da todo por sabido y no es así, que se pierde mucha gente en querer innovar tanto... Ay, esas latitas de pimentón de la Vera; joyas. Cuando compraba el pimentón normal, siempre me caducaba a la mitad de contenido. No tiene esa gracia ahumada.
¡GLORIAAA! Besos enormes. Es que he estado liada. En seguida te "veo".
BESOS a todos, noto poco movimiento por aquí. Las 'vacas', claro. :·)
PEPINHO, descansa, disfruta y cuéntanos.
Un beso
ResponderEliminarhttps://www.dropbox.com/s/hhssoozfdj3csci/20130717182439822.jpg
ResponderEliminarhttps://www.dropbox.com/s/oyykuodlgqb4wq5/20130717142326415.jpg
ResponderEliminarQuería haber escrito, aunque fuesen dos líneas, en el coulant, pero llevo un mes muy "cargadito" y muy "agotador". Encima, con nieto a cuestas, una ya no está para estos trotes.
ResponderEliminarTanto el coulant como el chilindrón, son habituales en mis fogones, pero tú siempre te superas.
Veo también, que estás en mi ciudad favorita. Donde solía refugiarme y oxigenarme cuando vivía en Moscú. Allí suelo acudir con relativa frecuencia. Te la aconsejo en la primera semana de Diciembre. Es cuando uno hace las paces consigo mismo. Tantos recuerdos en esos jardines. Con mis niñas pequeñas. En verano, demasiada humedad. Pero siempre será la Joya del Imperio.
Me voy a Sicilia, compromisos familiares, que nos vendrán de maravilla después de este mes y de los que vienen, pero siempre estaré pensando y buscando si sacas de tu chistera particular, esas recetas de antaño con el toque moderno.
Me acordaré de todo ese circulo tan grande que tienes alrededor de este lujo de blog, de B,de Gloria, de P, de R, de O, de todas.
Felíz verano y espero que a tu vuelta, nos sigas mimando sacando nuevos posts. Los esperamos con impaciencia.
A mi vuelta de Sicilia, pasaré de nuevo a tu ciudad, sigo con mis temas, pero siempre voy a esa playa tan bonita cerca de Noia.
Disfruta con tu niño, porque esos recuerdos son los que con los años te harán sonreir.
Besos a todos
Curri
El pollo se ve delicioso! que tengas unas buenas vacaciones.!
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ResponderEliminarah pude ver una de Teo muy linda!
ResponderEliminarEncantada de ver una receta salada, que para mí son las más realizables; aunque en general hay que reconocer cómo nos ( me) lame el deseo de elaborar las dulces, por lo que tienen de festivas.
ResponderEliminarComo prometías ¿el pasado diciembre? este 2013 estás incrementado las recetas ( y reflexiones) compartidas...No está mal, ¿Eh? No por una competición numérica, aunque sea contigo mismo, sino porque hayas dispuesto de tiempo para este "pequeño hobby". Me alegro: por ti, y por "tus lectores". Abrazos.
Curri me muero de envidia!! Los 2 últimos veranos he ido a Sicilia, decididamente mi lugar en el mundo. No ha podido ser este verano, pero disfrutarás por mi seguro. No he descartado aún el camino..... A ver si con suerte coincidimos! Besos mil fantástic@s!! O.
ResponderEliminarVoy a Sicilia para una celebración familiar y ya nos quedaremos... aunque quizás salga por ahí algún Corleone y no vuelvo a aparecer. Gracias O por los consejos.Y a Pepe, si anda por mi capital favorita, que no se olvide de visitar las cocinas del Palacio de la ciudad. Es increible los moldes de cocina, cacharrería etc.. siempre que voy me quedo ensimismada viendo los moldes de los helados... aquel siglo 19...se cocinaba tan tan bien...El postre del emperador, el mejor sin duda.
ResponderEliminarDesde Sicilia con muchísimo calor, os enviaré un Cucu! Cuidaros todos y para finales de Agosto, espero haya muchas recetas y comentarios que compartir.
Bss a todos.
Pepe, después de lo ocurrido en tu tierra, confío en que estés bien tú y tu familia. Que tragedia tan grande,horrible, se me sobrecogío el pecho ayer cuando lo vi en las noticias. Creo que hoy somos todos Galicia,y la gente de allí son todo un ejemplo de solidaridad. Un abrazo enorme.
ResponderEliminarUn abrazo a tod@s.
:0((. Se q ni rula bien. Espero q vosotros tb. Q pena tan grande!. O.
ResponderEliminarAunque sea un blog socio gastronómico, quiero solidarizarme con todos los gallegos y españoles, que están en estos momentos rotos por el dolor. Tragedias como estas son dificiles de superar. Espero no hubiese conocidos/familiares vuestros en ese tren.
ResponderEliminarun abrazo muy fuerte desde lejos pero tan cerca.
Curri
que curioso amigas; escribo sobre lo mismo: cuando vi ayer el accidente en Galicia se me paralizo el corazon; que cosa mas terrible, espero que todos los que son de Galicia esten bien les mando todo mi amor y cariño y si puedes Pepe. escribenos para saber que estan bien.
ResponderEliminarbesos a tutti:)
Gracias,
ResponderEliminarCasi recién llegado del viaje y lo haces para padecer esta tragedia...
La distancia o el filtro que recubre un cristal de televisión siempre amparan el dolor, mas, en este caso, los sonidos de las ambulancias llegaban de la propia calle. Cerca de los dos Hospitales públicos más grandes de Santiago, entre el lugar del accidente y los centros hospitalarios, los sonidos de las ambulancias resonaban como el eco del dolor y la desdicha de muchas personas. Eso es lo que más duele, el dolor de esa gente, pensar en todos esos que se quedan solos y han pasado las horas en espera de una noticia positiva que nunca llegaba. Sobrecogedor.
Los muertos no tienen nacionalidad, aunque siempre uno lo viva más intensamente cuando los hechos se producen tan cerca, a escasos 3 kilómetros de mi casa. En este caso, la distancia no ha sido tal y desde Santiago se ha sentido el cariño de personas de todas partes. Porque las tragedias, aunque las padezcan directamente unos pocos, son desgracias que implican a la Humanidad.
Cuando convivimos con tragedias de esta o mayor magnitud es inevitable sentir, en este orden: confusión e incredulidad, dolor (mucho) y el eco de preguntas sin respuesta (¿Por qué? ¿Quién?...).
Es probable que muchos sean gallegos, quizás algún conocido (conozco a varias personas que suelen coger esa línea desde/hacia Ourense), pero otros muchos serán de algún lugar lejano, incluso de otras nacionalidades. Muchos llegaban para poder disfrutar del día de festividad, otros para conocer la ciudad o reencontrase con su familia.
No hemos parado de pensar en el accidente y en las víctimas, más en el dolor de los familiares. No ha sido fácil conciliar el sueño o dormir. Al levantarse, lejos del día festivo que se presumía, sólo se respira un ambiente de dolor y tristeza. Se nota en las caras de la gente, en sus conversaciones, en sus gestos. No hace falta hablar para saber qué se quiere decir.
La vida sigue. Y quieres hacer lo de siempre, que este estado no afecte a tu vida, aunque sabes que te quedará marcado. He salido a correr, evitando la ruta que suelo hacer muchos días, justo sobre ese puente que cruza la vía, pues está en pleno camino de Santiago en su ruta procedente de Ourense e interior y es una ruta llega de paisajes (y personas) agradables para correr. Pero tampoco quería cruzar la ciudad y, cansado, hacer un esfuerzo que mi cuerpo actual no está en capacidad de aguantar.
En mi desconocimiento, el azar me llevó a pasar al lado de una caravana de coches fúnebres que se dirían al pabellón del Sar y ver el dolor en el rostro de muchas personas. Me sentí como un estúpido ¿curioso? mientras, tras esa primera sensación, dicho sentimiento se mudó en un brutal sobrecogimiento que ha hecho brotar las lágrimas.
Puede resultar muy “fácil” hablar del dolor desde la no directa implicación (la mía o la de muchos personajes oportunistas o políticos que hacen uso de las tragedias en beneficio particular), pero es muy difícil expresar el verdadero dolor y empatía que se siente con todos aquellos que han padecido.
Sé que tod@s los que aquí participamos sólo tenemos mensajes de sincera consternación y apoyo, que conocemos aquello que nos une a todos, el conocimiento del dolor por la pérdida o la enfermedad.
Me da rubor mostrar mis sentimientos, pues por el simple hecho de hacerlo parecen perder su valor y se convierten en meras palabras. Pero las palabras siempre tienen una fuente, que en este caso es sincera.
Un beso muy grande a tod@s, en espacial a los que han tenido la desgracia de padecer directamente esta desgracia.
Aunque si es cierto que el tiempo lo "lima" todo, siempre quedará ese agujero, punzada de dolor al cruzar ese puente! y suelo cruzarlo con tanta frecuencia. Las lágrimas nos salen a todos, es inevitable. Solo espero que el consuelo llegue pronto aunque lo dudo. Son muchas personas las que quedarán vacías y solas para el resto de sus vidas.
ResponderEliminarSiguen sin salirme las palabras, me parece tan horrible, tanto dolor, tantas vidas rotas, ¿ Por qué? Tan injusto...
ResponderEliminarUn abrazo amigo, y también a tod@s.
es una pena terrible.Tantas vidas.me ha golpeado mucho las imagenes son muy dolorosas.les mando un beso.
ResponderEliminar¡Hola
ResponderEliminarUna receta sencilla y eficaz!
Hice la receta y toda la familia pareció excelente! Muchas gracias!!!